Autora de irrepetibles fotografías de intelectuales latinoamericanos, el nombre de Sara Facio estuvo y estará atado para siempre al icónico retrato que le hizo Julio Cortázar, imagen que ha ilustrado portadas y solapas durante décadas
La Fundación María Elena Walsh, de la que era fundadora y presidenta, informó la noticia de su deceso, ocurrido a la edad de 92 años. “Seguiremos, fieles a sus convicciones, honrando el camino que ella nos marcó”.
Este año la fotógrafa había estado internada por problemas cardíacos propios de la vejez. Será velada este miércoles, en un evento para familiares y amigos, según informa el periódico Perfil.
Facio, quien se describió a sí misma como una “militante de la fotografía”, comenzó su carrera muy joven, tras una breve incursión en la pintura. Ganó una beca para estudiar en París y viajó junto a Alicia D’Amico, una compañera de Bellas Artes con quien terminaría creando una sociedad artística.
En aquel viaje a Francia hizo una escapada a Berlín, donde compró su primera cámara. “Era la posguerra y había que tener una cámara. Era como tener un celular ahora”, recordó en una entrevista concedida La Nación en el año 2018.
Durante décadas se dedicó al fotoperiodismo, género en el que dejó una huella imborrable. Su muestra “Buenos Aires Buenos Aires”, con texto de Julio Cortázar, marcó un antes y después en su carrera, y fue la primera exposición que prohibió la dictadura de Onganía.
Otra colaboración entre Facio y Cortázar, una serie de fotos de institutos psiquiátricos llamada “Humanario”, se publicó el 26 de marzo de 1976. “Cuando entraron los militares todo tenía que ser agradable y Cortázar estaba recontraprohibido”, le contó la fotógrafa a la periodista Leila Guerriero. De ese vínculo de amistad salió el retrato más icónico del escritor, con un cigarrillo en la boca, mirando a cámara.
Sara Facio también fotografió a su gran amor y compañera durante 40 años, María Elena Walsh.
Pero desde Evita y Maradona hasta artistas de la talla de Jorge Luis Borges, Alejandra Pizarnik, Pablo Neruda, Manuel Mujica Lainez, Juan Rulfo, Tita Merello, Gabriel García Márquez, Antonio Berni, Mercedes Sosa, Astor Piazzolla, Adolfo Bioy Casares, Silvina y Victoria Ocampo, Leopoldo Marechal, Ernesto Sabato y Osvaldo Soriano pasaron por su afilado lente. Por su afilada lengua se deslizaron cosas como “un intelectual sin sentido crítico no es un intelectual. Es un adulador”.
Sara Facio fundó la primera editorial argentina de fotografía, La Azotea, ocupó cargos directivos en la Federación Argentina de Fotografía y junto a Alicia D’Amico creó secciones especializadas en los diarios Clarín, La Nación y las revistas Autoclub y Vigencia. Fue fundadora y directora de la Fotogalería del Teatro San Martín y creó la Colección Fotográfica del Museo Nacional de Bellas Artes.
El ojo periodístico de Sara Facio eternizó también el sentir nacional en momentos clave de la identidad política argentina. Una artista que, tras estudiar en Francia, estuvo “encantada de volver porque se había ido el peronismo” estuvo encargada de fotografiar eventos como la vuelta de Perón en 1973 y, un año después, su funeral. “Lo hice de corazón, porque la reacción del público era bárbara”, recordaba años después. Su foto “Los muchachos peronistas” es considerada una de las mejores de las tantas que tomó.
“Lo que yo hago en fotografía es para lograr que el día que me muera no digan que se murió una vaca, sino que se murió una persona que vio eso. Y lo que yo vi está en mis fotos. Como si dijera: ‘Esta es mi ciudad, mi gente, la que admiro, la que me gusta’. Ese es mi canon”, había respondido Facio en el 2000, cuando le pidieron que sintetizara su obra.