Novedad editorial

Es éste, el tercer y último volumen de Artigas Ñemoñaré. El fin de la saga. Es nuestro año XIII, entre aquel que abrió la secuencia y éste que la cierra.

Planificamos una década entre ambos, pero el maravilloso rumbo que tomo esta aventura adquiriendo vida propia, quiso que llegáramos a los albores mismos de otro año trece tan caro al artiguismo, el del Bicentenario de sus culminantes Instrucciones.

Si la serie se inauguró invitando a entrar en la Historia de las mujeres de Artigas, y varios de sus hijos ignorados hasta el momento, como parte de interiorizarnos de una vida privada a la que casi estaba prohibido ingresar, agregando a la vez una rama de árbol genealógico paraguayo, cortada o abandonada a su orgullosa suerte.

Se continuo en la entrega intermedia, priorizando el universo africano, emergiendo con toda su fuerza ese tono tan afecto a Artigas a lo largo de toda su vida, aportando la novedad de la imagen perdida de San Baltasar, el pequeño orixá disfrazado con ropas cristianas para no subvertir el orden, que se exilia con él en Paraguay. Y si en ambos, como en el presente ñemoñaré, distintas etnias indígenas y buena parte del gauchaje imponen su presencia, se incorporan aquí, numerosos personajes y personalidades, de raigambre europea o cualquiera sea ella; asimismo situaciones, episodios, específicos momentos que, queriendo o no, nos ofrecen desde un inabarcable panorama a una pequeña luz que titila con datos de esos, que no se puede dejar de lado para entender algo más, por poco que sea, ya de Artigas, ya del artiguismo.

Así como el Caciquilla; Isabel y sus hijos Juan Manuel y Vicenta; Rosalía y José María; Matilda y Roberto; Melchora, Santiago y Maria; Maria Esclolastica; Juliana Salinas; Pedro Mónico; Clara y Juan Simeón; Felipa, la reina benguela; los gauchos negros Donato, Lazina, Montevideo y Ledesma en los anteriores tomos, se suman aquí el padrino Nicolas, Santiago Felipe Cardoso, la parentela de los Pereira, mamá Francisca Antonia, los hermanos Yegros, Juan Parish, Bonpland, Andresito y sus dignos sucesores: Abucú y Aripí; Sepé y sus buenos vecinos de Tacuarembo; los curas Silverio y de la Peña y tantos más; claramente o a través de intersticios nos ayudan a componer el verdadero rostro humano de Artigas.

El mismo da una buena mano. "El verdadero rostro de Artigas se nos aparece entonces en innumerables ejemplos de su vida". Y una contribución final a la muy cargada iconografía. La misma ha corrido siempre, generalmente, por la inspiración de grandes artistas plásticos. El verdadero rostro de Artigas, dejando de lado simbólico, en su sentido estrictamente literal, concurre aquí aportando cierta cuota importante de ciencia. ¿Qué puede decir el arte forense al respecto?

Esa fue la gran respuesta que se fue a buscar a Nueva Cork, porque allí se encuentra el número uno en la materia. El rostro de Artigas de la autoría de Stephen Mancusi se aprecia en la carátula que abre este tercer Artigas Ñemoñaré, en las imágenes interiores y su análisis en las páginas que lo cierran. "Y esto es todo. Cuán cambiado esta el mundo, la región, el país, la historia, Artigas, y yo, desde aquel día de 1195 en que leyendo por primera vez los poemas de Ansina se me movió el esqueleto. En buena hora.

Nelson Caula.