Por The New York Times | Miya Lee
KATIE HEANEY SOLÍA REALIZAR CUESTIONARIOS DE OPCIÓN MÚLTIPLE PARA DETERMINAR SI ERA UNA MUJER HOMOSEXUAL O HETEROSEXUAL. RESULTA QUE DESDE UN PRINCIPIO TUVO TODAS LAS RESPUESTAS.
En su ensayo de 2018 para la columna de Modern Love, “¿Soy gay o heterosexual? Quizá este cuestionario divertido me lo dirá”, la escritora Katie Heaney describe cómo su afición a los cuestionarios de opción múltiple, que le habían proporcionado una “fuente de apoyo y consuelo durante toda la vida”, obstaculizó su capacidad para confiar en sí misma, incluso cuando se trataba de su sexualidad.
Después de salir del clóset a los 28 años, ya daba este consejo: no busques respuestas personales en el exterior.
Hace poco, el editor de Modern Love, Daniel Jones, y yo nos pusimos al día con cuatro escritores cuyos ensayos inspiraron episodios de la nueva temporada de la serie de televisión ”Modern Love” en Amazon Prime Video. A continuación, mi conversación con Heaney, cuyo episodio es protagonizado por LuLu Wilson y Grace Edwards. La entrevista ha sido editada con fines de síntesis y claridad.
También puedes leer mi entrevista conAmanda Gefter (“Chica nocturna encuentra a chico diurno”), y las entrevistas de Daniel Jones con Mary Elizabeth Williams (“Un segundo abrazo, con corazones y ojos abiertos”) y Andrew Rannells (“Las llamadas ignoradas por una noche de sexo casual”).
Miya Lee: ¿Cómo comenzó tu interés por los cuestionarios de personalidad?
Katie Heaney: Siempre me gustaron los cuestionarios que aparecían en las revistas. Cuando era joven y vivía en Saint Paul, Minnesota, solía leer CosmoGirl y Teen Vogue. Luego me aficioné a los cuestionarios y las predicciones de internet. De hecho, trabajé en BuzzFeed escribiendo cuestionarios en el auge de los cuestionarios en línea.
P: ¿Buscabas algo con esos cuestionarios predictivos, o lo hacías solo por diversión?
R: Era divertido, pero buscaba orientación y respuestas claras. Básicamente quería que alguien me dijera que yo iba a estar bien, que adquiriría todo lo que necesitaba para tener una vida feliz.
A medida que crecía y sentía que mis experiencias se alejaban de las de mis amigos, buscaba fuentes externas que me aseguraran que seguía siendo “normal” y que todavía había un camino para mí.
P: ¿Cuándo sentiste que tus experiencias divergían de las de tus amigos?
R: Lo sentí especialmente cuando llegué a la universidad. Con cada año que pasaba, el hecho de no haber salido con nadie parecía convertirse en un indicador de diferencia. No me sentía una marginada ni mucho menos.
Pero verme a mí misma como una persona sin pareja y sin sexo, incluso si eso no era visible para la gente, me pesaba. Sentía que tenía todo lo demás resuelto: era buena en la escuela, hacía amigos con facilidad, ese tipo de cosas. Pero las citas eran un área en la que me sentía completamente perdida.
P: ¿Cuándo recurriste a los cuestionarios para conocer tu sexualidad?
R: Tenía 20 años, no era tan joven. Mucha gente que tiene anécdotas sobre su salida del clóset se remonta a los 6 años. Yo tenía 28 años cuando lo hice.
P: ¿Buscabas una respuesta concreta sobre tu sexualidad?
R: No buscaba una respuesta como la verdad real. Buscaba una respuesta como confirmación de lo que quería creer ese día. Y normalmente quería creer que era heterosexual, o que no era lo suficientemente gay como para que se manifestara de forma significativa en mi vida.
Obviamente, ahora hay mucha más conciencia sobre la bisexualidad y la fluidez sexual. Pero a principios de la década de los 2000, esas ideas no eran generalizadas, especialmente en los cuestionarios chapuceros que encontraba. También había momentos en los que hacía cuestionarios y quería que me dijeran que era gay, pero luego no me lo creía porque los criterios que tenían en cuenta para hacer esa evaluación me parecían muy falsos.
P: ¿Sentías que podías hablar con tus amigos sobre tu sexualidad?
R: Un poco. Hablé mucho con mi mejor amiga de entonces, Rylee. Recuerdo haberle enviado mensajes de Facebook cuando tenía 20 años sobre Shane de “The L Word”, y Tegan & Sara. Le escribía: “Estoy bastante segura de que ahora soy gay”, pero siempre lo decía de manera despectiva y medio en broma. Ella no lo rechazaba ni lo descartaba.
Tampoco tenía ningún amigo gay. Una vez más, eso es algo que probablemente sea muy diferente ahora, dependiendo de la zona del país o del mundo en la que estés, pero a principios o mediados de los años 2000, creo que no era poco común. Así que me imagino que mis conversaciones con mujeres heterosexuales sobre esos sentimientos eran muy diferentes de lo que habrían sido si hubiera hablado con personas homosexuales.
P: ¿Cómo llegó el momento en que, a los 28 años, les dijiste a tus amigos que tal vez no eras heterosexual?
R: Tuve una terapeuta maravillosa que me ayudó a poner las cosas en su sitio. Me mudé a Nueva York cuando tenía 26 años y había salido con un par de chicos sin mucho éxito.
Cuando empecé a hablar con mi terapeuta sobre mi vida romántica, me dijo: “Es significativo que prácticamente solo quieras pasar tiempo con otras mujeres. Es significativo que la idea de tener una cita con un hombre solo te produzca temor, mientras que la idea de tener una cita con una mujer te produce curiosidad”. Lo hizo parecer muy simple. Lo necesitaba. Ojalá lo hubiera tenido diez años atrás.
P: ¿Puedes hablarme de tu primera cita con una mujer?
R: Entré a OkCupid y me puse como bisexual. Vi el perfil de Lydia en el primer par de días, le envié un mensaje y programamos una cita. Estaba muy nerviosa, pero todo salió bien.
P: ¿Comenzaron a salir después de eso?
R: Sí, de hecho, ahora estamos casadas.
P: ¡Ah, vaya! Felicidad.
R: Gracias. Nos casamos en 2019, antes de la pandemia. En ese momento llevábamos casi cuatro años juntas.
P: Increíble. Y para retroceder un poco: ¿cómo fue la primera vez que saliste con Lydia?
R: Una vez que la conocí, me di cuenta de que es algo simple: “¿Quiero seguir saliendo con ella o no?”. Y lo hice. Y luego, por supuesto, al fin conocer a otras mujeres “queer”, y ver el amplio espectro de lo que puede ser esa diversidad, me mostró que era perfectamente capaz de ser gay incluso habiendo tenido esa adolescencia en la que de una manera u otra estaba loca por los chicos.
P: Escribiste dos libros de memorias, uno antes de salir del clóset y otro después. ¿Puedes hablarme de esas publicaciones?
R: Empecé el primer libro de memorias cuando estaba en el posgrado. Por aquel entonces, buscaba la seguridad de que estaba bien tener mi edad y no haber tenido novio. Así que escribí una especie de catálogo, una mirada cronológica a todos mis enamoramientos y cómo cada uno de ellos salió mal. Intenté reírme de mí misma, mostrarme algo de amabilidad y también mostrarme amable con la gente que estaba en mi misma situación.
P: ¿Qué edad tenías cuando se publicó?
R: Tenía 26 años. Así que no pasó mucho tiempo para que empezara a pensar más profundamente en mi sexualidad y tuve una crisis en dos frentes: obviamente, estaba el entendimiento privado de que estaba equivocada sobre quién creía que era, lo cual es muy importante, pero también estaba la parte pública.
Después del primer libro de memorias, había un número considerable de lectoras jóvenes que buscaban en mí su propia seguridad. Al salir del clóset, sentí que iba a poner en peligro el personaje que había creado para ellas. Salí del clóset en Tumblr y estaba muy nerviosa, pero todo el mundo me apoyó mucho.
P: ¿Sobre qué escribiste en tu segundo libro de memorias?
R: Mi experiencia al salir del clóset y al salir con una mujer por primera vez, y cómo todo el primer libro de memorias podía ser un buen indicador de que era gay. Fue como una larga posdata al primer libro de memorias, la información actualizada, de la mejor manera que pude relatarla.
P: Trabajaste en BuzzFeed de 2013 a 2017 como editora y, brevemente, como escritora de cuestionarios. En ese trabajo, ¿cómo se vio afectada tu perspectiva sobre los cuestionarios de personalidad y las predicciones?
R: Bueno, me convenció de que nadie sabe nada. Muchos de mis cuestionarios eran bastante tontos. Me gustan las cosas paranormales, así que hice un montón de cosas como: “¿Qué tipo de fantasma serás?”. Pero en cuanto a las predicciones románticas más tradicionales, me di cuenta de que no hay ninguna aptitud que tuvieran los escritores de los cuestionarios de las revistas que leía cuando era niña y que yo no tenga ahora.