El martes 12 de abril, a las 19 horas en el Ateneo de Montevideo se realizará la presentación de este libro, con la participación de Adolfo Garcé y Alfredo García.
El libro
La dictadura militar parece haber arrastrado tras ella el efervescente debate en torno a Cuba. La teoría del foco, la política soviética para los países del Tercer Mundo, la participación de la izquierda en los procesos electorales de las democracias formales, el culto a la personalidad, la vigencia de la lucha armada, reformismo o revolución, etcétera, representan un menú de temas aparentemente obsoletos ante la urgencia de demandas políticas de corto plazo.
La izquierda de América Latina, ha evitado arriesgar su honor en desmedro de un pequeño país que le grita en la cara al gigante del mundo. Pero cuánto de esto es nada más que un discurso febril, puesto a circular en un ambiente de escaso rigor intelectual. Al reposicionar la cuestión ética ante la invasión soviética a Checoslovaquia y el casi obligado silencio que buena parte de la izquierda de la región debió guardar, entre otros motivos por la posición cubana ante el conflicto, Nieto plantea un ejercicio de investigación y memoria ante la figura de Fidel Castro y su demanda de ser el interlocutor excluyente de una Cuba dividida, cuando la vuelta al capitalismo es cosa de poco tiempo más, y el fracaso de su modelo es ya indiscutido.
¿Qué pasó dentro de Cuba con quienes se habían alzado en armas contra la dictadura de Batista y se opusieron, pocos meses después, a sellar una alianza estratégica con el régimen soviético que treinta años más tarde desaparecía sin pena ni gloria? ¿Qué pasó con Camilo Cienfuegos? ¿Quién era Frank Pais? En Las pesadillas de Fidel Castro Nieto emprende el escabroso camino de analizar el papel que el máximo dirigente cubano ha tenido en la construcción de mitos y leyendas que han actuado más como motivo de fe que de pensamiento científico, apegado a la verdad.
El autor
Luis Nieto nació en la ciudad de Treinta y Tres, en 1945.
En 1969, inspirado en la leyenda de Guevara, viaja como mochilero a lo largo de América Latina. Ese año se incorpora al MLN (Tupamaros) donde tiene distintas responsabilidades hasta su detención en 1971. Tras su liberación vive en el Chile de Allende y la Unidad Popular y, poco antes del golpe militar de 1973, viaja a Cuba para recibir entrenamiento militar. Entre 1976 y 1983 reside en España, y durante 1984 lo hace en Argentina, de donde regresa a Uruguay un mes después de las elecciones de 1984.
En su largo exilio vivió, de forma directa, tanto las consecuencias de la lucha armada en América Latina como las luchas cívicas por la recuperación de la democracia. Cuba fue una experiencia decisiva para Nieto. Ya en sus novelas El invencible y Estrella del Sur, Fidel Castro ocupaba buena parte de sus preocupaciones intelectuales. Las pesadillas... es la crítica a uno de los personajes más importantes del Siglo XX.
En España, Nieto publica la novela La lluvia grande y los libros de cuentos Lloret de mar, octubre 20 y Los aventureros del río Truco. De regreso a Uruguay, aparecerán las novelas El invencible y Estrella del Sur, y los libros de cuentos Qué tiempo y Viñeta montevideana. Fue co-guionista de Curro Jiménez, el regreso de una leyenda. Dirigió los largometrajes Y su música suena todavía, La memoria de Blas Quadra y Estrella del Sur.
Las pesadillas de Fidel Castro
Las pesadillas de Fidel Castro son muchas y variadas según Luis Nieto, pero hay algunas que nos sumergen en un mundo de intrigas, conspiraciones y misterios que el régimen cubano no ha podido afrontar sin enturbiar más las aguas.
A lo largo del libro se presentaran diferentes casos y reflexiones, frutos de una investigación seria, expuestos con agilidad narrativa. Nieto nos lleva a distintos tiempos y personajes de la Revolución Cubana siempre con la omnipresencia de Fidel Castro.
Aquí presentamos algunos fragmentos del texto con breves aclaraciones previas.
Capítulo III - "Una flor para Camilo"
El caso Huber Matos
La mítica foto oficial de Fidel Castro entrando a la Habana junto a Camilo Cienfuegos fue víctima de la censura oficial. En la versión original de esa foto se puede ver a la izquierda de Castro a otro barbudo; su nombre: Huber Matos. Maestro de profesión y miembro del Ejército Rebelde fue un hombre de confianza de los hermanos Castro en la lucha contra el dictador Batista y en los primeros tiempos del gobierno de la Revolución.
Matos, jefe militar de la provincia de Camagüey, al observar el avance y cooptación que el partido comunista estaba realizando en el gobierno revolucionario decide presentar renuncia como comandante del Ejército Rebelde. En una carta dirigida a Fidel Castro (se encuentra en Las pesadillas de Fidel Castro) el maestro devenido en general expone los motivos de su renuncia... pero a Fidel no se le da la espalda facilmente y la fuerte respuesta no se hará esperar.
(Extracto del libro)
A media mañana del día 21, con Huber Matos detenido y custodiado pistola en mano por Ramiro Valdés, Fidel Castro irrumpe en el campamento acompañado por una turba exaltada de unas tres mil personas. Se reúne en el tercer piso con los capitanes de la unidad y les dice que Matos es un traidor, que está involucrado en una conspiración junto al dictador Trujillo de Dominicana, y batistianos de Miami. Ante el reclamo de pruebas por parte de los oficiales, Castro dice que él tiene las pruebas.
Desde un balcón del segundo piso de la unidad, Castro hace un discurso contra la traición de Matos, explicando que había tenido que trasladarse al Ignacio Agramonte para sofocar la conspiración. Mientras señala hacia adentro, donde está Huber Matos, grita: "Huber es tan cobarde que no se atreve a venir a defenderse de su traición ante el pueblo".
Matos se pone de pie con la intención de ir al balcón, pero Ramiro Valdés le apunta con la pistola nuevamente, y Camilo dice a Matos por lo bajo que no puede interrumpir el discurso de Castro. De todas formas, Camilo se dirige a Fidel Castro y llama su atención discretamente para transmitirle el deseo de Matos de hacer uso de la palabra. Castro sigue su discurso, y Ramiro Valdés da la orden que se lleven a Matos a otro lugar. Lo suben a un jeep en el que ya están varios capitanes y tenientes detenidos. En otros vehículos suben al resto de los oficiales, y con el apoyo de una tropa numerosa llegada a Camagüey, Ramiro Valdés conduce a Matos y a su oficialidad al aeropuerto de la ciudad. De Camagüey directamente a Ciudad Libertad, el antiguo Campamento Columbia, donde llegan al mediodía en un transporte de la Fuerza Aérea.
En las veinticuatro horas que van desde la entrega de la carta de renuncia hasta la llegada del avión militar al Estado Mayor del Ejército la "conspiración" había sido conjurada sin disparar un tiro, pero el hecho político tendrá una repercusión mucho mayor y duradera en el tiempo. A partir del 21 de octubre de 1959, la "traición y conspiración" de Huber Matos serán un hito en el desarrollo de la Revolución.
Capítulo IV - "La construcción de una leyenda"
La carta de la discordia
Las diferencias políticas, estratégicas e ideológicas entre Castro y Guevara llegaron a su punto crítico cuando Guevara acusa a la Unión Soviética de ayudar a perpetuar al capitalismo. Luego de esta afirmación Guevara se lanza en un proyecto, casi personal, de liberación mundial. Este proyecto no era bien visto ni por los norteamericanos ni por los soviéticos; Guevara quedó atrapado en un juego entre las dos potencias mundiales. Castro, hábil político, mantiene a Guevara alejado de la palestra internacional "ayudándolo" con su proyecto guerrillero, pero a la vez desmarcándose ante el régimen soviético.
Desde la guerra del Congo, Castro empieza a configurar una sucesión de hechos y decisiones que terminarán con la muerte del "Guerrillero Heroico" en Bolivia en el año 1967. Luis Nieto nos presenta estos episodios de tal forma que el lector quedará atrapado en la disyuntiva entre la casualidad o la conspiración.
(Extracto del libro)
"Cuando se marchó (Ernesto Guevara, aclaración del autor), me escribió la conocida carta de despedida, y no quise publicarla durante meses por la sencilla razón de que el Che tenía que salir de África. Y, efectivamente, salió de África, regresó a Cuba, estuvo un tiempo, solicitó un grupo voluntario de combatientes de la Sierra Maestra, que nosotros autorizamos, se entrenó duramente junto a sus compañeros, y después partió a Suramérica. Tenía ideas de luchar no sólo en Bolivia, sino también en otros países y en su propio país. Esa es la explicación por la cual escogió aquel punto. Desde luego, se hizo mucha campaña e insidias contra Cuba en todo aquel período, pero nosotros soportamos la campaña y no publicamos la carta; sólo lo hicimos cuando ya el Che tenía asegurada la llegada a la zona escogida por él en Bolivia. Fue entonces cuando la publicamos. Se hizo mucha campaña calumniosa con relación a todo eso." Fidel Castro.
El que la carta haya tomado estado público mientras el Che intentaba salvar algo la ruinosa expedición al Congo, provocó una tremenda crisis en Guevara, y esto lo dice el propio Che en su Pasajes de la Guerra Revolucionaria: Congo, pero lo relata en toda su crudeza Dariel Alarcón, testigo presencial del momento en que escucharon a Fidel Castro en la transmisión internacional por la inauguración del Primer Comité Central del Partido Comunista de Cuba. También estaban presentes Oscar Fernández Mell, el doctor Menchero y Octavio de la Concepción. En palabras de Alarcón esto es lo que sucedió en aquel momento: "Por cierto, estando reunidos en el campamento de la comandancia en el Congo, al Che le sorprendió sobremanera la publicación de esa carta. Se disgustó mucho al escuchar la lectura por Fidel de esa carta. Según sus palabras textuales, a ese documento no se le podía dar lectura sino en caso de que algo anormal sucediera con su persona, era como una especie de testamento. El Che se quitó la gorra y la estrujó entre sus manos y dijo con indignación: ‘Las cosas están tomando otro curso, pues se están violando los acuerdos hechos entre amigos que parecen desaparecer, y entre sombras asoma el culto a la personalidad, Stalin parece que no ha muerto', y se retiró sin terminar de escuchar el discurso."
La relación Guevara-Castro
El 15 de marzo de 1965, luego del discurso de Argel, y de un breve pasaje por Europa, el Che llega al aeropuerto de La Habana. Lo esperan Fidel Castro, Raúl Roa, Osvaldo Dorticós, Carlos Rafael Rodríguez y Aleida March, su mujer. El recibimiento fue más bien frío, apenas intercambiaron algunos apretones de mano antes que Fidel Castro tomara de un brazo al Che para conducirlo a una oficina, donde esperaba Raúl. Esa reunión duró casi veinticuatro horas, una duración inusual, si se tiene en cuenta que se produce a la llegada de un viaje, como si precediese a una definición que no podía esperar siquiera algunas horas de descanso, y durante la cual ni siquiera se tomaron tiempo para comer algo. Lo poco que se sabe lo cuenta Pacho O'Donnell, que le llega a través de la entrevista que tiene con Dariel Alarcón. Este le relata lo que oyó por boca de uno de los guardaespaldas del Che. La discusión fue muy fuerte, giró en torno a la relación de Guevara con China. Fidel argumentó largamente sobre el riesgo que corría Cuba de quedarse sin la asistencia de la Unión Soviética. El Che respondía con los principios revolucionarios, que no se podían vender bajo ninguna exigencia de la realidad, y que Cuba no tenía salida sin que la revolución tuviese alcance mundial. O'Donnell cita otras fuentes consultadas sobre este mismo hecho, que ratifican lo dicho por el custodio del Che. Fidel Castro acusa a Guevara por su falta de tacto para con la URSS y le recuerda que los deberes de los dirigentes de la Revolución hacia Cuba a veces son distintos a las afirmaciones de los teóricos que nunca tuvieron la responsabilidad de gobernar. Fidel Castro le recordó que no se puede pelear con Estados Unidos y la Unión Soviética al mismo tiempo, que eso no es mantener principios sino suicidio político. Las palabras de Castro ofenden al Che, que le comunica que se irá al Sur, a seguir el proyecto de Masetti porque en Cuba parecía haber muerto el espíritu de la Revolución y que lo que se podía esperar en adelante era ser un satélite más de la Unión Soviética. Los dos continúan discutiendo pero ya se había dicho lo que tendría difícil arreglo: sus caminos se apartaban. Entre largos silencios, Castro hace un desganado esfuerzo por retenerlo en Cuba, pero el Che insiste en que partirá a Sudamérica. La conversación tiene pocas variantes, Castro le ofrece ayuda para su proyecto en América del Sur, hasta que Raúl Castro acusa a Guevara de trotskista, en medio de gritos, y la reacción del Che no se hace esperar cuando intenta golpear a Raúl, gritándole "estúpido" varias veces. El Che pide a Fidel que dé su opinión pero éste permanece callado, y entonces Guevara abre la puerta, sale, y la cierra de un portazo.
Camilo Cienfuegos
Capítulo III - "Una flor para Camilo"
Camilo era el más "cubano" de la los comandantes de la revolución. El desparpajo de su andar, su simpatía y humildad, habían hecho del joven habanero, uno de los referentes máximos de la Revolución Cubana.
Así como otros barbudos, Camilo no veía con buenos ojos la injerencia pro soviética en el gobierno cubano. En octubre del 59 Fidel Castro lo manda a sofocar la supuesta rebelión del jefe militar de Camagüey Huber Matos. Camilo ve que no existe tal levantamiento y comienza a realizar su propia investigación que terminará el 28 de octubre con la nunca resuelta desaparición del avión en el cual viajaba.
(Extracto del libro)
Cada 28 de octubre, la isla de Cuba se reúne para echar una flor al mar, una flor para Camilo. El legendario héroe de la Sierra Maestra, y de la invasión a Occidente, desapareció cuando su prestigio y el cariño de su pueblo estaban en lo más alto. Era un hombre joven, no tenía treinta años, pero su rol como jefe del Estado Mayor del Ejército era indiscutible, ningún otro de los comandantes de la Sierra reunía los antecedentes y el carisma de ese hombre de sonrisa fácil y valentía sin límites. Fue el primer rebelde que, con su tropa, bajó de la Sierra Maestra, para asediar al ejército de Batista en la llanura del río Cauto, en los municipios de Manzanillo, Holguín y Bayamo. Durante tres meses y medio mantuvo en jaque al ejército de Batista, aliviando la presión sobre Sierra Maestra, la retaguardia rebelde. El 4 de mayo de 1958, las tropas gubernamentales consiguieron rodear a su pequeña guerrilla en el monte La Estrella. Quinientos soldados contra un puñado de rebeldes. El ejército de Batista contaba con tanques, morteros, un helicóptero, artillería. Los rebeldes de Camilo rechazaron seis intentos de penetrar en el monte, y, al llegar la noche, el ejército prendió fuego a la vegetación para obligarlos a salir o morir quemados. Cerca del amanecer, Camilo ordena prender fuego en dirección contraria para contrarrestar las llamas. La tropa de Camilo estaba lista para salir a combatir a campo abierto, pero el ejército, desmoralizado, sube a sus 18 camiones y abandona el lugar. Esa anécdota, en boca del pueblo cubano, unida al apellido Cienfuegos, corrió por todo el país, enriqueciendo su leyenda, porque ni cien fuegos podían acabar con Camilo. El prestigio del comandante Camilo Cienfuegos ya era grande antes de iniciar la invasión a Occidente, al mando de la Columna Antonio Maceo. Fue un hombre que se fundó en el verso y el amor a la patria, como buen martiano. En cada acto público donde estuviese la plana mayor rebelde, de todos los comandantes, Camilo era el más aplaudido. A cincuenta años, Cuba lo recuerda como si fuese el primero de su desaparición.
Se tejieron varias hipótesis sobre la muerte del comandante Cienfuegos, pero hay una que el gobierno jamás mencionó: la deserción. El gobierno cubano siempre se ha ufanado de tener el mejor servicio de Inteligencia después de Israel. Además, y hasta el derrumbe de la Unión Soviética, contó con el apoyo irrestricto de la KGB. La deserción de un dirigente político del peso de Camilo hubiese sido detectada de inmediato. El tema Camilo Cienfuegos, en el momento que desaparece, era demasiado sensible en la relación Cuba / Unión Soviética, lo que debió haber hecho saltar todas las alarmas. De existir la mínima posibilidad que Camilo Cienfuegos hubiese desviado su avión Cessna 310 para refugiarse en otro país, el gobierno cubano jamás hubiese erigido su figura en un referente de la Revolución. El prestigio de Camilo era demasiado grande como para arriesgar una reaparición, cuando él lo decidiese, y en una posición política contraria al gobierno. Para mantener durante años la figura de Camilo como un referente revolucionario, y como fuente de inspiración de los adolescentes que se formasen en las Escuelas Militares Camilo Cienfuegos, el gobierno de Cuba debió tener la seguridad absoluta que Camilo Cienfuegos estaba muerto, aunque nadie, aparentemente, haya visto su cadáver. De todas las especulaciones que se puedan hacer sobre lo que pasó al caer la tarde de aquel 28 de octubre, la deserción es la única descartable, a pesar de que hubiese tenido motivos para abandonar la Isla.
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