Algunos escritos de B.P. |
|
Cómo
tener precisión |
Cómo
tener precisión |
Por Baden Powell |
Cuando
era niño, en la escuela estuve en el Cuerpo de Cadetes. Era muy chico para eso,
pero sabía tocar la corneta, así que empecé como cornetista. Nunca me imaginé
que llegaría a ser General (aunque de algún modo lo fui, al fin), pero yo
deseaba ser un cadete completo y tener un rifle propio. Cuando llegó ese tiempo
feliz, me encariñe con mi rifle y hacía todo lo posible por apuntar bien.
Bueno "apuntar bien" como cualquiera de ustedes que ha practicado
tirar con rifle significa tomar la puntería más exacta para dar en el blanco.
Si su mira se aparta el grueso de un cabello del centro del blanco, su bala
quedará a un palmo de distancia. Algunos muchachos nunca tienen paciencia para
practicar una y otra vez hasta que sus ojos ven exactamente. Parece que lanzan
su disparo con la idea de que el rifle lo pondrá en su lugar, y si no lo hace,
bueno, es culpa del rifle, si falla. Recuerdan el escándalo que armé por
tirarle a un hipopótamo hace tiempo (cuando los nativos me llamaron Imhlala-panzi).
Vigilé al viejo hipopótamo durante mucho tiempo esconderse bajo el agua, pero
salir a respirar cada dos minutos; solo su nariz y sus orejas aparecían en la
superficie, durante 2 segundos solamente, pero siempre en el mismo lugar. Tenía
que atinarle al ojo; en cualquier otro lugar la bala chocaría contra su enorme
y grueso cráneo sin lastimarlo. Mis nativos, y los del croal vecino se morían
de hambre, así que era de la mayor importancia que yo matara ese hipopótamo y
les diera la carne. No me atrevía a arriesgar un tiro estando de pie cuando se
asomara. Así que me acosté de espaldas para tener mayor firmeza al tirar, e
hice que me despejaran el pasto del frente. Cuando el señor hipopótamo sacó
la cabeza, apunté cuidadosamente, en los dos cortos segundos de que disponía,
a su ojo, y era un ojo precioso. Pero no disparé. Mantuve la puntería lista en
el lugar donde su ojo estaba; cuando volvió a subir me aseguré que estaba
derecho a su ojo; pero de nuevo no disparé. En el instante que apareció por
tercera vez apreté el gatillo, y en ese instante el hipopótamo murió. Así
que los nativos me bautizaron como "El hombre que se acuesta para
disparar", o sea el hombre que hace sus planes de antemano, apunta
continuamente para conseguir lo que quiere, y dispara directamente. Pero el caso
de ser capaz de tener precisión, me puso en el camino muy útil e ser preciso
en otras cosas. En algo en lo que me ayudó fue a empezar bien en el ejército.
Ese era el camino. Con muchos otros oficiales jóvenes me probaron para la
medición. Sí, hay muchas cosas que debes saber en el ejército. Teníamos que
tomar un ángulo con la brújula a un cierto punto, y de allí a otro punto y de
él a un tercero. Si lo hacías correctamente este último ángulo debía llegar
correctamente a donde empezábamos. Pero había que tener un cuidado extremo al
medir los ángulos. |
Si leías mal la brújula, por el grueso de un cabello fallarías al hacerlo. Sólo uno de nuestro grupo había sido lo suficientemente preciso para tener éxito, y ¿quién creen que era? Pues yo. Como resultado y con unas buenas notas en otras materias, fui ascendido con paga retrospectiva de dos años, con lo que pude comprarme el mejor caballo que he tenido. Todo esto gracias a observar hasta el grueso de un cabello, aunque se trate de arrojar dardos o practicar con un rifle miniatura. Una vez que has adquirido el hábito, serás preciso y exacto en todas las cosas. Exactamente a tiempo y puntual. Impecable y exacto en tu ropa. Preciso al mantener tus cuentas y los registros de tu oficina; exacto en tu trabajo de ingeniero, electricista, carpintero o cualquier clase de trabajo que desempeñes; y preciso en todo lo que digas. Recuerda que la precisión te arrastrará al éxito cuando otros, menos cuidadosos, fallen. Practica la exactitud todo lo que puedas, hasta que sea un hábito en ti. |
|
1998-2001 Todos los derechos reservados Webdesigner: Federico Tucci ftucci@montevideo.com.uy |