Éstas se entrelazaron con otras de cuando desempeñé un rol docente a comienzo de los años sesenta, y las muy presentes, de una niñez muy distinta, con la que contacto cada día en nuestras calles.
Creo que no debe haber ningún uruguayo, cualquiera sea su orientación
política, que no esté consternado por este Uruguay contemporáneo
con un 57% de sus niños menores de cinco años viviendo bajo la
línea de pobreza, con sus necesidades básicas insatisfechas. Tampoco
creo que haya uruguayos que no estén pensando pública o
privadamente en cómo revertir esta situación casi inconcebible
del país.
Ante los dilemas, recibimos y escuchamos ejemplos, ''mejores prácticas'',
recetas y a veces instrucciones de actores externos a nuestra realidad,
lo que no está mal: no tiene sentido reinventar los paraguas cuando llueve,
sobre todo porque nuestra situación no es distinta de tantas otras, como
me escribe ajustadamente hoy mismo un alumno desde Colombia:
''Me impactó mucho ver en las presentaciones que sufrimos las mismas
problemáticas, los mismos padecimientos, los mismos dolores, la misma
rabia, pero también la misma esperanza que se acrecienta cuando se generan
estos espacios de encuentro, de búsqueda, de investigación. En
la presentación de nuestros casos en el curso, las imágenes de
la pantalla podrían estar en cualquiera de nuestros países, pero
era matizada la descripción por un tono, un dejo, una entonación,
un acento diferente, que nos emocionaba al ver la riqueza de nuestra Latinoamérica
y que finalmente somos uno solo.''
¿Cual es ese ''tono, dejo, entonación'' que pone en
evidencia las especificidades de Uruguay en el conjunto regional? Sin duda,
que nuestro oído sabe distinguir la entonación uruguaya de las
otras musicalidades lingüísticas hispano parlantes. Pero hay otros
rasgos mucho más profundos que construyen esas especificidades que nos
caracterizan.
EL SIGNIFICADO DE LA PALABRA PATRIA
Todos los iberoamericanos nacimos de un tronco común. Los turbulentos
y largos procesos revolucionarios destrozaron las estructuras políticas,
económicas y culturales coloniales, funcionales al dominio externo y
dieron lugar a que se empezaran a construir los difíciles cimientos de
las nuevas naciones. Allí comienza la construcción de las diversidades
que, sin alejarnos del tronco común, componen la riqueza de nuestra experiencia
contemporánea.
Ambos procesos, la unidad de nuestra raigambre y la multiplicación de
las especificidades culturales gestadas en la construcción de nuestras
culturas nacionales, constituyen un impresionante equipaje con el que partir
hacia la construcción de un futuro mejor y posible.
Con esa imagen vuelvo mentalmente a Uruguay, a la búsqueda de instrumentos
aptos para enfrentar la durísima coyuntura que vivimos.
Desde la profesora de Historia que he sido, inevitablemente rescato para mi
caja de herramientas la ética fundacional del Reglamento artiguista de
1815: '' que los más infelices serán los más
privilegiados...''. Es un buen punto de partida. Del mismo documento retengo
que el bien común que se usa para instrumentar la justicia en la futura
convivencia es la tierra, el suelo patrio. Es el recurso que, apropiado y sub-explotado
por los '' malos extranjeros y peores americanos '', se
constituye en la base necesaria para cumplir con los deberes de contrapartida
del ciudadano beneficiario: podrán recibir tierra ''si con su trabajo
y hombría de bien propenden a su felicidad y a la de la Provincia '',
estableciendo que '' serán obligados a formar un rancho
y dos corrales en el término preciso de dos meses, los que cumplidos,
se les reconvendrá para que lo efectúen en un mes más,
el cual cumplido, si se advierte la misma negligencia, será dado a otro
vecino más laborioso y benéfico a la Provincia''.
Me anoto mentalmente: patria, patrimonio, toda la familia de palabras que,
provenientes de padre (pater), nos señalan lo que recibimos de nuestros
mayores para instrumentar nuestra supervivencia y que tenemos el deber de dejar
a nuestra comunidad para que, a su vez, construya su vida.
Escaso era el patrimonio material de nuestra Patria. A los años de guerra
de la Independencia siguieron las interminables luchas por el dominio de nuestro
suelo desde la Guerra Grande a la Guerra del Paraguay. El nuevo Estado, dotado
de Constitución desde 1830, dejaba fuera de los canales de expresión
política a los analfabetos. En esas condiciones, ¿cómo
evitar que las masas rurales siguieran a sus caudillos a la guerra, cómo
impedir que las guerras diezmaran gente y haciendas?
DE VARELA A HOY
El instrumento que se gestó para re-direccionar el futuro del país
fue la educación. Desde una situación de dictadura, se construyó
el sistema educativo nacional, universal, laico, gratuito, obligatorio.
Un grupo de jóvenes (el mayor era Elbio Fernández, que tenía
entonces 26 años) fundó en 1868 la Sociedad de Amigos de la Educación
Popular. Desde allí se elaboró el pensamiento que habilitó
la acción de gigante de José Pedro Varela en el cargo de Director
e Inspector General de Instrucción Pública para el que lo designara
en 1876 el gobierno de facto de Lorenzo Latorre. En 1877 el Decreto-Ley de Educación
Común instauró un sistema educativo que incorporaba criterios
innovadores, previa adecuación a la realidad local. Se formuló
un Programa, se seleccionaron docentes, se creó la Escuela Normal para
asegurar la formación de los mismos y se introdujo una ética renovadora:
laicidad, respeto por el educando, prohibición de castigos físicos.
Además '' se dictaron normas respecto a la edificación
escolar (no existía todavía ningún edificio construido
especialmente para escuelas); normas referentes al mobiliario escolar, a los
textos de enseñanza y al material didáctico; se tradujeron al
idioma castellano las primeras obras extranjeras sobre enseñanza y educación
que circularon por la República; se editaron los primeros textos de autores
nacionales, así como el primer material didáctico que se conoció
en la República: carteles para la enseñanza de la Lectura y la
Geografía, mapas, etc ''
Varela murió en 1879. Sólo tres años iluminados bastaron
para construir esa parte esencial de los cimientos del país moderno.
El Uruguay recibe de él la certeza y la prueba material de que la educación
basada en el respeto por cada individuo y en el reconocimiento de sus potencialidades
de crecimiento son los instrumentos por excelencia para luchar contra la exclusión
social: ''Los que una vez se han encontrado juntos en los bancos de una
Escuela, a la que concurren haciendo uso de un mismo derecho, se acostumbran
a considerarse iguales.''
Si bien es fácil coincidir en que ésta puede ser una respuesta
correcta a nuestros problemas actuales de exclusión y de fragmentación
social, es obvio que debemos preguntarnos acerca de cuáles son los contenidos
y las metodologías adecuadas para una educación contemporánea.
El país supo mantener la tradición innovadora de la Sociedad
de Amigos de la Educación Popular. Imagino que en todo el sistema educativo
deben haber florecido riquísimas experiencias educativas, en las que
quizás podamos encontrar pistas para construir la educación que
necesitamos hoy. En particular, me tocó vivir dos experiencias educativas
formidables, desde circunstancias vitales bien distintas.
LA ESCUELA EXPERIMENTAL DE MALVIN
De niña, mi madre eligió el barrio donde viviríamos
para posibilitar mi asistencia a la Escuela Experimental de Malvín. Consideró
que allí se me impartiría la mejor educación disponible
en el país.
La Escuela Experimental fue fundada por Olympia Fernández, maestra graduada
en la Escuela Normal. A los 18 años, viajó a Europa, donde visitó
varios países estudiando las innovadoras tendencias educativas. Obtuvo
doctorados en Filosofía y Sicología y trabajó en l'Ermitage
con el Dr. Ovidio Decroly.
A su regreso al país, solicitó permiso para abrir una Escuela
donde aplicar metodologías renovadoras, lo que le fue concedido en Abril
de 1927. '' Recién en los primeros días de junio se
presentó en la casa de la Srta. Olympia un hombre con las llaves de una
casita de la calle Estrázulas y Aconcagua, donde el 11 de Junio de 1927
con 5 alumnos inició sus actividades... '' Otras dos maestras excepcionales
fueron sus orientadoras docentes: María Abatte, que modificó el
Plan Decroly, gestando el Plan Estable, que incorporó los estudios científicos
a primaria por influencia del Dr. Clemente Estable. La tercera directora excepcional
de la Institución fue Margarita Queirolo.
Es notable y revelador acerca del peso nacional que entonces tenían
los temas educativos, que sólo dos años después, el presidente
de la República, Juan Campistegui aprobó una Ley Nacional por
la que se apoyó la construcción de un local escolar adecuado y
se autorizó a Olympia Fernández a aplicar allí el Método
Decroly. En 1929 se colocó la piedra fundamental del excelente edificio
que el arquitecto Juan A. Scasso diseñó ad hoc para la Escuela,
aún en uso en la calle Decroly entre Estrázulas y Michigan, en
Malvín. El país hizo el esfuerzo de completar la obra en plena
crisis económica mundial.
El edificio significó una renovación total de la arquitectura
escolar y se constituyó en parte integral del proceso educativo de la
que se llamó Escuela Experimental de Malvín. Su planteo espacial
urbano (con calles y edificios separados), el diseño de las aulas con
áreas diversificadas de trabajo simultáneo, el equipamiento a
escala del niño, el uso de mesas comunes para el trabajo colectivo, resultaron
en sostenes físicos de los nuevos procesos educativos.
La Escuela era un lugar de construcción de conocimiento y de integración
social. Si bien los libros fueron soporte ineludible de la tarea educativa,
no eran la única fuente. Se trabajaba directamente con los objetos de
estudio, ya fuera en el exterior del aula como en los laboratorios que cada
una tenía. Desde pequeños manipulamos microscopios y tubos de
ensayo, destilamos agua, produjimos vino, criamos gusanos de seda, escribimos,
ilustramos, compusimos e imprimimos el diario de la Escuela, gestionamos la
Biblioteca del aula. El horario extendido (tres veces por semana la Escuela
funcionaba en doble horario) habilitó que personalmente aprendiera en
ella cocina, costura y dactilografía. Los maestros eran permanentemente
estimulados a la innovación metodológica y era su opción
la formulación de propuestas.
La Escuela atendía integralmente al educando, prestando servicios médicos
y odontológicos y poniendo a disposición de niños y maestros
un comedor escolar en que todos teníamos roles activos en el servicio
de las grandes mesas.
Por añadidura la Escuela actuó conformando la cultura del barrio
a través de actividades en su Salón de Actos y el Cine Auditorio
al aire libre de la playa, con cuyas entradas se financiaba el comedor escolar.
En 1980, después de años de estancamiento y falta de estímulos,
se cerró el ciclo Experimental y desde entonces el edificio aloja dos
escuelas de régimen común.
La experiencia docente nunca fue debidamente evaluada y menos aún capitalizado
todo lo que allí se creó. Afortunadamente, tenemos aún
el recurso de acudir a la memoria de maestros que ejercieron por años
en ese ambiente pedagógico, que pueden aportarnos instrumentos docentes
que todavía hoy resultarían innovadores, con la ventaja añadida
de que fueron usados y probados en el país.
LAS ENSEÑANZAS DEL PLAN 63
La actividad pedagógica en que me tocó participar fue en Enseñanza
Secundaria, en la aplicación del Plan 1963. Habiendo concursado por un
puesto docente, fui designada en 1967 para actuar en el recién fundado
Liceo Nº 15 de Carrasco, que funcionaba en dependencias del servicio del
antiguo Hotel, totalmente inadecuadas a la función. Muy poco después
se mudó a un local arrendado, una antigua vivienda en la calle Arocena,
donde todavía está. El local pasó por sucesivas ampliaciones.
Regía entonces en Enseñanza Secundaria el Plan 1941, elitista,
orientado a la formación preuniversitaria para alumnos provenientes de
clases media y alta. Desde comienzos de esa década los requerimientos
de cambio se evidenciaban muy fuertemente en las aulas. Se ha señalado
el ingreso masivo de nuevos estratos de la población a las aulas, el
aumento de la repetición y la deserción escolar, la falta de docentes,
la inadecuación de los planes a la realidad.
El Plan '63 tenía como objetivos: ''Promover el desarrollo de la
personalidad del adolescente hacia la plenitud de su ser físico y espiritual;
procurar la exploración y el encauce de las aptitudes
del educando; integrar la formación con su capacitación
para la vida de la comunidad en los aspectos del trabajo, la salud, el hogar
y la recreación; . la coordinación de la enseñanza
secundaria con las demás ramas de la enseñanza pública;
contribuir a la formación de ciudadanos ; dar al
joven un conocimiento cabal de su país de sus posibilidades
futuras y de su inter-relación con los demás pueblos''.
El diseño curricular comprendía tres ciclos: Un primer nivel
de tres años de estudios básicos comunes, un segundo nivel que
daba lugar a atender orientaciones vocacionales básicas de dos años
y un tercer nivel de un año, con carácter marcadamente pre-profesional.
Se entendía que el primer nivel habilitaba a los educandos para continuar
en sus estudios o para integrarse en actividades públicas o privadas
que requirieran un mínimo de estudios secundarios y que el segundo y
tercer nivel habilitaban a desempeñarse en tareas que requirieran mayores
complejidades de formación.
El plan daba indicaciones precisas sobre la evaluación de los alumnos.
Las ''notas'' fueron sustituidas por juicios y se requería
del docente la investigación de aspectos diversos de actitud y características
sico-pedagógicas del alumno.
La reforma se implantó, con carácter experimental en cuatro liceos
de Montevideo y diez del interior. Como con la Escuela Experimental, era frecuente
que se citara en los curriculums que se había cursado estudios en estos
institutos, por la calidad de educación que haberlo hecho implicaba.
El Plan 63 fue una reacción previsible para su momento, respuesta al
contraste entre las dinámicas del pensamiento del momento y el visible
estancamiento de las estructuras educativas vigentes. El informe ''La Educación
Media Superior Uruguaya en el Siglo XX'' destaca el interés que
la apertura que brindó el Plan '63 causó a los docentes
que trabajamos en él. Efectivamente, generó una ola de creatividad
en que se investigaron recursos metodológicos de todo tipo, se produjeron
asociaciones experimentales de asignaturas para cubrir adecuadamente temas complejos,
se salió de los locales liceales para investigar el barrio, la ciudad
y el país, se compartieron evaluaciones con los alumnos y se establecieron
formas más adecuadas de relacionamiento entre los distintos actores del
proceso educativo.
APRENDER DE NOSOTROS MISMOS
La humanidad recolectó y conservó por centenas de años
las mejores semillas de sus cosechas para plantar los años siguientes
y garantizar la calidad de los productos. Nosotros no hemos sido capaces de
generar procesos de acumulación positiva sobre múltiples y valiosas
experiencias en todos los planos de nuestra vida social. He rescatado dos experiencias
personales de actividades docentes. Seguramente hay otras muy valiosas que recuperar,
como las que produjo el movimiento cooperativo de vivienda, la eficiencia solidaria
de los mevires, los esfuerzos para colonizar nuestros campos, la actividad de
investigación aplicada de La Estanzuela, entre otras.
Como sociedad, hemos producido conocimientos, herramientas, procedimientos
adecuados para nuestra realidad e idiosincrasia. En los ejemplos descritos hay
elementos comunes: en todos ellos hay una fuerte impronta de creatividad y compromiso
por parte de quienes los protagonizaron. En los casos de José Pedro Varela
y de Olympia Fernández hay, además, un poco frecuente respaldo
del Estado.
La construcción del futuro es un difícil desafío y no
debemos encararla sin herramientas y procedimientos probados. Muchos de los
que resultaron eficaces están al alcance de nuestro conocimiento, es
cuestión de recuperarlos y adecuarlos creativamente a la circunstancia
presente.
Isabel Viana es arquitecta, especialista en gestión territorial y
urbana
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