Por Andrés Torrón.

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Contenido creado por Martín Otheguy
Sin casete

Un tipo que hace música

Sin casete: Santullo

"Para mí es tan propio The Who como Fernando Cabrera. Yo crecí escuchando The Who, Los Kinks y The Police, pero también crecí escuchando a Zitarrosa", cuenta Santullo en una nueva entrega de "Sin Casete", en la que habla de su próximo show, su identidad musical y la colaboración de la gente en su nuevo disco. Por Andrés Torrón.

10.04.2014 13:14

Lectura: 11'

2014-04-10T13:14:00-03:00
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Entre café con leche y bizcochos Fernando Santullo me cuenta con entusiasmo del proyecto de micro mecenazgo que está llevando a cabo para financiar parte de su nuevo disco (ver enlace) que se llamará "El mar sin miedo" y de su actuación en el festival Punta Rock.

Conocido por los lectores de Montevideo Portal por su columna rap "Los de afuera son de palo", Santullo, primero como parte de la banda Peyote Asesino, luego como líder de Kato y ahora con el proyecto artístico que lleva su apellido ha venido construyendo una propuesta musical que junta de manera única hip hop, música uruguaya, rock, pop y electrónica, con textos con referencias tangueras, metáforas futboleras y citas literarias y cinematográficas.

El próximo 25 de abril adelantará algunas de las canciones de su nuevo disco en un recital en La Trastienda.

-Cuando estabas haciendo "Bajofondo Presenta: Santullo", tu primer disco, me habías dicho que el no tener una banda te había liberado para hacer una música diferente. Sin embargo este disco nuevo es un disco de banda, ¿qué fue lo que cambió en este tiempo?

Lo que pasó fue que la banda con la que tocamos las canciones de ese disco se fue consolidando y empezó a aparecer un sonido de grupo muy especial.

Cuando yo me refería a liberarme de un formato de banda, me refería al formato de una banda de rock. Acá se armó un grupo que es capaz de tocar cualquier clase de música, que, sin ser expertos en ningún lenguaje, se mueve con soltura en varios.

Volver a la banda fue un proceso natural. El disco de 2009 fue un trabajo más de laboratorio con dos tipos encerrados en un cuartito componiendo, primero con Sebastián Peralta y luego con Juan Campodónico.

Creo que el concepto de este disco empezó a armarse en 2012, ya con algunas canciones compuestas. La idea fue componer pensando en el sonido de este grupo. Las canciones fueron derivando a un sonido más directo, de arreglos simples en donde lo principal es la canción. Encontré un grupo de gente con la cual podía desarrollar mejor las ideas que si llamaba a un productor y trabajaba desde cero o trabajaba en base a loops.

Tampoco es algo tan distinto al otro disco, aunque cambian las referencias. De pronto en el primero había más milonga, más referencias a la música uruguaya de los 80's. Ahora eso sigue estando, pero como un elemento más. Las canciones fueron derivando hacia lugares no tan de género.

-Vos llegaste a ser músico y compositor desde una vía poco tradicional...

Yo siempre digo que no soy un músico, soy un tipo que hace música que no es exactamente lo mismo. Entré a la música como oyente. Hasta la época de Peyote Asesino lo único que hacía era escuchar música, ver bandas y tener amigos que tocaban. Pero en un momento me dije "a ver qué pasa si yo me pongo también a hacer música". Siempre pensando en trabajar con socios. Así compuse muchas cosas con Juan Campodónico, luego con Sebastián Peralta. Y luego gracias a las computadoras y la nueva tecnología, cuando aprendí a manejar un poco el software musical, fui ganando autonomía como para armar cosas como si supiera tocar la guitarra o el piano. Tiene que ver también con el hecho de tener tiempo para experimentar con la computadora. Desde hace cinco años dejé otros trabajos y decidí dedicarme a la música. Gané riesgo laboral, pero también tiempo para saber usar esas herramientas.

-Ya desde la época de Peyote Asesino había una cantidad de referencias a la música uruguaya que se hicieron más explícitas en tu primer disco. ¿Es algo buscado o es un proceso más inconsciente?

¿Si lo hago por amor a la patria, decís? No me lo impongo. El proceso mío con los géneros musicales es que van quedando, dejando como una borra, aunque lo que suene adelante sea otra cosa. Son cosas que están incorporadas y no te das cuenta de eso. En Barcelona toqué con un baterista polaco que era excelente, pero le resultaba imposible tocar una síncopa. La clave de candombe le resultaba completamente ajena. Para nosotros es algo natural, que tenemos adentro sin que nos demos cuenta.

Cuando fuimos a grabar el disco Terraja de Peyote Asesino a Los Angeles con Gustavo Santaolalla fue que se hizo consciente en mí todo eso. Lo que él decía era que no había que reprimir eso que nos salía naturalmente, porque era lo que podía ayudar a diferenciarnos. Ahora, creo que lo que vos traes del lugar donde naciste es fundamental; pero, yo viví diez años en México y llevo doce años en España, viví también en Estados Unidos, entonces el concepto mostrar lo que es tuyo en mi caso abarca muchas cosas distintas. Para mí es tan propio The Who como Fernando Cabrera. Yo crecí escuchando The Who, Los Kinks y The Police, pero también crecí escuchando a Zitarrosa, Cabrera o Charly García.
En el disco nuevo hago una versión del tema "Ella vendrá" de Don Cornelio y La Zona, un grupo del under argentino de la década del 80. Es una forma de reconocer parte de esa herencia. Yo crecí con esa música. Leía la revista Fierro, leía el suplemento Óxido y ahí descubrí a ese grupo y me conseguí el disco.

No tiene sentido que yo cante en inglés porque no manejo el vocabulario necesario para resultarle interesante a alguien, por eso canto en español que, creo, manejo mejor. Pero eso no quiere decir que lo que yo siento como propio sea solo rioplatense.

-Hace doce años que estás viviendo en España, pero tu música sigue apuntando al Río de la Plata...

No es que siga apuntando solo al Río de la Plata, es que no se me ocurre otra cosa.
El primer disco de 2009 se lo mostré a Universal España y no demostró interés, se lo mostré a Warner, tampoco le interesó, y fui bajando de categoría hasta llegar a los sellos más chicos. Alguno demostró interés pero al final no pasó nada. Así que en un momento después de haber gastado más de cuarenta Cds y de haber perdido semanas mandando cientos de e-mails, me dije "En Uruguay y en Argentina donde el disco vendió 8 mil copias, es donde están ocurriendo cosas. Ese es el lugar donde enfocarse".

Además de hacer mi música, he intentado componer para repertorios de otros artistas. No he logrado hacer canciones que funcionen con los códigos españoles. Todos los repertorios pop de gente como Alejandro Sanz tienen una cantidad de referencias al flamenco, por ejemplo. Yo he vivido doce años en España pero no crecí ahí. Mis referentes musicales o son globalizados o son músicos españoles muy alternativos como Sr. Chinarro.

Me fascina el flamenco, me encanta Miguel Poveda, pero me resulta imposible componer algo que vaya para ese lado. Esto tiene que ver con eso de la identidad que hablábamos. No tengo fundamentos, no puedo incorporar eso a mi lenguaje. El sábado me levanto, me hago un mate y pongo a Miguel Poveda y miro el mar. Pero no tengo la empatía inconsciente que se necesita para arrimarme a esa música.

España es muy particular, solo Jorge Drexler logró ocupar un lugar haciendo una música que es rara para los estándares muy ortodoxos de la música española. La mayor parte de los cantautores españoles están haciendo el mismo disco desde hace años. Dentro del hip hop español hay cosas que me gustan, pero creo que en ningún otro lugar del mundo siguen haciendo un hip hop tan ortodoxo como el español. Y además miran hacia adentro. El flujo de información que va de América Latina a España queda en Shakira y Juanes. Y la parte trendy mira a Inglaterra y hacen bandas que cantan en inglés.

-Este disco nuevo tiene un gran componente de trabajo independiente. Estás haciendo un crowdfunding para financiar una parte del trabajo. ¿Después de estar con un sello multinacional que te llevó a encarar así este proyecto?

Es una decisión producto de las circunstancias, pero esas circunstancias son a la vez el resultado de los cambios que se están dando en la industria discográfica. No es tan fácil encontrar un sello que diga pongo 20 mil dólares en tu música. Hace quince o veinte años, en la época de Peyote, eso era más sencillo porque los sellos confiaban en que iban a tener un retorno más directo. En este caso el apoyo del Fondo Nacional de Música fue un disparador, el apoyo del sello Bizarro es el otro disparador y el crowdfunding es recurrir a una especie de venta internacional con extras. Por el hecho de estar confiando en que la plata la vas a usar para grabar un disco y no para irte a Las Bahamas le das algo más que ese disco a la gente que adelanta, con su plata esa financiación.

Ese cambio de circunstancias hace que el que era hasta hace poco un receptor final del producto cultural aparece involucrado en otras etapas. Se rompe ese proceso lineal donde se convencía a un sello de grabar un disco, este lo ponía a la venta y la gente iba y lo compraba. Ahora tu incidencia en esto no es solo que estés comprando el disco antes de que salga, sino que ese disco no va a ser el mismo o probablemente no exista si vos no participás en este micro mecenazgo.

-¿Y esos cambios de circunstancia que decís, los ves positivos o negativos?

No tengo todavía una imagen lo suficientemente amplia. Es peor en el sentido de que tenés que recurrir a mucha más gente para conseguir un presupuesto que te permita trabajar. Pero a la vez es mejor, ya que depender de una única fuente de financiación puede ser complicado.

Todos estos procesos tienen que ver con convencer a gente de que gaste tiempo, dinero y esfuerzo en algo que, quizás, al final, quede bueno. Y siempre fue esa la lucha. Antes tenía que convencer a un productor o una empresa discográfica y ahora hay que convencer a un montón de gente de que hay que poner 10, 20 o 50 dólares para un proyecto que tiene sentido. Todos estos cambios a mí me han obligado a pensar en las cosas más globalmente. Ya no es "hice las canciones, conseguí un productor, grabé un disco" sino que hay un círculo más amplio que los tenés que tomar en cuenta y dedicarle horas.

Esta diversificación obligatoria da más trabajo, pero también te da libertad. Y la satisfacción de decir "convencí a un montón de gente de que esto valía la pena", lo cual te afirma en el compromiso.

Yo no creo que la industria discográfica sea un horror ni nada por el estilo. Pasa que como cualquier industria tiene reglas que tienden a la optimización económica. Su fin es el beneficio de la empresa, no del artista.

También pasa que cuanto más grande es la empresa, más difícil se hace introducir cambios y adaptarse.

Me acuerdo de una película muy cómica con Mel Gibson que se llama Payback. Gibson se enfrenta solo a la mafia reclamando 20 mil dólares que su socio le estafó del robo de un banco. Los mafiosos no pueden creer que él se esté enfrentando a toda la organización por esa plata, que es mínima para ellos. Pero todo sucede tan rápido, que la mafia, una organización súper burocrática no tiene tiempo de entender lo que pasa, hasta que Mel Gibson los mata a todos.

Creo que en la industria musical pasó algo parecido. Cuanto más grande es la organización más difícil se le hace transformarse y adaptarse a los cambios que trajo la tecnología. Hay un montón de sellos chicos que siguen sacando la misma o más cantidad de discos que antes. Pasa que esos sellos son cinco tipos en una oficina en Chicago. Pero las multinacionales no pudieron adaptarse y se quedaron solo con los artistas que saben les van a reportar dinero seguro.

No hay una bondad o maldad intrínseca en la industria. Y no hay que pensar tampoco que esto es la ostia. Esta modalidad del crowdfunding funciona, porque gracias a la tecnología los presupuestos son más chicos. Si yo tuviera que juntar cien mil dólares para hacer un disco como pasaba en la época de Peyote, no los junto ni a palos con un crowdfunding.

No sé si es mejor ni peor. Solo sé que es más sensato aprovechar las herramientas que están surgiendo, que quedarse solamente en el discurso de que está todo mal.