La muerte de Orlando Zapata, el pasado 23 de febrero, reavivó los ánimos de los disidentes cubanos, que redoblaron sus fuerzas desde las diarias manifestaciones de las Damas de Blanco, al cumplirse siete años de la “primavera negra”, cuando fueron detenidos y condenados unos 75 disidentes. Zapata murió tras 86 días de huelga de hambre, siendo el primero en fallecer en un acto de protesta de este tipo, tras la muerte de Pedro Luis Boitel en 1972.
El hecho produjo el rechazo de buena parte de la comunidad internacional y la omisión de los estados que reconocen y respetan al régimen cubano. En los últimos dos días de manifestación, las Damas de Blanco fueron agredidas y trasladas del lugar de concentración. Reconocidas figuras de izquierda, como el músico Pablo Milanés, expresaron su repudio a la actual represión cubana.
También la Unión Europea condenó en las últimas horas a cesar la represión contra el grupo y reclamó la libertad de los presos políticos: ”Insto al Gobierno cubano a detener el hostigamiento a la gente que protesta pidiendo libertad. Les recordamos que tienen que excarcelar inmediatamente a todos los prisioneros políticos”, afirmó el presidente del Parlamento europeo, el polaco Jerzy Buzek que calificó la represión contra las Damas de Blanco como un hecho “vergonzoso e inaceptable”.
En la Comisión de Asuntos Internacionales del Senado uruguayo fue rechazada la posibilidad de expresarse en repudio de esa represión, debido a que el partido de gobierno allí representado considerado prudente “no participar del circo”.
Reina Luis Tamayo, Camagüey
Reina Luis Tamayo, la madre de Orlando Zapata, habló con Montevideo Portal sobre la represión sufrida durante los últimos días en las manifestaciones y sobre las consecuencias de la muerte de su hijo en su vínculo cotidiano con la isla: “Debemos decirle a la prensa internacional que hemos sido reprimidas como nunca, era lo último que le quedaba por hacer a los hermanos Castro. Nosotras sólo llevábamos un gladiolo en la mano y reclamamos la libertad y la memoria de mi hijo, nosotros no agredimos a nadie, no ofendemos, no llevamos armas, ni provocamos a nadie. Ellos usaron la violencia, nos han arrastrado en el fango y nos golpearon. Tengo 61 años de edad, perdí a mi hijo, asesinado con premeditación.
¿Cómo concilia la muerte de su hijo con la lucha en la disidencia?
Tengo un dolor profundo, pero uso mi fuerza de alma y corazón para poder explicarle al mundo cuál es la trayectoria que sufrió mi hijo; mi corazón está herido para toda la vida. No tuvieron compasión, cuando me tiran al piso, me arrastraron y me decían, negra de mierda, dale. Yo no entendía que me tenía que montar en la guagua (ómnibus, en este caso policial). Estos dos últimos días han sido de una represión muy grande. Ellos iniciaron una emboscada, andan en guagua y ya la tenían preparada por si decidíamos ir a manifestarnos a otro lugar. Les falta sacar una ametralladora, porque saben que están asfixiados y que cada día tendrán menos prestigio y menos moral ante el mundo, por lo que le están haciendo a las damas de blanco.
¿Trató de convencer a su hijo para que desistiera de la huelga?
¿Cómo no voy a decirle que desista? Los hermanos aquí se lanzaron de las provincias orientales a Camaguey y el primer secretario del Partido les tiró una turba (represión), y golpearon y arrastraron a las mujeres y los hermanos. A una le agarraron de los pelos a otro caballero le partieron la boca. Ellos dicen que nadie de las hermanas de blanco pidieron salvar a Zapata. Lo tuvieron 18 días sin tomar agua son unos asesinos. Yo vi a mi hijo a los 53 días porque ellos no me dejaban verle, ellos no me dejaron, me declaré en huelga allí y nos llevaron obligados para oriente y tuve que hacer un plantón con los hermanos que pudieron llegar, poner mi casa llena de carteles, una foto de mi hijo que se encontraba en estado crítico. ¿Con qué objetivo le quitaron el agua? Era para que se fuera agravando porque ellos sabían que el no se iba a comer la comida del penal, ni a ponerse la ropa de preso. Mi hijo tenía un calentador y se lo quitaron, estuvo un mes tirado en el piso como un perro ¿De qué hablan los hermanos Castro? ¿Qué pretenden?
Hospital de Santa Clara, Guillermo Fariñas
Tras la muerte de Zapata el sicólogo Guillermo Fariñas comenzó una huelga de hambre en reclamo de la libertad de 26 presos políticos que se encuentran en delicado estado de salud en las cárceles cubanas. Con 48 años, ésta es su 23ª huelga de hambre contra el régimen. Hace 25 días comenzó la huelga de hambre en su casa y la semana pasada debió ser hospitalizado por una descompensación.
Según informaron sus allegados a Montevideo Portal, se encuentra de buen ánimo pero su organismo está “colapsado” por las sucesivas huelgas de hambre. Se comunica por teléfono con sus familiares, que tienen algunas dificultades para comunicarse con él.
Le piden todos los días que deponga la huelga, “que hace falta vivo”, pero él se “rehúsa”. Fariñas habló con Montevideo Portal, desde la cama ocho del Centro de Terapia Intensiva del Hospital Provincial Arnaldo Castro, en la ciudad de Santa Clara:
¿Cómo se encuentra su salud?
Ayer tuve como un espasmo esofágico, que es que las bacterias hacen que los gases de los intestinos que están vacíos, suban y eso produce un dolor en el pecho y en la espalda que ayer cerca del mediodía me sentí muy mal. Primero se pensó que era un infarto y se produjo la alarma con todo esto, porque cuando se realizó un electrocardiograma y se comprobó que no había ningún problema cardiológico.
¿Qué hará si el gobierno niega la liberación de los 26 presos enfermos?
Iré hasta las últimas consecuencias
¿No tiene miedo de morir, como le ocurrió a Zapata?
Lo único que tengo temor, es que me conciencia me diga que no hice suficiente para que no ocurra lo mismo que ocurrió con Zapata. Estamos en manos de dios, solo somos un instrumento de él, si morimos es porque nuestra muerte es necesaria.
Usted es hijo de revolucionario, su padre peleó con Guevara en el Congo. ¿Cómo fue el proceso de pasar a la disidencia?
Fue un proceso largo, porque no solamente provengo de una familia revolucionaria sino que yo mismo fui revolucionario. Hace dos días en la mesa redonda Alonso Falco dijo con mucho odio en su rostro que los peores contrarrevolucionarios éramos los conversos. Nosotros conocemos las entrañas del aparato político cubano. Uno se siente engañado y manipulado. En 1980 fuimos movilizados en la Escuela Camilito, como precadetes para formar oficiales de las Fuerzas Armadas. Fuimos movilizados a La Habana y cuando llegamos nos dimos cuenta que había una cantidad alta de personas que querían huir del país, esto nos sorprendió en la ingenuidad de nuestra adolescencia, yo tenía 17 años y ese fue mi primer choque. El segundo choque fue ver la crueldad con la que actuaban las tropas cubanas en Angola, cuando estuve allá.
Cuando arribamos a la URSS y me percaté de los altos índices de corrupción, prostitución y alcoholismo, en una sociedad que se decía perfecta. Era el modelo del socialismo y no había resuelto una serie de problemas sociales en más de 70 años. Esto fue influyendo en nuestra cosmovisión. Por suerte y ahí debe haber estado la mano de Dios, por un accidente no pude terminar la carrera militar en la URSS y tuve que comenzar una carrera civil aquí en Cuba. A partir de ahí, en 1989, ya graduado, me opuse al asesinato legalizado del General Ochoa Sánchez, por lo que me expulsaron de la Unión de Jóvenes Comunistas y asumí el estatus de ciudadano cubano no confiable. Fui trasladado a la Provincia de Santi Espíritu, no se nos otorgó vivienda porque no éramos confiables. Encontré trabajo como sicólogo en La Habana y fui electo Secretario General del sindicato del Hospital Infantil y denunciamos las corrupciones de la directora de este centro asistencial que se robaba y vendían en el mercado negro las donaciones de la Unión Europea.
¿Nunca pensó en salir de la isla?
Respetamos y comprendemos la presión a la que es sometida toda la ciudadanía cubana, por parte del aparato de control social. Uno de los mayores métodos de evitar estos controles es huir hacia el exterior, pero nosotros consideramos que no debe ser este el camino. Aquí podemos luchar, aspiramos a ser o prisioneros políticos o opositores pacíficos en la calle. No aspiramos a exiliarnos.
Recientemente Pablo Milanés, realizó declaraciones en su apoyo, señalando que si usted muere Castro debe hacerse responsable. ¿Cómo se enteró de estas declaraciones y cómo las sintió?
Yo me enteré por teléfono, me llamaron desde la prensa internacional y me leyeron las declaraciones. Yo me siento muy orgulloso de eso, porque es uno de mis intérpretes favoritos, su canción Yolanda es una de las que más me gusta. Pero entré en un estado de miedo por su persona porque no dijo “los castro”, dijo “si dejan morir a Guillermo Fariñas el culpable sería Fidel Castro” y esto de personalizar la culpabilidad tiene un alto costo político en Cuba. Temo por la integridad física de Pablo Milanés. Siendo un hombre de izquierda, sea capaz de poner en juego su bienestar material como famoso compositor y su integridad física como ser humano, es una persona que a pesar de sus ideas políticas pone el respeto de la vida humana por encima de cualquier ideología.
El diario Granma publicó que usted tuvo conductas violentas en el pasado.
Yo ya he refutado eso, pero me recuerda uno de mis libros favoritos 1984 de George Orwell donde el protagonista trabajaba en el Ministerio de rehacer la historia. Parece que hay alguna persona que trabaja en el Ministerio de rehacer antecedentes penales y a Zapata y a mí nos ponen como un delincuente común. La verdad puede estar coja, pero la mentira siempre está inválida.
En las últimas horas, usted trató de convocar a Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para que trate el tema. ¿Con qué objetivo realizó ese planteo?
Tras la golpiza que recibieron las damas de blanco al salir de la iglesia Santa Bárbara. Para golpear a estas mujeres tiene que haber una orden directa de Raúl o Fidel Castro. El aparato de Estado ha acudido al terror para tratar de amedrentar a la oposición pacífica. Las ofensas y los golpes a la madre de Zapata, implica que están tratando de aterrorizar. La oposición pacífica ha madurado lo suficiente como para no dejarse amilanar. Estamos pidiendo que los jefes de Estado o países que han condenado la actitud de Cuba convoquen a Consejo de Seguridad de la ONU para que analice posibles fallecimientos de opositores pacíficos, disidentes y miembros de la sociedad civil que se manifiestan opuestos al régimen. Este camino puede traer un posible derramamiento de sangre.