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Cultura

La furia

Pedro Mairal se anima a cantar y graba disco: "Es una sola vuelta de montaña rusa la vida"

El escritor argentino, autor de la novela La Uruguaya, habló con Montevideo Portal del debut en tierras orientales del dúo que formó.

08.12.2021 21:15

Lectura: 7'

2021-12-08T21:15:00-03:00
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Por Nicolás Delgado

Pedro Mairal alcanzó la gloria antes de los 30 años. En 1998, publicó su primer libro, Una noche con Sabrina Love, y con él recibió el Premio Clarín de Novela ese mismo año. Aquella opera prima fue llevada al cine, como su última novela, La Uruguaya, publicada en 2016 y traducida a varios idiomas.

Cerca de los 50 decidió ponerle melodías a sus poemas junto a Rafael Otegui y por estas horas debutan en tierras orientales. “Pensé que era viernes”, el dúo argentino, se presenta el jueves a la hora 21.30 en la Feria Ideas+ del Parque Rodó con entrada gratuita. Nacho Algorta, director de la Orquesta Participativa de Soriano, los acompañará en teclados y acordeón.

Pornosonetos, una serie de poemarios publicados bajo el pseudónimo de Ramón Paz; Coger en castellano, un grupo de cuentos que editó La Propia Cartonera en Nuevo París; y Breves amores eternos, que reúne textos previos e inéditos y fue publicado hace dos años, son algunos de los mojones de la trayectoria literaria de Mairal, quien romperá la frontera del libro para presentar su cancionero.

En la mañana de este miércoles, horas antes de la presentación, el dúo graba una de sus canciones en Punta Gorda, en el estudio Mastodonte, con Gastón Ackermann en los controles y la producción musical de Algorta, quien ha tocado con No Te Va Gustar, La Abuela Coca y Mandrake & Los Terapeutas, entre otras bandas. Tras ensayar algunas melodías con las que evoca a Alfredo Zitarrosa, Mairal cuenta a Montevideo Portal por qué se animó a jugar a la música.

Nicolás Delgado

Nicolás Delgado

Hace unos años tocaste el ukelele en Montevideo sin previo aviso, en una presentación de la revista Orsai en la Facultad de Información y Comunicación (FIC), pero presentarte en formato dúo parece ser un paso más.

Es otro paso más, pero sigue siendo mi infancia musical, porque escribo hace 30 años y hago música hace cinco. Y lo lindo de la música es que estás menos solo que en la literatura. En la literatura estás solito frente a la página, pero en la música, no. Y me animo en parte porque estoy con Rafa Otegui, mi socio, y hacemos este dúo que se llama “Pensé que era viernes”. Pero solito la verdad que no lo haría porque es una exposición muy grande; estás desnudo con la música. Entonces, la cosa colectiva de la música me resulta muy atractiva: con Rafa y con Nacho Algorta como productor. Es otra historia, muy distinta a la soledad de la escritura.

¿Es más entretenido?

Hay algo de entretenido y algo de una energía colectiva. En la literatura se puede lograr eso: los poetas arman tribus, pero es más intelectual siempre. En cambio, lo que se crea colectivamente con la música es algo que está sonando en el aire y la construcción de canciones me fascina. Hay una continuidad muy grande entre escribir poesía y escribir letras. No es lo mismo una letra de una canción que un poema, pero me ayuda el hecho de haber escrito poesía.

¿Con Rafael cómo se conocen y cómo surge el dúo?

En algún momento él vio que yo había colgado una letra en redes sociales y le puso música. Le dije: “juntémonos un día a guitarrear”; y así fue. Fue muy curioso porque enseguida congeniamos. No pasa con todo el mundo eso. Hay gente con la que te sentás a tocar y no te escucha, o vos no escuchás bien al otro; no hay química. Con Rafa fue enseguida, una química muy grande, de escucharnos y animarnos a jugar, que la música tiene mucho de eso. Fijate que en el deporte dicen “jugar al fútbol”, pero en la música no decimos “jugar”; y en inglés sí: play soccer, play football, play music. En castellano no está esa cualidad, pero está bueno tenerla presente. Estás jugando cuando hacés música; es un juego serio, y cuanto más sabés de música, más complejo puedes hacerlo. Con Rafa fue enseguida una invitación al juego, a tocar, guitarrear y ver qué sale en esas zapadas, y empezamos a componer canciones. Ahora ya estamos grabando lentamente el primer disco. Ya grabamos unos temas en Buenos Aires y queremos que haya algunos temas de este lado del río, en Uruguay. Hoy estamos grabando “La furia”, una canción que hicimos con Rafa hace un par de años y recién ahora estamos con Rafa logrando grabarla después de la pandemia.

En cuanto a presentaciones en vivo, ¿la de este jueves en el Parque Rodó es la primera?

Sería la primera presentación en Uruguay. En Argentina ya tocamos seis o siete veces, siempre con muchísimo temblor. A mí no se me va el miedo ni el pánico escénico nunca, porque claramente no estoy en mi zona cómoda. Pero eso es lo que me gusta de la música: salir de mi zona cómoda. Estoy aprendiendo un montón.

¿Cómo es tu vínculo con los instrumentos?

El ukelele fue una manera de volver a la guitarra, con la que yo estaba muy peleado. Hay un momento de la vida en que te das cuenta que no sos Paco De Lucía, dejás de tocar, te frustrás, decís “soy un choto”, no te sale nada. Si no podés lidiar con esa frustración, dejás de tocar. Mucha gente deja de vincularse con la música por eso. Y yo creo que el ukelele fue una manera de volver a jugar. En un viaje me llevé el ukelele de mi hija y recuperé la posibilidad de pensar letras con melodías. El ukelele te baja el superyó, la autoexigencia de estar haciendo una obra maestra. Es una cosa que parece un juguete, pero es un instrumento. Me ayudó a componer y volví a hacer canciones así. Después fue creciendo el ukelele: empecé a tocar el cuatro venezolano y volví a la guitarra. Fue un camino raro, como si la guitarra fuera creciendo de nuevo, porque el ukelele es chiquitito, el cuatro venezolano es un poco más grande y ahora volví a la guitarra.

¿Tocabas de chico la guitarra?

Claro, tocaba de chico. Empecé a los 16 años queriendo hacer canciones, pero no me alcanzaba la data musical. Entonces cayó la parte musical y quedó la parte letrística. Y las letras se convirtieron en poemas, los poemas se hicieron cuentos, los cuentos se hicieron novelas. Creció el árbol de la palabra, y la rama musical había quedado dormida. Lo que pasó en 2014 o 2015 fue que volvió a aparecer la parte musical muy fuerte, no sé muy bien por qué. No estaba seca esa rama; estaba dormida. Y empezó a crecer eso y escribí un montón de canciones. Ayer Nacho [Algorta] veía mi carpeta y me preguntaba: “¿cuántas canciones tenés?”. Tenemos muchas canciones y con Rafa componemos un montón, mucho más de lo que logramos grabar. No sé por qué pasó; es bastante misterioso. Y lo hago con bastante dificultad: me cuesta exponerme, me cuesta cantar, no soy un dotado musical, eso queda clarísimo; pero escribo canciones. Y a mí lo que me gusta es hacer música con Rafa, con productores y me gusta mucho cuando otros hacen canciones mías; laburar en colaboración.

Y también es una forma de encontrarte con tus lectores.

Creo que sí. Hay lectores que aceptan eso, y por ahí otros, no. Y está bien. Otros dirán: “si te va bien con la literatura, ¿por qué querés hacer papelones con la música?”. Y es una sola vuelta de montaña rusa la vida, ¿viste? Es una sola vuelta. No quiero que el día que me llegue la hora, decir: “¡cómo no me animé!”. Me estoy animando.

¿Estás viviendo en Uruguay?

Desde noviembre del año pasado.

¿Cómo la estás pasando?

Súper bien. Me encanta. Me gusta Montevideo, me gusta el ritmo, la onda de la gente. Me gusta mucho la ciudad.

¿Algo más que quieras contar?

Invitar a todos este jueves al Parque Rodó, a la Feria Ideas+, que 21.30 vamos a estar tocando con Rafa y con Nacho Algorta. Vamos a estar haciendo algunos temas y leyendo algunos textos.

Nicolás Delgado

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