Por The New York Times | Emma Goldberg
Cuando Amy Bailey, una estratega de comunicaciones, leyó “Vayamos adelante (Lean in): Las mujeres, el trabajo y la voluntad de liderar” de Sheryl Sandberg, corría el año de 2013. El movimiento #MeToo todavía no alcanzaba dimensiones mundiales, por exponer los abusos que las mujeres pueden enfrentar en el lugar de trabajo. El término #girlboss (chica jefa) no era tendencia. Y la pregunta de cómo Facebook podía afectar la democracia no estaba en boca de todos.
“Me dio una inyección de valentía”, contó Bailey, de 46 años, que vive en Green Bay, Wisconsin, en referencia al libro de Sandberg. “Tocó una fibra feminista en mí; si insistes con más fuerza, si pides más, alguien te escuchará”.
Casi una década después, Bailey relató que le habían negado aumentos salariales, había tenido que extraerse la leche en la sala de fumadores de su oficina y había limitado sus ambiciones profesionales, y reconoció el desafío que implica equilibrar su trabajo con la maternidad. Ahora también contempla con amargura a la filosofía de “Vayamos adelante” que le enseñó que solo necesitaba un poco de agallas para alcanzar el éxito en su carrera.
“Simplemente no es verdad”, afirmó. “Nadie nunca me ha elegido porque hice más y estaba más preparada”.
El miércoles, Sandberg anunció que se retiraría de su puesto como directora de operaciones en Meta, la empresa matriz de Facebook, el pedestal que la convirtió en una de las mujeres de más alto perfil en el sector empresarial de Estados Unidos. Había ocupado el cargo durante cinco años cuando publicó “Vayamos adelante”, y su posición y éxito singulares en Silicon Valley ayudaron a potenciar el mensaje del libro.
Para muchas mujeres, “Vayamos adelante” ha sido una biblia, un mapa para transitar la vida corporativa. Muchas otras han llegado a comprender sus límites o a verlo como un símbolo de los aspectos negativos de aplicar soluciones de enfoque individual a los problemas sistémicos que obstaculizan el avance de las mujeres en el lugar de trabajo, sobre todo de las mujeres de color y bajos ingresos. Además, para todas esas lectoras, la salida de Sandberg es un momento para reflexionar sobre cómo “Vayamos adelante” moldeó sus carreras.
Cuando “Vayamos adelante (Lean in): Las mujeres, el trabajo y la voluntad de liderar” salió a la venta en 2013 y alcanzó un lugar en la lista de los libros más vendidos y catapultó a Sandberg a las portadas de las revistas Time y Fortune, solo el cuatro por ciento de los directores ejecutivos en las empresas de la lista Fortune 500 eran mujeres. El libro vendió más de cuatro millones de copias en cinco años. La fundación Lean In respaldó la creación de miles de Círculos Lean In, donde las mujeres, sobre todo al inicio de sus carreras profesionales, recurrían a los consejos de Sandberg como guía.
El libro recomendaba a las mujeres aprovechar sus ambiciones y no darse por vencidas por miedo a la mentalidad de que las salas de juntas no estaban hechas para las madres en particular, o para las mujeres en general.
“Todavía sucede que me interrumpen y no me toman en cuenta mientras que a los hombres sentados a mi lado no les sucede lo mismo”, escribió Sandberg. “Pero ahora sé cómo respirar profundo y mantener mi mano levantada. He aprendido a ocupar un lugar en la mesa”.
Su mensaje era claro: toma una silla. El texto sugería que cualquier lectora podía alcanzar una versión de lo que Sandberg había conseguido, con tan solo enderezar la espalda, pedir un aumento y desprenderse del impulso de complacer a los demás. Muchas mujeres se sintieron inspiradas. Molly Flanagan, asesora del lugar de trabajo que fue miembro de un Círculo Lean In en Nueva York, recordó que leer el libro la motivó a tomar un examen competitivo en el trabajo.
“Estaba en un momento de mi carrera en el que intentaba escalar la jerarquía de mi organización”, narró. “Ideas como ocupar un lugar en la mesa fueron partes muy importantes de mi desarrollo”.
Sin embargo, a muchas lectoras del libro también les quedó muy claro que lo que le permitió a Sandberg subir la escalera del mundo corporativo iba mucho más allá de la mera fuerza de voluntad. Era una mujer blanca, con estudios de la Universidad de Harvard, a meses de convertirse en una de las multimillonarias más jóvenes del mundo.
“Para las mujeres negras, es difícil ‘ir adelante’ cuando ni siquiera estamos presentes”, señaló Minda Harts, de 40 años, consultora y autora del libro “The Memo: What Women of Color Need to Know to Secure a Seat at the Table”. Harts recordó haberse sentido frustrada cuando sus colegas blancas le recomendaron leer el libro de Sandberg. “Pensé que no había manera de que yo pudiera irrumpir en la oficina de Sergey Brin y decirle: ‘No tengo un espacio de estacionamiento’”.
La pensadora feminista bell hooks lo expresó sin rodeos en una reseña de 2013: “A ratos, Sandberg recuerda a los lectores a los viejos estereotipos de los vendedores de autos usados”, escribió hooks. “Promociona su producto y lo promociona bien”.
Asimismo, para muchas mujeres, el libro de Sandberg, con su énfasis en que lo que debe cambiar es el individuo y no el lugar de trabajo en general, no solo ofrecía consejos de poca utilidad sobre cómo atender la desigualdad, sino que era un reflejo fundamental del problema.
“Sin cambios estructurales, solo puedes alimentar esta fantasía de ‘ir adelante’ con el esfuerzo de mujeres de color de bajos ingresos”, declaró Koa Beck, de 35 años, autora del libro “White Feminism: From the Suffragettes to Influencers and Who They Leave Behind”. “La sociedad ha avanzado. Ahora prestamos más atención a las desventajas estructurales que enfrentan las mujeres, desde el acoso sexual hasta el cuidado infantil, pasando por la falta de licencias remuneradas por maternidad a nivel nacional”, comentó Katha Pollitt, columnista feminista, quien recordó que muchas amigas y su propia hija opinaron que “Vayamos adelante” estaba lleno de consejos sabios cuando se publicó. “Las personas ya aprendieron que las vidas laborales de las mujeres no se definen por su propia iniciativa”.
Katherine Goldstein, de 38 años, inició un Círculo Lean In con sus amigas en 2013. El libro motivó a tres de sus siete integrantes a pedir aumentos y los obtuvieron.
“Se sentía como una guía increíble de cómo contemplar mi vida en adelante”, dijo Goldstein, de 38 años, autora del boletín “The Double Shift”.
No obstante, luego de que Goldstein dio a luz, enfrentó dificultades para ser mamá con problemas de salud y terminó perdiendo su puesto de alto perfil en medios, los consejos del libro empezaron a sonar falsos. “Ahora me sirve como una referencia intelectual de lo que ya no creo y lo que no quiero ser”, sostuvo.
Pese a todas las reacciones negativas que “Vayamos adelante” provocó después, hubo millones de mujeres que vieron algo de su propio potencial en el éxito rotundo de Sandberg.
“Siempre me refiero a ello como una situación de un antes y un después”, dijo Rachel Sklar, empresaria que fue parte del comité directivo que promovió “Vayamos adelante” antes de su publicación. “Se convirtió en el símbolo de un problema que antes se conocía, pero no se había nombrado”.
Para Sklar, algunas de las críticas que ha recibido Sandberg desde la publicación de su libro han sido excesivas. “Los hombres en puestos de liderazgo escriben libros todo el tiempo, y solo pasan desapercibidos, sin rendir cuentas de cómo sus obras han resistido o no el paso del tiempo”, señaló Sklar.
Además, Sandberg enfrentó aún más escrutinio cuando la percepción pública sobre su compañía empezó a degradarse. Cuando Facebook fue blanco de ataques por su participación en la difusión de desinformación en las elecciones de 2016, parte de la furia de la sociedad se dirigió contra Sandberg, quien era responsable del equipo de políticas y seguridad. En 2018, fue criticada por algunos de los efectos colaterales del escándalo de filtración de datos de Cambridge Analytica. Por si fuera poco, han surgido investigaciones que indican que Instagram, propiedad de Meta, ha tenido efectos tóxicos en la salud mental de las adolescentes. Hubo quienes opinaron que el mensaje público de Sandberg seguía enfocándose demasiado en la ambición y los logros individuales y no en el valor social de la empresa que estaba dirigiendo.
“No todo se trata de ir adelante”, afirmó Rosa Brooks, de 51 años, profesora en la Escuela de Derecho de la Universidad de Georgetown, y agregó que el periodo de liderazgo de Sandberg suscitó preguntas más profundas sobre su filosofía laboral. “No solo es cuestión de pensar: ‘¿Cómo consigo el éxito en términos del lugar de trabajo?’”, sino: ‘¿Cómo cambio el lugar de trabajo para convertirlo en una fuerza positiva en el mundo?’”. Sheryl Sandberg, entonces directora de operaciones de Facebook, testifica en una audiencia ante el Senado en Washington, el 4 de septiembre de 2018. (Eric Thayer/The New York Times).
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