Dos canadienses participaron de una de las misiones de rescate animal más sorprendentes que se pueda recordar.
Derrick Chaulk conducía por un tramo costero de la ruta en Terranova, cuando vio algo que en principio supuso una ballena varada. Sin embargo, la tal ballena resultó ser un enorme tiburón boreal atragantado con un gran trozo de carne de alce. El depredador marino había mordido más de lo que podía masticar. Literalmente.
Chaulk pidió ayuda a Jeremy Ball, un vecino de la zona, y entre los dos lograron liberar las fauces del pez y devolverlo al mar. "Él tiraba de una cuerda y yo lo empujaba con el pie, y entre los dos lo llevamos a aguas más profundas", dijo Chaulk a CBC News, según consigna Outside Online.
Sin embargo, el misterio es cómo el tiburón pudo hincarle el diente a un trozo de alce. Imaginar a un tiburón acechando en la arena como un cocodrilo, o a un alce nadando mar adentro como una foca, parece ser demasiada imaginación.
Además, el tiburón boreal habita en las profundidades y no suele aproximarse a la costa, por lo que no es comùn avistarlo.
Para los improvisados rescatistas, la explicación radicaría en la acción humana, ya que los cazadores de alces suelen deshacerse de vísceras y despojos, y a veces eligen el puerto para eso.
Jeffrey Gallan, vocero de la organización conservacionista Greenland Shark and Elasmobranch Education and Research Group, aplaudió la acción de los improvisados rescatistas, aunque señaló que lo más prudente hubiera sido no retirar el trozo de alce de la boca del escualo.
"Si tratas de devolver un tiburón al agua, el hecho de que su boca esté ocupada en la masticación de un trozo de carne, reduce el riesgo de que accidentalmente te mastique a ti", explicó.
Para Chaulk, la aventura resultó única e inolvidable.
"Fue una linda sensación verlo nadar de nuevo, y saber que le has salvado la vida", concluyó.