Las vivencias de Perera con sus hijas son únicas, pero las posibilidades de imitar su actitud son infinitas. Él, matemático de gran nivel y feliz padre, describe a sus niñas (y a su perrita) y después, paso a paso, cuenta las inquietudes matemáticas de ellas, la forma en que van descubriendo las soluciones y la alegría que manifiestan en el proceso. Y también, por supuesto, su propia satisfacción ante la capacidad de razonar y la confianza en sí mismas que muestran en todo momento.
A partir de este tipo de experiencias, Perera dice sobre la visión del niño: [...] esa capacidad de no dar nada ni a nadie como incuestionable [...] ya sea respecto al mundo, a su funcionamiento, pero muy en particular con relación a la ciencia, es la fuente del mayor tesoro del conocimiento humano: las buenas preguntas, incisivas, concretitas y removedoras, que obligan a pensar mucho, revisar lo que se da por obvio, encontrar una explicación realmente sólida y finalmente ser capaz de explicarla de manera clara".
Aquí, la iniciativa es de las niñas, que no le temen en absoluto a la matemática (y tal vez a ninguna disciplina). El adulto sólo guía la búsqueda, no dice "esto es muy difícil para ti" y elogia las respuestas fundadas, en un diálogo distendido y festivo.
¿Quién se anima a seguir el ejemplo?
Gonzalo Perera nació en Rocha el 15 de setiembre de 1966. Aunque su vida profesional (es doctor en Matemática, profesor grado 5 de Facultad de Ingeniería) lo llevó a recorrer distintos lugares y a vivir en ciudades como París, guarda un especial afecto por su terruño de origen, así como un especial gusto por la sencillez de la vida en un pueblo pequeño.
La principal obra de su vida son sus dos hijas, Anahí y Camila, a las que considera objetivamente adorables, divinas, hermosas y enternecedoras. Estricta objetividad. Ha escrito numerosos trabajos de investigación, fue por dos períodos presidente de la Sociedad de Probabilidad y Estadística de América Latina, ha publicado tres libros en esta misma editorial y actúa como periodista de opinión en varios medios escritos y una radio. De padre profesor de Matemática y madre profesora de piano, como para darle la razón a Mendel, salió un matemático (en toda variante y género). Sus demás pasiones confesables son Nacional, el buen cine, correr largos ratos por la playa de Aguas Dulces. Vive actualmente en Montevideo, aunque, por la razón más poderosa del mundo, pasa parte de su tiempo en Trinidad. Es un convencido de que no hay que temerle a los miedos y que los miedos son sanos, son formas instintivas de protegernos del riesgo o peligro, pero también cree que más sano aún es enfrentar y vencer los miedos. Particularmente a la Matemática y la Ciencia.
(Fuente. Editorial Fin de Siglo)
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