Por The New York Times | Taylor Trudon
Antes de que la pandemia vaciara las oficinas y convirtiera los comedores en escritorios, hacerse un corte de cabello al mediodía o salir a las cinco de la tarde para ir a terapia podía involucrar un poco de coreografía clandestina: despejar la agenda de reuniones, encontrar a alguien que te cubra y salir a hurtadillas mientras el jefe no se da cuenta.
Esa danza se frenó en marzo de 2020. Y, dada la ausencia de los traslados y conferencias en persona, algunos oficinistas comenzaron a definir sus propios horarios, escabulléndose para hacer las compras, acudir a citas médicas y tomar siestas entre las obligaciones laborales.
Al poco tiempo, muchos otros encontraron esos bloques de tiempo recobrado llenos de nuevas responsabilidades, como el cuidado de los niños y de los familiares enfermos. Pero la mera existencia de esas horas plantea otras cuestiones: ¿qué tanto hay que programar cada una de nuestras actividades? ¿Debería el descanso, incluyendo, entre otros, la pausa para comer, tener un lugar oficial en el horario de 9 a 5?
A lo largo de la pandemia, los empleadores adinerados han ofrecido a sus empleados todo tipo de beneficios y prestaciones relacionados con el bienestar: días de descanso remunerados adicionales para los padres, acceso gratuito a aplicaciones de terapia, bicicletas Peloton. Pero a lo que más se han acostumbrado algunos empleados es a la sensación de que pueden trabajar sus horas designadas y reservar el resto del tiempo para su uso personal.
Ahora que la vacunación generalizada en algunos países ha hecho que muchos trabajadores vuelvan a las oficinas físicas, y que las empresas que aún operan a distancia aceleren sus planes de vuelta a la oficina, algunos trabajadores se preguntan: ¿adónde irá a parar ahora todo ese tiempo? ¿Y puedo recuperarlo?
Tiempo para mí en horas de oficina
Kaianne Sie-Mah, una estratega de diseño de 31 años en Washington D. C., solía sentirse culpable por tomar tiempo para sí misma durante las horas de trabajo. “Cuando empecé a trabajar y una amiga llegaba a visitarme, me daba miedo hacer una cita para ir a comer con ella por más de 45 minutos”, dijo.
Pero cuando en su trabajo migraron al modelo remoto en 2020, su perspectiva cambió. “Ese tiempo personal que estamos buscando para nosotros —como tomarse una siesta, hacerse una manicura, bañarse o ejercitarse un poco durante el día— creo que es como estar en una oficina y enfrascarse en una conversación con alguien en la máquina del café durante una hora, lo cual sucedía antes de la pandemia todo el tiempo y nadie lo veía mal”.
Ahora hace reuniones en FaceTime con amigos durante el día para sustituir esa socialización casual. “No tenemos ese rato para chismear que antes teníamos mis compañeros de trabajo y yo”, dijo. “Ahora cada quien está en lo suyo”.
La gente también está organizando su tiempo para evitar llenarse de interacciones sociales. Por ejemplo, Amber Schreiner, relató que cuando empezó a trabajar desde casa el año pasado, sus días pronto se llenaron de una videoconferencia tras otra.
“Como soy introvertida, eso me inquietó”, dijo Schreiner, de 32 años, que vive en Atlanta y dirige una agencia de estrategias digitales y de redes sociales. “No me di cuenta de lo cansada que me sentía de estar en tantas llamadas de Zoom”.
A unos seis meses de empezada la pandemia, Schreiner comenzó a reservar bloques de tiempo en su calendario laboral para relajarse. Hoy aparta desde 30 minutos a una hora entre juntas, solo para no hacer nada.
“A veces literalmente me vuelvo a meter bajo las cobijas durante 30 minutos para ver Instagram”, comentó.
En Twitter, en la ciudad de Nueva York, donde Nico Gendron, de 28 años, trabaja en el equipo comunitario, a los empleados les asignan un “tiempo de reposo”.
“Es una hora al día en la que puedes lavar la ropa o hacerte una manicura o meterte a la cama”, explicó Gendron. “De verdad, lo que quisieras hacer, nada de explicaciones”. En contra de la cultura del trabajo arduo
Claro que alejarse del trabajo es más fácil dicho que hecho.
“Vivimos en una cultura que quiere que demos, demos, demos, todo el tiempo”, dijo Laurie Santos, profesora de psicología en la Universidad Yale y anfitriona del pódcast “Happiness Lab”. “El cuerpo de verdad no fue hecho para eso. Necesitamos dormir, descansar, necesitamos tiempo libre”.
“Es lógico que la gente quiera tomarse trozos de tiempo libre en secreto”, continuó. “Tenemos una cultura que actúa como si hubiera algo malo en ello: que seguramente no eres un buen trabajador si quieres tomarte un descanso de media hora o una siesta rápida durante el día”.
A pesar de que los empleados de todo tipo de sectores denuncian el agotamiento, la cultura del trabajo arduo sigue siendo glorificada. Pero Ashley Whillans, profesora de la Escuela de negocios de la Universidad de Harvard y autora de “Time Smart: How to Reclaim Your Time and Live a Happier Life”, cree que podríamos estar en un punto de inflexión. Según Whillans, comunicar con claridad las expectativas y sostener estas conversaciones en público serán la clave para aplicar un cambio real. ¿Y si las empresas no se adaptan? Whillans predice que muchas personas, especialmente los milénials y los padres jóvenes que trabajan, renunciarán.
“Ahora que hemos probado eso, no hay vuelta atrás y las empresas que operan como si el mundo no hubiera cambiado son las que perderán en la guerra por el talento”, sentenció.
Nuevas maneras de trabajar
Ahora que todos los adultos de Estados Unidos pueden vacunarse, las empresas están esbozando planes más firmes para las oficinas del futuro. Algunas, como REI y Dropbox, están adoptando plenamente el trabajo virtual y abandonando por completo los espacios de oficina físicos. Spotify ha introducido un programa de “trabaja desde cualquier lugar”.
Loni Poon, de 33 años, que trabaja en una empresa tecnológica en la ciudad de Nueva York, cree que estos cambios se verán como algo más aceptable en la fuerza laboral, incluso si las empresas no adoptan el trabajo totalmente a distancia.
“Vengo de una generación de trabajadores en la que esto ha sido la norma para mí prácticamente desde el principio de la profesión”, dijo. “En todo caso, veo esto como un acelerador para que todo el mundo se ponga al día con este tipo de ambiente de trabajo”.
Otras empresas están dando pasos pequeños pero significativos. Ferguson Enterprises, un gran distribuidor mayorista de suministros de plomería residencial y comercial en Estados Unidos, está viendo cómo crear la mayor flexibilidad posible para los empleados. Algunos empleados trabajan con un horario híbrido, otros pueden solicitar un trabajo compartido o incluso trabajar a distancia de manera permanente si sus funciones lo permiten. Y aunque el modelo híbrido pueda parecer una solución ideal para los empleados, esta modalidad todavía excluye a muchos trabajadores.
“Si eres un padre o madre joven y te quedas en casa principalmente para poder cuidar a tus hijos, ¿te vas a perder esas interacciones en el pasillo que son tan fundamentales para los ascensos?”, preguntó Whillans. También citó a los recién graduados como otro grupo que se ha visto afectado de forma negativa por el trabajo a distancia; sin un espacio de oficina físico, dijo, ha habido menos oportunidades para que desarrollen amistades con colegas y encuentren oportunidades de tutoría.
Para Schreiner, la estratega digital, la modalidad remota ha cambiado su vida laboral para bien.
“Si no quiero agotarme para cuando tenga 35 años, necesito programar estos momentos de no hacer nada”, dijo. .
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