Por The New York Times | Vanessa Friedman
Cuando Victoria’s Secret anunció en agosto de 2021 que renovaría su marca, luego de años de disminución en sus ventas y la pérdida de credibilidad cultural —y que se convertiría en un paladín del empoderamiento, al remplazar a su pandilla de ángeles supermodelos con el Colectivo VS, 10 mujeres de grandes méritos, así como de diferentes edades y tipos de cuerpo—, en general (y muy comprensiblemente) la noticia fue recibida con escepticismo.
La antigua casa de elaboradas fantasías kitsch para hombres se iba a convertir… ¿en la nueva Betty Friedan? Era difícil de imaginar.
Ahora, ha llegado una nueva campaña que “celebra la Victoria’s Secret de hoy”, como lo expresó un vocero, en la que prometen: “Hemos cambiado” y “Te entendemos”, y donde se muestran mujeres de diferentes colores de piel, edad, formas y habilidades, luciendo supercómodas en sencillos sujetadores y calzones de seda.
¿Pero qué crees? A mucha gente tampoco le gusta el nuevo estilo, y usaron Twitter para quejarse.
Es demasiado “utilitario”. Nadie quiere lencería tan aburrida. El mensaje que está enviando, comentó un observador, es que la inclusividad no es glamorosa. Traigan de regreso las alas, ¡pónganselas a todas!
¿Traigan de regreso las alas? ¿Es en serio?
Apenas han pasado dos años desde que Leslie H. Wexner, el fundador de L Brands y el hombre que convirtió a Victoria’s Secret en un coloso, dimitió como presidente y director ejecutivo de la compañía luego de que se revelaran sus vínculos con Jeffrey Epstein. Solo dos años y medio desde que Victoria’s Secret canceló su famoso desfile de “chicas en tangalandia” a raíz del movimiento #MeToo.
Es como si hubiera habido un evento psicológico masivo y a medio mundo se le olvidó la conversación de por qué VS, como le dice ahora, necesitaba cambiar en primer lugar.
Han olvidado que pavonearse en zapatillas de tacón alto, bikinis y un sostén realzador con una falda hecha de globos pegados al trasero (como lo hicieron las modelos en un desfile) no era un atuendo de ensueño para nadie. Han olvidado que las alas llegaban a pesar hasta 14 kilogramos y hacían que mujeres adultas parecieran querubines traviesos. Que esos atuendos estúpidos formaron parte de lo que creó una cultura en la que los hombres con poder (incluidos los hombres con poder en Victoria’s Secret) veían a las jóvenes que les rodeaban como juguetes para hacer con ellas lo que quisieran.
Que traer de vuelta esos atuendos pensando en la inclusión solo es abogar por la cosificación igualitaria y que eso no tiene nada de glamoroso.
Quien necesita ayuda para recordar lo anterior puede ver el documental de tres partes “Victoria’s Secret: Angels and Demons”, del director Matt Tyrnauer que se estrenará en Hulu justo a tiempo para la nueva campaña. La serie analiza cómo la compañía pasó de la mítica Victoria —una inglesa de alcurnia con su lado sensual— a ángeles que salen de una nave espacial con chaquetas plateadas de aviador portando pistolas láser y conjuntos de ropa interior a juego.
Aunque el documental no responde en realidad a las preguntas que plantea, sobre Epstein, Wexner y qué tipo de relación tenían exactamente (casi siempre los entrevistados dicen, en pocas palabras: “¿Quién sabe?”, y solo alzan las cejas con intención), sí traza claramente la progresión de la marca, es decir, cómo pasó de ser una empresa de catálogo con buen gusto a un vehículo aceptable de entretenimiento erótico pero no explícito y, finalmente, a lo que es ahora.
Cómo pasó de ser un chivo expiatorio psicológico para todos nuestros complicados sentimientos y frustraciones acerca de qué, exactamente, significa ser “sexi”, y cómo se rompe un esquema y una mentalidad que lleva siglos formándose. Por eso, al final, el cambio de marca ha tocado una fibra sensible.
La verdad es que no hay una respuesta única y, desde luego, ninguna marca tiene la respuesta de qué es sexi, porque eso depende de cada persona. Sin embargo, las imágenes dominantes de la lencería siguen siendo de binarios y extremos: o son tangas y doncellas traviesas en cuerpos como de Jessica Rabbit o venden cómodas bragas de algodón en tonos neutros en muchos tipos de cuerpo. Victoria’s Secret, la versión de antes, o Dove y Aerie. (Para ser justos, mucha gente piensa que lo simple y cómodo es sexi. Como le explicó Megan Rapinoe, jugadora de fútbol y activista que forma parte del colectivo VS, a The New York Times sobre por qué decidió unirse: “Creo que la funcionalidad probablemente es lo más sexi que podemos realizar en la vida. A veces, solo ser genial es sexi también”). De hecho, las marcas que se presentan como alternativas —Savage x Fenty de Rihanna y Skims de Kim Kardashian— encajan bastante bien en esas dos categorías, al menos en términos del estilo. La primera es una provocación máxima y exagerada, la segunda es más bien minimalista y wabi-sabi (de belleza imperfecta) aun si Skims, con sus nuevos anuncios de trajes de baño en los que aparece la recién divorciada Kardashian como una esposa californiana camp, pero al estilo de “The Stepford Wives”, parece estar acercándose a un territorio más cinematográfico.
Y dado que esas marcas tienen como fundadoras a celebridades mujeres, quienes son famosas por ser sexi, se les considera algo distinto. La teoría parece ser la siguiente: el dinero que gana la fundadora empodera a una mujer dueña de su sexualidad y esa potencia recae en los clientes a los que atienden.
Podría ser. O tal vez la verdadera conclusión de esto es que no hay una sola persona o marca o talla o forma que pueda afirmar qué es lo sexi, y eso debería ser visto como algo bueno.
Que lo sexi al final tiene que ver con sentirse a gusto en tu piel, más que con una prenda en particular. Que hay tantas definiciones del término como personas en el mundo. Y que el verdadero empoderamiento no viene con un sujetador y calzones a juego, sino que sale de su interior. En una fotografía sin fecha de Victoria’s Secret, Paloma Elsesser en la nueva campaña publicitaria de Victoria’s Secret. (Victoria’s Secret vía The New York Times) En una fotografía sin fecha de Victoria’s Secret, Paloma Elsesser en la nueva campaña publicitaria de Victoria’s Secret. (Victoria’s Secret vía The New York Times)