Por The New York Times | Genevieve Glatsky and Nathalia Angarita
Tras la publicación de “En agosto nos vemos”, novela póstuma de uno de los escritores más importantes de la literatura mundial, Aracataca tiene esperanzas de recibir más turistas.
Estatuas y murales llevan su imagen. Escuelas y bibliotecas tienen su nombre. Hoteles, barberías, clubes nocturnos y tiendas de reparación de bicicletas hacen referencias a su obra.
En la sofocante ciudad montañosa de Aracataca, en Colombia, es imposible caminar por una sola calle sin ver alusiones al más renombrado de sus viejos residentes: Gabriel García Márquez, el ganador del Premio Nobel de Literatura de 1982.
Por toda la ciudad se ven mariposas amarillas, un guiño a una de sus famosas imágenes literarias. La casa donde vivió de niño se ha convertido en un museo lleno de sus muebles originales, incluida la cuna donde dormía.
La biblioteca, llamada Biblioteca Pública Municipal Remedios La Bella, en honor al personaje Remedios, la bella, de su novela Cien años de soledad, tiene una vitrina que exhibe sus libros traducidos a varios idiomas.
Aracataca, que antes era una ciudad remota y pequeña de 40.000 habitantes asolada por el desempleo y la falta de servicios básicos, se ha transformado por su conexión con García Márquez, el autor más famoso de Colombia y uno de los titanes literarios del mundo.
Hace diez años, la ciudad no tenía mucho que ofrecer a los turistas y hacía poco por promocionar su conexión con el autor, más allá de un museo y una sala de billar que se denominaba a sí mismo como Billar Macondo, por el nombre de la ciudad ficticia de Cien años de soledad.
Pero desde la muerte de García Márquez, en 2014, ha aumentado el interés por él y por su ciudad natal, la cual inspiró algunas de sus obras más conocidas.
Muchos se refieren al escritor por su apodo, Gabo, y la ciudad se ha convertido en una especie de Gabolandia.
Si caminas por cualquier calle, encontrarás referencias evidentes al autor: carteles con su nombre, murales, estatuas, señales de tránsito y un montón de puestos que venden distintos productos, desde gorras de béisbol hasta tazas de café con la imagen de García Márquez.
Con la reciente publicación de su libro póstumo,
En agosto nos vemos
, los funcionarios y residentes de Aracataca tienen grandes esperanzas de que la nueva publicidad atraiga aún más turistas.
“Sí, se han visto cambios en todos los aspectos”, dijo Carlos Ruiz, director de un museo en el que el padre de García Márquez trabajó como operador de telégrafos. Él ha estado trabajando junto con el gobierno regional para impulsar el turismo literario en la ciudad.
“A través de Gabo lo que queremos es que Aracataca se fortalezca”, dijo Ruiz, y añadió que el año pasado la visitaron 22.000 turistas, frente a los 17.500 de 2019.
La ciudad celebra el cumpleaños de García Márquez todos los 6 de marzo, pero las festividades de este año fueron mayores, con más participantes y más actividades.
La celebración incluyó un concurso de relatos cortos y poesía y un espectáculo de danza a cargo de un grupo de niñas vestidas de mariposas amarillas. Una bibliotecaria se disfrazó de García Márquez para leer a los niños fragmentos de Cien años de soledad. Por la noche, un grupo de teatro representó El amor en los tiempos del cólera.
García Márquez no quería que se publicara su último libro, cuyos méritos literarios ya se están debatiendo. Pero, en su ciudad natal, la publicación ha generado un gran entusiasmo.
“Hay una expectativa grande, sobre todo porque en esta obra es una mujer la protagonista”, dijo Claudia Aarón, una maestra de escuela de 50 años.
“Qué bueno que la podamos disfrutar”, añadió, “que el gran nobel, nuestro maestro, todavía nos deja disfrutar su obra hasta después de fallecido”.
Aarón, quien iba vestida de amarillo chillón como muchos de los asistentes al concurso de poesía, recordó la última vez que el escritor vino a Aracataca, en 2007, y recorrió la ciudad en un carruaje de caballos.
“Eso fue apoteósico”, dijo. “Él con la esposa iban saludando como reina de pueblo y la gente se agolpaba”.
“Tantas cosas nos ayudan y nos motivan a seguir viviendo aquí, a luchar por esta cultura”, dijo Rocío Valle, de 52 años, otra maestra que asistió al concurso de poesía. “Gracias a Dios y gracias a Gabo”.
García Márquez nació en Aracataca en 1927 y fue criado por sus abuelos maternos hasta los ocho años, antes de mudarse a Sucre a vivir con sus padres.
Aunque su estancia en Aracataca fue relativamente breve, la ciudad se convirtió en la inspiración para la ciudad ficticia de Macondo. (En 2006 se realizó un referéndum para cambiar el nombre de Aracataca por el de Macondo, pero finalmente fracasó).
En sus memorias Vivir para contarla, el novelista recordaba que cuando regresó a Aracataca de joven “la reverberación del calor era tan intensa que todo se veía como a través de un vidrio ondulante”.
Hoy en día, en Aracataca, las obras de García Márquez se enseñan desde el preescolar, y se pide a los niños que hagan dibujos basados en sus cuentos, los cuales se leen en voz alta, dijo Aarón.
El miércoles, un grupo de adolescentes reunidos frente a una tienda dijeron que el legado del Premio Nobel de García Márquez los había inspirado a ser creativos e imaginativos en clase. También debatieron sobre cuál de sus obras era su favorita: La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada o Relato de un náufrago.
Alejandra Mantilla, de 16 años, dijo que se sentía orgullosa de ver a turistas de lugares tan lejanos como Europa y China visitar la ciudad, sobre todo porque Colombia sigue luchando por superar su reputación relacionada a las drogas y la violencia.
“Colombia es, de pronto, uno de los países que está como muy alejado por todo lo del narcotráfico y todo eso”, dijo. “Entonces, qué bueno que le dé una buena imagen al país”.
Iñaki Otaoño, de 63 años, y su esposa, que viven en España, se aseguraron de visitar Aracataca durante su viaje de un mes por Colombia. Otaoño dijo que ha leído todas las obras de García Márquez.
“Somos un poco monomaníacos de este señor”, dijo. “Había que conocer el sitio de lo que sale en el libro”.
También mencionó que pensaban comprar su nuevo libro cuando llegaran a Bogotá.
“Pues mejor comprarlo aquí en su país, ¿no?”, dijo.
El gobierno regional ha estado trabajando para reactivar un ferrocarril que pasa por Aracataca, que actualmente funciona solo para movilizar carbón, para transportar pasajeros como parte de una “ruta Macondo”. Además, se está construyendo un gran hotel con piscina y panadería.
El aumento del turismo ha proporcionado más oportunidades económicas.
Cuando Jahir Beltrán, de 39 años, perdió su empleo como minero del carbón, trabajó brevemente en construcción y agricultura, hasta que un amigo le sugirió trabajar como guía turístico.
Entonces empezó a estudiar la obra de García Márquez y contrató a un sastre que le hizo un uniforme para poder disfrazarse del coronel Aureliano Buendía, uno de los personajes más importantes de Cien años de soledad.
“Todo esos conocimientos, tanto del escritor como de la vieja Aracataca, me han servido para transmitírselo a los turistas”, dijo Beltrán, quien ahora trabaja a tiempo completo como guía turístico independiente.
Fernando Vizcaíno, banquero jubilado de 70 años, tuvo la idea de convertir su casa en un hostal hace unos seis años, cuando vio que empezaban a llegar un mayor número de visitantes. Lo bautizó como Casa Turística Realismo Mágico, y él y su esposa la decoraron con colores brillantes y muchas referencias a García Márquez.
Vizcaíno dijo que su padre era amigo de la familia del autor y llevaba y traía las cartas que los padres de García Márquez se escribían cuando eran jóvenes y perseguían un amor prohibido. Ese noviazgo inspiró El amor en los tiempos del cólera.
“Aquí en Aracataca es una persona que está viva todavía”, dijo.