Escultismo Para Muchachos

Capitulo IV - Rastreo
Fogata 12 - Rastreo

 


El general Dodge, del ejército norteamericano, nos describe cómo una vez tuvo que perseguir una partida de indios Pieles Rojas que habían asesinado a algunas personas.

Los asesinos le llevaban una semana de ventaja, e iban a caballo; excepto uno, todos llevaban cabalgaduras sin herraduras.

El general Dodge se consiguió un magnífico Scout especialista en rastreo, llamado Espinosa. Después de haber seguido las huellas de los indios por muchos kilómetros, Espinosa de pronto se apeó del caballo y sacó de una grieta, entre las rocas, cuatro herraduras que allí estaban escondidas. Evidentemente que el jinete del caballo herrado se las había quitado para que no dejaran huella.

Durante seis días, Dodge y sus hombres persiguieron a la banda, la mayor parte del tiempo sin huellas visibles para ojos profanos. Después de haber caminado doscientos cuarenta kilómetros, finalmente dieron alcance a la banda y capturaron a todos sus componentes, gracias a la habilidad de Espinosa como rastreador.

Rastreo nocturno

En otra ocasión, tropas americanas perseguían a unos indios que habían asaltado y matado a unos blancos. Llevaban consigo algunos Pieles Rojas que les servían de rastreadores.

Un Scout practica siempre el rastro al caminar en la ciudad o en el campo.

Para asegurar el éxito, las tropas marchaban de noche y los rastreadores tenían que palpar las huellas con los dedos, en la oscuridad. Caminaron a muy buen paso, pero de pronto hicieron alto y los rastreadores informaron que las huellas estaban cruzadas por otras recientes. Cuando el oficial encargado llegó al lugar, los indios aún tenían las manos sobre las huellas para no perderlas.

Trajeron una luz y se descubrió que las huellas recientes eran las de un oso que había cruzado las de los fugitivos. Continuaron la marcha sin novedad y en la madrugada, sorprendieron a los asaltantes.

El Scout norteamericano Federico Burnham, que se encontraba entre las gentes de Wilson en el África del Sur cuando la matanza del río Shangani, en la tierra de los matabeles, había sido enviado con un mensaje poco antes de que fueran copados. Viajó durante la noche para evitar ser observado por el enemigo y tuvo que guiarse palpando las huellas que la columna había dejado en el lodo esa mañana, cuando marchaban hacia aquel lugar.

Yo, también, tuve que guiar una columna, durante la noche, por las intrincadas montañas de Matopo, en Rodesia, para atacar una fortificación enemiga que había reconocido el día anterior. Seguí el camino palpando mis propias huellas, unas veces con mis manos y otras con las suelas de mis zapatos, ya que estaban muy gastadas. No tuve ninguna dificultad en seguir el rastro.

La importancia del rastreo

Rastrear, o poder seguir huellas, se designa de diferentes maneras en los diversos paises. Así, en el África del Sur se habla sólo de "spooring", es decir, seguir el "spoor"; en la India es "pugging" o seguir los "pugs", en la América del Norte se le llama "trailing", rastrear.

Es uno de los medios principales por el que los Scouts consiguen sus informes y los cazadores su caza. Pero, para ser un buen rastreador, hay que empezar joven y practicarlo siempre al caminar, ya sea en la ciudad o en el campo.

Frederick Burnham, Scout norteamericano, se hizo famoso en la tierra de los matabeles.

Si al principio os lo recordáis constantemente, pronto encontraréis que se ha convertido en un hábito y ya no tenéis que recordároslo. Esto, además de ser un hábito muy útil, hace interesante la caminata más aburrida.

Los cazadores, cuando salen al campo a cazar, lo primero que hacen es buscar las huellas que pueda haber, antiguas o frescas, para saber si por ahí hay animales. Después, estudian las más recientes, para ver si los animales se están escondiendo. Cuando han dado con un buen rastro, lo siguen hasta encontrar al animal y matarlo. Hecho esto, quizás tengan que valerse de sus propias huellas para regresar al campamento. Los Scouts de guerra tienen que hacer esto mismo con respecto a sus enemigos.

Huellas humanas

Ante todo, hay que aprender a distinguir las huellas de los pies de un hombre de las de otro teniendo en cuenta su tamaño, forma, clavos, etc. Y de la misma manera, las huellas de los caballos y otros animales.

Por la huella de un hombre, es decir, por el tamaño de su pie y el largo de su paso, se puede apreciar, hasta cierto punto, su estatura.

Notad la longitud del zapato, el ancho de la suela, la longitud del tacón y también los detalles.
(X) Indica los clavos faltantes.

Al tomar nota de las huellas, hay que escoger una que esté bien marcada, y con sumo cuidado medir su longitud, longitud del tacón, ancho de la suela, largo de la punta al tacón, ancho del tacón, número de hileras de tachuelas, número del claveteado en cada hilera, placa o clavos de la punta y del tacón, número de clavos de suela que faltan, etc.

Lo mejor es hacer un diagrama como el del grabado.

También se debe medir cuidadosamente la longitud del paso, del tacón de un pie al tacón del otro.

Una vez, se encontró a un hombre ahogado en un rio y se supuso que, accidentalmente, se había caído y que las cortaduras que tenía en la cabeza se las había hecho con los guijarros que allí se encontraban. Pero a alguien se le ocurrió hacer un dibujo de sus botas y después de una minuciosa búsqueda por la ribera, dio con la huella de ellas. Siguiéndola, llegó a un lugar donde evidentemente se veía que había habido lucha, ya que el suelo estaba muy pisado, los arbustos con las ramas quebradas y había también huellas de pisadas de otros dos hombres. Aún cuando los asesinos jamás fueron encontrados, sin embargo, se comprendió que el hombre aquel probablemente había sido víctima de un crimen, cosa que, de otra manera, nunca se hubiera siquiera sospechado.

Las diferencias en las huellas de los pies descalzos

Es un verdadero enigma para un principiante encontrar la diferencia entre varias huellas de pies descalzos, pues se parecen mucho unas a otras; sin embargo, he aquí la manera como los rastreadores de la policía india las distinguen.

Al medir la huella del hombre que se busca, hay que trazar una línea del extremo del dedo gordo al extremo del pequeño y tomar nota de la relación que guardan los otros dedos con respecto a esta línea, anotando en su libreta de apuntes. Más tarde, al confrontar varias huellas, lo único que hay que hacer es trazar en ellas esta misma línea hasta encontrar la que se desea. En todo el mundo varia, aunque sea un poco, la posición de los dedos.

Ensayad hacer esto con los Scouts de vuestra patrulla, imprimiendo cada uno la huella de su pie descalzo y tomad nota de la diferencia entre ellos una vez trazada la línea sobre los dedos.

La velocidad del paso deducida de las huellas

Un Scout debe estar capacitado para decir, por las huellas, a qué paso iba el que las dejó.

Al caminar un hombre, asienta todo el pie en el suelo a unos noventa centímetros, más o menos, el uno del otro. Al correr, los dedos quedan marcados más profundamente y un poco de polvo se levanta en cada pisada, siendo la distancia entre una y otra de un poco más de noventa centímetros. Algunas veces, un hombre que trata de despistar camina hacia atrás, pero un buen Scout no se deja engañar, ya que los pasos son más cortos, los dedos están más volteados hacia adentro, y las marcas de los talones son más profundas.

Los animales, cuando caminan de prisa, marcan más los dedos y levantan polvo, siendo sus pasos más largos que cuando van despacio.

Vosotros debéis ser capaces de decir a qué paso va un caballo, inmediatamente después de ver sus huellas.

Un caballo, al caminar, deja dos pares de huellas de sus herraduras, la cercana (izquierda) de la pata trasera, enfrente y cerca de la huella de la pata delantera, y la lejana (derecha) de la pata delantera, en forma semejante, inmediatamente después de la huella de la pata trasera. Al trotar, las huellas son semejantes, pero el paso es más largo. Las herraduras de las patas traseras son, generalmente, más largas y angostas que las de las delanteras.

Para distinguir las huellas de los pies descalzos, dibujad una línea de la punta del dedo gordo a la del pequeño observad la posición de los demás dedos con respecto a ella.

Era trampa corriente antaño, entre los salteadores de caminos y los ladrones de caballos, el invertir las herraduras de sus cabalgaduras, para despistar a los rastreadores que pudieran seguirlos. Pero un buen rastreador no se deja engañar. De igual manera, los ladrones con frecuencia caminan hacia atrás por la misma razón; pero el buen rastreador, pronto se dará cuenta del engaño.

También deberán estudiarse las huellas de las ruedas, hasta encontrar la diferencia entre las de un automóvil y las de una bicicleta y la dirección en que caminaba el vehículo.

La edad de las huellas

Además de aprender lo que hemos dicho de las huellas, hay que deducir el tiempo que llevan marcadas. Esto es de suma importancia y requiere mucha práctica y experiencia antes de poder juzgar realmente bien.

Mucho depende del estado del piso, del tiempo y de sus efectos sobre la huella. Si seguís una pista, digamos, en un día seco y ventoso, en terreno cambiante, encontraréis que si se trata de terreno arenoso suave, en corto tiempo se verá como si fuera antigua, porque la tierra húmeda que vuele sobre ella se secará rápidamente y tomará el mismo color que el de la superficie; también las aristas angulosas pronto se redondearán por efecto de la brisa, que vuela parte de la tierra de que están formadas. Cuando se forman en terreno húmedo, las mismas huellas se ven mucho más frescas, ya que el sol sólo las habrá secado parcialmente en la parte de arriba y el aire no habrá podido redondear sus aristas vivas. Si las huellas han sido impresas en barro húmedo y bajo la sombra de un árbol, a donde el sol no puede llegar, la misma huella que en arena parecerá tener un día de existencia, ahí se verá como muy reciente.

Cuando encontréis huellas de caballos, tratad de descubrir a qué velocidad caminaban.
La misma está indicada por la distancia entre las huellas de las patas delanteras y de las traseras.
En el dibujo las herraduras largas son de las patas traseras.

La dirección en que camina una bicicleta la marca el polvo que arroja hacia atrás.
También las curvas en la huella hechas al voltear el ciclista o bambolearse.
La punta delgada a la izquierda señala la dirección.

La clave para determinar la edad de una huella, se obtiene en aquellos lugares donde ha llovido, después de que éstas fueron impresas, por supuesto si sabéis a qué hora llovió; también lo es el polvo o las semillas que el aire haya volado sobre ellas, si es que sabéis a qué hora sopló el viento, y las huellas marcadas sobre las originales, el pasto pisoteado y lo que de él se haya secado o marchitado. Sí se sigue a un caballo, se puede juzgar el tiempo que hace que pasó por la frescura del estiércol que haya dejado, siempre, por supuesto, que se tome en consideración el efecto que sobre él hayan tenido el sol, la lluvia y los pájaros.

Habiendo aprendido a conocer el paso y la edad de una huella, hay que aprender, en seguida, a seguirla en toda clase de terrenos, Esto es algo que uno puede practicar muchos años y, aún así, seguir aprendiendo.

Al seguir la huella de una bicicleta o de un automóvil, estudiad especialmente los lugares donde el camino es irregular.
Ahí encontraréis muchas señales.

Hay mucho que aprender de las cenizas de un fuego; si todavía están calientes o ya se enfriaron: los desperdicios indicarán la clase de comida que en él se coció y si ésta fue abundante o escasa.

No sólo hay que estar alerta para descubrir las señales puestas por los propios Scouts, sino también las de los Scouts "hostiles".

Rastreando cosas robadas

En el Sudán y en Egipto hay muy buenos rastreadores nativos y yo pude darme cuenta del trabajo que hacen.

Un coronel de caballería egipcio había sido robado en su casa y envió a un rastreador de la tribu Jaalin en busca de los objetos perdidos.

Pronto dio con la huella del ladrón y la siguió hasta muy adentro del desierto, hasta el lugar en donde estaban enterrados los objetos robados. De ahí las huellas seguían hasta el cuartel.

El regimiento entero fue formado descalzo, para que el rastreador pudiera examinar las huellas de todos, pero después de hacerlo declaró que allí no se encontraba el ladrón; pero en ese momento llegó el sirviente nativo del coronel a entregarle un mensaje y enseguida el rastreador, que se encontraba presente, dijo: "Ése es el hombre que enterró los objetos".

Algún día tropezaréis con estas huellas.
Son, de izquierda a derecha: venado, borrego, lobo y zorra.

El sirviente, sorprendido de verse descubierto, confesó ser él quien había robado a su patrón, pensando que sería el último de quien se sospecharía.

Sugestiones sobre rastreo

Cuando un viejo Scout tropieza con una huella fresca de hombre o de animal, evita, generalmente, seguirla de cerca, y procede a describir grandes círculos para cruzarla en donde calcula volverla a encontrar, pues, con frecuencia, el animal mira hacia atrás para ver si es seguido. Cuando no encuentra huella donde debía cruzarla sabe que se ha adelantado a la caza y retrocede, describiendo círculos más pequeños, hasta encontrarla de nuevo, pero teniendo siempre cuidado de no quedar entre el animal y el viento, especialmente si se encuentra a distancia de ser venteado por aquél.

Unos rastreadores de Scinde siguieron a un camello robado de Katachi a Sehwan, como doscientos cincuenta kilómetros, por terrenos arenosos y rocosos. Los ladrones, para despistar, llevaron al camello al través de una calle muy transitada, para que su huella se confundiera con otras, pero los rastreadores lo previeron y rodearon la ciudad encontrando la huella al otro extremo, pudiendo después seguirla con éxito.

En terreno duro hay que mirar más lejos

Cuando se rastrea en terreno en que las huellas son difíciles de ver, como sucede en terreno duro o en pasto, hay que observar la dirección que tiene la última huella visible y mirar a lo lejos en esa dirección, digamos unos veinte o treinta metros adelante. En el pasto, generalmente, se pueden ver las hojas dobladas o pisadas y en terreno duro posiblemente se pueda ver alguna piedrecilla fuera de su lugar, o rasguñada, o algunos otros pequeños signos que, colocados en línea, dan una pista que de otra manera sería imposible de notar.

Una vez tuve que rastrear una bicicleta en camino duro de Macadarn, en el que realmente no había dejado impresión alguna; pero mirando a lo lejos sobre la superficie del camino, a la salida del sol, entonces, la línea que había seguido era perfectamente visible sobre la casi imperceptible capa de humedad que había sobre el suelo; pero, parado sobre la pista y mirando hacia ella cerca de mis pies, no podía descubrir el menor rastro.

Es una gran cosa, cuando se busca una huella difícil, mirar contra el sol, pues entonces se puede descubrir, por la sombra, hasta la menor huella.

Tratando de encontrar una huella perdida

Cuando se pierde una huella hay que tratar de volverla a encontrar. Para localizarla colocad vuestra pañoleta o bordón, u otra marca, en la última huella y enseguida describid un círculo amplio, de digamos treinta, cincuenta o cien metros de radio teniendo a ésta por centro y escogiendo el terreno más favorable, suave si fuera posible, para encontrar las señales de la continuación de la huella. Si toda la patrulla anda en seguimiento de la huella, haced alto y que sólo uno o dos muchachos hagan la prueba. Si todos quieren tratar de encontrarla, pronto la habrán perdido definitivamente, confundiéndola con las suyas propias, o borrándola al pisarla: muchos cocineros echan a perder la sopa.

Al hacer la prueba. hay que usar el sentido común respecto a la dirección probable que haya tomado y ensayar por allí.

Recuerdo un caso en que se rastreaba a un jabalí y que esclarece lo que quiero decir. El jabalí había estado corriendo por terrenos inundados y fangosos, lo que hizo muy fácil la persecución, hasta que dio vuelta para tomar por terrenos duros y pedregosos, donde, a poco rato, ya no había rastro de sus huellas. Tuvo, pues, que hacerse una prueba. Se marcó la última huella y el rastreador describió un amplio círculo, pero no encontró ninguna señal. Entonces miró a su alrededor y a lo lejos, e imaginándose ser él el jabalí, se dijo: "¿qué dirección habría yo tomado? A alguna distancia enfrente de él, en la dirección original, había un seto largo de cactus espinosos y en él dos portillos. El rastreador se dirigió hacia uno de ellos como la línea probable que el jabalí hubiera seguido. El piso seguía siendo muy duro y, por tanto, en el suelo no había huella alguna, pero en una de las hojas de cactus se encontraba una pelotita de lodo fresco y ésta proporcionó la deseada clave. Sobre el terreno duro no había lodo; luego, seguramente el jabalí había traído en sus patas algo del que había en el terreno anteriormente recorrido. Esta pequeña señal proporcionó al rastreador una pista en la dirección correcta y por ella logró encontrar otra y después otra, hasta que al fin pudo volver a encontrar las huellas buscadas, en terreno más favorable, y llegar hasta el jabalí.

Para localizar huellas perdidas describid un círculo amplio hasta encontrarlas de nuevo.

Acomodando el paso a las huellas

Una vez observé a un rastreador en el Sudán que seguía unas huellas en sitio en que, por algún tiempo éstas eran invisibles para el ojo profano: lo hacia en la forma siguiente: mientras las huellas eran claras ajustaba su paso al de las huellas de modo que cada uno que él daba, coincidía con el de la huella y con su bordón marcaba cada paso. Cuando las huellas se hacían invisibles, ya fuera por la dureza del piso o porque hubieran sido cubiertas por la arena, él seguía caminando al mismo paso y señalando el suelo con su bordón en el lugar en que calculaba debía encontrarse la huella. De cuando en cuando, podía observar una depresión o marca, que le confirmaba que allí debía haber una huella y que por lo tanto iba sobre la pista correcta.

Éstas son las huellas de dos pájaros.
Uno vive generalmente en el suelo, el otro en los arbustos y los árboles.

PRÁCTICAS DE RASTREO POR PATRULLA

Preparad el terreno para rastreo escogiendo un pedazo suave, de unos diez o quince metros cuadrados, emparejándolo con un rodillo y barriéndolo. Parte debe mojarse como si hubiera llovido y parte debe conservarse seco. Hágase que un muchacho pase sobre él, primero andando, luego corriendo y luego en bicicleta. Explicad la diferencia de las huellas, de tal manera que los Scouts de la patrulla puedan, al ver unas huellas, decir inmediatamente si la persona que las dejó iba andando o corriendo.

Envíese un muchacho a marcar sus huellas y que la patrulla siga el rastro, tomando nota de las huellas que pasen encima de las del Scout y que indiquen qué hombres o animales han pasado por allí después de él. El muchacho puede usar tachuelas amarradas a las suelas de sus zapatos, unos cuantos clavos metidos en la suela, o un regatón en su bordón, de manufactura especial, que haga la huella inconfundible.

Estudiad la edad de las huellas marcando algunas nuevas, junto a las otras, un día después, y observando la diferencia en el aspecto para que los muchachos aprendan a calcular su antigüedad.

Haced que cada Scout marque una huella con su zapato en terreno suave, y después la dibuje en un papel.

Enviad varias patrullas por caminos diferentes, para que a su regreso informen sobre las huellas que hayan visto, ya sea de otras personas, de vehículos, o de animales.

Con yeso haced moldes de huellas, construyendo un borde de lodo alrededor de la huella y luego poniendo agua en una cacerola; agregad yeso y batidlo hasta formar una especie de crema espeso, la cual verteréis sobre la huella. Cuando la pasta se encuentre casi seca, grabad en ella la fecha, el lugar en que la encontrasteis, etc., y cuando ya esté absolutamente seca arrancadla de ahí y lavadla.

JUEGO DE RASTREO

Memorización de huellas

Haced que una patrulla se siente con los pies en alto para que otros Scouts puedan estudiarlos. Dad a los Scouts para hacer ese estudio de los zapatos, digamos, tres minutos. Después, dejando a los observadores en el cuarto o poniéndolos fuera del alcance de la vista, haced que uno de los de la patrulla estampe algunas huellas sobre un buen pedazo de terreno y en seguida llamad uno por uno a los Scouts, para que observen las huellas y digan a quién pertenecen.

Dibujo de huellas

Hágase que la patrulle observe unas huellas de pies y véase cuál de sus componentes puede hacer el dibujo más exacto. Deberá permitirse a los Scouts seguir las huellas hasta el lugar donde se encuentren las más claras.

Señalar al ladrón

Consígase que un extraño marque las huellas de sus pies sin ser visto por los Scouts y hágase posteriormente que éstos estudien las huellas hasta que se les graben, para poder reconocerlas más tarde. En seguida, colóquese al extraño entre ocho o diez personas más, y hágase que todos ellos marquen sus huellas para que los muchachos, uno después de otro, las examinen. Cada Scout, por turno, dirá en secreto al juez de quién cree que son las huellas, señalándolo por el lugar que ocupaba al marcarles. El Scout que acierte es el que gana. Si dos o más aciertan, entonces dibujarán las huellas de memoria y el que lo haga mejor será el que gane.

Seguir la pista

Envíese una "liebre", ya sea caminando o en bicicleta llevando en el bolsillo maíces, habas confetis, etc., para que los vaya dejando caer de cuando en cuando y así formar una pista que la patrulla pueda seguir.

También puede dejar señales Scouts grabadas en el piso o formadas con raíces, escondiendo una carta al final de la pista.

 

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