Contenido creado por Martín Otheguy
Música sin enemigos

Exceso artístico

Música sin enemigos: Prince

¿Qué perdió el mundo con la partida de Prince? En “Música sin enemigos”, Andrés Torrón analiza qué hizo único a este artista.

28.04.2016 12:41

Lectura: 7'

2016-04-28T12:41:00-03:00
Compartir en

La noticia era increíble, por lo sorpresiva, pero también por tratarse de quien se trataba. Prince siempre pareció más un personaje de ficción que alguien "real". Y, se sabe, los personajes ficticios no mueren, al menos no de una manera tan humanamente impredecible.

Pero la noticia era cierta. Aun no sabemos muy bien cómo, Prince Rogers Nelson murió el pasado 21 de abril a los 57 años.

Quienes no tuvieran muy claro de quien se trataba -lo cual es entendible, porque era un artista que no estaba casi presente en el mundo virtual- deben haberse extrañado por la ola de congoja que pobló las redes sociales en todo el mundo y por los respetos presentados por una cantidad y variedad tan amplia de artistas. Desde Kanye West a Eric Clapton, pasando por Kate Bush, Beyoncé, Beck, Bruce Springsteen, Rihanna, Morrissey, Mick Jagger, Spike Lee, Flying Lotus, Suzanne Vega, Stevie Wonder, FKA twigs, todos dijeron haber aprendido algo de Prince y todos coincidieron en que el mundo iba a ser un lugar peor sin su presencia.

Uno podría pensar en la famosa frase "qué gran sponsor la muerte" y creer que, como siempre sucede cuando alguien fallece, se exageran logros y virtudes. Sin embargo no hay mucha exageración posible con Prince. Aunque estaba muy lejos de su época de oro, se fue uno de los músicos más interesantes y completos de la última parte del siglo XX.

Prince fue un compositor de canciones notable, un arreglador y productor excepcional, un enorme cantante, un increíble multinstrumentista, un guitarrista maravilloso y uno de los mejores showman de todos los tiempos. Pero sus contribuciones fueron más allá de eso y marcaron la música y la cultura de muchas formas.

A diferencia de otros artistas sus aportes no están encorsetados en un género. Y esa es una de sus grandes virtudes. Uno puede ver claramente que la obra de Prince es deudora de la de James Brown y el funk negro de fines de la década de 1960 y de los primeros 70. Pero también es muy claro que Prince es un continuador de Jimi Hendrix, y que tomó muchas cosas de la psicodelia británica. También del tecno alemán de los 70's, sin renegar del pop más directo, ni de la música disco. Su música siempre osciló de manera casi perfecta (al menos durante los 80's) entre el vanguardismo y la masividad, buscando la comunicación más amplia de manera distinta a todos.

Prince fue un personaje casi de caricatura en algunos aspectos, inaccesible, misterioso e impredecible, pero a la vez alguien que abrió puertas a muchos artistas, que contribuyó a su entorno y a su tiempo de forma silenciosa pero efectiva.

Prince lanzó su primer disco, For You en 1978, cuando tenía 19 años. Ya en aquel momento logró un contrato muy ventajoso con el sello Warner que le daba completa libertad artística. En ese disco tocó todos los instrumentos, al igual que en su segundo disco homónimo de 1979.

Fue con su tercer álbum, Dirty Mind, que la revolución comenzó. El disco, editado en 1980 es una rápida colección de canciones pop bastante minimalistas con toques new wave, que lo emparentan con Talking Heads y otras bandas de la época, pero haciendo más obvia la raíz negra de esa música. Prince se preocupó desde el inicio en que su música fuera catalogada como pop y no como música negra. Tenía claro que quería llegar a un público amplio y no quedar encorsetado en las barreras raciales que seguían (y siguen) muy altas en la industria musical.

Logró llegar a un gran público y por eso escandalizó tanto. La música pop casi siempre habla de sexo, pero nunca lo había hecho tan directamente como lo hizo Prince en este álbum. Las canciones hablan de deseo sexual explicito ("Dirty Mind"), ("Do It All Night"), sexo oral ("Head") y hasta incesto ("Sister"), pero pese al nombre del álbum el sexo nunca es visto como algo sucio o vergonzante sino todo lo contrario. Como en toda la obra posterior de Pince el sexo es alegría y celebración, no importa cómo o con quien (o quienes se haga).



 Incluso el hit del disco, la balada "When You Were Mine", tiene una extraña vuelta de tuerca, donde no se sabe si el protagonista se lamenta por un amor perdido que se fue con otro, por la finalización de un triangulo amoroso o por el hombre que se fue con la chica. Y diferenciándose tanto del rock en particular como de la música negra en general, la sexualidad explicita de las canciones de Prince nunca es machista. Esa igualdad de géneros en lo letristico, se manifestó siempre en otras facetas de su carrera. En sus bandas siempre hubo grandes instrumentistas femeninas en roles centrales.

A partir de Dirty Mind, Prince se fue convirtiendo en un artista masivo y comenzó una seguidilla de grandes álbumes, que tiene cuatro puntos altísimos: 1999 (1982), Purple Rain (1984), Parade (1986) y Sign O' The Times (1987), todos producidos y arreglados por él y cada uno más innovador y sorprendente que el otro.

Si Purple Rain fue el disco que lo convirtió en el artista más popular de los 80, junto a su casi archienemigo Michael Jackson, Sign O' the Times es el álbum que hizo que toda persona con sensibilidad musical parara la oreja.

El disco doble no solo es un viaje por todos los confines de la música pop (soul, rock, música electrónica, funk, jazz, blues, folk) con alguna de las mejores canciones del músico; su sonido único moldeó gran parte del pop más interesante de lo que quedaba de la década y de la siguiente. Los sonidos de batería digital, el uso de samples y loops, los arreglos vocales fueron una influencia enorme para muchos artistas.
En el Rio de la Plata Sign O' The Times pegó fuertísimo, especialmente en Argentina. Los discos Ciudad de Pobres Corazones de Fito Páez y Privé de Luis Alberto Spinetta, son una buena muestra. También gran parte de la discografía solista de Charly García estuvo marcada por el sonido de Prince, desde antes de ese álbum.

Prince arrancó la década del 90 con una nueva banda The New Power Generation, con un sonido más cercano al rhythm & blues y un gran disco, Diamonds and Pearls (1991). Luego las cosas comenzaron a ponerse extrañas. Su lucha, muy compartible, por el derecho a la propiedad de su obra (algo que no es tan obvio en la industria musical) llegó a ribetes casi paródicos, con el lanzamiento una cantidad de discos para desembarazarse de su contrato y el cambio de su nombre por un símbolo impronunciable. En el medio hubo, además, una muy rara conversión religiosa a los Testigos de Jehová.

La música siguió estando presente, aunque la originalidad desbocada de los 80's no lo estuviera tanto. Hubo que esperar al 2004 para que el entonces olvidado Prince volviera con un gran disco -Musicology de 2004- y sorprendiera a todos con el mejor espectáculo de medio tiempo del Super Bowl (la final de fútbol americano de Estados Unidos, el evento con más audiencia del país) que se tenga memoria.

Prince continuó su cruzada por los derechos sobre su música en el ámbito virtual. Su negativa a compartir su música en YouTube y demás plataformas digitales, por la pobre o nula paga de regalías hizo que su nombre fuera una referencia lejana para las nuevas generaciones.

Pero en estos últimos tiempos comenzaba a estar más presente. Algunas grandes performances en vivo en la TV, el lanzamiento de un nuevo álbum, una nueva banda femenina y entrevistas donde se lo veía más cercano y afable que en los viejos tiempos donde era una estrella inalcanzable, habían vuelto a llamar la atención sobre su nombre.

Su muerte en su casa estudio de Minneapolis, el lugar natal que nunca abandonó y en donde era una figura mucho más querida y trascendente que cualquier autoridad gubernamental, nos dejó a todos con la sensación de una gran pérdida y la idea de que tendríamos que haber prestado más atención a su obra.

Estamos a tiempo, por suerte hay una cantidad inmensa de música suya para descubrir.

Por Andrés Torrón