A veces creemos que somos seres racionales y nuestro cerebro domina las acciones y decisiones. Otras vamos con los impulsos y sin pensar por lo cual el corazón parece ser el comandante. Con "Equilibrio", el Dr. Daniel López Rosetti nos ayuda a entender un poco más de que se trata todo esto.
Hay que intentar vivir con equilibrio y apostás en el libro a entender el vínculo entre razón y corazón, hablando de medicina y filosofía, pero de una manera sencilla, con un paseo por varias películas icónicas.
La intención es comunicar. Entonces recurro a todo lo que sea simple porque es la forma más fácil de comunicarse. Hablar difícil es fácil. Lo que uno tiene que tratar es que se puede entender lo que se dice. Entonces apuesto a determinados argumentos de la vida cotidiana. De golpe si hablo de empatía voy a describir Titanic y voy a decir que fue la película más taquillera de la historia y voy a describir algunas características de la película. Pero también voy a escribir que más allá de la genialidad desde el punto de vista de la cinematografía y la producción, existe algo que es la capacidad de identificación con los protagonistas de la película. Tanto del hombre como de la mujer. Entonces la utilizó como recurso para decir "esto que usted entiende es cognitivo, es racional"; todos entendemos que el barco se hunde. Pero hay una emocionalidad que conlleva es empatía. La empatía es entender al otro. Pero la empatía puede ser cognitiva intelectual o intelectiva y la empatía emocional es la que se está en Wi Fi emocional con el otro. Eso es muy distinto a simplemente tener un conocimiento del otro. Tener un conocimiento del otro es algo que hacen muy bien los psicópatas. Por eso el psicópata gobierna y maneja la emocionalidad del otro. Pero no empatiza con su emocionalidad, con lo cual no sufre el sufrimiento del otro. Son diferentes abordajes donde me apoyo en la película para explicarlo.
Esta forma se repite en varios capítulos y cuando hacés las menciones a las películas nos vuelve la información que tenemos sobre ella y esto también es parte del libro. Nos obligás a reflexionar sobre lo cotidiano.
En el capítulo de decisión, voy a empezar con Los Puentes de Madison porque es muy fuerte.
Lo que está escrito es porque me pasa a mí o a los pacientes que conozco. Es decir, vos vas aprendiendo de la vida no es casual. Cuando uno hace un trabajo trata de formular cosas útiles. Quizás uno lo hace desde una óptica personal, quizás no sea casual cada uno de los ejemplos que utilizo pero sí busco que sean conocidos por todos y populares. Para que haya compenetración con el tema y para que sirva. La finalidad es que la comunicación sea como mínimo interesante y como máximo que resulte útil.
Pasás por los principales tópicos de comportamiento y decís que realmente nos podemos enfermar con el estrés, y que hay prestar atención a las señales y con los ejemplos das como pautas para buscar soluciones.
Claro porque en alguna medida uno es artífice de su destino. Es cierto que hay una libertad condicionada: no es lo mismo si la cigüeña nos lleva a Buenos Aires o si nos deja en Londres. Son cosas diferentes. Ahora ¿qué hago yo con eso? Es decir, con la realidad que tengo dada culturalmente, socialmente éticamente, genéticamente, socialmente... es ahí donde empieza una responsabilidad. Uno tiene que hacer algo para que determinadas cosas sucedan. En algún sentido uno debe ser responsable. Por eso de golpe digo en una suerte de "manual del usuario" es cómo pensamos: para aprender a conocer nuestro mecanismo de pensamiento; cómo sentimos: para conocer el manejo de la emoción, los sentimientos; cómo decidimos: en consecuencia, de esos dos. Porque somos nuestras decisiones. Llegar a una decisión es una responsabilidad, no es algo espontáneo.
En esa combinación entre sentir y pensar que transita el libro decís "el corazón decide y la razón justifica"
Es una metáfora que uso. Es como como de golpe decir que "no somos seres racionales, somos seres emocionales que razonan". No es lo mismo. Estoy diciendo que somos racionales, pero somos más emocionales que racionales. Tenemos millones de años de evolución, de una evolución genética, histórica, evolutiva, darwiniana en la cual la emoción nos constituye muchos años antes que la razón, con lo cual el fundamento del ser humano es básicamente emocional. Por eso la importancia de la comunicación emocional, por eso las decisiones son básicamente emocionales. Son sentimentales pueden ir a favor o en contra de lo que uno realmente siente. Yo enfatizo eso y una de las formas de expresarlo es el corazón que decide metafóricamente hablando y el cerebro lo justifica.
Uno a veces toma una decisión que la razón explica por qué tomó para convencerse. Pero lo decidió emocionalmente. Quiere decir que el corazón decide y la razón justifica. La razón dice lo hice "por esto, por esto, por esto por esto" y en realidad lo hizo porque tenía ganas. Porque quería, porque lo sentía.
En eso también profundizás y decís que cuando uno le adjudica a la pareja o al que le gusta atributos que no necesariamente tiene.
En el mundo y 7500 millones de habitantes y quién más quien menos encuentra su media naranja. Evidentemente hay una construcción y eso es bueno porque nos da la oportunidad a todos. Pero también tiene que ver con una construcción emocional recíproca. El amor es un sentimiento donde hay tres elementos: la pasión, la intimidad y el compromiso. La pasión es netamente emocional, la intimidad ya tiene que ver con la construcción, y el compromiso es mucho más racional. Las tres cosas configuran el amor: intimidad, pasión y compromiso.
¿El compromiso se va perdiendo?
Emocionalmente hablando en las parejas de largo alcance el compromiso juega un valor importante. Es donde hay una construcción en conjunto. La pasión indudablemente es la inicial. Digo pasión, intimidad y compromiso en el sentido que pueda haber pasión, pero puede no haber intimidad. Puede una persona no conocer íntimamente al otro.
Muchas personas no conocen a el otro. Hay un test interesante en uno de mis libros que tiene 36 preguntas. Y es sorprendente como haciéndose test conoces a la otra persona en una hora. Porque preguntándole una persona "si se quemó tu casa y ya salvaste a tus seres queridos y a tu mascota y pudieras entrar una vez más para sacar algo, ¿qué sacarías?". Una pregunta interesante. Suponete que una persona te diga "sacaría un crucifijo", o "la foto de mamá" o "una billetera" o "mi título profesional". Te habla de la persona.
Todo confluye en la búsqueda de la felicidad. En la diferencia con el bienestar y con el libro tenemos más elementos para poder definirnos y ver de qué lado queremos estar y cómo dar otros pasos.
En el último capítulo me doy la libertad de que sea equilibrio y bienestar. Bienestar porque los que se llama felicidad en medicina le decimos bienestar subjetivo percibido. Es lo que se puede medir en test sicológicos cognitivos.
Definimos felicidad para tratar los mismos términos, decimos claramente que existe aunque parezca que no. Te dicen "la felicidad son momentos". No. Los momentos se llaman alegría. Los momentos pueden ser de euforia, los momentos pueden ser de exaltación o de depresión o de tristeza o de melancolía. La felicidad no es una exaltación. Simplemente nada más y nada menos que un telón de fondo. Es como un camino, es como un derrotero. La felicidad es como una sensación de paz donde vos te ocupas de escribir tus emociones predominantemente positivas a lo largo de la vida. Tiene que ver con el bienestar, tiene que ver con el equilibrio, con la serenidad. En esos términos cuando uno puede evaluar decir "fíjate la paradoja soy razonablemente feliz".
Volvemos al inicio y es cuando también podemos decidir ser felices
En el primer capítulo hago un abordaje y filosófico histórico en el sentido que parece como que hay una lucha entre la razón y la emoción como que no se llevan tan bien. Porque uno tiene que ser racional para tomar decisiones. En realidad, esa condición disruptiva, esa grieta no tiene que existir. Se me ocurre que viene en occidente desde la dicotomía que hay entre la aparición de los grandes filósofos griegos que nos separan de la mitología. Sócrates, Platón, Aristóteles, que empiezan a filosofar, se alejan de los mitos y buscan causas o explicaciones a la ética, la lógica, el origen del mundo y con Aristóteles ya casi una sistematización de la ciencia. Cuando eso sucede emerge la razón sistemática. Pero no es toda razón y los filósofos decían tenemos que controlar las emociones y ni que hablar de Platón. Ahora en el mismo momento, a miles de kilómetros, estaba un príncipe heredero Siddharta Gautama, que busca la solución y la respuesta a la vida a la angustia del sufrimiento y que lo encuentra un camino espiritual, en un derrotero donde a través de la meditación llega una condición descripta como iluminación y se convierte en el Buda.
Cuál es la realidad ¿la de la razón o la de la emoción del sufrimiento del Buda? Creo que los dos.
Equilibrio
Editorial: Editorial Planeta
Cómo pensamos, sentimos y decidimos.
Sinopsis de Equilibrio:
Con rigor, erudición, y a la vez con didactismo y amenidad, armado de literaturas, pero también de estudios técnicos de última generación, López Rosetti nos explica cómo pensamos, cómo sentimos y cómo tomamos decisiones, en un largo y minucioso escaneo de nuestras conductas y nuestros grandes malentendidos. El resultado es un análisis clínico completo de la maquinaria secreta que nos maneja.
Encontrar un equilibrio que nos ponga a salvo de las presiones externas y de nuestras propias desmesuras, de las encrucijadas irreductibles y de otras trampas de nuestra conciencia, es la gran meta de cualquier lector, y el autor lo sabe. Por eso nos conduce con mano segura a través de ese laberinto existencial hasta los últimos tramos de su exposición, donde incluso se permite la licencia de recordarnos «Desiderata», aquel poema de Max Ehrmann, que tuvo varias versiones, que fue un emblema del hipismo y que nuestras amigas de la primera juventud tenían invariablemente pegado en las paredes de sus cuartos.
López Rosetti llevó la filosofía, la ciencia y la historia al consultorio. Y luego sacó el consultorio a la calle. Cada uno de sus libros me ha acercado un poco más a ese gran desconocido que soy. Su palabra es un acto médico: cura.
Del prólogo de Jorge Fernández Díaz.
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