Este próximo sábado 1° de mayo se festeja el Día de los Trabajadores en Uruguay y los obispos de nuestro país emitieron un mensaje para conmemorar el día. En primer lugar, saludaron a todos los trabajadores de la ciudad y el campo "en estos tiempos difíciles que estamos viviendo como país". Además, aseguran que este mensaje llega en una hora de "escasez, inseguridad, múltiples exigencias y pocas satisfacciones para sus esfuerzos".
"Como Iglesia Católica en el Uruguay: fieles laicos, personas consagradas, diáconos, sacerdotes y obispos estamos, al decir del Papa Francisco, 'en la misma barca' con todos nuestros compatriotas, zarandeados por un tsunami que no deja de sorprendernos, en un momento de crisis y gran incertidumbre. Pero nos sabemos 'parte de lo mismo'; compartimos los problemas y el dolor de nuestro pueblo. Por ello, invitamos a todas las personas de buena voluntad a que, a través de un diálogo sincero, busquemos juntos las mejores soluciones para todos los habitantes de este país", indicaron en el mensaje.
Los obispos agradecieron a todos los trabajadores que siguen sosteniendo los servicios esenciales para el funcionamiento de nuestra sociedad, "recordaron con gratitud" a todos los trabajadores rurales que este miércoles celebraron su día y expresaron su solidaridad con aquellas personas que, por la pandemia, perdieron su fuente laboral o la conversar, pero "en una situación precaria".
"Nuestro país se ha forjado por el trabajo y el esfuerzo de su gente, atravesando otras tormentas. Confiamos en que en esta hora que nos ha tocado de tanto sufrimiento y temor, también saldremos adelante por el trabajo y el esfuerzo de todos. Como cristianos les compartimos nuestra fe y una buena noticia: en Jesús y en su hogar de Nazaret podemos reconocernos como familia que hace frente a sus dificultades y encontrar en ellos un remanso de esperanza", sostiene el mensaje.
"Antes de ser el predicador que recorrió los pueblos de su tierra anunciando: "El Reino de Dios está cerca", Jesús, el Hijo de Dios, llevó durante treinta años una vida anónima y silenciosa. Hijo de un carpintero, de quien aprendió el oficio, vivió en una pequeña aldea de la Galilea empobrecida y sojuzgada por el imperio romano", añaden.
Finalmente, los obispos animaron a "redoblar los esfuerzos y solidaridades" con el fin de celebrar más temprano que tarde "del banquete abundante en todos los hogares de esta bendita tierra".