Ni un famoso cirujano amigo de la Reina Victoria, ni el nieto de la soberana, ni el pintor Walter Sickert: el verdadero "Jack el destripador" podría ser un barbero polaco llamado Aaron Kosminski.
Ese es, al menos, el nombre que figura como principal sospechoso de los crímenes en las notas manuscritas del inspector de policía que lideró la búsqueda de uno de los asesinos más famoso de todos los tiempos y que hoy fueron donadas al Museo del Crimen de Scotland Yard, con motivo de su reapertura oficial.
Las anotaciones están contenidas en un libro que fue propiedad del inspector jefe Donald Swanson, quien también nombra a Michael Ostrog y al abogado Montague John Druitt como otros posibles sospechosos del asesinato y mutilación de cinco prostitutas londinenses en 1888.
Aaron Kosminski ya fue considerado sospechoso de los crímenes en un famoso memorándum del subcomisario jefe de la Policía Metropolitana Melville MacNagten, escrito en 1894.
El barbero polaco desató las sospechas de la policía tras haber amenazado a su hermana con un cuchillo, pero debido a sus problemas mentales, los policías no pudieron interrogarle y fue recluido en un centro psiquiátrico.
Otro dato que pesaba en su contra era que había sido reconocido por el único supuesto testigo de los crímenes, quien después se negó a testificar contra él por ser ambos judíos.
Swanson escribió en sus notas que desde que Kosminski supo que había sido identificado por la Policía ya no se registraron crímenes similares a los que sembraron el terror en las neblinosas calles del Londres victoriano.
Kosminski acabó sus días en un asilo donde murió en 1919.
El libro ha pasado de generación en generación hasta llegar al bisnieto del inspector, Nevill Swanson, quien hoy señaló que el Museo del Crimen de Scotland Yard, el más antiguo de este tipo de todo el mundo, era el lugar más apropiado para ese "recuerdo" familiar".
El misterio en torno a la identidad de Jack el Destripador se ha convertido en una industria millonaria y así han aparecido hasta ahora más de una veintena de sospechosos, aunque, ante la falta de pruebas forenses, resulta todavía imposible probar su identidad.
Jack el Destripador asesinaba a sus víctimas con precisión quirúrgica antes de extraerles sus órganos internos, por lo que muchos han supuesto que debía de tener conocimientos avanzados de cirugía.