Desde hace un tiempo, la cartelera de cine de nuestro país está experimentando un fenómeno creciente: cada vez son más los horarios en los que se exhiben películas dobladas al español, en detrimento de las subtituladas.
Quienes desean ver el filme con su audio original y las voces de los actores tienen menos opciones de horarios (en algunos casos, cuando se trata de películas consideradas juveniles o blockbusters ni siquiera las tienen) y a veces se ven relegados entre semana a la última función del día.
En países como España e Italia la práctica del doblaje en el cine y la televisión está muy extendida como herencia de las normativas promulgadas en la primera mitad del siglo XX, tanto en defensa del idioma natal (el ejemplo más claro es la Ley de Defensa del Idioma promulgada por Benito Mussolini, imitada luego por Francisco Franco) como de la industria del doblaje, aunque en ambas naciones hoy en día se puede acceder a filmes subtitulados en varias salas de cine. En Uruguay esta es una tendencia que empezó a ganar terreno en los últimos años.
La Asociación de Críticos de Cine del Uruguay (ACCU) decidió enfrentar este fenómeno ayer a través de un comunicado, titulado "El problema del doblaje en Uruguay".
En el comunicado la ACCU "expresa y difunde su consternación ante la creciente y ya desmesurada extensión, en nuestro circuito de exhibición cinematográfica, de funciones con versiones dobladas de películas".
"Durante la vigencia de las copias en fílmico eran casi inexistentes en nuestro país las versiones dobladas, con la excepción de las películas destinadas a niños en edad preescolar o en proceso de alfabetización. La proliferación de versiones dobladas de películas destinadas a un público mayor de diez años no obedeció inicialmente a una demanda del mercado, sino simplemente a la aceptación pasiva de una política diseñada por los distribuidores internacionales en función de un mercado latinoamericano genérico (es decir, países que, en comparación con Uruguay, tienen mucho menor tasa de alfabetización e inferior calidad educativa)", señala ACCU.
"Es entendible que, dada la decadencia del sistema educativo uruguayo, concomitante con la disminución global del hábito de lectura, los exhibidores se hayan percatado de la existencia de un público potencial para versiones dobladas. El aprovechamiento de ese nicho de mercado por los exhibidores es comprensible por razones comerciales, pero no por ello deja de ser lamentable y socialmente irresponsable. Por un lado, se acentúa la atrofia en la capacidad lectora de la población. Por otro lado, es una falta de respeto con el trabajo de los creadores y actores cinematográficos, una vez que se trasmiten sus obras en forma crucialmente adulterada. Y por fin, nos aparta aún más de la honorable cultura cinéfila por la que este país se supo destacar, y que incluía la costumbre (que supo ser una exigencia) de asistir a las obras en sus versiones auténticas, con las voces de los actores que efectivamente actuaron, apreciando no sólo sus rostros sino también su dicción, su expresión vocal, su acento", agregan los críticos.
Las películas subtituladas "acostumbran a los espectadores a escuchar idiomas extranjeros y recompensa, a quienes tienen cierto entendimiento del idioma original, con sutilezas del guion o del juego de acentos, que no se pueden trasmitir en una traducción". "Las versiones dobladas en funciones destinadas a espectadores alfabetizados implica una vergonzante capitulación ante la decadencia cultural (y la retroalimenta), un drástico decrecimiento en la función cultural del cine, y todavía un menosprecio por el público más exigente y dotado de criterio", apuntan.
En los últimos meses "la proliferación de funciones con copias dobladas viene relegando la posibilidad de ver las versiones verdaderas de las películas a unas pocas funciones en unas pocas salas durante unas pocas semanas". "Para personas que no tengan una disponibilidad total de tiempo, en algunos casos las opciones son tan pocas que implican la imposibilidad de ver la película en su versión verdadera. Rogamos a los exhibidores y distribuidores locales reconsiderar esa práctica, y reducir la cantidad de funciones de películas dobladas, y a las autoridades culturales y educativas del Uruguay sumarse a este reclamo de respeto por las obras cinematográficas y por el público uruguayo", concluye ACCU.
Un cambio cultural
La responsabilidad de la proyección de las versiones es tanto de las distribuidoras que traen las películas como de los cines que las emiten. Montevideo Portal dialogó con Mariana Chango, gerenta de Life Films, sobre este cambio en los gustos del espectador uruguayo.
Mariana reconoció que las distribuidoras tienden a traer más material doblado ahora, pero "más allá de eso la realidad es una, y es que el público lo requiere así". "Nosotros tenemos dos complejos, como el Alfabeta y 21, en que no exhibimos filmes doblados, pero no nos pasa lo mismo donde pasamos un cine más comercial", dijo.
"El manifiesto de ACCU lo suscribo al cien por cien. Nos da tanta pena como a los críticos el hecho de que el público no esté siendo capaz de leer películas subtituladas, pero cada vez que intentamos hacerlo la gente no entra a la sala. Preguntan y se retiran, porque no llegan a leer los subtítulos", señaló.
Si bien coincidió en que se trata de una "situación preocupante", consideró que no se puede "cargar al exhibidor", que tiene un "negocio con sus costos y además apretado", con la responsabilidad de educar a la gente. "Más allá de que a los niños se les daban los filmes doblados, ya al público adolescente o veinteañero lo agarrás sin esa formación. Pretender que por darles la versión subtitulada van a aprender es un poco inocente, porque ya llegan con una deficiencia en ese sentido", opinó la responsable de Life.
Esta tendencia, a su juicio, se nota también en los canales de cable y no se da sólo en Uruguay. "Nosotros siempre fuimos acérrimos defensores de la las películas subtituladas, pero terminamos doblegándonos", dijo. Sin embargo, aseguró que siempre intentan -y lo seguirán haciendo- dejar espacio para versiones subtituladas, aunque señaló que en algunos complejos, como el de Costa Urbana, ha sido difícil.