Era el 20 de noviembre de 1947 cuando Isabel, todavía una princesa, caminó por el altar para casarse con Felipe. Él se había enamorado de su prima lejana cuando solo tenía 13 años, esperando casi diez años para llegar a la boda.
El evento en la Abadía de Westminster ya era una tradición. Hasta el día de hoy las parejas reales celebran allí su boda, e Isabel no fue la excepción. Acompañada por ocho damas de honor, incluida su hermana Margaret, la futura reina marcó la historia del Reino Unido, ya que su boda fue la primera que se transmitió en vivo por TV para todo el país.
Aunque el compromiso fue aceptado por el padre de la princesa, el rey Jorge VI, algunos detalles tuvieron cierto impacto en la ceremonia, que tuvo lugar dos años después del final de la Segunda Guerra Mundial.
Por ejemplo, en la lista de 2.000 invitados quedaron fuera nada menos que las hermanas del novio, que estaban casadas con miembros de alto rango del Partido Nazi. Asimismo, el presupuesto asignado para el vestido de la novia se sufragó de forma curiosa.
En ese momento, el país aún sufría las consecuencias de la guerra, limitando el poder adquisitivo de la población, especialmente en lo que se refiere a ropa. Por aquel entonces proseguía un sistema de racionamiento implementado durante el conflicto y que permitió que, poco a poco, la economía británica recobrara su esplendor.
Así, al protagonizar la primera boda de la familia real tras la derrota de la Alemania nazi, Isabel tuvo que ceñirse a esas austeras normas a la hora de crear su vestido. Por ello, la novia fue guardando cupones de racionamiento, en procura de alcanzar la cantidad necesaria para la confección del vestido.
Al enterarse de que la princesa estaba ahorrando cupones, el pueblo le tendió la mano. Algunas personas incluso enviaron cupones al palacio, y la princesa los devolvió más tarde.
Una vez que acumuló el monto necesario, la Casa Real encargó al reconocido estilista Norman Hartnell la confección de la prenda. Utilizando satén de seda de China y 10.000 perlas importadas de Estados Unidos, la pieza fue un éxito. En declaraciones a la revista Vogue, el propio diseñador calificó el trabajo como "el vestido más hermoso que he hecho",
De manga larga y cola de cuatro metros, el vestido también tenía escote corazón, cristales y un bordado floral especial hecho en honor a los países de la Commonwealth.
Durante dos meses, un equipo de varias costureras trabajó intensamente en la pieza, que se convirtió en un hito en la carrera de Hartnell. Una vez que el vestido estuvo listo, la princesa Isabel agregó los lujosos accesorios: un collar de perlas y una preciosa tiara de la Reina Madre. Allí comenzó una de las relaciones más duraderas de la corte británica. La pareja permaneció junta durante 73 años, hasta la muerte del rey consorte.