La cantante y compositora francesa Françoise Hardy, fallecida a los 80 años, pasó de ser una adolescente parisina tímida a estrella mundial del pop en los años 60 y 70, y después a un símbolo de la lucha por el derecho a la eutanasia en este país.

Hardy, que padecía un cáncer de laringe desde 2015, fue, con 28 álbumes publicados entre 1962 y 2018, una de las grandes figuras de la música francesa de ese período, junto con Johnny Hallyday, Sylvie Vartan o Serge Gainsbourg.

Nacida en 1944, tenía una personalidad sentimental y retraída, y se lanzó desde muy joven en la interpretación de canciones que oía en la radio, después a componer sus propios temas acompañada de una guitarra que recibió como regalo al graduarse de secundaria.

En 1961 participó en el concurso de nuevos talentos de una discográfica y firmó su primer contrato. En 1962 apareció en un programa televisivo para jóvenes artistas y saltó al primer plano de la música francesa, con su primer disco ese mismo año.

Éxito a los 18 años

Con una voz sedosa y aterciopelada, que algunos críticos comparaban con la bossanova que comenzaba a extenderse fuera de Brasil, Hardy popularizó temas como “Tous les garçons et les filles”, “Comment te dire adieu” (con su original rima de versos terminados en el sonido “ex”), “Message personnel” o “Et si je m’en vais avant toi”.

Sus canciones más famosas, muchas de ellas composiciones propias, hablan sobre todo de la melancolía y de problemas amorosos, con mucho de personal.

Un buen puñado de ellas tenían como trasfondo la complicada relación que mantuvo con su marido, el también cantante Jacques Dutronc, padre de su único hijo, Thomas, igualmente dedicado a la música.

Gracias a su conocimiento de idiomas, Hardy hizo versiones de sus canciones en inglés, alemán, español e italiano, lo que le convirtió en una estrella mundial, incluso en Estados Unidos o Japón. Fue admirada por figuras como Bob Dylan o los Rolling Stones.

A su éxito también contribuyó su imagen. Con un rostro fotogénico y rectilíneo, casi andrógino, y su silueta delgada, anticipó el estilo de la nueva generación de modelos internacionales.

Las imágenes del fotógrafo de Paris Match Jean-Marie Périer —su primer amor— hicieron mucho por impulsar su popularidad, igual que sus apariciones en Vogue, y después su colaboración con el famoso modisto de origen español Paco Rabanne.

“Françoise Hardy representaba para nosotros la mujer moderna”, afirmó una vez Paco Rabanne, varios de cuyos innovadores modelos metálicos lució la intérprete.

Muy crítica consigo misma

Sin embargo, ella se mostró siempre crítica consigo misma. “Yo no sé cantar. Creo que siempre he tenido la voz sin timbre”, admitió en una entrevista siendo muy joven.

Además, su personalidad se reflejaba en una presencia hierática en los escenarios o los platós de televisión, aunque esa inmovilidad generaba magnetismo entre el público.

“Yo era consciente de que era muy estática, era incapaz de moverme, de bailar”, reconoció en el documental Françoise Hardy, la discrète (2016).

En la década de 1980 se dedicó también a su gran pasión, la astrología (la “científica”, según ella, no la de charlatanes) y durante ocho años condujo una sección sobre este tema en la emisora parisina Radio Montecarlo.

También en esa década algunos de sus temas fueron versionados por intérpretes de otros países (como los británicos Eurythmics o Jimmy Sommerville) que rindieron homenaje a una figura de sus infancias.

Con una estética más madura e invariable en las últimas décadas (pelo corto y americana cruzada), continuó su actividad musical hasta que la enfermedad le impidió cantar.

Quienes le conocían contaban que mantenía su pasión por la música, que escuchaba a todo volumen en su apartamento parisino, y que seguía las nuevas tendencias y a los grupos indie.

Su último álbum, Personne d’autre, apareció en 2018 con 12 temas, de la mayoría de los cuales ella compuso la letra, y llegó a ser disco de oro, el último entre muchos premios logrados en su larga carrera.

Cáncer y defensa de la eutanasia

En 2004 se le detectó un linfoma, del que se recuperó, y en 2019 desveló que padecía un cáncer laríngeo desde 2015.

Desde entonces, ofreció declaraciones, de forma espaciada, en las que narraba las dificultades que le causaba la enfermedad y abogaba por el derecho a la eutanasia, que sigue siendo ilegal en Francia.

“Me queda poco”, advirtió en junio de 2021 en la revista Femme Actuelle, donde detallaba los problemas (dificultad para comer, falta de saliva y sequedad de boca, supuraciones y sordera en un oído, hemorragias nasales…) que le generaban tanto la enfermedad como el tratamiento con radio e inmunoterapia.

Desde entonces, apareció en varios medios, la última a comienzos de diciembre de 2023, en declaraciones ya por escrito, a Paris Match y BFM en las que apeló directamente al presidente Emmanuel Macron por el derecho a la eutanasia.

Dijo que quería “partir pronto y rápido”, y que “como la inmensa mayoría de los franceses, todos estamos a favor de la eutanasia y desearíamos que el presidente la hiciera posible”.

EFE