La curiosidad infinita que caracteriza a la poeta Ida Vitale llega a la gran pantalla con un documental que, en un abecedario de instantes, acompaña sus viajes y vivencias desde una mirada tan íntima como literaria.
Las luces se apagan, las butacas se llenan y, en lugar de superhéroes, detectives o parejas enamoradas, es una “mujer joven de 98 años” la que se adueña de la pantalla en una invitación a mirar de cerca, como con lupa, la tela de una araña o las hojas de unas flores.
Así es al menos como define y retrata en el documental —ya listo para su preestreno este martes en el Teatro Solís de Montevideo— a la vital poeta galardonada en 2018 con el Premio Cervantes la realizadora María Inés Arrillaga, quien, como explica en entrevista con la Agencia EFE, conoce a la autora “de toda la vida”.
Un vínculo familiar
Nieta de los escritores Carlos Maggi (1922-2015) y María Inés Silva Vila (1927-1991) —quienes, al igual que Vitale, Mario Benedetti e Idea Vilariño, entre otros, formaron parte de la denominada Generación del 45—, Arrillaga recuerda haber compartido con la hoy única sobreviviente de ese grupo distintas vivencias.
“Compartimos veranos en casa de mis abuelos, cuando ella y su marido Enrique Fierro volvían de veraneo, porque vivían en Estados Unidos, y ese vínculo se volvió más cotidiano y familiar cuando se mudó a Uruguay en 2017 y nos reencontramos ya desde otro lugar”, asegura la cineasta.
Ese mismo vínculo con quien se convirtió en una “abuela por adopción” a la par que amiga le dio pie a Arrillaga para, durante un almuerzo familiar, proponerle a la poeta su idea de hacer una película.
“Le dije ‘vamos a hacer una película juntas’ y me dijo ‘no, qué vas a perder el tiempo filmando a esta vieja’ y nos reímos mucho, le insistí un poco y dijo que lo pensáramos, que capaz más adelante”, recuerda, a lo que apunta que, cuando ganó el Cervantes, esto se materializó en el viaje a España para la ceremonia.
Lupas en los ojos
“Ida mira y yo la filmo mirar”, señala la realizadora en la sinopsis del filme que se perfila como uno de los atractivos principales del festival de documentales DocMontevideo, y en el que la atención de Vitale a la naturaleza del entorno marca el ritmo.
“Alguien puede pasar por al lado desapercibido por la vorágine de los días pero ella se detiene y mira como si tuviera una lupa en los ojos. La atención que le dedica a cada cosa y a cada ser es brutal”, expresa sobre la característica “manera de estar en el tiempo” de Vitale.
Así, la cineasta recuerda, por ejemplo, su fascinación cuando se hospedaron en Mallorca en un hotel con un jardín gigante “lleno de distintos tipos de flores y plantas”, donde de repente pasaba un gato o se acercaban pájaros.
Además, remarca su expresa pasión por la música. “Cuando le preguntás sobre la música dice que es lo que más le gusta en la vida”, acota sobre un lenguaje presente en el filme tanto con escenas donde suena música callejera como en la banda sonora de la compositora Sylvia Meyer.
El ABC de Ida Vitale
“El mundo es caótico y, por fortuna, difícilmente clasificable, pero el caos, materia susceptible de convenirse en maravilla, ofrece, como cualquier teogonía demuestra, la tentación del orden”, expresa Vitale en la primera hoja de Léxico de afinidades, y concluye que, a falta de un sistema de orden ideal, “el más inocente es el alfabético”.
Arrillaga dice que encontró en esa novela de 1994 una “estructura” clave para hilar los momentos que hoy componen la cinta, aunque explica que por no ser escritora o poeta le resultó un desafío “entrar en su mundo”.
Palabras azarosas que empiezan con cada una de las letras del abecedario, a excepción de la z, van marcando la narrativa del documental, que, dice la cineasta, Vitale terminó de ver “contenta”.
“Es muy raro para ella verse durante una hora y veinte y a la vez volvió a vivir y a repasar esos lugares que también quedan en algún lugar de la memoria [...] y sí le parecen algunas cosas un poco ridículas, otras le gustan, se ríe, vuelve a vivir la música”, resalta.
Además, sobre el reto de hacer de su ópera prima una película que dialoga con la poesía, Arrillaga dice que fue un proceso “divino”.
“Hay como una fusión entre la realidad y la poesía y fue muy lindo detenerme en cuáles eran los poemas que más la iban pintando a ella y que más resonaban también con mi sensibilidad”, finaliza.
EFE
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