El Record Store Day o "día de las disquerías" que se celebra en Estados Unidos y buena parte del mundo occidental el tercer sábado de abril desde 2007, trae consigo una cantidad de ediciones especiales -generalmente en vinilo- que se lanzan exclusivamente ese día.
Entre la inmensa cantidad de discos anunciados -que van desde una versión en vinilo fosforescente del disco Chemicals de Garbage, a la enésima reedición de The Basement Tapes de Bob Dylan- hubo uno que llamó mi atención: la edición en vinilo de una antología de la obra solista de Arto Lindsay.
Lindsay tiene un perfil bajo en el mundo de la música, pero ha estado al frente de una cantidad de proyectos extremadamente interesantes. Y debe ser el único músico cuyo nombre puede asociarse a gente tan distinta como Sonic Youth, Caetano Veloso, Brian Eno, Gal Costa, David Byrne, Marisa Monte, Animal Collective, Laurie Anderson o Adriana Calcanhotto.
Lindsay nació en Estados Unidos en 1953, pero residió en Brasil desde los tres años. Sus padres misioneros presbiterianos, partieron hacia Recife para cumplir su tarea "evangelizadora". Vivió de cerca la explosión del movimiento Tropicalista, liderado por Caetano Veloso y Gilberto Gil entre otros, a la vez que escuchó desde su infancia la música de Luiz Gonzaga y la posterior revolución de la bossa nova. La influencia del Tropicalismo sería fundamental en su posterior carrera musical. A los diecisiete volvió a su país natal.
En 1978, Lindsay se mudó a Nueva York. La ciudad vivía en lo musical la explosión del punk y la new wave, además de un efervescencia artística en todos los campos. Allí formó la banda DNA, que tenía una gran influencia del punk neoyorquino más experimental.
DNA era un grupo rarísimo. Un trío de bajo, batería y guitarra eléctrica, donde Lindsay usaba su guitarra como un instrumento de percusión, no tocando acordes, ni líneas melódicas, sino utilizando el ruido como elemento sonoro. Los temas de DNA generalmente no pasaban el minuto y medio de duración. Las letras del grupo gritadas por Lindsay, eran una mezcla de poesía dadaísta y minimalismo haiku.
Lindsay nunca aprendió en verdad a tocar la guitarra en forma tradicional. Su uso del instrumento es totalmente original y su forma de afinar la guitarra, basada más en la resonancia y los armónicos derivados de su estilo de tocarla como un instrumento de percusión no tiene ninguna relación con las afinaciones conocidas.
DNA duró poco tiempo (de 1978 a 1982) y tuvo un modesto suceso en el underground neoyorquino. El suficiente para que el británico Brian Eno se fijara en ellos y editara sus temas en el disco No New York, una antología que dio origen al estilo llamado No Wave, hoy un fenómeno de culto. La propuesta de DNA, aunque fue tildada de "ruido horrible" (o precisamente por eso) por un reconocido critico musical, fue años después una fuerte influencia para bandas como Sonic Youth.
A mediados de la década de 1980 Lindsay creó junto al tecladista Peter Sheerer el grupo Ambitious Lovers, una propuesta muy diferente a DNA. El dúo intentaba juntar todas las influencias que el músico había recibido. Había rock, pop, jazz, funk, soul, bossa nova, música experimental, canciones en inglés y portugués y muchos juegos fonéticos que mezclaban indistintamente las dos lenguas. Las letras seguían la asociación libre de DNA y continuaban explorando también un costado sexual bastante explicito, más dado por las asociaciones de imágenes que por el lenguaje directo.
Los tres discos de Ambitious Lovers (Envy, Greed y Lust), son una excelente muestra de todos esos caminos aparentemente opuestos. La lista de invitados que pasaron por esos álbumes da cuenta de su eclecticismo: el guitarrista de Chic y papá de la música disco sofisticada Nile Rodgers, el percusionista brasileño Naná Vasconcelos, el guitarrista jazzero Bill Frissell, el líder del grupo de funk-metal Living Colour Vernon Reid, el saxofonista experimental John Zorn y el propio Caetano Veloso. Mas allá de eso en los tres hay canciones con melodías y arreglos memorables. Son una enciclopedia del pop estadounidense y brasileño a través de una muy particular visión.Aunque era música pensada para llegar a un público más amplio muy poca gente se enteró de sus tres excelentes discos.
Sin embargo algunos repararon en la calidad e inteligencia de la propuesta. Para Lindsay fue el comienzo de una importante carrera de productor artístico, trabajando al lado de gente como David Byrne, Laurie Anderson y -un sueño realizado- Caetano Veloso. Junto al músico bahiano, trabajó en la producción de dos de sus discos más interesantes Estrangeiro de 1989, (colaborando en la producción con Peter Sheerer) y Circuladô (1991). Este trabajo conjunto le trajo a Caetano un gran prestigio entre la vanguardia musical estadounidense y a Lindsay un renombre importante como productor entre los músicos brasileños, por lo que trabajó con gente como Marisa Monte, Vinicius Cantuaria, Gal Costa y Carlinhos Brown.
A mediados de los noventa Lindsay se embarcó en una serie de discos que tuvieron como centro la música brasileña, en particular la bossa nova. Podría parecer que esos discos son casi el opuesto a la violencia sonora de sus primeras incursiones con DNA, pero rescatan varias de las cosas que hicieron de la bossa nova un género musical revolucionario en su momento.
Sus trabajos de comienzos de los 2000 siguen ese aire calmo, rescatando la experimentación de la música popular brasileña de los sesenta, pero con un aire y una producción muy contemporánea. Hay elementos de música electrónica y rap, mezclados con las guitarras acústicas y los aires de bossa. Y la lista de músicos participantes también es muy ecléctica, de Brian Eno a Vinicius Cantuaria, pasando por Animal Collective y Naçao Zumbí.
Encyclopedia of Arto, La antología doble lanzada el año pasado y que será editada en vinilo para el día de las disquerías, recoge temas de todos esos discos en el primer álbum. Es una selección notable de esa faceta calma y sensual, que junta experimentación con música pop sofisticada que viene mostrando desde hace casi dos décadas. El otro disco de esta enciclopedia retoma en parte su lado más agresivo y vanguardista. Son temas en vivo donde Arto canta (o grita) acompañándose solamente por los ruidos de su guitarra. Es algo tan opuesto y diferente al primer álbum que si uno lo escucha sin atención parece un chiste. Sin embargo con el mood correcto se puede apreciar que esos gritos y ruidos tienen un patrón no tan aleatorio y que también hay mucha belleza en ese caos.
El álbum puede escucharse en forma completa aquí. Es una buena puerta de entrada a una obra muy poco conocida.
Por Andrés Torrón