Contenido creado por Martín Otheguy
Música sin enemigos

La vuelta a lo conceptual

Música sin enemigos: Blood Orange

El álbum no está muerto en la era del streaming y el MP3, o eso al menos pretende demostrar Blood Orange, analizado por Andrés Torrón en “Música sin Enemigos”.

30.06.2016 11:43

Lectura: 5'

2016-06-30T11:43:00-03:00
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Cada tendencia tiene siempre su reacción.

Hace unos cuantos años que se está hablando del fin del "álbum" en la música popular, esa idea que nació con los discos de vinilo larga duración que comenzó a ver el LP no solo como un recipiente para incluir más temas sino como una obra artística que es más que la simple suma de sus canciones.

Se marca muchas veces al disco Sargeant Peppers Lonely Hearts Club Band de los Beatles (1967) como el inicio del disco "conceptual" en el rock, pero lo cierto es que esa idea viene de mucho más atrás. Por ejemplo el álbum In the Wee Small Hours de Frank Sinatra (1955) ya tenía esa idea de obra artística más de una década antes de que la cultura rock la hiciera suya.

Hoy, se dice que el mp3 y el streaming han matado la idea de álbum, volviendo un poco al concepto del single de la época pre LP. Es innegable que la tecnología invita a una escucha más fragmentada. Sin embargo muchos de los artistas más populares del momento han lanzado discos que están pensados para ser escuchados de principio a fin y que a falta de una definición mejor, bien pueden ser considerados álbumes conceptuales.

El más obvio de estos ejemplos es el reciente Lemonade de Beyoncé, que está pensado además como un "álbum visual" con su correspondiente película. También de Life of Pablo de Kanye West, que tiene el particular detalle de ser una obra abierta, aun en construcción, o de To Pimp a Butterfly, el disco editado el año pasado por Kendrick Lamar.

Esta semana se editó Freetown Sound, el tercer trabajo de Blood Orange, seudónimo el músico británico-estadounidense Devonté "Dev" Hynes, que sigue esa tendencia de ver un álbum como obra total, sin importar el formato en que este se edite.

Hynes nació en Londres, pero su mamá era de Guyana y su padre de Sierra Leona. En Inglaterra comenzó a hacer música llegando a editar un álbum con su banda, Test Icicles, un grupo que mezclaba rock con hip hop y música dance, cuando tenía 18 años.

A los 21 años se radicó en Estados Unidos. Allí grabó su primer álbum con el seudónimo Lightspeed Champion, un proyecto que tenía toques de folk, rock indie y hasta country y que llevó a cabo con músicos de Bright Eyes el grupo de Conor Oberst.

En 2011 comenzó a hacer música como Blood Orange, un proyecto más volcado al R&B y la electrónica. Pero el segundo álbum de Blood Orange, Cupid Deluxe, editado en 2013 dejaba claro que Hynes, era un cantautor muy personal, más allá de los géneros musicales que utilizara como vehículo para sus composiciones.

Además de sus proyectos personales el músico trabajó con otros artistas como productor, cantante y compositor. Grabó con los Chemical Brothers, Basement Jaxx y Florence and The Machine, compuso canciones para Sky Ferreira, Kylie Minogue y hasta para Britney Spears.

Este tercer disco como Blood Orange reúne de manera única las muchas direcciones de la música de Hynes. Es un disco caótico, donde las canciones se unen o separan por conversaciones callejeras, discursos políticos y citas de otros artistas, hay líneas melódicas que se repiten en distintas canciones y frases que aparecen una y otra vez en las letras. Las referencias al pop más creativo de la década del 80 está en todas las canciones con una obvia referencia a la música de Prince, quizás el modelo más directo con el que se puede asociar la propuesta de Blood Orange. Pero también, en el medio de la instrumentación escueta y minimalista, hay citas al jazz vanguardista de Eric Dolphy y John Coltrane y a la música de África occidental. Además del sonido hay una línea conductora conceptual en sus letras que reflexionan sobre la inmigración y la identidad en sus varias acepciones (cultural, sexual, nacional, étnica). El álbum, producido, grabado y mezclado por el propio Hynes, cuenta con colaboraciones tan variadas como su obra: Debbie Harry de Blondie, Nelly Furtado, Carly Rae Jepsen y Zev Marley, entre otros.

Pese a lo que podría pensarse, el disco no es una mirada retro al soul y el pop de hace treinta años. Dialoga desde el presente con una cantidad de influencias musicales de una manera muy personal y ambiciosa sin nunca perder el groove y la frescura. El álbum salió apenas hace un par de días y es aun difícil decir si más allá de la sorpresa inicial, y de que contiene música muy buena, variada y personal, será una obra perdurable. El concepto y la ambición sin duda están.

Por Andrés Torrón