En 2015 un grupo de raperos y beatmakers se juntó a crear un proyecto en conjunto. La suma de ideas llevó a que en 2016 se estrenara el primer álbum de Los Buenos Modales.
El trabajo homónimo recibió muy buena crítica y fue galardonado como Mejor Disco de Hip Hop en los premios Graffitti. Pero no fue más que el principio.
Ni bien presentaron el disco, ya estaban preparados para dar el siguiente salto, consolidarse como banda, aportar diferentes visiones y salir de cualquier molde establecido, sin perder los buenos modales.
Este 2021, luego de un largo proceso de experimentación que se vio afectado por la pandemia, estrenaron Vice City con reminiscencia a diferentes estilos, un trabajo que, en palabras de la banda, representa "la consolidación de una visión artística grupal, alimentada por las experiencias y estímulos de una ciudad hostilmente nutritiva".
Conversamos con Santiago de Souza del nuevo trabajo y los obstáculos del camino.
Después de un primer disco exitoso y de afianzarse en la escena local, ¿Cómo empezaron a trabajar en el siguiente material?
En realidad las primeras maquetas surgieron a los meses de terminar el primer álbum, había mucha curiosidad por exprimir esta unión que se había dado y de ver qué podíamos lograr juntos si trabajamos un disco desde el inicio. Si bien fue un proceso que se dilató durante cuatro años, con proyectos personales en el medio, shows y un par de singles, fue el tiempo necesario para terminar de definir el núcleo de la banda y lograr el sonido que buscábamos. A mediados del 2019 fue que empezamos a ordenar todo el material que teníamos y a seleccionar las canciones que formarían parte de Vice City.
¿Cómo fue el proceso de creación de Vice City? ¿Cuál es la dinámica que manejan como grupo para trabajar?
A diferencia del primer disco, que era más que nada un ejercicio de producción, este álbum ya encontró a la banda armada. Mucho del disco está pensado para el show en vivo, que es donde nos sentimos más cómodos transmitiendo lo que queremos sacar. Por eso hay tantos climas, partes instrumentales. Pasamos de pensar en beats a pensar en la canción como unidad, teniendo a todos los integrantes de la banda componiendo y aportando de igual manera. Lo mismo sucedió con el aspecto lírico, los raperos ya se conocen y pudieron escribir juntos desde el principio ya con la temática global del disco en mente. Fue un encare colaborativo de todos los modales, que después Dubchizza como productor artístico pudo sintetizar en el sonido de Vice City.
¿Se habían propuesto transmitir conceptos específicos, o cierto estilo, o preferían que fluyera?
El sonido que se logró tiene que ver con ese proceso colaborativo que comentaba.
Si bien todos coincidimos en muchas referencias, influencias musicales, y hasta varios nos criamos juntos, el aporte individual de cada uno dio lugar a poder montarnos a un montón de ritmos distintos y sonidos que por ahí nunca exploraríamos en nuestros proyectos paralelos. Priorizamos la función al estilo, las decisiones creativas se fueron tomando en conjunto y confiando en lo que el otro tenía para ofrecer desde su rol. En cuanto a la temática sabíamos que la figura de la ciudad iba a ser central en los temas, cada canción funciona como una ventana a una versión un poco distorsionada del Montevideo que nos vio surcarlo entre disco y disco.
¿La pandemia ayudó a acelerar el proceso para presentar el nuevo material?
No. El disco estaba propuesto para lanzarse en abril del 2020 previo a viajar al festival Primavera Sound en Barcelona. La pandemia además de dilatar el lanzamiento, generó una oportunidad de repensar y resignificar canciones que iban a tener que existir en un contexto muy diferente al que se crearon. Hubo un par de instancias durante el invierno pasado, de encerrarnos en algunos lugares fuera de Montevideo, a desarmar y rearmar mucho de lo que habíamos hecho. Nos permitió tener perspectiva sobre el material, ver qué nos representaba y qué no. Ahí fue cuando todo cobró sentido y nos pusimos en marcha para sacarlo. Un año después de lo pautado, era más que necesario hacerlo.
¿Hubo canciones que hayan mutado con el tiempo?
Sí. Sobre todo durante el año pasado, "Mayday" fue una de las que sufrió más cambios por ejemplo. Creo hay un elemento de psicodelia muy fuerte a través de todo el disco que esta canción enmarca muy bien. Además, a último momento, tuvimos el placer de sumarle voces de Guitarbaby, una artista local que ya nos ha acompañado en vivo y nos gusta mucho.
¿Qué cosas aprendieron con el primer disco que ayudara en este segundo trabajo?
A conocernos principalmente. Confiar en el criterio y el talento del otro para cumplir con su rol. Que es más importante que el proceso sea rico, que cumplir con estándares o expectativas de cómo tienen que ser Los Buenos Modales.
¿Qué referencias artísticas/musicales tomaron para este disco?
Por ser un proyecto tan participativo nos auto referenciamos mucho. Hay una intención, más que ir a buscar géneros en específico nos dejamos llevar por las influencias y las referencias que cada uno trae desde su lugar. Esto aportó texturas que sacamos de películas, dibujos animados de nuestra infancia, canciones que escuchábamos con nuestros padres en el auto, los 2000 y todo lo que nos crió.
¿Cómo los afectó este panorama en el que los artistas se han visto sensiblemente más afectados que otros sectores? ¿Apoyan las medidas tomadas o creen que son desproporcionadas?
Ha sido muy duro ver cómo, durante más de un año, las decisiones en las políticas públicas no han considerado ni cerca al sector de la cultura. Resulta muy dura la indiferencia a todas las personas que comen de esto y a la cultura en sí misma, considerándola un derecho esencial y una práctica fundamental para el bienestar de todas y todos. Especialmente en estos momentos donde necesitamos escapes, expresarnos y sentirnos cerca. No nos han dejado trabajar, sin ofrecer soluciones, aún habiendo demostrado que en los más de 1.500 conciertos que se hicieron el año pasado sucedieron cero cantidad de brotes, con salas que cumplieron con responsabilidad las medidas de prevención y seguridad. Es un daño que ha matado espacios que difícilmente recuperemos y no se hace nada.