La joyera y escultora Amanda Booth tiene una anécdota que repite: cuenta que una vez abrió un frasco de semen a primera hora de la mañana, una experiencia nauseabunda que no repetiría.
“Las muestras frescas son una cosa, pero cuando han estado en el correo por un tiempo, quiero decir... huelen a semen, ¿sabes a lo que me refiero?”, cuenta la artesana en declaraciones a la revista Vice.
Los clientes que encargan jizzy jewelry (tal es el nombre oficial de sus productos) le envían la materia prima a su taller. Luego, ella deshidrata y pulveriza el semen e incorpora el polvillo resultante en piezas de joyería.
Desde aquella experiencia con el frasco, Booth cambió su rutina de trabajo. “Procesamos el material al final del día; de lo contrario, estamos todo el día envueltos en el olor”, narra.
@amandaldbooth Stay tuned for results I guess ???????
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Booth comenzó su negocio de joyería en 2021 y fabrica esculturas y todo tipo de joyas con los fluidos corporales y las cenizas de las personas: leche materna, restos cremados de seres queridos o mascotas, piel y mechones de cabello. Una vez, alguien preguntó en sus videos de TikTok si alguna vez había trabajado con semen humano. A ella le causó gracia la idea e hizo entonces una publicación en Facebook “medio en broma y medio en serio”. Y al final fue en serio: los pedidos comenzaron a llegar, y el esperma se incorporó a su lista de materiales.
Al carecer de experiencia y ante la ausencia de bibliografía al respecto, Amanda recurrió a lo que tenía más a mano. Pidió muestras a su marido, Mullin, para tener una idea de la cantidad de semen que se necesitaría para conseguir suficiente polvo para la mezcla. “El mínimo es una cucharadita, pero si puede ser un poco más, tanto mejor”, detalla.
Tras los primeros pedidos, su casilla de mensajes comenzó a explotar de solicitudes.
@amandaldbooth ? original sound - bantsbrits
En cuanto a las motivaciones de los clientes para las joyas, son sumamente diversas. En algunos casos, forman parte de juegos de sumisión en la pareja. Y en al menos dos ocasiones, los clientes fueron hombres que estaban a punto de hacerse la vasectomía y tuvieron el detalle de usar sus últimas gotas de “fluido amoroso” en un regalo para sus amadas.
La recolección del material también es fuente de numerosas anécdotas. La artesana contó el caso de una pareja que le envió material más que suficiente para el trabajo solicitado. En su mensaje, le explicaban que hacerlo les había “costado” dos sesiones de sexo y otras dos de “masturbación en solitario”.
“Decían que querían estar seguros de que tuviera suficiente material para trabajar”, cuenta la joyera.