En la primera mitad de los 90, la ciudad de Pando se convirtió en un bastión de resistencia de lo quedaba del rock, luego de su casi muerte sobre fines de los 80. Tenía con qué: no en vano, de Pando provenían Los Estómagos, y Los Invasores, otra leyenda del punk rock vernáculo, eran de la zona. Por esos años empezaron a surgir bandas de debajo de las piedras, con distintos sonidos pero el mismo espíritu: Gallos Humanos, con el ex Estómagos Hueso Hernández en piano, Harry & Los Sucios, que hacían un rock garagero, Raíces Muertas, que pelaba un heavy a la usanza de la época, y La Celda, cultores de un punk tan heredero de los grandes nombres internacionales como de los pequeños hitos locales.
Mario Santamarta fue bajista de La Celda y luego, con los años, pasó por otros proyectos musicales y algún período de inactividad. Hoy vuelve al ruedo con Los Músicos Invisibles, una suerte de banda inestable integrada por numerosos amigos que dieron lugar a la grabación de Cien patadas en la sien (Catalina Records, 2017).
Este miércoles 11 de octubre Los Músicos Invisibles presentarán en vivo su trabajo [Sala Zitarrosa, desde las 20:30, entradas a la venta en Tickantel, RedPagos, Abitab, Tienda Inglesa y en la boletería de la sala], y será oportunidad también para la reunión de La Celda, a 20 años de la publicación de su trabajo Frutos amargos.
Antes del show le pedimos a Mario Santamarta que respondiera nuestra Metralleta sobre gustos, influencias y obsesiones, y este es el resultado:
¿Cómo definirías el proyecto Los Músicos Invisibles?
Es en verdad difícil definir un proyecto como Los Invisibles. Básicamente es mi proyecto solista, en el que yo compongo todas las músicas, y la mayoría de las letras. Pero también es un gran colectivo de músicos de muy diversos estilos, que aportan su parte. Cada uno es libre de componer sus partes dentro de la estructura que ya está, con lo que la suma de aportes genera una gran mezcla de estilos dentro de una misma canción, y ni hablemos de lo que es entre canciones diferentes.
En definitiva, Los Músicos Invisibles es la posibilidad de hacernos notar, hacernos visibles por un ratito. Entre todos lo logramos, y contamos con la gran ayuda de algunos músicos "muy visibles" que nos permite salir del universo aural y pasar al universo visual, al menos por un momento.
¿Qué lo emparenta con La Celda?
En lo personal, Los Invisibles es una continuación compositiva y sonora de La Celda. Además de que el guitarrista de La Celda (Daniel Mendoza) fue quien masterizó el disco en su estudio de Las Islas Canarias. El baterista de La Celda grabó dos canciones en el disco. La Celda y Los Músicos Invisibles son bandas hermanas, y así va a ser en la presentación en vivo. Los Invisibles crean un espacio en la presentación del disco Cien patadas en la sien para que se efectúe la reunión de La Celda luego de 20 años.
¿Existe un "sonido Pando"? ¿Qué es lo que lo hace distintivo, cuáles son sus principales características?
Sin dudas existió un "sonido Pando", y hoy en día ese sonido se mantiene en algunas bandas de la zona. Lo que sí queda de aquel "sonido Pando" es la búsqueda, esa constante búsqueda de cosas nuevas, nuevas formas de manifestar lo que decimos. Lo distintivo que tenemos, a mi entender, son las líneas de bajo y batería, que son sólidas y contundentes, muy sólidas y contundentes, lo que le permite a los guitarristas estar más libres al momento de componer sus partes.
¿Qué tres artistas creés que pueden ser fieles representantes del "sonido Pando"?
Niñera Nueva Ola (la banda que integra Gustavo Parodi fuera de Buitres), Dos Palabras (la banda que integra el Hueso Hernández), y Los Músicos Invisibles, son las bandas que en la actualidad llevan adelante ese sonido heredado de Los Estómagos, Harry y los sucios, La Celda, Gallos Humanos.
Pando siempre tuvo la particularidad de tener muchas bandas en actividad, algunas de ellas muy buenas y con mucha proyección. El nuevo "sonido Pando" lo dan las bandas actuales, y es de una variedad y una riqueza admirables.
¿Recordás cuál fue el primer disco que te compraste?
Tango que me hiciste mal, de Los Estómagos; el segundo fue Vicios Materiales, de Neoh 23, y el tercero Montevideo agoniza, de Los Traidores. Acceder a un disco allá por el ´85 no era tan sencillo, había que ahorrar y elegir muy bien lo que querías comprar.
¿Y el último?
El último disco que compré fue Primer ángel, de Wolff.
¿Recordás cuál fue la primera canción (o disco) que te conmovió?
"El hombre de negro" de Loquillo y los Trogloditas fue una canción que me impactó en su momento. De ahí en adelante toda la discografía de Loquillo me ha impactado.
¿Y el último?
Sin lugar a dudas una gran canción que me sorprendió gratamente es "No verte nunca más" de Bestia Zen, del disco La hora del suicida.
Nombrá cinco discos que hayan sido importantes para vos a lo largo de tu vida y explicá por qué.
Discovery, de Electric Light Orchestra, fue la primera vez que escuché rock inglés; los escuché antes de escuchar a Beatles o los Rolling.
El ritmo del garage, de Loquillo y los Trogloditas, en español se podía hacer buen rock´n´roll.
Tango que me hiciste mal, de Los Estómagos, en Uruguay se podía hacer buen rock´n´roll.
Emilio García, del Cuarteto de Nos, en Uruguay se puede hacer buena música, alegre y conceptual.
La hora del suicida, de Bestia Zen, un discazo por donde se lo mire y oiga.
Agrego a Mastín, y su disco homónimo, otro discazo made in charrúa.
¿Cuál creés que es tu influencia menos evidente?
Siniestro Total, Radio Futura y El último de la fila, son bandas españolas que han influenciado desde lo compositivo, aunque a primera escucha se note poco. Las más obvias son las bandas dark inglesas y las punks españolas.
¿Cuál fue el show que hayas presenciado que más te emocionó?
Loquillo en el Velódromo, y La Polla en el Teatro de Verano... ¡y después que reviente el mundo!
Si pudieras elegir tres bandas (aunque ya no existan) para compartir cartel, ¿Cuáles serían?
Bauhaus, Die Toten Hosen, y La Banda Trapera del Río... ¡bien diferentes!
¿Qué libro estás leyendo?
Confieso no ser un gran lector. Lo último que leí fue Nos íbamos a comer el mundo, de Kristel Latecki.
¿Cuál fue la última película que te emocionó?
En películas soy parecido a libros, con la salvedad de que si miro una es para distenderme, o de acción.
¿Para qué sirven las canciones?
Toda manifestación artística trasmite cosas, sensaciones. Al componer uno expone una parte de sí mismo, y trata de hacerlo de la mejor forma que le sea posible. Las canciones unen a miles de personas que se sienten identificadas con esas sensaciones.
Las canciones sirven como reflejo del alma, reflejo social, sirven como armas en los procesos revolucionarios, sirven para no sentirte solo en algún momento de depresión, sirven para exaltar alegrías. Las canciones en sí mismas son muy poderosas.
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