La noticia de un disco nuevo de la banda Blur en 2015, a 12 años de su último álbum y a 16 del último trabajo con su formación original completa- no deja de ser una gran sorpresa. Aunque nunca se separaron oficialmente el grupo no había tenido actividad desde 2002.

En 2009 volvieron a tocar en vivo, dando un histórico concierto en el Hyde Park de Londres. A partir de allí encabezaron la grilla de varios festivales.

Como muchos recordarán, en 2013 llegaron hasta Montevideo para tocar en el Teatro de Verano, dando un muy buen concierto. También se quedaron por aquí más días de los previstos, sintiéndose muy a gusto en la ciudad.

En aquella oportunidad ya tenían temas nuevos, pero aunque se hablaba de una sesión de cinco días en un estudio de Hong Kong, las expectativas de un álbum completo de Blur eran muy bajas.

Sin embargo aquellas sesiones fueron el germen de The Magic Whip, el disco número ocho de Blur, del que ya se han venido escuchando varias canciones, que se editará oficialmente el martes próximo.

La banda inglesa fue uno de los grupos emblemáticos -junto con sus archirrivales de Oasis- de la vuelta de la música rock británica a los primeros lugares de atención a principios de la década de 1990. El llamado britpop parecía una vuelta a los años dorados de la invasión inglesa de grupos de rock de la década del 60, liderada por los Beatles.

Pero, como pocas bandas de su generación, Blur supo balancear su espíritu retro con una gran apertura e inquietud musical (algo que faltó en la mayor parte de sus co-generacionales) y una gran habilidad para retratar a su tiempo y su lugar, gracias a un notable sentido del humor y la ironía, muy british.

Damon Albarn y Graham Coxon formaron Blur a fines de la década de 1980, inspirándose en bandas de la escena de Manchester como Inspiral Carpets y Happy Mondays, grupos que habían combinado sonido roquero y actitud punk con la energía y la frescura de la música de discoteca. Su primer disco, Leisure, de 1991, está muy permeado por ese sonido. Sus siguientes discos fueron alejándose de esa propuesta inicial.

Con una manera de reflexionar sobre su entorno que recordaba a la de los Kinks y una mezcla de influencias musicales que van desde los Beatles a The Clash, pasando por Small Faces, David Bowie, XTC, My Blody Valentine o New Order, Blur fue construyendo una propuesta artística que fue, además, enormemente popular.

La llamada "trilogía inglesa" compuesta por los álbumes Modern Life Is Rubbish (1993), Parklife (1994) y The Great Escape (1995), marcó un renacimiento del toque británico en el rock.

Pero Blur tuvo la inteligencia de darse cuenta que la movida que habían ayudado a crear se había agotado muy rápidamente. En 1997 sorprendieron editando un álbum titulado con el nombre de la banda, con un sonido más despojado y "lo fi", acercándose a la movida independiente estadounidense. En 1999 fueron más allá, abarcando territorios más experimentales y cercanos a lo electrónico en su disco 13.

Al mismo tiempo Damon Albarn fue mostrando distintas facetas creativas que no encajaban en la banda. Su amor por el hip hop y la música electrónica se vio plasmado en un proyecto que se transformó inesperadamente en algo tan grande como su grupo inicial: la banda virtual Gorillaz, ideada junto al dibujante Jamie Hewlett. A la vez su interés por la música africana lo llevó a editar en 2002 un disco junto a los músicos de Malí Afel Bocoum y Toumani Diabaté.

Algo de estas experiencias puede escucharse en Think Tank (2003), un disco en el que Coxon solo participó en un par de canciones para luego abandonar la banda. Pese a ser grabado en un momento complicado el grupo, Think Tank es un muy buen trabajo, lleno de buenas canciones e ideas muy interesantes.

Una de las cosas que me resultan bastante incomodas del rock es que generalmente se alienta a los artistas a no cambiar. Es muy común que periodistas y seguidores hablen mal del disco de un grupo por apartarse de lo que se supone es su estilo y se lo premie cuando vuelve al redil.

Algo de eso me parece que hay en el excelente recibimiento que ha tenido The Magic Whip, bienvenido como una vuelta a las raíces del grupo. Habría que preguntarse a cuáles. Blur siempre sonó a si mismo, tanto en aquello hoy míticos discos de los primeros 90's, como en 13 o en Think Tank; siendo a la vez muy diferentes en cada etapa.

The Magic Whip es un buen álbum, con buenas canciones, lindos arreglos y una energía de banda que sorprendentemente se mantiene tras más de una década de silencio discográfico.
Pero no habría que dejar de lado que esa visión medio desencantada e irónica que tiene el disco y hasta una parte de su sonido no difieren demasiado del álbum solista de Albarn Everyday Robots, editado el año pasado. Una de las canciones mas lindas de The Magic Whip, "My Terracotta Heart" bien podría haber sido parte de ese álbum solista, por ejemplo.

El octavo disco de Blur no va a cambiar el curso del rock, ni se lo propone. Creo que hay que tomarlo como lo que es, un lindo trabajo de una muy buena banda, que se dio el gusto de juntarse nuevamente para hacer música.

Por Andrés Torrón