Pocitos Libros es una emblemática librería ubicada entre Avenida Brasil y Brito del Pino. Además de tener sus estantes llenos de libros, periódicamente oficia de centro cultural, teniendo su sótano como espacio para presentaciones de libros, pequeños toques musicales y exhibiciones artísticas. Y esto por nombrar solo algunas de sus actividades, que a lo largo de sus años son y han sido muchas más. A lo que hay que agregar que habitualmente el costo de la entrada es gratuito; son actividades, como se suele decir comúnmente, por amor al arte.
Sumado a esto, hay talleres anuales, no solo de escritura, sino que también de historia, filosofía y otros temas de interés. Estos sí pagos, con el objetivo de retribuir quienes los dictan. Pero siempre con la idea de aportar algo más que solo libros a los clientes y al barrio.
Este año se cumplen diez años de su apertura, en 2006, por lo que Montevideo Portal fue hasta ahí para hablar con el hombre detrás de todo este proyecto: Leonardo Silveira, que nos recibió, como no podía ser de otra manera, escuchando Soda Stereo. Con su hablar desordenado, pero no por eso menos interesante, nos contó de libros, de antiguas librerías, de los cambios impuestos por la tecnología, del barrio y, sobre todo, de cómo es ser librero en el siglo XXI.
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¿Cómo arranca tu relación con los libros?
De niño. Ya de niño me gustaba y tenía la colección de los clásicos, que estaba Sandokan, Salgari, esa onda. Después mi abuela, cuando nos íbamos para afuera, me compraba alguno de la colección de Asterix, de Superman, pero igual siempre más que los comics me gustaron más los libros. Y después ya de más grande, te van pasando cosas, mismo literatura en el liceo no era una materia que yo sufriera, en cierta forma me gustaba. Salvo lo demasiado clásico que a veces te lo hacen como obligado. "Léete el capítulo tal de la Ilíada o de la Divina Comedia". Después vos lo agarrás de vuelta el libro y decís "pa' esto, está bueno". Pero el tema, es como todo en la vida, cuando te lo quieren imponer...
Y de ahí, ¿cuándo arrancás a trabajar con los libros?
Con los años, en los veranos, empiezo con un amigo, que el padre tenía una editorial, de esas que salen vendedores a domicilio. Otra época. Y ahí trabajábamos seleccionando el material de esos vendedores.
Pero, ¿todo eso en época liceal?
Eso estando en el liceo, casi terminándolo. Después algunos veranos corté, o alternaba un mes que de repente laburaba, y ya el otro me iba para La Paloma con algunos mangos. Y con algunos libros, porque eso también me facilitaba el acceso a material nuevo, porque en esa época se hacía mucho eso, cambiar libros.
Y cuando terminaste el liceo, ¿qué hiciste?
Intenté hacer facultad de Arquitectura trabajando. Más que trabajando, jorobando. Porque ahí ya estaba en la época de salir a bailar y me gustaba la música y trabajaba también con la música. Y todo a la vez no podía.
¿Qué hacías con la música?
Hacía sonido, trabajaba con algunas bandas, también organizábamos fiestas y pasaba música. Y al final vi que era como complicado para hacer todo.
Hasta que me puse a laburar en una librería grande de acá.
Volviste a los libros.
Sí, entré a laburar con un amigo, que los familiares eran dueños. Ahí entré en el 94, como pinche vendedor, de cero, che pibe. Mejor, porque yo era uno más, que entraba ahí a ordenar los anaqueles. Y ahí realmente aprendí el oficio del librero; con libreros de los viejos, de la vieja guardia. Tipos que habían trabajado en Barreiro y Ramos, Monteverde, esas librerías de antes. Catálogos de papel y ordenar anaqueles, nada de computadora.
Y eso te debe haber formado para lo que hacés hoy.
Me acuerdo que había un vendedor, veteranísimo, ya debe de haber fallecido, que me decía: para ordenar, apréndete títulos y autor, nada de colección, ni la tapita de color, ni el número, nada. Era la forma de buscar. Ahora salen corriendo a la computadora. Y yo, hoy por hoy, aunque pienso que la computadora es una herramienta fabulosa, cuando me preguntás, trato primero de filtrarlo en mi cabeza, como me decía este vendedor. Y si me entra una laguna, ahí sí voy a la computadora.
¿Y cuándo decidiste saltar para Pocitos Libros?
Ahí estuve 10 años. Con el tiempo pasó de todo: la crisis del 2002, la librería que era una cadena fuerte se desmembró, se quedaron en el tiempo, no se fueron aggiornando. Y ta, yo quería hacer otras cosas, traer más actividades -escritores, músicos- y siempre había un choque. Me decían que no. Entonces me pudrí y me fui.
En ese momento, ya estaba pergeñando la idea de poner mi propia librería y hacer lo que yo quería hacer, sin que nadie me dijese que no. Y la idea fue creciendo, hasta que en el 2006 salí ya a buscar algo chiquito, porque sabía que tenía que ser de barrio.
"Barrio" es una palabra que repetís mucho cuando hablás de la librería.
Cuando me vienen a decir "qué linda tenés la librería", yo digo "en realidad la librería es del barrio". O sea, si el barrio, la gente, no quiere que haya una librería, ésta no va a poder estar más. Por más que esté decorada, tenga los mejores libros y la mejor iluminación. Es del barrio.
Cuándo entrás acá, empezás a ser vos el librero...
Claro, y como iba a empezar de cero era libertad total. Y otra cosa que me había gustado de acá, era un sótano que tenía y ya de pique me imaginé que no iba a ser para guardar libros. Era el lugar para hacer todas las cosas que yo quería hacer, de acercar el escritor a la gente, de traer música. Porque además, con el cambio del tiempo, vos tenés que hacer que la gente venga a la librería, no podés quedarte en el mostrador como se hacía antes, cuando la gente venía sola.
Capaz eso que hacés de agregar a la figura de librero, la de gestor cultural, es como un aggiornamiento del librero: un librero "moderno"...
Claro. Un escritor amigo me dijo hace unos años ya que eso de la gestión cultural, que ahora está de moda y es una carrera que se estudia, yo ya lo estaba haciendo hace años. Y yo lo hago con mucho placer y no impuesto de una forma comercial. Porque todas estas actividades que se generan por lo general son con entrada gratuita.
¿Y por qué sale eso de hacer los eventos gratis? Parece bastante contrario al mundo capitalista que vivimos...
Es que la difusión cultural me encanta, cuando leo un libro que me gusta quiero que otro lo descubra o si hay un disco que me gusta, quiero compartirlo con otro, más allá de la plata. Ojo, evidentemente quiero que la librería funcione comercialmente, yo tengo que pagar mis cuentas como todos, y estas cosas también ayudan. Capaz no directamente, pero ayudan. No sé si el tiempo que gasto en eso y la retribución que me da tiene manera de medirse en plata. Pero a mí me gusta hacerlo y me parece un todo en cuanto a lo que tiene que ser una librería hoy.
Pero aparte, ¿puede ser una forma de diferenciarse?
Hoy, en el 2016, sigue siendo un valor diferencial, pero ya no algo exclusivo. Quizás hace unos años cuando empecé sí. Pero no descubrimos nada: esto se hacía en Europa, en Buenos Aires. Pero además, es lo básico, son cosas muy ferméntales, que hacen bien.
Me acuerdo el primer ciclo que hicimos, por 2006, 2007, de lectura y músical fue "El sonido y la furia" de Faulkner y en cada presentación venía un músico diferente. Que me acuerde estuvo Diego Presa, que por suerte ahora está creciendo bastante. Y en ese momento sí capaz que éramos los "raros". Ahora, por suerte, hay muchas más librerías que hacen estas cosas.
Y la organización de estos eventos, ¿te generan problemas? ¿cómo se para el Estado frente a esto?
Hemos tenido varios problemas. Incluso hemos dejado de hacer algunas cosas por los problemas que se generan, que aparte no tienen lógica porque, como decíamos recién, no cobramos entrada, no se vende alcohol. Es eso, un evento cultural, venís a escuchar música, que ni siquiera está a un volumen fuerte que moleste.
Pero sí, hubo problemas con la Intendencia: que los permisos, que la habilitación de bomberos. Siempre hay un papel más que hay que hacer.
Pero ahora está la Intendencia viendo de medir con una vara diferente, porque siguen hoy por hoy con el mismo librito para todos: me vienen a medir a mí igual que al que tiene un boliche de 3000 personas. Y eso está mal.
Y, ¿qué son para vos los 10 años de la librería?
Y, para mí, son un objetivo logrado. Pero también, representa seguir aprendiendo como librero, porque en realidad son 20 años en este oficio. Diez acá timoneando el barco y diez de aprendiz de otros libreros. Pero claro, en estos diez años también desarrollé relaciones con clientes, con su gusto, con la forma de dar una buena atención. Y los vínculos que se generaron con escritores, con músicos, de acá y de afuera, son muy gratificantes.
Y después, haber permanecido diez años, con todos los vaivenes de la economía y todos los palos en la rueda que ha recibido el libro en papel, es una alegría muy grande. Y sobre todo, un decir "no estaba tan errado en lo que había craneado".
Imagino también que estos 10 años cambiaron mucho las cosas...
Sí, incluso la venta de libros ha cambiado mucho. Y eso se nota en el perfil de la gente. Acá en Uruguay no podés segmentarte, tener una librería exclusiva de un género. Quizás acá tenemos un perfil marcado con la música. Pero acá tenemos de todo, transversal: poesía, ensayo político, filosofía, literatura musical, sociología, teología, novela contemporánea.
Y con los años vas aprendiendo esto, a elegir mejor. También creo que debería haber una mayor red de librerías independientes, no somos competencia. Entre todos es más fácil salir adelante.
Y, por ejemplo, ¿pensás que la gente lee menos que antes?
Desde esta trinchera yo creo que la gente sigue leyendo. Incluso, en esta zona dónde yo estoy, la lectura es fuerte también en los niños. No pasa eso que ahora repite la gente: "no, los gurises no leen, pasan todo el tiempo con la maquinita". Capaz en otros lugares pasa, pero acá yo tengo mucho público infantil y eso me deja contento. Es más, tengo jóvenes que antes venían con la mamá y ahora vienen solos, es muy gratificante.
Lo que sí, puede que ahora la gente se queje más de los precios. Pero bueno, la gente se queja de los precios de todo.
Por último, ¿dirías que es posible tener una librería hoy en día?
Es difícil. Es mucho más romántico que comercial. Pero siendo ordenado y con una estructura mínima, se puede. También que quede claro una cosa: es como comprarte un trabajo. Pero no es un negocio: si vas a pensar a poner una librería como negocio, estás liquidado. Es como decía [G.K] Chesterton: cuando vos conseguís quedarte en tu trabajo diez minutos más y lo hacés con ganas, ya está, ganaste.
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En el marco de los festejos por los 10 años, la librería tiene una promoción en libros. Con ejemplares de todos los estilos a 300$ (2 x 500) y algunos ejemplares que llegan hasta un 70% de descuento de su precio original, Pocitos Libros festeja su aniversario.
Manuel Serra | (@serra_sur)