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Entrevistas

Amasa, madre

Lucía Soria: “Uruguay es un país que tiene muchísimo para crecer”

La chef argentina, jurado de MasterChef Uruguay, presenta “Relatos y recetas”, un libro íntimo y sensible para acercar la cocina a toda la familia.

12.11.2018 13:35

Lectura: 10'

2018-11-12T13:35:00-03:00
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Por Lorena Zeballos
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Siempre sentí que no hay viaje sin pasaporte más real que la comida. Porque no solo te puede transportar a otra ciudad, también te lleva a otro tiempo, a cualquier momento que añores en el alma y sea difícil de recuperar. La pizza con ajo, tomate fresco y mucho orégano me hace pensar en mi bisabuela la Yiya y la recuerdo cantando en italiano rodeada de gurises y gritándonos para que no rompiéramos nada. El puchero nunca me va a salir como el de mi abuela Chichita pero está para jugar en primera. Las extraño, pero cocinar sus platos me las pone cerquita.

Algo así le pasa a Lucía Soria cada vez que cocina. A los 16 o 17 años no tenía muy claro a qué se iba a dedicar, pero el recuerdo de cocinar con sus abuelas y la fuerza de su mamá, Charo, para hacer comidas deliciosas pero también romper el estereotipo de ama de casa la impulsaron a animarse a hacer, sin importar cómo saliera. Pero salió bien. Tras años de carrera junto a Francis Mallmann se animó a dar el primer saltito y crear Lucifer, un pequeño restaurant dentro de su casa en Garzón. Pero necesitaba más. En 2012, con la ayuda de su madre y Enrique -su segundo padre- pudo abrir Jacinto en Ciudad Vieja y acaba de inaugurar Pizzería Rosa. Todo en nuestro país, un lugar al que considera su segunda casa y en el que ha conseguido formar mucho más que una empresa, creó una familia.

Ahora cumple el sueño de tener su libro, Lucía Soria: relatos y recetas, un viaje por su vida -mucho más humana de lo que puede juzgarse por su paso por la televisión- y por sus recetas. Un trabajo minucioso y con mucho cariño que tiene por objetivo entusiasmar a todos, pero especialmente a los jóvenes, a confiar más en sí mismos. "Lo mejor que uno puede hacer es hacer. Si hacés y te equivocás, por ahí aprendés más que si hacés y te va bien", dice Lucía. Y qué lindo es hacer y que salga bien.


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¿Hace cuánto tenías ganas de tener tu libro?

Hace mucho tiempo. Y venía pensando cómo quería que fuera, y me imaginaba un poco qué recetas tenían que estar... Ahora los libros de cocina es bastante normal que tengan un poco de historia de los cocineros y después el desarrollo de las recetas, y lo venía pensando con ganas y por suerte el año pasado la gente de Pengüin me ayudó en un proceso bastante ágil, y en todo el trabajo estuvimos como un año. Primero seleccionar las recetas, después elegir quién sacara las fotos... Queríamos que fuera ágil y entretenido, porque no deja de ser un libro de recetas.

Tiene un vocabulario coloquial. Al leerlo, más que sentir que tenés en la mano un manual, tenés a Lucía Soria contigo en la cocina diciéndote qué le queda mejor a tu plato...

Sí, ¡eso me alegra! Hay tantos libros de cocina, que lo que más me importaba es que fuera personal. Como una guía que te apoye con ciertos detalles para aprender a cocinar un poco mejor. En el lenguaje nos ocupamos de que fuera una cosa cercana.

El concepto del libro "te cuento un poco de mi historia y después te acerco a mi cocina", también supongo que va de la mano por la imagen pública que tenés al estar de jurado en MasterChef...

Sí... Yo creo que vino un poco de la mano por la tele y el libro se dio en esta etapa. Pero me parece importante que la gente que compre el libro entienda el motivo. Yo cuento en el libro que no sabía a qué me quería dedicar. Cuando uno tiene 17 o 18 años tenés que tenerla muy clara para saber lo que querés hacer con los próximos 60 años de tu vida. Es un peso muy fuerte. Y yo en ese momento lo sentí así, "Me voy a tirar por acá, aunque no sé si me va a salir". Y hoy me siento muy afortunada de haber encontrado un camino y encontrar una veta creativa que además me da de comer. Mi idea es que lo lea un chico de 12, que por ahí se copa a cocinar y ve el programa y piensa "¡Qué divertido!" y no ve toda la otra parte, pero leyendo este pequeño relato -sea aplicado a la cocina o a ser banquero, no tengo idea- tenga el concepto de "Ponele ganas, sé serio en lo que hagas y confiá en que las cosas te van a salir".

Conocer a la Lucía motivadora...

Claro. Es importante ver ese lado para los que ven otra parte mía en la tele, que capaz piensan que estoy ahí para criticar y nada más. El programa es el programa, es un Reality Show y tiene que rendir lo que rinde... Por ahí nosotros cuando les hacemos las devoluciones hablamos 15 minutos, después se edita porque es televisión y nosotros la miramos para divertirnos y salir un rato de la realidad. Pero me parece lindo que la gente vea que tengo una historia muy humana, con momentos lindos y feos.

 

 

"Un día entendí que si algo sale mal, no es la muerte. Eso te aleja del sentimiento de la frustración", decís en tu relato.

A los chicos que trabajan conmigo y a mis amigos siempre les digo "Lo mejor que uno puede hacer es hacer. Si hacés y te equivocás, por ahí aprendés más que si hacés y te va bien". El miedo es muy normal: emprender, cambiar... Pero eso te hace crecer. Si no se vuelve todo muy aburrido. Si sabés qué vas a hacer mañana, pasado y dentro de cinco años... ¡qué embole! ¿Qué te depara la vida? Nada te saca de tu zona de confort. Creo que es muy importante animarse a hacer.

Hablando de salir de zonas de confort, un paso grande en tu carrera fue decirle a Francis Mallmann: "Me voy". En perspectiva, ¿cuánto has ganado?

Muchísimo. En ese momento estaba con un miedo... Tenía una vida muy linda, viajaba por todos lados, ganaba bien. Nunca me faltaba nada. Pero me daba cuenta de que no estaba contenta y no estaba siendo recíproca ante mi jefe y el trabajo que tenía que hacer. En eso también hay que estar despierto. A veces uno dice: "Uy, no soy feliz". Pero, ¿por qué no sos feliz? También hay que buscarle la vuelta. Creo que la felicidad es específica, pero si no me levanto contenta a trabajar pensá por qué. Ojo que al principio tampoco tenía la seguridad de ahora. El primer proyecto fue abrir Lucifer pero solo en temporada de verano, entonces después tenía meses de no saber qué hacer... Pero gané mucho en mi seguridad y me hace muy feliz enseñar a otras personas, emprender, pasar lo que aprendí con Francis a otras personas y generar pasión gastronómica en la ciudad en la que vivo. A los chicos que trabajan conmigo les digo que con un mismo jefe hay que trabajar por un tiempo, porque después no todos podemos emprender, pero si no cambiás, te estancás. Más en el mundo de la cocina. Trabajar 15 años en la misma cocina no se puede. Dale 8, 10 años y tratá de tomar otro camino.

Creo que los uruguayos, al menos en mi generación, nacimos con un discurso de "Para crecer, te tenés que ir". Y vos, no solo elegiste nuestro país para sentar base, sino que además seguís emprendiendo. ¿Por qué?

Creo que ese discurso es muy errado. Yo creo que Uruguay es un país que tiene muchísimo para crecer. Y el consumidor, de una manera quizás un poco más lenta, se va copando con un montón de conceptos. Me parece que debe de venir por eso de que no haya tanta industria... Pero me parece que está cambiando mucho. En gastronomía ha cambiado muchísimo. Cuando abrimos Jacinto no había muchos restaurants de cocineros -que creo que son los que aportan-, mis amigos hacían temporada y se iban. Y ahora hay un montón de chicos jóvenes abriendo.

Sí, hay un montón de cosas que evaluar: los aportes al Estado, los sueldos, la comida es cara... No importa, cada país tiene lo suyo. Lo importante es ubicarse donde querés estar y a partir de eso hacer lo mejor. En tecnología tengo muchos amigos y clientes que son uruguayos y desde acá hacen cosas increíbles y las venden al mundo. Y algo genial, aunque no soy de generalizar, es que acá hay mucha gente muy trabajadora. Otros quizás están apañados por el Estado y se olvidan de que trabajar es la forma de avanzar en la vida. Pero hay mucha gente con voluntad de crecer y si vas plantando semilla los otros lo ven. No es una cosa mágica, sino trabajo y generar interés. Si querés irte a otro lugar, buenísimo, andá y descubrí. Pero tenés que saber que en tu país hay oportunidad de que crezcas si te esforzás. Uruguay tiene un montón de pros: no hay tanta gente. En Buenos Aires hay 150.000 cocineros y para llegar te cuesta, y lo mismo con cualquier profesión.

 

 

El libro está cargado de la figura femenina: tus abuelas, tu mamá, tus hermanas, las mujeres de las que se ha rodeado Mallmann... ¿Has sentido desigualdad de género en tu carrera?

No, tuve la suerte de haber empezado con Francis y siempre digo que es lo máximo. Es un hombre que tiene un lado femenino y artístico muy consciente. Y nunca sentí desigualdad, porque seguramente nunca le di bola. Mi mamá es una mina muy fuerte, a mis abuelas no las veía como amas de casa... Eran mujeres que trabajaban todo el día y creo que no asociar ciertos estereotipos te saca esa presión. Por ahí tuve la suerte de que no me pasara, hablándolo con Narda Lepes, que es un poco más grande, a ella sí le pasó cuando arrancó que era la única mujer. Yo cuando empecé ya no era así. Pero creo que en muchas profesiones durante décadas el hombre estuvo al mando de la situación, pero ya se está acabando eso (ríe).

Me encantó la fórmula para hacer una buena ensalada: base, fuerza, sorpresa e hidratación. ¿Cómo lo aplicarías a la vida y a la carrera?

¡Es una linda analogía de la vida! Base creo que se puede aplicar al creer en lo que uno puede hacer, la fuerza es tener la valentía de hacerlo, la sorpresa en la vida es lo que decíamos antes "si te sale bien o te sale mal, no importa, vos dale" y la hidratación más importante es la confianza en uno mismo, después cada uno sabe sus debilidades, pero es importante saber que estás dando lo mejor.

 

Montevideo Portal | Lorena Zeballos
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