De las bases militares que el Ejército Uruguayo posee hoy en la República Democrática del Congo, la de Pinga -denominada "Ombú"- es la más remota. Situada a orillas del río Mweso, límite entre los territorios de Masisi y Walikale, constituye un punto estratégico para el movimiento desde y hacia Ruanda.
Bailar con la más fea
Para las tropas uruguayas que a mediados del año pasado se instalaron en la base, la aventura de Pinga significó precisamente bailar con la más fea. Escenario de sangrientas disputas entre grupos armados de diferentes etnias, Pinga fue uno de los principales feudos del grupo guerrillero Mai Mai liderado por Cheka. De hecho, uno de sus cuarteles generales funcionaba dentro de la villa, a metros de la base ocupada por los uruguayos. Ramiro Fernández, saliente capitán de la base, recuerda que durante los enfrentamientos entre los Mai Mai y sus adversarios los disparos efectuados desde una cumbre a otra de la accidentada geografía local zumbaban por encima de sus instalaciones.
Ante semejante situación, los militares compatriotas abordaron una compleja tarea de negociación, procurando cumplir así con su principal cometido: proteger a la población civil del accionar de los grupos armados.
Lentamente, las instancias de diálogo propiciadas por los efectivos de la base lograron frenar en apenas tres meses el accionar de las guerrillas y alejar a estos grupos de la villa "sin derramar una gota de sangre", destaca Fernández, ya que no fue necesaria la actuación de la Brigada de Intervención de la ONU, destinada a suprimir a los grupos que no rindieran sus armas luego del 30 de noviembre de 2013.
Abandonada por la mayoría de sus habitantes durante el apogeo de Cheka, Pinga ha venido recuperando su población desde el restablecimiento de la paz y el fin de los abusos perpetrados por los terroristas. Y si bien la amenaza que representa la figura del sangriento líder Mai Mai no ha desaparecido por completo, su alejamiento de la zona permitió que esta reiniciara poco a poco su normal vida civil.
Dentro de este resurgimiento de la modesta localidad se destacan dos instituciones cuyo desempeño está íntimamente ligado a la base militar uruguaya: la Escuelita de Fútbol y el Hospital General de Pinga.
Un partido en el que todos ganan
"Es una forma más de aportar un pequeño grano de arena, y tratar de ayudar a la gente no solamente ante un enfrentamiento bélico, porque esto es en el fondo y en definitiva, también, protección de civiles. Indirectamente estamos protegiendo a los niños. Mientras están acá, los niños están bien", asegura Fernández.
La idea surgió en octubre de 2013, dos meses después de la llegada de los efectivos uruguayos a la base de Pinga. "Hablamos con el director de la escuela y no tuvo ningún inconveniente en acceder. Desde entonces y hasta ahora, dos veces por semana los niños puede disfrutar y aprender jugando", explica, agregando "en unos días terminan las clases y posiblemente termine la escuelita hasta que recomience en setiembre, con la compañía entrante, luego del relevo de tropas que se está realizando actualmente".
La escuelita
Alrededor de 60 niños asisten a la Escuelita de Fútbol, que es mixta e incluye a las niñas en todas las actividades. "Pedimos una lista de los chicos que participarían y cuando la trajeron vimos que todos los nombres eran de varón. Preguntamos por qué no había niñas y nos quedaron mirando con asombro". Pese a negativas iniciales, los uruguayos se mantuvieron en sus trece y no admitieron que se discriminara a las chicas. Así, ellas tienen ahora una inédita oportunidad de practicar deportes e integrar un espacio de inclusión, en una cultura donde el sometimiento de la mujer al hombre es absoluto.
"Siempre hay al menos una mujer en la base, en este caso una enfermera, aunque también ha habido cabos de combate", destaca Fernández. Son precisamente esas mujeres quienes asumen el rol de entrenadoras de las pequeñas. En cuanto a los varones, el capitán resalta el hecho de que nunca hay dificultades para encontrar efectivos que quieran dedicarse a la tarea. "Debe ser porque entre los uruguayos el fútbol es pasión", opina.
Silencio, Hospital
El Hospital General de Referencia de Pinga, dependiente de una institución cristiana, es hoy en día un lugar silencioso y apacible. Pero no lo fue siempre.
A fines de octubre de 2013, las milicias rebeldes de FDLR / APCLS (Fuerzas Democráticas de la Liberación de Ruanda y Alianza Patriótica para la Liberación del Congo) atacaron la villa entonces controlada por Cheka. El hospital quedó en medio del enfrentamiento entre estos dos grupos armados, por lo que una patrulla de la Compañía Charly del Batallón Uruguay IV concurrió al hospital local para brindar seguridad, y personal de la misma adoptó un dispositivo defensivo en la base Ombú, donde recibió cientos de desplazados.
El Dr. Chamutu, Director Regional de Medicina, recuerda muy bien esos momentos similares, cuando las tropas uruguayas evacuaron el hospital y -bajo fuego cruzado- trasladaron a personal y pacientes a su modesta base militar.
"Nos permitieron instalar allí la enfermería, pero en algunos casos hacía falta realizar cirugías que solo podían practicarse en un hospital. Entonces los soldados uruguayos nos escoltaban hasta el block quirúrgico", comenta, asegurando que en aquellos difíciles tiempos el sanatorio no hubiera subsistido sin el apoyo de la brigada uruguaya.
Asimismo, el profesional agradeció el apoyo recibido desde la compañía uruguaya en las más diversas ocasiones. "Si hay que trasladar a un enfermo grave o ir a buscar medicinas que se necesiten con urgencia, ellos siempre nos ayudan", expresa.
En la actualidad, el Hospital posee una capacidad de cien camas, pero cuenta solo con tres médicos para el trabajo y ninguno de ellos es especialista. El Dr. Luc Kahiwa, director del hospital, aclara que la atención es gratuita para la gente más pobre o con enfermedades graves, pero se cobra un pequeño monto al resto.
Lo que el mañana traerá
Al igual que muchos otros residentes en Pinga y alrededores, los médicos del Hospital General ven con consternación la retirada de la brigada uruguaya que se producirá en los próximos meses, cuando la base militar pase a ser ocupada por tropas de India.
"Podría ser una tragedia", sentencia Chamutu, expresando el pensamiento de muchos de sus conciudadanos que desconfían de que los soldados asiáticos -que estuvieron anteriormente en la zona- se involucren con los problemas de la comunidad y procuren prestarles ayuda.
Por Gerardo Carrasco, enviado de Montevideo Portal a la República Democrática del Congo
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