La preciosa casa donde está el estudio de grabación de la banda No Te Va Gustar está revolucionada por la presencia de todo el grupo haciendo notas de prensa y por los arreglos para la fiesta de cumpleaños de un año del hijo del trompetista del grupo, Martín Gil.
La banda acaba de lanzar su octavo álbum El tiempo otra vez avanza, producido y mezclado por el estadounidense Joe Blaney, cuyo impresionante currículum incluye trabajos con The Clash, Prince, Ramones, Keith Richards, Charly García y Andrés Calamaro. El disco de una de las bandas uruguayas más populares de todos los tiempos se está editando simultáneamente en Uruguay, Argentina, Colombia y México.
Le pregunto a Emiliano Brancciari —cantante y compositor del grupo— si para él siempre el último disco de la banda es el mejor.
“No sé si siempre es el mejor, pero es el que más te motiva, el que más te representa en el momento. Después, cuando sacás otro disco, quizás no elijas cronológicamente”, me dice.
-¿Dentro de los ocho discos de No Te Va Gustar, tenés alguno que sea tu preferido?
Sí, varios y por distintos motivos. El primer disco no es para nada el que más me gusta, pero tiene una trascendencia especial. El segundo tiene un montón de temas que se hicieron muy conocidos, pero no me gusta cómo suena. Tengo discos que prefiero escuchar y tengo discos que prefiero tocar. Por ejemplo, El camino más largo me encanta y de repente no tiene mucho que ver con el sonido en vivo que a mí me gusta, pero me gusta escucharlo. Tengo la idea de que El camino más largo y el disco anterior, El calor del pleno invierno, los escuché muchas más veces que los otros.
Ustedes empezaron como banda siendo adolescentes...
Sí, yo era virgen cuando empezamos a tocar, imaginate...
La persona que componía aquellas canciones era muy distinta, me imagino, a la que sos hoy. ¿Qué pasa cuando cantás en vivo esos temas? ¿Te seguís reconociendo en ellos?
Hay canciones que siguen manteniendo su sentido y estoy orgulloso de ellas. Hay otras que vas adaptando a tu realidad. Estás cantando algo que de repente tenía un significado, pero se va transformando en otra cosa. Y también hay canciones que no admiten reinterpretación y quedan afuera. Las canciones que en general nos siguen pidiendo son las que por una razón u otra han mantenido su vigencia, en las que nos seguimos reconociendo.
Con cada disco la banda ha ido aumentando su público. Cada vez más gente está esperando sus canciones nuevas. ¿Sentís presión al encarar un nuevo disco?
Se siente presión, pero después que los discos están grabados. En ese momento en que todo está terminado pero el disco no salió o recién acaba de salir está ese sentimiento. Hay mucha gente esperando el disco y no sabés si vas a colmar las expectativas o no. Antes de eso es como que no tenemos tiempo de sentir nervios o presión. Yo cuando estoy componiendo en mi casa lo que menos se me pasa por la cabeza es quién lo va a escuchar. Después, lo más importante pasa a ser que le guste a mis compañeros. Ahí es cuando empezamos a intercambiar y a trabajar buscando la excelencia para nosotros.
Los nervios aparecen después. Es el momento que estamos viviendo ahora con este disco. Ya somos disco de platino y no sé qué, pero eso no quiere decir nada. Eso es parte del apoyo de gente que ya nos viene escuchando y compró el disco por curiosidad. A partir de ahora, a través de los comentarios que nos lleguen y de la recepción que tengan las canciones en vivo, ahí nos vamos a dar cuenta real de lo que pasa con el disco.
También a medida que aumenta la popularidad, aumentan los detractores...
Sí, más teniendo en cuenta que ahora todos son críticos de todo, porque hay varios espacios donde criticar lo que se te cante.
¿Cómo toman esa contraparte, las críticas que recibe la banda?
Está asumido eso. A mí no me molesta que a la gente no le guste lo que hacemos, me molesta cuando se descalifica. Obviamente, como en todo, no se sabe todo el trabajo que hay detrás de lo que hacemos y cuánto hay de tu vida personal, de sentimientos y de un montón de cosas que a veces si te descalifican, te hieren.
Igual, estás ahí para que te peguen también, no solo para que te digan que sos un fenómeno. Es irreal que te adulen todo el tiempo. Lo que hacemos no tiene nada de genial. Tenemos la suerte de dedicarnos a lo que nos gusta; bien o mal ponemos todo de nosotros ahí. Cuando te descalifican te daña, pero también hay que tener en cuenta no creértela cuando te dicen que sos un fenómeno.
Hay que tener en cuenta que el trabajo del crítico de discos es ingrato o injusto de por sí, porque todo influye, las cosas que escuchaste, tus gustos, el carisma del artista. La objetividad no existe y lo que para vos puede ser una obra maestra para mí puede ser una porquería y viceversa y también podemos estar muy cerca, pero todo es válido.
Foto: Juan Manuel López
-No Te Va Gustar se volvió un trabajo, no solo para ustedes sino para mucha gente que los rodea. ¿Eso puede generar una contradicción con lo artístico?
No, en lo más mínimo. No cambiamos una nota o una palabra por nada distinto a nuestro gusto o nuestro anhelo artístico. La parte del trabajo es hacer notas, sacarnos fotos, hacer videos, estar horas en aeropuertos, estar lejos de nuestras familias. Después, cuando estamos tocando en vivo o trabajando para los discos eso es lo placentero. Nosotros cedemos en un montón de cosas que no tienen nada que ver con lo artístico.
Hace ya un tiempo que No Te Va Gustar está centrado casi exclusivamente en tus canciones. ¿Alguna vez te planteaste ser solista?
Mirá, yo me siento pleno en este grupo. Puedo desarrollarme libremente y expresarme artísticamente acá dentro. Obviamente hay canciones que quedan afuera, que me gustan, pero que no cuadran por distintos motivos. Son canciones que quedan ahí y que no me da el deseo de hacer nada con ellas. Mientras yo me sienta a gusto artísticamente acá dentro voy a seguir así. Me gusta trabajar en grupo y me siento contenido y respetado por este grupo como compositor. Podría ser solista por razones económicas, pero la verdad es que mientras mis necesidades y las de mi familia estén cubiertas, no necesito ningún salto económico.
Pero podría ser algo artísticamente complementario, otra vía de expresión, no algo económico...
Podría ser sí, pero no me da el tiempo. La banda nos ocupa gran parte de tiempo, nos mantiene bastante alejados de nuestros seres queridos, entonces el poco tiempo que tengo lo dedico a la familia y a componer para seguir alimentando al grupo. No me da el cuerpo para otras cosas. También me gusta producir y no lo puedo hacer, porque si no me puedo brindar en tiempo a otro proyecto artístico —como yo pido que haga un productor con mi trabajo— mejor no lo hago.
Hablando de productores, un productor artístico es siempre una visión exterior a la banda. En el caso de Joe Blaney eso debe haber sido aún más explícito, ya que él no debía tener las referencias sobre la banda que puede tener cualquier rioplatense...
Sí, el vio un par de videos del grupo y luego le mandamos los discos, que habrá escuchado un par de veces. Fue muy enriquecedor y a mí me hizo muy bien a nivel personal. Como decirlo... me llenó de orgullo, la verdad. El tipo vino a mi casa en Piriápolis, escuchó las maquetas y me dijo lo bien que sonaban y lo buenas que le parecían las canciones. En el momento no lo dije, claro, pero me llenó de orgullo que viniera alguien tan ajeno y que trabajó con artistas que yo admiro muchísimo y me dijera eso...
¿Fue por esa distancia o por su trayectoria que pensaron en Blaney?
Fue más por su trayectoria. Fue más por decir: “Alguna vez tenemos que trabajar con alguien que haya grabado esos discos que todos tenemos”. Desde el primer día que vino ya le estábamos haciendo preguntas y él nos estaba contando anécdotas mientras comía asado y tomaba vino. Ya fue una experiencia enriquecedora antes de grabar el disco. Disfrutamos todo el proceso.
El disco tiene un sonido muy particular, alejado capaz de lo que se podría asociar a No Te Va Gustar...
Sí, es un disco imperfecto, ya que la idea que nos planteó Blaney fue: “Si tanto les gusta tocar en vivo, grabemos en vivo”. Algo que para nosotros era impensable. Nos dejamos llevar por él y fue alucinante. Se logró un sonido más crudo, que somos nosotros tocando. El grabar por capas tiene lo suyo también, porque lográs detalles que están buenísimos, pero esto fue increíble. Lo disfrutamos tanto que no hubo roces artísticos entre nosotros. La sola presencia de Joe ya nos ponía en sintonía. A veces en una grabación se generan momentos tensos, por la duda, por no saber si las ideas del otro te van a llevar a donde vos querés, son esos riesgos que se generan. En este caso el riesgo era otro, no era el sonido, ni la producción, el riesgo eran las canciones y el humor de la gente cuando reciba el disco. Y eso es inmanejable.
¿Hubo discos mucho más conflictivos que otros?
De hecho el anterior fue bastante conflictivo. Discutimos mucho sobre los temas. Estábamos medio desenfocados, distraídos. No es que las discusiones fueran graves, pero todos queríamos imponer nuestras ideas.
Este fue el disco más fluido de todos. Lo que vivimos juntos por un lado nos hizo valorar un montón de cosas que a veces por la velocidad a la que ocurren te aturden. Después la sola presencia de Joe nos encolumnó atrás del proyecto.
Dicen que el conflicto genera un mejor producto. Es todo mentira, ojalá todos los discos sean como este. Con el disco pasado hicimos un documental (El verano siguiente), que es muy interesante justamente por todo el conflicto que hubo. Si hubiéramos grabado un documental con este sería un aburrimiento, porque no pasa nada. No hay conflictos de ningún tipo.
Está el riesgo de que la gente no sienta ese conflicto y se aburra con tanta armonía...
Y sí, seguro. Eso es imposible de saber. Pero creo que el conflicto está en las canciones y no es necesario trasladarlo a la interacción con el grupo. Puede pasar que nosotros saquemos este disco que nos parece fabuloso y la mayor parte de la gente diga “a mí no me genera nada” y contra eso no hay nada que puedas hacer. No nos ha pasado hasta ahora, pero puede ocurrir en cualquier momento.
Andrés Torrón