Julio Víctor González es un peso pesado de la música popular uruguaya. Con su apodo, "El Zucará", como una marca indiscutible de una inmensa trayectoria y que refiere justamente al dúo del que formó parte desde su inicio, en el año 1967, y que es uno de los faros indiscutibles que tiene el canto popular y la música de nuestro país, se prepara para festejar su medio siglo de carrera.

En esos cincuenta años, que lo hacen casi un Rolling Stone criollo, pasaron muchas cosas, sonaron muchas canciones, y él mismo -según sus propias palabras- cambió muchas veces. Por eso, este 15 de octubre en la Sala Zitarrosa, un lugar óptimo, ya que se declara como músico amante de las salas chicas y teatros, repasará todo ese largo recorrido musical que tiene en sus espaldas.

En un diálogo íntimo con Montevideo Portal, el oriundo de Rocha habló de una gran variedad de temas, tales como la diferencia, si es que existe, entre el folklore y el canto popular, el cambio de la escena local de esos géneros, las diferencias entre los grandes festivales y las salas de teatro, o, si hoy en día es posible cambiar el mundo y, en caso de posible, cómo.

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Llegar a las 50 años de carrera no es algo de todos los días. ¿Cuándo empezaste, allá por 1967, esperaba llegar a este momento?

No, claro, para nada. Creo que son cosas que a esa edad ni siquiera se las plantea uno. Estaba en otra, claramente.

Y con tanta agua pasada por el río, imagino que muchas de las canciones con el tiempo se habrán resignificado, o mismo usted debe de haber cambiado. ¿Cómo es volver a enfrentarse con esas canciones?

Y uno cambia muchas veces como persona. En una larga carrera artística y con las años que tengo encima si habré cambiado. Uno está siempre transformándose. Además a mí eso me parece buenísimo: es la búsqueda y yo siempre estoy buscando. Toda mi vida he sido bastante inquieto en ese aspecto. Siempre estoy escuchando de todo un poco y uno se va nutriendo, enriqueciendo, de lo que va viviendo. Entonces la vida te lleva para un lado, te lleva para el otro. Yo hago una comparación a veces, es como el mar: cuando estás flotando y viene la ola, y hay que aflojarse y dejarse que te lleve y que te traiga, y no oponer resistencia.

Una duda que tengo, y creo que también todos los de mi generación, que no vivimos el auge del canto popular, es cuál es la frontera exacta con el folklore. Y en ese sentido, la música de Los Zucará cuánto tiene de folklore y cuánto de canto popular.

Bueno, es muy interesante esa pregunta. Nadie me la había hecho antes. Porque sí, he notado eso también, hay como una diferenciación, como que son conceptos diferentes. Para mí no, nunca fue.

Porque empezando con esa expresión, canto popular, no se sabe muy bien a quién se le ocurrió ni por qué fue quedando así. Es decir, yo tengo una idea, a ver si puedo recomponer la memoria y contarlo. En realidad, nosotros cuando empezamos, y los que empezaron antes -Los Olimareños, Daniel Viglietti, Alfredo Zitarrosa, el Sabalero- más todavía, tuvieron que luchar contra la invasión argentina en esto que estamos hablando. El folklore argentino es lo que se escuchaba todos los días acá y lo que cantábamos también, porque no había cancioneros uruguayos.

Rúben Lena siempre hacía una anécdota muy cómica y muy gráfico de esto, y que él se dio cuenta una vez que le tocó ir a Venezuela como maestro en una delegación. Y cuando andaban de viaje una vez, contaba él, que iba en un ómnibus donde había gente de todo el mundo, entonces todos cantaban algo de su país, y cuando le tocó al Uruguay no tenían canciones. Creo que cantaron el Himno (se rié). Se dio cuenta que no teníamos canciones nuestras.

Claro, era todo importado...

Entonces un poco eso pasó, que no teníamos cancionero. Y fue como a propósito, que después vino esa cosa de crear nuestro canto que venía con Los Olimareños y esa primera camada. Con esa cosa inclaudicable de que había que cantar nuestras canciones había que dejar el folklore argentino. Vamos a cantar nuestras cosas, nuestros personajes, nuestros paisajes, contar lo que somos nosotros. Y creo que eso tuvo que ver con la denominación "canto popular" para que se diferenciara del folklore. Creo que es por ahí.

Y es verdad que ahora cambió, y ya nadie habla de canto popular, todo el mundo dice folklore. Cuando, en realidad, siempre fue lo mismo. Pero sí tiene que ver con lo argentino, ahora se volvió a decir folklore porque los argentinos vuelven a tener una incidencia en Uruguay.

Usted es rochense, siempre vivió ahí, y yo le quería preguntar por qué piensa que el departamento es cuna de tantos artistas.

Creo que ha de tener que ver todo el movimiento este que, de alguna manera, iniciamos nosotros. Nosotros fuimos los primeros, nos tocó ese privilegio y ese compromiso también. Fuimos los primeros en cantar canciones que hablaban de nosotros, de las cosas nuestras. Y atrás nuestro vino todo un movimiento que todavía los viejos siguen ahí, como Nelsón "Pindingo" Pereira de Castillos, el "Pico" Decuadra, que es de San Miguel. Después vino Solypalma y después ahora hay cantidad. En el rock, y en distintos géneros.

Pasa que, además, los balnearios también tienen que ver con todo este movimiento de música y de poesía. Hay muchos creativos sobre todo en las partes de la costa rochense, mucha gente de Montevideo se va para allá. Y mucha gente se va y se queda.

En las canciones de Los Zucará, o también en su vida, que tocó a dúo con Braulio López, y toca, además, regularmente en el Festival del Olimar, se ve que tiene una relación especial con el departamento de Treinta y Tres. ¿Cómo se sembró eso?

Nosotros, antes de conocernos, ya escuchábamos cada uno por su lado a Los Olimareños. Bueno, yo me hice fanático de los "Olima" desde los comienzos. Y en Treinta y Tres el movimiento de canto popular del interior era muy fuerte. Justamente, a partir del fenómeno ese, de los Olimareños, que fue muy fuerte. Fue increíble, porque ellos apenas arrancaron ya eran famosos. Porque además los agarro [Jorge] Cafrune y se los llevó de gira por toda Argentina y después de ahí ya empezaron a hacer viajes por el mundo. A ellos les fue muy bien de entrada.
Y ellos ahí, tenían dos poetas fundamentales: Rúben Lema y Víctor Lima, que eran un torrente de poesía y de canciones nuevas. Siempre estaban aportando.

Y a nosotros lo que nos sucedió al principio fue que cuando empezamos teníamos falta de poetas. Solamente teníamos uno, que era Humberto Vaz Mendoza, que fue quien escribió la primera canción inédita que cantamos. Que con esa canción ganamos un concurso, que nos permitió grabar nuestro primer disco y, cuando tuvimos esa oportunidad de grabar, nos dimos cuenta que faltaban canciones. Y fuimos a buscar canciones a Treinta y Tres.

Yo tenía parientes incluso ahí. Y empezamos a ir, y nos recibieron muy bien. Era algo precioso, había una movida cultural riquísima. Había teatros, pinturas, siempre tuvieron una visión así, de integrar las artes. Aquello era lindísimo. Y conocimos a varios de los grandes.

Conocimos a Rubén Lena, pero él nunca nos dio canciones. Decía: "mis poemas son sólo para los olimareños". Pero conocimos a Lucio Múniz también, y ese fue el descubrimiento; para nosotros era un rochense más. También conocimos a Martirena y a Óscar del Valle, que también les grabamos unas cuantas canciones.

Conocimos un grupo de gente lindísima, que nos aportaron mucho. Incluso trabajamos toda la vida.

¿Qué diferencia siente cuando toca en el Interior y cuando toca en Montevideo? Por el público, por el ambiente, digo. Quiero decir, ¿es, por ejemplo, lo mismo tocar en el Festival del Olimar que en la Sala Zitarrosa?

No, no lo siento para nada diferente. Sabés que no encuentro que sea tan diferente. O sea, un teatro es un teatro en cualquier parte. Y creo que siempre, se da más o menos lo mismo. Puede diferir porque el festival del Olimar es un escenario al aire libre enorme, y la Zitarrosa es una sala de teatro, que es un escenario cerrado y con otras características, como el silencio que hace la gente.

En eso puede diferir, pero eso es normal. Pero en cuanto a la respuesta del público es la misma en todos lados.

Y más allá de la respuesta del público, quería saber cómo lo siente usted.

Y, es que no sé. Porque a mí me encantan los lugares chiquitos, por ejemplo. Me encanta un auditorio de poca gente, que esté cerquita, que me pueda comunicar casi directamente. Eso me gusta mucho. Y ahí uno puede sentir realmente ese ida y vuelta de la energía. De lo que uno propone y lo que logra compartir, comunicar, y lo que la gente recibe. Pienso que eso es muy lindo. Los teatros tienen esa cosa íntima, de que uno puede ir al detalle, cuando toca y cuando canta. Uno puede ir a los matices.
Y eso, en los festivales no se logra, porque hay mucho bochinche, demasiada gente. Es otra energía, es otra cosa.

Con tantos años de música comprometida en la espalda, ¿cómo ve usted la actualidad política del país?

Vos sabés que estoy en una etapa, que no tengo muchas ganas ni de seguir muy de cerca la cosa política ni tampoco de opinar, porque hoy mi lucha y militancia es por otro lado. Por un lado totalmente distinto. No tiene nada que ver con lo político, que en una época lo fue. Pero, a su vez, tiene que ver, porque no hay nada que no sea política.

Somos seres políticos todos, pero yo no veo salida política. No veo ni acá ni en ninguna parte del mundo. Para mí es parte de un sistema que se está cayendo a pedazos. Parte no, parte fundamental. El sistema tiene que caer, no hay otra. Y bueno, mientras haya política, que está recontra comprobado que, aunque los políticos quieran ser diferentes y hacer algo revolucionario, no pueden.

No pueden lograr el sueño que hemos tenido tantos: el sueño de una sociedad más justa, de la libertad, de que todos seamos iguales. Es decir, por más que tengan ganas, no pueden salirse. No pueden correrse.

En realidad, yo los respeto. Hay algunos políticos que respeto a más que a otros, pero no veo ninguna luz en el camino. No veo qué se puede hacer, qué pueden lograr. Y no veo que se estén haciendo las cosas que se tienen que hacer para que sea todo menos injusto. Y a mí me molesta mucho la injusticia.

¿Y la música puede ser un camino para mejoras las cosas?

Claro que sí. La música siempre estuvo delante de todo. A mí me queda feo decirlo, pero yo lo he visto y vivido así. La música siempre encabezó todas las luchas. En el mundo entero, ¿eh? Y más que la canción, los artistas en general. Estoy siendo egoísta, el arte en general debí decir.

Para mí, si no logramos una humanidad de artistas nos vamos al diablo. Creo que cada uno debe encontrar su propio artista. Hay que buscarse, sé que es un proceso muy complejo. Y también me podrán decir, hay tanta gente que no tiene ni para comer, no tiene educación, no tiene nada de nada. A ellos, millones de personas, no les puedo decir nada. Pero los que sí pueden, los que podemos, tenemos la obligación de buscar adentro de nosotros mismos, qué es lo que podemos verdaderamente ser y aportar, cómo podemos ser mejores.

Pero desde el pique. Yo a mis hijos les traté de explicar eso. Estoy muy contento porque ellos eligieron, yo no les obligué ni les dije nunca. Sí no puedo evitar influir, no tengo que decir nada, con lo que hago ya está. Pero ellos eligieron la música, y eso los hace muy felices. Y, bueno, en la medida que cada uno elija, que se comprometa aunque no vaya demasiado bien económicamente y tenga que dejar algunas cosas por el camino, pero descubra qué es lo que quiero ser...

Si todos nos jugamos por nuestros sueños, cambia el mundo. Eso sin duda. Y el sueño siempre tiene que ver con el arte. Y siempre vas a encontrar un único talento adentro tuyo, que nadie más lo puede desarrollar como tú.

* El show está convocado para el domingo 15 de octubre a las 20:30 en la Sala Zitarrosa (18 de julio 1012). Entradas en Tickantel.

Por Manuel Serra | @serra_sur