Molina llega esta vez con un repertorio de canciones de sus cinco discos, desde su ópera prima "Rara", que editó en 1995 con la producción Gustavo Santaolalla, pasando por el disco que reconoce como su favorito, "Segundo", que curiosamente fue el primero de un camino de producción personal y solitaria, y haciendo énfasis en sus últimas producciones: "Tres Cosas", "Son", y "Un día".

Antes de su concierto, Molina dialogó con Montevideo Portal sobre su pasada faceta como actriz cómica, la gestación de un nuevo público, el proceso creativo, la fama que llegó de otras fronteras y el costo de desandar caminos, entre otros temas.


Este sábado tocás en La Trastienda, ¿qué vas a ofrecer?

Elegí las canciones que más me gusta tocar de todas las que toco siempre. Como no hay disco nuevo, es una selección "favorita" propia. La mayoría de los temas son de los últimos discos porque, salvo algunas canciones muy queridas, uno se entusiasma siempre con lo más nuevo.

¿Y qué esperás encontrar?

Trato de no pensar en eso, porque tengo algo especial con Uruguay. A veces voy con muchas expectativas de encontrarme con una cosa que para mí es muy importante y están un poco fríos y me deprimo. El público uruguayo es muy reservado, algunos shows me han costado, pero para mí es muy importante, no puedo evitar tener expectativas.

Eso especial que tenés con Uruguay, ¿tiene que ver con una influencia musical o con algo personal?

Cuando era muy chica íbamos a Uruguay casi cuatro meses por año, cuando todavía no había sido el "boom" de Punta del Este, no había muchos edificios altos. Montevideo por suerte se mantiene bastante parecida y siempre la reconozco. Me gusta llegar a una ciudad y reconocerla. Quizá por eso y por la música desde ya, porque a casa llegaban todos los discos de Mateo, de Tótem, de El Kinto, son discos con los que crecí. Y no solamente crecí con ellos, sino que elegía ponerlos, estaban dentro de mi discografía favorita. En los demás miembros de la familia no fue tan fuerte el impacto.

¿Los reconoces como una influencia para lo que buscaste después cuando decidiste dedicarte a la música?

Tengo una opinión sobre las influencias: creo que no son algo que a uno le meten sino que despiertan algo que tenés adentro. Porque hay cosas que me gustan mucho y sin embrago no me parezco a ellas, no siento similitudes. Por ejemplo, cuando fui a ver a James Brown hace unos años llegué enloquecida a mi casa, súper inspirada, pero empecé a tocar la guitarra y no me salió ni una nota de funk, porque no tengo funk adentro. No soy funk. En cambio ustedes tienen una cosa... una parte montevideana, negra, no sé muy bien qué parte del swing uruguayo, con la que me conecto. No es que me parezca tampoco, pero siento que hay un parentesco.

Hace algunos años sentías que el público que iba a verte cantar buscaba a una Juana Molina que no era la que terminaban encontrando. ¿Ese sentimiento te sigue acompañando?

Eso fue allá por el 2004, por suerte hace mucho que no me pasa más. Ahí empezó a disiparse porque la gente empezó a enterarse un poco más, pero hasta ese año sí, la gente iba a ver a la Juana Molina que conocía de la TV y no entendían mucho lo que pasaba. No sé qué esperaban de mí, si iban a ver un recital de música, no sé qué expectativa tenían.

¿Te quedó algo de tu etapa como actriz que te siga definiendo ahora como cantante?

En realidad las dos cosas estuvieron en mí desde siempre, no es que "fui a estudiar teatro", era así, solía hacer personajes, era una cosa natural que heredé de mi familia, no la inventé. Fui la única que le sacó provecho a una veta cómica que teníamos todos. Esa parte la mamé en casa y la música también, son las dos cosas con las que me alimenté durante la infancia.

Pero en lo que hablábamos de la interacción con el público, el haber sido actriz te dio una impronta que quizá fue complicada a la hora de mostrar otra faceta...

Sí, de hecho fue así al principio. Lo que pasa es que - de eso me di cuenta después- uno no puede pretender que la gente que te conoce de una manera vaya y te quiera de otra. Por ejemplo, estás casada, enamorada de tu marido y él de pronto te dice: "mirá, ahora no voy a ser más tu marido, pero vos quereme igual. Me voy a casar con otra, pero está TODO bien". Bueno, ahí tenés que elegir, rechazar o adaptarte.

¿Cómo creés que fuiste seduciendo al público?

Fue muy, muy de a poco, con los pocos que se quedaban en los shows del principio. A partir de esas veinte, treinta personas que se quedaban empecé a armar un público nuevo. Aparte, cuando la gente se iba porque no aguantaba más, no entendía nada, yo tampoco tenía la soltura que puedo tener ahora, para mí también era un peso, sabía que estaba ahí haciendo algo que los demás no querían que hiciera, salía a tocar con una mochila de problemas.

Cuando se iba toda esa gente, ¿te aliviaba o te pesaba más?

Cuando se empezaban a ir era el momento atroz. Pero una vez que se habían ido, de golpe cambiaba por completo el clima. Por completo. Me acuerdo de un show, uno de los primeros, había ido mucha gente porque aparte no habían anunciado bien qué era, algunos estaban enojados porque pensaban que iba a actuar, ni siquiera sabían que iba a cantar. Entonces, de unas 400 personas habían quedado 30 o 50, y cuando quedaron esas personas empecé el show de nuevo. Ellos me lo pidieron, porque fue muy tenso, muy feo lo que pasó. Y aparte era un poco la responsable de elaborar todo eso y devolverle al público toda una onda de porquería, porque no tenía herramientas para hacer otra cosa. Me acuerdo porque ese día ya había cantado varias canciones y las canté de nuevo, y todo fue increíble, hubo un clima impresionante. Ahí empezó a venir de a poco cada vez más gente, pero era gente que venía del boca a boca de los que les gustaba, no porque fuera "la de la tele".



¿Qué sentís cuando el reconocimiento de tu trabajo llega de otros países, culturalmente distintos, o que no hablan en tu mismo idioma?


Lo que pasa es que el reconocimiento empezó en otros países...


¿Y qué te hace sentir? ¿Reflexionás sobre eso?


No reflexiono mucho, ahora ya no. Fue algo que se fue dando de a poco, por eso cuando me eligieron en The New York Times como uno de los mejores discos del año, que acá fue la gran sorpresa para todos y se armó un revuelo incomprensible, para mí era natural porque ya venía hace cuatro años, de a poquito, con una buena crítica aquí, una buena crítica allá... de a poco iba recolectando cosas.

Lo del New York Times era parte de un proceso natural...

No sé si muy natural, pero sí era una consecuencia de lo que venía pasando en estos años. Algo que era muy chiquito, muy de a poco, no fui un "boom" para nadie en ninguna parte. Eso tiene la ventaja de que cada paso que di fue un paso muy sólido, que eso que armé no hay manera de que se disuelva, es la parte buena de no ser un "boom". No quiero decir que si sos un "boom" no servís, digo que lo bueno que tiene mi camino es que es un camino que conozco mucho, que transité cada calle, cada piedra, cada esquina, cada árbol...

Y cuando mirás para atrás, a esas calles que transitaste, ¿sentís que estás en un lugar al que querías ir cuando eras chica y tocabas la guitarra con tu padre? ¿Te parece que estaba fijado ese camino o fue algo que te sorprendió en el transcurso de tu vida?

Me sorprendió porque tuve que desandar mucho para poder ir a otro lado. Esa fue la parte más difícil. Como actriz sí fui un "boom", en cuatro meses me conocía toda la Argentina, todo me vino de golpe. Pero después me corrió en contra en el momento de cambiar de carrera, tuve que desandar todo ese camino, sacarme los prejuicios... porque tenía prejuicios de los prejuicios que podían tener los demás. Y un día por suerte me pude deshacer de todo eso y darme cuenta de que no había nada que pudiera hacer para cambiar la cabeza de la gente. Es una cosa que no depende de mí: yo tengo que ir y hacer lo que hago y lo demás viene o no viene. Eso me dio un gran alivio.


Trabajar sola te da una libertad importante: no tenés plazos, decidís todo, ¿eso te juega en contra en algún aspecto?

La única contra es que soy un poco hija del rigor y si me dijeran "para el 7 de julio necesitamos el disco", el 7 de julio tengo un disco nuevo. Pero si no me dicen entonces hago otra cosa, este fin de semana me voy, tengo sueño... como que lo voy dilatando, no tengo una perseverancia y una disciplina. Es la única desventaja, que necesito algo como una maestra que te toma examen después o el sello que te dice "queremos el disco tal día".

Pero por otra parte era la forma de trabajar que vos necesitabas, ¿no?

Sí, además ahora es parte de mí y no me doy cuenta, pero hay una diferencia enorme al hacer un disco con un productor que te dice "la semana que viene grabamos el disco" y toda la tensión de esa semana, el tener que tener todo ya pensado, tener que cantar bien tal día, grabar durante diez o quince días y ya está: ese es el disco. Es una pesadilla. En cambio esto es: voy, grabo, puedo decir "esto no me gusta más" y desaparece, nadie se enteró. O "¡Uy, qué bueno esto, lo voy a cambiar... esta parte la voy a poner adelante, esta la voy a poner atrás, esto lo voy a repetir dos veces", de a poco va apareciendo. Lo que siento cuando hago los discos es que estoy bordando. Cada puntada que uno da tiene una intención de estar ahí. Es como en los dibujos animados, en los animé, por ejemplo, que son detallados: ves una escena en la calle donde hay unos chicos charlando y uno mira para el costado. No es que filmaste a unos extras que pasaron y uno miró para el costado: cada dibujo, cada escena, cada cosa, lo decidió el dibujante y se tomó el trabajo de hacerlo. Lo comparo con eso, hay cosas que parece que están de paso pero están puntada a puntada. Siento que la manera que tengo de trabajar ahora es como un bordado, como un dibujo. Y no lo cambiaría por nada, no lo cambiaría nunca.

¿Cómo sos como oyente de música? ¿Buscás música nueva? ¿Estás escuchando siempre cosas nuevas?

No, soy medio bestia. Por suerte tengo un par de amigos que cuando los veo me ponen música nueva, cosas que en general me gustan. Después las cosas que descubro son por casualidad, no sé buscar, no tengo la información necesaria para encontrar, entro a una disquería y me vuelvo loca. Me voy topando con cosas, con algunas me entusiasmo y las escucho un mes, dos meses y después nunca más. Porque no escucho mucha música, cuando no estoy tocando prefiero escuchar los pajaritos.

¿Qué sentís cuando te catalogan como "indie", "under"? ¿Te molesta, no te interesa, te sentís identificada?

Me parece que es más una necesidad de los periodistas o los críticos que necesitan poder encasillarte para describirte. Cuando se topan con algo que es difícil de encasillar... lo digo con orgullo, porque es simplemente distinto, creo que no hay muchas cosas parecidas a lo que hago. Quizá generé una corriente, no sé, muchas veces me sorprendo de ver que mucha gente me cita como influencia, y es buenísimo. En Japón tuve una alegría enorme porque justamente, como no sabían dónde ponerme, en Power Records que es un edificio de ocho pisos estaba en todos, porque estaba en ocho rubros distintos: rock, alternativa, electrónica, música latina, avant garde. Me pareció buenísimo porque en todos los rubros tenía algo que ver, pero no era exactamente eso.

Aunque no tengas a nadie que te diga "el 7 de julio tenés que tener un disco", ¿estás trabajando en un proyecto nuevo?

Estoy trabajando sí, pero muy lentamente. Estoy esperando que pase una tanda de shows y después de eso tengo esperanzas de ponerme más de lleno y llegar a ese estado de concentración que necesito para poder hacer algo en serio.

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JUANA MOLINA
Sábado 14 de abril - 21:00 hs.
Artista invitada: Laura Chinelli
La Trastienda Club Montevideo / Fernández Crespo 1763 - Tel.: 2402 6929
Entradas en venta por Red UTS


(Fotos: Juana Molina Oficial / juanamolina.com)