Por The New York Times | McKenna Oxenden
Jonathan Gil sabía que nunca olvidaría los detalles del día en que su hermano gemelo de 24 años falleció en un accidente en un bote en el lago Hopatcong en el norte de Nueva Jersey: la desesperada llamada telefónica de un amigo, la difícil búsqueda realizada por los rescatistas y la angustia de darle la triste noticia a su madre.
Pero a Gil le preocupaba que a medida que pasaran los meses y los años los recuerdos que tenía de Jason anteriores a ese trágico día comenzaran a desvanecerse. La solución de su familia fue preservar una parte de su hermano.
Ahora, cada vez que busca un rápido recordatorio de su gemelo, Gil mira más allá de un collage de fotos hacia un estante que está junto a su escritorio y funciona como un altar, donde el tatuaje de una calavera en blanco y negro y tres rosas sobre piel disecada del hombro izquierdo de Jason reposa protegido dentro de un marco.
“Tenemos sus cenizas, pero con eso no se ve una parte física de él”, afirmó Gil, de 27 años. “Con el tatuaje sí se puede. Se siente bien tener una pequeña parte de él. Es como si lo tuvieras cerca de una forma u otra, siempre presente”.
El tatuaje disecado es obra de la empresa Save My Ink Forever, establecida en 2016 en Northfield, Ohio, por Kyle Sherwood, un director funerario de tercera generación, y su padre, Mike.
Aunque desde hace décadas ha habido intentos limitados de preservar los tatuajes, pocas compañías a nivel mundial están haciendo el mismo trabajo que Sherwood, quien inició su negocio gracias a dos tendencias crecientes: más estadounidenses se están tatuando y la idea de convertir los restos de seres queridos en recuerdos está ganando popularidad. Algunos dolientes están llevando restos cremados a que los conviertan en joyas o los integren en esculturas de vidrio soplado, todo en aras de mantener cerca a un ser querido.
Según la Asociación Nacional de Directores de Funerarias, cada vez más dolientes están preguntando en las funerarias sobre este servicio. Walker Posey, director de una casa funeraria y vocero de la asociación, afirmó que más de la mitad de sus cerca de 400 clientes preguntan cada año por este tipo de recuerdos. Esto representa un marcado incremento en comparación con hace cinco años, cuando los clientes rara vez hacían este tipo de solicitudes. Las leyes funerarias en 49 estados —la excepción es Washington— permiten la práctica de conservación de tatuajes. Según una encuesta de Ispos de 2019, una cifra récord de 3 de cada 10 estadounidenses tiene al menos un tatuaje, y la popularidad de la tinta permanente sigue creciendo entre los jóvenes.
La idea de conservar la piel tatuada de un pariente querido y colgarla en una pared puede ser difícil de imaginar para algunos. Sin embargo, las familias que han trabajado con los Sherwood aseguran que brinda consuelo y enfatizan el hecho de que los tatuajes de una persona suelen tener un significado importante.
Margie Gatehouse, de Salt Lake City, contó que la primavera pasada, cuando su esposo estaba en sus últimos días a causa de una cirrosis, sus hijas le propusieron la idea de disecar su tatuaje. Gatehouse quedo atónita ante la sugerencia.
“Me pareció morboso y no pensé que fuera algo posible”, comentó Gatehouse, de 52 años. “¿Cómo podías cortarle una parte a una persona?”.
Sus hijas, Courtney y Nichole, le explicaron que su padre estaba a favor de la idea y que habían encontrado a Save My Ink Forever. Le pidieron que imaginara lo especial que sería tener el tatuaje de su padre de una calavera en blanco y negro con una cinta con sus nombres enmarcado y preservado para la posteridad. Margie accedió con reservas.
Hoy, Gatehouse asegura que no podría estar más agradecida de haber hecho caso a sus hijas, ya que el tatuaje enmarcado, que está colgado en su sala, continúa conectándola con su esposo.
“Me alegra haber aprovechado esa oportunidad”, mencionó.
Los historiadores han rastreado el auge de la conservación de tatuajes a mediados o finales del siglo XIX. Fukushi Masaichi, médico japonés, es reconocido como uno de los pioneros en el campo, indicó Karly Etz, asociada posdoctoral en el Instituto de Tecnología de Rochester, quien estudia la historia del arte del tatuaje.
Si bien el concepto de disecar los tatuajes de los seres queridos había estado presente de manera intermitente, Sherwood buscó una manera de perfeccionar el proceso de preservación que al mismo tiempo tratara el tatuaje como una obra de arte. Estuvo puliendo los detalles durante dos años.
Cuando Save My Ink Forever recibe una solicitud para disecar un tatuaje, la empresa le envía un paquete de materiales a la funeraria para la extracción del tatuaje. Un video instructivo guía a los empleados de la funeraria para que extraigan solo la cantidad de piel necesaria para preservar el tatuaje. Según Sherwood, “es muy difícil equivocarse en” el proceso. Además, aseguró que, si algo sale mal, su equipo por lo general puede solucionarlo.
El empleado funerario coloca el tatuaje en un conservante. A continuación, lo envía a Ohio para que un equipo de unas cinco personas lo limpie, corte el exceso de piel y corrija cualquier imperfección.
En ocasiones, la piel está dañada. O, en el caso de la piel del gemelo Gil, desgastada por la acción del agua, se requieren cuidados adicionales para restaurar el tatuaje.
“Es como limpiar una ventana sucia”, afirmó Sherwood, quien hizo hincapié en que su equipo no altera el tatuaje de ninguna forma. Sherwood se negó a divulgar más detalles del proceso, el cual dura entre tres y cuatro meses por tatuaje.
Por último, se enmarca el tatuaje. Las familias eligen el tipo de marco y el fondo, y luego un enmarcador profesional pone manos a la obra. El tatuaje se cose al fondo, se infiltra nitrógeno en el marco para ayudar a conservarlo en estado prístino y se le coloca un vidrio bloqueador de rayos ultravioleta de los que se usan en los museos.
Para tener los materiales necesarios para perfeccionar esta ciencia, a Sherwood se le ocurrió pagar las cirugías estéticas abdominales de algunas personas, en las que se elimina el exceso de piel y grasa, a cambio de poder practicar en la piel desechada.
El costo puede oscilar entre 1700 dólares por un tatuaje pequeño de 12,5 x 12,5 centímetros y más de 120.000 dólares por conservar un tatuaje de cuerpo completo.
Sherwood señala que si bien a algunas personas les puede parecer excéntrico su negocio, él se enorgullece de poder brindarles a los dolientes un recuerdo físico duradero de sus seres queridos. “La satisfacción de la gente y esa conexión que puedo generar… es algo inexplicable”, afirmó Sherwood. “Tener ese impacto en alguien es muy poderoso y aleccionador”. Monica Gil y su hijo Jonathan Gil con tatuajes enmarcados dedicados al hermano gemelo de Jonathan, Jason Gil, quien falleció en un accidente en un bote, en Mount Arlington, Nueva Jersey, el 28 de agosto de 2022. (Dakota Santiago/The New York Times) Un tatuaje enmarcado en memoria del hijo asesinado de una mujer, con la inscripción “Papa Eddie” en honor a su abuelo y tatuado por su tío, quien también había fallecido anteriormente, en Northfield, Ohio, el 26 de agosto de 2022. (Daniel Lozada/The New York Times)