Princesas de Disney desnudas, flores de contorno sugerente y hasta una colección de pantis que conservan el aroma de su uso puestos en remate: así son algunas de las picantes propuestas con las que una inédita galería de arte erótico rompe tabúes y atrae curiosos en Uruguay.
Aunque el mazo de rematador y las paletas de puja parecen iguales a los de cualquier otra, un simple vistazo a las paredes de la sala advierte de lo singular de la subasta de arte a la que convoca una recién inaugurada galería de Montevideo.
Un espacio singular
Es que, coloridos y en gran escala, los cuadros en los que la princesa Aurora, protagonista de La bella durmiente o la princesa Peach del videojuego Mario Bros aparecen desnudas acaparan las miradas en el espacio que, como asegura en diálogo con EFE la galerista Diana Saravia, es el primero “de este tenor” en el país y, posiblemente, la región.
“Creo que en Argentina no hay y en Brasil tampoco. Obviamente en Perú sí, hay museos y espacios [de arte erótico precolombino], pero se da mucho más en Europa que acá, que es nuevo y raro pero ha sido muy bien recibido”, subraya.
La propietaria del Club de París, que mantuvo el nombre del cabaret que funcionó en este local del casco histórico montevideano, acota que una exposición puntual sirvió de puntapié para pensar en una galería temática abocada a estas “propuestas diferentes”.
Con dos muestras concretadas en tres meses de funcionamiento, el espacio ofrece la exhibición “Disexney”, en la que los desnudos de Sergio Porro que erotizan el universo Disney conviven con las fotografías de juguetes sexuales de Carolina Ferreyra y la particular serie de 20 pantis o bombachas de artistas puestas en subasta por Sofía Martínez.
Fetiches enfrascados
Pedirle a 20 artistas distintos una prenda íntima usada para exhibirla en un frasco fue el origen de la particular obra de Martínez.
“Está esta cuestión de siempre querer tapar los olores del cuerpo, la transpiración o el sudor con perfume y eso también representa una forma de establecer cierto modelo de cómo debe ser el cuerpo o las cualidades y atributos que debe tener”, explica, a lo que dice que en las reacciones hubo risas y alguna negativa inicial.
A la mierda
Además, dice estar investigando aquí el “fetiche” de muchas personas. Martínez, que comparte los principios del movimiento posporno creado en la década de 1980 por la estadounidense Annie Sprinkle de representar “corporalidades no hegemónicas”, dice que hay antecedentes de colecciones similares, como la célebre “Mierda de artista” de Piero Manzoni.
“[Es] algo que está vinculado sobre todo por el formato en que lo presenta, que tenía como 70 y pico de latas redistribuidas que contienen mierda de artista”, acota.
Martínez, que integra el grupo OGT, con el que hace, por ejemplo, la obra de videoarte Casa cogida, en la que las artistas erotizan una casa vacía, destaca, por otro lado, que se decidió subastarlas para un “retorno económico”.
Es así que, con una base de 100 dólares, la drag queen Astromelia se encargó de subastar uno a uno los frascos con prendas íntimas sobre las que se detalló el tiempo de uso, que abarcó noches, días, semanas o meses, y el aroma, que fue de “canela” o “lirios” a “semen” o “mierda”.
La más cara, dice Saravia, fue la suya, que resultó vendida por 240 dólares.
“Algunas las compraron amigos y hay gente que compró que no sabíamos quiénes eran. La idea del remate es una metáfora [...], todo es parte de una obra performática”, puntualiza Martínez.
El sueño de eros
“A veces quieren ver cosas sexuales quizás más fuertes, pero por ahora se han dado exposiciones tranquilas, no hay nada que sea agresivo o 100 % explícito”, expresa Saravia sobre el público que, afirma, cada vez se acerca más al local.
En tanto planea futuras exposiciones, una de ellas vinculada a cuadros eróticos que fueron censurados, como uno que mostraba al expresidente José Mujica (2010-2015) y su esposa, la exvicepresidenta Lucía Topolansky, desnudos como Adán y Eva, y fue bajado. Saravia acota que todavía no se ha “roto mucho” el hielo de animarse a comprar obra.
Siluetas
El artista Antonio Alza, que ya expuso en Club de París en una muestra de botánica erótica con obras en las que las flores y sus pistilos “sugieren” siluetas “vaginales” o “peneanas”, asegura, por su parte, que si bien los uruguayos “se hacen los modernos”, aún son “muy pacatos”.
Ante quienes sostienen que “ya un cuerpo desnudo genera un fuerte erotismo”, Alza dice que hay que ser cuidadoso con no caer en la pornografía, ya que, cree, hay “un límite muy finito” entre ambas.
“A mí me gusta sugerir, que creo que es lo que hace el erotismo, aunque a veces también peladamente podés mostrar cosas”, resume sobre los matices con los que el dios Eros, con picardía, invita a jugar desde el principio de los tiempos.
Alejandro Prieto para EFE
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