Brasil es un casi continente ajeno; de espaldas a nuestro Río de la Plata, los brasileños hacen su vida y su cultura a su manera, amparados en la impunidad de su lengua. Sin embargo, a escasos kilómetros de la frontera uruguaya, una cuidad, demente y acelerada, se levanta soberbia más allá de complejos y traumas. Porto Alegre, el corazón de Rio Grande do Sul, nos mira por encima del hombro, mientras pare sus hijos.
Más de dos décadas atrás, cuando las dictaduras de todo el sur refluían y una engañosa primavera desplegaba sus alas, un trío de amigos formaba Nenhum de Nos, una banda de corazón brasileño, con un oído en el norte y otro en el sur.
“Cuando estábamos en la escuela escuchábamos Seru Giran y Sui Generis, junto con la Tropicalia y lo que sonaba del rock anglosajón”, explica Thedy Corrêa, voz líder de Nenhum de Nos. “Nos encantaba; con el tiempo fuimos interesándonos más por esa música que venía del Río de la Plata, pero no era fácil conseguirla. Por esa época siempre esperábamos ansiosos que algún amigo o familiar viniera a Montevideo o Buenos Aires, y le hacíamos los encargos. Parece raro, pero en Porto Alegre era más fácil conseguir un álbum de David Bowie que uno de Fito Páez”.
Así y todo, el trío se las ingenió para cargarse de un bagaje del que aún hoy no se desprende. Por ahí, en la conversación, se mezclan los nombre de sus compatriotas Os Mutantes y Vitor Ramil con el de Jorge Drexler, No Te Va Gustar y Alfredo Zitarrosa, Charly García y Fito.
Pero además, la banda tenía ciertos códigos inquebrantables: en primer lugar, hacer la música que los hiciera sentir cómodos; la segunda regla no era escrita era el respeto por la relación afectiva. Aún hoy, y veintidós años después, los cinco músicos que integran el combo son y se sienten amigos. Y siempre la música como motor y como factor de cohesión. Y como laburo. “Nosotros estudiábamos ingeniería”, apunta Thedy, “y en un momento, cuando empezábamos a tener buenos shows y a ser conocidos, las cosas se complicaron. Murió mi padre, y mi mamá me dijo que tendría que buscarme un trabajo y ayudar en la casa. Le pedí 6 meses para intentarlo. Le dije ‘mirá, mamá, esto puede funcionar; dame 6 meses, si no anda, no más’. Y me dijo que sí. Antes de esos 6 meses nuestras canciones sonaban en todas las radios y estábamos girando por todo Brasil”.
A caballo de un pop rock clásico con reminiscencias de la música argentina de los 70 y 80, de la MPB y del country folk estadounidense, Nenhum de Nos se posicionó rápidamente en la cima de los charts radiales, recorrió Brasil y vendió cientos de miles de discos, y la inspiración golpeaba. “Después del segundo disco comenzamos a cambiar el rumbo musical, queríamos explorar en terrenos que antes nos eran inaccesibles. El riesgo era grande, pero decidimos correrlo. Sabíamos que los fans no iban a salir defraudados, pero queríamos acercar a más gente de la que escucha las canciones que están en el Top 10. Y de hecho ocurrió así. Ni siquiera en los tiempos duros que vivimos económicamente, en la época de Collor de Melo, dejamos de tocar nuestras canciones. Era al revés: creo que nuestra música influía en el ánimo de las personas. Desde los shows ‘calientes’ en Porto Alegre o Manaus, hasta donde el público es más frío y crítico, como Sao Paulo, sentíamos que la gente nos devolvía lo que le estábamos dando. Porque la música no tiene idioma, sino que es un lenguaje que tiene que llegar a todos.”
Y la política no tocó tangencialmente al grupo, sino que le dio de lleno. En su lírica se encuentran signos de preocupación social, afortunadamente limpias de panfleto y consigna. En ese feudo manda la poesía, aunque los integrantes del grupo no escapan de los compromisos. Thedy cuenta que “siempre estuvimos cerca de lo político, y más cuando decidimos apoyar la candidatura de Lula por el PT, y no lo hacíamos por dinero; hoy, cuando vemos que es presidente con mayor nivel de popularidad, sabemos que no estábamos equivocados. Por supuesto que quedan cosas por hacer, pero creemos que el camino es el correcto”.
Pero aunque el mercado brasileño es gigante, a los artistas exitosos parece quedarle pequeño. Algunos, como Sepultura, cultores del metal más extremo permeado de ritmos locales, probaron y disfrutaron de la popularidad en el mercado angloparlante. Otros, como Paralamas, Paulinho Mosca y Nenhum de Nos, juegan sus fichas en la América Latina que no habla su idioma. “Sentimos que somos iguales”, dice Thedy, “más allá de que hablemos distinto y con diferentes acentos. Nos pasan las mismas cosas, y nosotros mismos fuimos influidos por la cultura del resto de América. Sería tonto no tratar de contar nuestras historias al resto de la gente”.
Para ello están preparados con el mismo nervio y la misma ansia que desprendían de sus guitarras en 1986. “Sabemos que tenemos que trabajar, empezar de cero como cuando comenzamos con nuestra primeras canciones. Nadie nos va a regalar nada, tenemos que hacer el trabajo nosotros mismos”. Claro, no es sexo, drogas y rock’n’roll. “La música es un placer’, termina Thedy, “y en eso estamos”.