Montevideo Portal | Pablo Méndez
@pablomendezmvd
Ciudad Juárez está dominada por tres familias: Zaragoza, Escobar y Fuentes. Además del control del narcotráfico son dueños de las fuentes productivas de la región y establecen una suerte de Estado paralelo en el que se cobran impuestos escalonados, se financian escuelas y se tiene el control de los principales fuentes de producción y servicios, como todas las pasterurizadoras, los establecimientos rurales y las estaciones de servicio.
Hay unos tres mil asesinatos por año y la prensa local está tomada por el narcotráfico, al punto que uno de los diarios más importante de la ciudad optó por escribir un editorial pidiendo a los narcotraficantes que escriban qué esperan de ellos, aterrados con el asesinato de sus periodistas.
"En estos momentos no le hallamos sentido a seguir poniendo en riesgo la seguridad de tantos compañeros para que sus vidas tan valiosas sean utilizadas como vehículos de mensajes, cifrados o no, entre las diversas organizaciones, o de éstas hacia las autoridades oficiales (...) Ya no queremos más muertos. Ya no queremos más heridos ni tampoco más intimidaciones. Es imposible ejercer nuestra función en estas condiciones. Indíquenos, por tanto, qué esperan de nosotros como medio", señalaba ese editorial, escrito en El Diario, en setiembre de este año.
“Las autoridades optaron como siempre por ignorar a un monstruo que estaba creciendo debajo de las narices de todos”
Osvaldo nació en Juárez hace 32 años y vio como la violencia fue creciendo a su alrededor. Ahora vive en el exterior y según contó a Montevideo Portal de tanto en tanto regresa a visitar a algún amigo, sin salir del asombro de cómo se aleja aquel Juárez de los años ochenta: “El barrio en el que crecí era bastante común, en su mayoría habitado por familias jóvenes con trabajos profesionales o dueños de Pymes. La inseguridad no existía, salíamos todo el día en bicicleta, jugábamos al fútbol y cualquier otra actividad que se nos ocurría. Todos los vecinos dejaban sus coches y las casas abiertas. La peor tragedia que conocíamos era romper un cristal jugando al fútbol o la clásica pelea con el otro equipo de fútbol.
Una de las razones que encuentra Osvaldo para el crecimiento de la violencia en Juárez es la crisis económica mexicana, cuyas repercusiones en el mundo fueron conocidas como “el efecto tequila”, a la vez que el cierre de rutas de narcotráfico en Colombia y la demanda sostenida en EEUU generó la necesidad de encontrar otras alternativas.
“Antes de que la violencia real comenzara en Juárez, ocurrió un evento que yo notaba y me llamaba mucho la atención, el “boom” demográfico y económico que Juárez tuvo entre los 80 y principio de los 90, no culpo a esto de la violencia, pero era evidente el rápido y mal planeado crecimiento que tuvo la ciudad. Cuando Juárez pasaba por este “boom” económico y demográfico el Gobierno Federal nunca actuó o tomó medidas preventivas para cualquier eventualidad; entonces se topa con una crisis económica, en 1994 y fiel a la costumbre de décadas pasadas, las autoridades optaron como siempre por ignorar a un monstruo que estaba creciendo debajo de las narices de todos”.
Durante el período de bonanza económica, miles de mexicanos llegaron a ciudad de Juárez con la ilusión de encontrar un trabajo o ver la posibilidad de cruzar la frontera y cuando llegó la crisis el gobierno no atendió la situación: “No hubo respuestas y esa gente tuvo que improvisar. Gente que en su mayoría vivía con sueldos de las maquiladoras, ahora no tenían fuente de ingresos. Y aquí fue cuando empezó a crecer la violencia. La gente que vivía en una miseria terrible e ignorada por toda la ciudad, se vio obligada a improvisar para salir de su estado de miseria absoluta. El trabajo que el Estado no pudo proporcionar a su gente fue proporcionado por el narcotráfico”.
Osvaldo no piensa en regresar a instalarse “En Juárez pasé de las mejores épocas de mi vida y realmente lo disfruté, pero ahora es un lugar donde no se puede, ni se debe vivir. La mayoría de conocidos y familiares están en un "exilio" obligado y siguieron con sus vidas tal cual lo hice yo. Los barrios o zonas marginales son ahora las que tienen el control. El Estado se encuentra quebrado. El narcotráfico que genera la violencia se maneja con la eficiencia, rapidez y el capital digno de una transnacional mientras el estado se rige en medio de la incompetencia, burocracia y corrupción. Para Osvaldo la designación de Marisol Valles como encargada de Policía de Praxedis Guerrero es una muestra más de esa burocracia estatal, dado que esa pequeña ciudad, es “uno de los más grandes corredores de droga en Juárez”.
Nosotros no tenemos nada que ver con ellos
Práxedis Guerrero tiene unos 8.500 habitantes y está ubicada a unos 400 kilómetros de Chihuahua, capital estadual, y 100 de Ciudad de Juárez. El municipio se extiende por unos 808 kilómetros cuadrados, sobre los que hay unas 27 localidades rurales en donde crece yuca, huizache, quiebre hacha, y peyote, entre conejos, liebres, pumas, y coyotes.
Hace dos semanas, la noticia de que una joven de 20 años había asumido como Jefa de Policía de la localidad recorrió la prensa internacional. Se trata de Marisol Valles, licenciada en criminología, quien atendió por teléfono a Montevideo Portal. El hecho fue abordado con cierto tono farandulero, que hizo que pasara unos tres días de trabajo brindando entrevistas con medios locales y agencias, proyectando la imagen de una joven segura y con vocación por las políticas de seguridad pública. Al describir su trabajo, plantea una política de policía comunitaria, sin enfrentamiento directo con el narcotráfico. En los primeros días realizó una recorrida por los diferentes lugares para presentarse junto con otras policías que estarán bajo su mando.
“Vamos a empezar por las compañeras, porque hemos tenido muchos problemas con el presupuesto. No tienen uniforme y no hay muchos vehículos, ellas han salido a pie, visitando a las familias en sus casas y les agradecen mucho la visita, les mandan muchos saludos al alcalde por este nuevo proyecto”, comentó Valles.
Para la joven policía el estudio de criminología le brindó herramientas para un nuevo concepto de la seguridad que abarca también el tema desde el punto de vista psicológico y preventivo, dos puntos específicos en los que Valles hará hincapié.
“En realidad la visita de las compañeras es algo que está haciendo muy bien, porque la gente necesitaba contar con la ayuda de la policía, recibiendo visitas, encontrando los líderes e invitándolos a participar. Hay un proyecto que ya se llevó a cabo que es para enseñar a tocar algún instrumento musical a jóvenes y adultos y eso entusiasmo mucho a los muchachos”, opinó.
Valles no reconoce ningún contacto entre el narcotráfico y las fuerzas de la policía municipal, a la vez que rechaza también cualquier tipo de acusación sobre corrupción interna: “Nosotros no tenemos nada que ver con ellos, nos encargamos sólo de la prevención. De combatir a los narcotraficantes se encarga las otras policías, como la Federal".
“Hace muchos años que veo a la comunidad conviviendo. Antes ellos salían a la plaza principal, salían los niños a pasear, había deporte y había espacios de diversión para jóvenes y adultos”, recuerda la nueva Jefa de Seguridad Pública quien confía en sus proyectos para la comunidad vuelva a reestablecer aquellas dinámicas en los espacios públicos.
Para Valles, el miedo es parte del trabajo y está bien que así sea pero descarta la posibilidad de un atentado: “La verdad que tengo miedo, pero miedo siempre hay, somos seres humanos y el miedo es natural”, afirmó, pese a que recientemente fueron acribilladas autoridades del municipio lindante.
“Estuve unos días en el DF y la sensación era de mucha mas inseguridad”
Jorge es uruguayo y llegó a Juárez por trabajo. Estuvo unos diez meses en 2006, pero no vivió tanta violencia durante su estadía. Pese a que el barrio en el que vivía no era privado, estaba protegido de los combates del narcotráfico. De todas formas, el ingreso a Juárez no fue sencillo: “Cuando llegué a Juárez había iniciado los trámites para trabajar pero aún no estaba habilitado así que no podía decir en Migraciones que iba a trabajar. Cuando me preguntaron a qué venía a Juárez dije ´turismo´, y la respuesta del policía fue: ´se me hace que me estás mintiendo, viví toda mi vida en Juárez y aquí nadie viene a hacer turismo".
”Lo que voy a contar puede sonar raro-advierte Jorge- pero es muy distinto a la imagen que hay de Juárez a través de las noticias. Nosotros éramos un grupito que fuimos a trabajar. Si bien no se conocía tanto a Ciudad Juárez en aquella época lo que averiguamos antes de ir fue que tenía muy mala fama por ser ciudad fronteriza; narcos, violencia. En aquel momento de lo que más se hablaba era de las muertas de Juárez.
”Al llegar llama la atención que es una ciudad construida en el medio del desierto, hasta hay tormentas de arena, no tiene edificios altos por más que no es una ciudad chica y tiene grandes avenidas. Se ven muchas 4x4 gigantes en las calles y se nota la influencia de USA pero al cruzar la frontera hacia El Paso, Texas la diferencia es muy notoria. Hay buena noche pero nos costó adaptarnos al horario porque todo cierra por ley a las 2 de la mañana. Y en cuanto a la seguridad no tuvimos ningún problema, nos movíamos por varios lados y todo bien, se veía claramente que éramos extranjeros y en varios meses que duró el proyecto nadie tuvo ningún problema de inseguridad. Incluso nos llamaba la atención que los apartamentos donde estábamos no tenían muchas rejas ni grandes cerraduras ni nada. Estábamos en una zona buena pero no era un barrio privado. A la conclusión que llegué fue que los grandes problemas de inseguridad de Juárez son entre los narcos, a los que no están metidos en el problema no les pasa nada. En las noticias aparecían todos esos hechos super violentos que vemos por los medios pero no se sentía en las calles. Estuve unos días en el DF y la sensación era de mucha mas inseguridad, en Juárez me dio la impresión de que no hay tanta delincuencia común sino más bien el tema de los narcos”
“Es una cultura muy distinta a la nuestra, son muy machistas, tiene otras costumbres, hablan distinto, usan muchas palabras distintas, al principio nos costaba entendernos. El clima es muy seco, había tormentas de arenas y en la ruta veías los fardos cruzar la carretera. Es muy raro encontrar a alguien que sepa qué es Uruguay, no saben ni en que continente está, si conocen al Loco Abreu. Nosotros no tuvimos ningún problema y la pasamos muy bien, los mexicanos son muy abiertos y muy hospitalarios así que rápidamente nos hicimos varios amigos y nos integramos a la vida en Juárez. Los narcos ahí tienen mucho poder, más que arreglarse el problema parece cada vez peor. Algo que si me sorprendió fue ver al tiempito de volver a Uruguay una noticia donde los narcos habían acribillado a un tipo en la puerta de un pub donde nosotros íbamos. Habíamos ido a ese lugar y estaba en uno de los mejores barrios donde supuestamente es seguro. Cuando estuvimos ahí no nos sentíamos inseguros, no daba esa sensación y la verdad que el tema de inseguridad no era algo presente en el día a día, sabíamos de las noticias pero nosotros vivíamos normalmente y nos adaptamos bien, sin problemas”.
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