Jaime Roos se subirá a los 68 años al escenario del Estadio Centenario el viernes 17 de diciembre después de seis temporadas sin presentarse en vivo. “¡Vamos a poder tocar!”, dice sonriendo, como si no terminara de creerlo.
Tras seis postergaciones, Mediosiglo reunirá a 22 músicos que interpretarán un repertorio clásico-popular que hace rato forma parte de la banda sonora del Uruguay. No es un show más, por eso Roos, mientras habla con Montevideo Portal sobre el armado del concierto, los contratiempos y perjuicios que sufrió, la “partidización” de las murgas y la exigencia de vacunas para los espectadores, entre otros temas, comenta: “el título es que volvemos a tocar en el estadio; el resto son subtítulos”.
Aún quedan entradas a la venta y se pueden comprar en esta página.
¿Cómo surge la idea de Mediosiglo?
La idea surgió ante todo porque me volvieron las ganas de tocar. Vos dirás: “¿se te fueron?” Sí; yo estaba quemado. Ya en 2013, 2014 y comienzos de 2015 seguí tocando, pero se me hacía cuesta arriba. Por suerte siempre las dos horas de show fui muy feliz arriba del escenario. Sin embargo, era una desgracia 15 días antes y 15 después debido a todo lo que tenía que ver con la producción de los espectáculos. Entonces, decidí bajarme. Ya lo había hecho: en el año 92 estuve dos años sin tocar, luego 98, 99 y 2000 estuve tres años sin tocar, y esta vez lo hice de forma indefinida. Y pasaban los años y yo estaba contentísimo fuera del escenario, hasta que empecé a sentir el cosquilleo, veía a mis amigos los músicos y tenía ganas de jugar a la pelota con ellos. De eso se trata: de jugar a la pelota como cuando uno era chico. Ahí es cuando la música tiene sentido.
Entonces, estaba terminando el proyecto discográfico “Obra completa”, un proyecto de largo aliento, y se sumaba el pedido cada vez más insistente del público de que tocara, un gran aliciente para mí. Todo confluyó y decidí hacer un espectáculo de cierre del proyecto discográfico “Obra completa”, en el cual trabajé cuatro años y medio. Coincidentemente, apareció la Productora AM haciéndome un ofrecimiento para hacer algo para ellos importante en vivo, que era hacer una temporada de un año con un estreno: una serie de 20 espectáculos en Uruguay y donde fuere del mundo en un año.
Si vos tenés que armar un espectáculo para tocar una vez, está todo bien, pero decís: "tanto esfuerzo para tocar una vez". Esto, al ser una temporada, era un aliciente para que nosotros preparáramos este espectáculo, no solo para mí, sino para toda la orquesta.
Así nació esta idea: es el cierre en vivo del proyecto discográfico “Obra completa”.
¿Qué pasó en 2020? Nos dimos cuenta que era mi 50 aniversario arriba de los escenarios. Ya lo había festejado en 1990 y me parecía que 20 años era mucho. Hice un concierto en el Parque Central. Me acuerdo que nos fue muy bien con La Escuelita. Se llenó el Parque Central. Hoy pienso en eso y me hace gracia: festejar 20 años. Tenés que darte cuenta que yo soy muy viejo.
La primera vez que me subí a un escenario a hacer un espectáculo estructurado de forma profesional en un baile contratado y cobrando un cachet fue en febrero de 1970. Ese es mi mojón. Fue en el club Defensa Agraria de Paso de la Arena en un baile en el que se elegía a la reina de la papa. Es muy cómico y tocamos con el Combo Camagüey, que era una orquesta de cumbia muy profesional. Se estilaba hacer media hora tropical y media beat; media tropical y media beat. Nosotros hacíamos covers de Creedence e hicimos bailar a la gente; eso era lo único que importaba.
Hace un rato decías que la gente te pide que vuelvas al escenario. ¿Cómo te llega ese mensaje: por la calle o además estás atento a las redes sociales?
Por todos lados. Lo que me pasó en las redes es que a medida que fui anunciando el proyecto "Obra completa"… “sale la tanda dos", "la tanda tres”, y cuando anuncié la tanda cuatro, hubo 50 comentarios tipo: “bo, Jaime, dejate de embromar con los discos, ¿cuándo vas a tocar?”; “¿para cuándo?”; “te estamos esperando”; “no te hagas rogar”; “¿quién te creés que sos?”; “¿por qué no tocás?”; “subite”; “¿para cuándo en Córdoba?”; “¿para cuándo en Madrid?”. Y yo lo que estaba haciendo era presentando discos. Por un lado, decía: “che, ¡qué falta de respeto! Te estoy contando que estoy haciendo esto”. Pero por otro lado, era una demostración de cariño muy poderosa.
Hubo una especie de toque de atención muy fuerte, que era lo mismo que sentía caminando por la rambla de La Floresta o dando vueltas por la rambla de Montevideo. A veces mucha gente me dice: “no existís; sos un fantasma”. Y es mentira: yo ando dando vueltas por todos lados.
El proyecto inicial era hacer un año de conciertos. ¿Eso sigue en pie?
Es todo igual. No hubiera tenido sentido cambiar el proyecto por esta maldita pandemia. Hubiera sido factor de derrota. Evidentemente ha habido cambios sobre la marcha por determinadas circunstancias, pero son cambios menores. La concepción del espectáculo desde el punto de vista global sigue siendo exactamente la misma que íbamos a estrenar el 6 de agosto de 2020 en el Sodre.
¿Hay cambios en el repertorio por el cambio de escenario?
Solamente un par de canciones que son un poquito reflexivas de más, que no las quiero hacer en el estadio. Estoy hablando de dos canciones en dos horas y media de espectáculo. Como vamos a hacer otros shows, las quiero dejar para ámbitos más favorables. El resto de las canciones serán las mismas, incluso habrá canciones reflexivas que marcan un respiro. No es un concierto de esos que son pum para arriba, palo y a la bolsa. Tiene momentos muy intensos, pero siempre respetando la “w”. Es un show que tiene esa forma: arriba, abajo, en el medio, abajo y termina arriba.
¿Lo de la “w” es una fórmula tuya o establecida?
Son fórmulas no escritas del entertainment, del mundo del entretenimiento. Lo digo en inglés porque en español la palabra “entretenimiento”, de la forma que la usamos nosotros, es un poco peyorativa, y eso es erróneo, porque se puede hacer arte realmente profundo y entretenido. Entretenido significa que la distensión y el placer sean constantes.
Miguel de Cervantes elogia en la "Segunda Parte del Quijote..." que su obra es de "gustoso entretenimiento".
Como decía [Jorge Luis] Borges de los libros de [Robert Louis] Stevenson, que era su escritor favorito, por la forma en la que lo acompañaba, que lo entretenía. Volviendo a lo que me decís, nunca nadie me enseñó esto de la “w”; es una imagen mía. Pero si observás más o menos la dinámica de la mayoría de este tipo de espectáculos de canciones populares, en general mantienen estas reglas en forma espontánea, muchas veces inconscientes.
¿Habrá 30 músicos en escena?
Veintidós. Deberían haber sido 30, pero llegamos a 22.
¿Se fueron bajando del barco?
No, no. Iban a ser 21 y terminaron siendo 22. Lo que digo es que en el mundo ideal tendrían que haber sido 30, para completar mi filarmónica popular, pero llegamos a 22. Este espectáculo, este repertorio, se puede interpretar perfectamente con estas 22 figuras. Si hubiera querido abordar otras canciones, hubiera necesitado más integrantes u otro tipo de integrantes.
Ahora, ¿qué fue primero: la orquesta o el repertorio? El repertorio, y después se dijo qué necesitamos para hacer realmente bien estas canciones: somos 22.
¿Esa banda te acompañará el año entero?
El año entero, salvo algunos shows que tenemos acordado reducir un poco la banda. Los músicos son conscientes de eso, pero en todos los conciertos importantes desde el punto de vista artístico vamos con la banda completa. Ojo: todos los conciertos son importantes, pero si vas a tocar para una fiesta, un festival, en el que en lugar de hacer dos horas y media de show, tenés que hacer 45 minutos y hay que hacer canciones festivas, entonces bueno… ahí el carácter del espectáculo cambia. Ahora, en todos aquellos espectáculos con repertorio completo, tal cual se va a hacer en el estadio, estará La Banda Completa, así se llama.
¿Qué criterios seguiste para elegir las canciones?
Ese fue el cuello de botella. Este es un concierto retrospectivo. Acá no hay canciones nuevas. Simplemente una selección de canciones de todos los discos que pertenecen a la obra completa a la fecha. Entonces, se puede decir que no se trata de arte en movimiento. Se trata de arte clásico-popular, y, atención, lo de clásico no está manejado con soberbia, sino simplemente porque hay canciones que tienen 40 años y otras 30 y que a través de los años se mantienen vigentes.
En cuanto al arte en movimiento, si llego a hacer el disco que estoy planeando, si llego a concretarlo, ahí se volverán a mover las ruedas del autobús.
Esto es una muestra retrospectiva. Le digo al público que no se asuste: no vamos a hacer canciones nuevas, desconocidas, que tenga que empezar a estudiarlas en el momento del espectáculo.
Elegir el repertorio fue un lío. Para empezar, el top five de Spotify tiene que estar, porque por algo las escucha la gente. Hay otras que son canciones favoritas mías.
"Se trata de arte clásico-popular, y, atención, lo de clásico no está manejado con soberbia, sino simplemente porque hay canciones que tienen 40 años y otras 30"
¿Por ejemplo?
Lo que pasa que me estás pidiendo que te adelante…
Te estoy pidiendo que adelantes solo una.
Good Bye (El Tazón de Té). Para mucha gente es una canción nueva. ¿Te parece que no? Creemeló [sic]. Uno tiene su puntuación personal de las canciones. Uno lleva su ranking.
Dicen que Good Bye es una canción muy Beatles.
Y sí… es muy Beatles y al mismo tiempo tiene reminiscencias de Joni Mitchell, Leonard Cohen. Es el lado folk: Dylan, Leonard Cohen y Joni Mitchell; ese triángulo mágico.
¿Más que Beatles?
Viene de ahí. Es que la influencia Beatles no me la saco ni con un cepillo. Ahora, esa canción personalmente la canto para mí. Es mi aniversario: déjenme cantar esta. Y hay otras tantas así. Lo que sucede es que es como la fórmula de una torta muy compleja. Me han hecho llegar pedidos por 40 canciones. Si hago 40 canciones, tengo que hacer un show de cinco horas; es inhumano para la audiencia.
¿Cuántas canciones harás?
Más o menos 25. Quizá una más o una menos. Son dos horas y media de espectáculo. Lo que pasa que hay canciones mías que son largas. Hay algunas de ellas que son de cinco minutos, seis minutos. No soy de canciones cortas. Yo veo que Paul McCartney hace 30 canciones o 35 en un espectáculo, y hay canciones que duran dos minutos, una atrás de otra. Mis canciones son normalmente de cuatro minutos, y no es la idea dejar a la audiencia estresada por un espectáculo interminable. Existe una duración ideal para una película. ¿Una película de tres horas y media no te parece un poco larga antes de ver?
Claro que sí.
Entonces, quiere decir que hay una duración. La duración es dos horas o una hora y 45 minutos. Para mí el espectáculo ideal son dos horas. Sin embargo, hay cierto tipo de espectáculo que necesita un poquito más de extensión.
¿Fuiste a buscar a los músicos que grabaron las canciones o priorizaste otro criterio?
Si yo fuera a buscar a los músicos que grabaron las canciones tendría que hacer un concierto como el de [Luis Alberto] Spinetta y Las Bandas Eternas; duró seis horas; hizo 45 minutos con cada una de sus bandas -Almedra, Pescado Rabioso, Invisible, con todas-. Acá la mayoría de los músicos grabó o hizo giras conmigo en determinados momentos. Ahora, si armo una cuerda de tambores, yo tengo que ir con una cuerda de tambores de primer nivel. Tengo que tomar una decisión, en el sentido de: en este momento qué es lo realizable y lo que prefiero. Es un poco instintivo. Lo mismo con quien toca la guitarra eléctrica, con los integrantes del coro. Fue complejo también armar la banda. Ahora, creo que estoy en una banda de tigres. Tendrían que llamarse Los Tigres de Bengala. Y me estoy sintiendo muy feliz en los ensayos. Estoy sintiendo que estoy en el lugar donde pertenezco, y lo digo sin ningún tipo de idealización.
En parte esa banda es creación tuya.
Los integrantes de esta banda en concreto fueron invitados para este evento, pero me refiero a otra cosa, me refiero a los mundos interiores de cada uno de nosotros. Para mí es de vuelta por el barrio. Estoy con la gente que me siento cómodo. Hay varios que son del Barrio Sur, entre ellos los tres tambores, flor y nata de Cuareim. Cuando te digo de vuelta por el barrio es en cierta forma metafórico. Entonces, yo soy músico, estoy entre los músicos y somos una tribu que tiene sus peculiaridades. Este es un buen motivo para juntarnos, convivir y jugar a la pelota.
"Yo soy músico, estoy entre los músicos y somos una tribu que tiene sus peculiaridades. Este es un buen motivo para juntarnos, convivir y jugar a la pelota"
¿Cómo fue el proceso de trabajo con la banda?
El proceso de trabajo fue en sectores, debido a que hay algunos músicos que tocan leyendo partituras, lo que lo hace mucho más rápido, y hay otros que trabajan con tradición oral, en la forma de tocar y también de preparar algo, por ejemplo, la cuerda de tambores; por ejemplo, el coro de murga. Ensayé con la cuerda de tambores por un lado; con La Tríada, la batea de murga, por otro; ensayé con lo que yo llamo “el combo”, que es bajo, batería, guitarra eléctrica, teclado, guitarra acústica; y después ensayé con el coro. Ahora, son muchas canciones y hay que hilar muy fino, no solo para que cada uno se aprenda su parte, sino para que se interprete la sutileza y con precisión. Este lunes pasado hicimos cuatro ensayos seguidos los 22 por primera vez, y han sido cuatro días por un lado agotadores y por otro lado magníficos.
¿Cuántas horas de trabajo por jornada?
Seis horas por día. Uno no puede ensayar más de tres horas. Yo como estoy en todas las canciones -porque los tambores están en unas, la batea en otras- seis horas por día, y así estoy en este momento. Tuve que suspender el ensayo de esta tardecita [del viernes 19 de noviembre] porque estoy fundido. Ahora, es maravilloso sentir cómo los distintos sectores de la banda se admiran entre sí. Eso es fantástico, porque -te pongo un ejemplo- los que la miran de afuera creen que el candombe y la murga son algo parecido, pues no tiene absolutamente nada que ver una tradición con la otra. Nada que ver. Se juntan en carnaval. Y resulta que ves a esta batea cinco estrellas que es La Tríada y ves a la cuerda de tambores, que es la crema de Barrios Sur, una de las mejores cuerdas, porque nunca existe la mejor, y toca cosas completamente diferentes; pero cuando uno para y el otro toca, los demás se quedan escuchando y admirando porque no pueden tocar lo que los demás tocan. Y además porque aprecian el nivel. Vos podés traer a un músico de Noruega que nunca escuchó una batea de murga, escucha tocar a La Tríada y se da cuenta que está ante pesos pesados, sin saber lo que es la murga. Eso nos pasa a todos los músicos con tradiciones que pueden ser completamente ajenas, pero la música efectivamente es el idioma universal.
En esta retrospectiva de tu obra, de una muestra de lo clásico-popular, ¿van a interpretar las canciones originales u optaste por reversionarlas?
Eso fue un trabajo muy interesante que hicimos en 2020, cuando arrancaron los ensayos, con todos. Teníamos una computadora con un cd player; antes de empezar a ensayar cada canción, escuchamos la última versión que teníamos del tema en vivo y luego escuchamos la versión original. Lo hicimos con todas las canciones y luego volvíamos a una actual y luego a la vieja. La idea fue tratar de sacar lo mejor de las versiones originales y lo mejor de las correcciones que se fueron dando con el paso del tiempo. Sin embargo, había algunas correcciones que se fueron dando que eran deformaciones; no, correcciones. Vuelta al origen. Hubo que optar, que tomar decisiones. En esta canción, esta vocecita en Brindis por Pierrot… bueno, vamos a volver al origen porque de la manera que lo estamos haciendo ahora se pierde la emoción. Era mejor esta armonización. Estamos hablando de dos sílabas. Fue una tarea muy linda y tomamos decisiones sobre la marcha.
Termina siendo una síntesis nueva de tu obra.
Quiero interpretar estas canciones lo mejor posible. Si hay algo que estuvo mal del pasado, se corrige. No creo en eso de que así se hizo y hay que respetar el original. De ninguna manera.
Hablando de murga y correcciones, Luis Alberto Carballo dijo hace unos días en referencia a la murga que “se ha politizado un poco de más”.
Hace tiempo que está demasiado politizada. Está mal expresado: no es que está demasiado politizada; está demasiado “partidizada”. La murga siempre fue política, y políticamente irreverente. Los murguistas se ríen de todo. El rey está desnudo, lo dicen constantemente -me refiero a la fábula-. Ahora, cuando ya no estamos hablando de politización, sino de “partidización”, ahí sí se complica porque eso a mi entender va en contra del arte. Todo es política. Pero cuando “partidizás”, pasa a ser una oficina de propaganda de un partido político.
¿Eso sucedió con la murga en los últimos años?
Desde los años 90 que es así y me parece negativo, porque la murga sigue siendo una tradición impresionante. Es un privilegio para nosotros tener ese patrimonio cultural, y sigue siendo una cantera inagotable y, por sobre todas las cosas, viva. Vive. Creo que la “partidización” le hace mal porque en los hechos deja afuera a un sector de la audiencia, y el arte por definición tiene que ser político. Es político. Pero lo político partidario en el arte es un error político.
"La murga está demasiado 'partidizada' (...) Lo político partidario en el arte es un error político"
¿Cómo te trató la pandemia y la postergación de los shows, en términos personales y profesionales?
En términos profesionales ha sido un desastre. En términos personales el año 2020 lo llevé bastante bien, pero cuando se vino la noche y me tuve en encerrar -estuve ocho meses en los cuales vi solo a 10 personas-, en 2021 la he pasado muy mal. He repuntado un poco a mediados de agosto, que me vine a Montevideo.
¿A qué barrio?
A Punta Carretas. Alquilé un apartamento con mi mujer y nos vinimos para acá, porque no tiene sentido ir y volver todos los días; es imposible. Empecé a pasar mejor cuando me vine a Montevideo y empecé a ensayar, pero las postergaciones, especialmente las últimas, han sido los peores atropellos que he vivido en mi vida profesional. Yo no sé si la gente es consciente de lo que pasó. En este momento prefiero no referirme a esto. En este momento tengo entre ojo y ojo como única brújula nuestro espectáculo del 17 de diciembre en el estadio Centenario. Es lo que me da ilusión y no quiero que nada me perturbe. No quiero distracciones. Luego de que pase esto, que pasen las fiestas, ahí sí voy a ver qué hago, voy a empezar a analizar el asunto de este episodio absolutamente vergonzoso del cual he sido víctima. Para empezar, analizar, diagnosticar y ver. Lo que sucedió es gravísimo.
"Luego de que pase esto, voy a empezar a analizar el asunto de este episodio absolutamente vergonzoso del cual he sido víctima"
¿Por qué?
Es el mayor atropello que sufrí en mi vida profesional. Lo que la gente no sabe es que cuando se alquila el Estadio Centenario para un show, en el contrato dice que se alquilan los siete días previos para armar el dinosaurio del escenario con el sonido y las luces. Montar ese escenario lleva más tiempo que armar una casa prefabricada. Y los tres días posteriores al día del espectáculo se necesitan para desarmar. Entonces, lo que aconteció primero con la Libertadores, que nos corrieron una semana sin pedirnos permiso y sin ni siquiera pedir disculpas, porque, además, por si fuera poco, han hecho gala de una ordinariez sin límites, eso no fue tan traumático, porque todavía teníamos cierto margen y era solo una semana que se corría. Fue grave, fue realmente alarmante, pero no tuvo consecuencias tan nefastas. Ahora, esto que nos hicieron ahora, bueno… después del 17 hablamos.
Las consecuencias de la anterior postergación fueron menos visibles. Simplemente nos perjudicó en determinadas cosas a nivel laboral, en las fechas que ya tenía el plantel; a nivel económico hubo perjuicio, pero hubo que tragarse el sapo. Ahora, esto que pasó ahora [el show se postergó ante la posibilidad de un partido de la Asociación Uruguaya de Fútbol] es de un perjuicio económico, profesional, laboral, de salud física, de salud mental, y por sobre todas las cosas un daño inconmensurable a mi imagen pública y además un daño indiscutible.
A mí no me hace gracia leer todos los insultos que hay en las redes que a veces hay que minimizarlos, y otras veces, no. Tampoco me hace gracia que el ministro de Cultura [Pablo Da Silveira] haya declarado para una agencia internacional: “pobre Jaime Roos”. Y no me hace gracia que hablen del “síndrome Jaime Roos”. Como te podrás imaginar, pasar a ser temática de chistes no le gusta a nadie; no me lo merezco, porque no hice nada malo.
Además, el perjuicio que hemos tenido desde el punto de vista económico. Vos no tenés idea la cantidad de cosas que tuvieron que mover los músicos para poder tocar el 17. Diez de ellos. Los iluminadores. El 18 y 19 al final era imposible. Al final, se logró un compromiso en el que todos pusieron lo mejor de sí, porque todos están tremendamente comprometidos con este espectáculo.
¿Por eso un show solo y no dos [como estaba previsto para el 3 y 4 de diciembre]?
No. Esto fue, por una vez, una coincidencia a favor. En el mismo momento se liberó el aforo para llegar al 100%. Entonces, ya no era necesario hacer audiencias divididas en dos Olímpicas, y se hizo uno solo. Ahora, si hubiéramos querido hacer dos, no sé cuándo tendríamos que haber hecho el segundo, porque como a No Te Va Gustar lo corrieron para el 14; el 15, 16 y 17 tenemos que estar probando. Es un tetris enloquecedor. Finalmente, lo logramos.
No me extiendo puesto que esto es un terreno de la productora, que fue la atropellada. Lo que pasa que es un efecto dominó. Lo sufre la productora, lo sufro yo, lo sufre la orquesta.
Y lo sufre el espectador.
Exactamente, y es el que lo sufre más en definitiva, porque sin comerla ni beberla le pasa lo que le pasa. ¿Sabés la cantidad de gente que iba a venir a verme desde Buenos Aires que no va a poder ver el espectáculo? Tengo un amigo de Panamá que tenía el pasaje comprado y bueno… no va a poder ver el show. Y de Paysandú también. Mucha gente del interior puede venir los sábados nada más y vamos a tocar un viernes. Pero vamos a darle un poquito de optimismo a esto: ¡vamos a poder tocar!
¿Te genera algún conflicto interno que se exija certificado de vacunas para el show o te parece que estamos en un mundo…?
Lo de la vacuna ya fue. Ya sabemos lo que hace, lo que no hace, lo que deja de hacer. Lo que sí te puedo adelantar es que esto fue una decisión de la productora, que si me hubiese dicho “vamos a tocar sin controlar vacunas”, le hubiera dicho: “okey, todo bien”. Me dijeron: “vamos a tocar controlando vacunas”. “Okey, todo bien”, porque no es una decisión mía. Hay que tener en cuenta que yo estoy contratado por la productora. Entonces, evidentemente para ellos un cambio de aforo de 45%, como iba a ser antes, versus 66%, es enorme. Si me decís: “¿vos tenés algún problema en tocar solo para vacunados?” Ningún problema, ninguno.
Vos fíjate: las autoridades establecieron que al fútbol entraran solo vacunados. ¿Hubo alguien que les dijera a [Luis] Suárez, a [Diego] Godín o a [Oscar Washington] Tabárez que eran unos nazis porque solamente jugaban al fútbol para vacunados? Nadie. Con los espectáculos musicales tiraron la pelota envenenada. O sea, el productor decide si es solo para vacunados o si no hay control de vacunas. ¿Quién lo decide? El productor. En general, los productores no son personas públicas. ¿Quién toca? El artista. ¿Quién es el nazi? El artista.
Yo vi fotos mías con una esvástica por las redes por una decisión que parte de las autoridades sanitarias. Ellos tiran la decisión y se la dejan a los productores. De la misma manera que creo que han hecho un excelente manejo de la pandemia, creo que con nosotros, en ese aspecto, se equivocaron. Nos tiran el fardo.
"Yo vi fotos mías con una esvástica por las redes por una decisión que parte de las autoridades sanitarias"
¿Cuál sería la solución?
Que hubiera lo mismo del fútbol. Que digan: “esto es así, ya está”. ¿Alguien le puso una esvástica a Suárez en la cara? No.
Ahí dejas afuera de conciertos a un montón de gente que no quiere vacunarse.
¿Y en el fútbol no? ¿Cuál es la diferencia? En nuestra vida cotidiana lo hemos incorporado como algo endémico. Por algo autorizaron el 100% de aforo para los vacunados y el 80% sin control de vacunas.
¿Te interesa aclarar algo con respecto a la ausencia de Hugo Fattoruso en el espectáculo?
Con mi querido amigo Hugo Fattoruso no hemos tenido ningún problema personal ni musical. Simplemente, hubo un desacuerdo con respecto a ciertos requisitos para la tercera reprogramación que íbamos a hacer en el Teatro de Verano en octubre. No nos pusimos de acuerdo con respecto a un requisito para un concierto. Hugo para mí es Maradona. Además, es un querido amigo. Ojalá que después de este concierto -porque estamos hablando de un concierto- me invite a tocar a un espectáculo de él y yo lo invite a tocar a un espectáculo mío. Ojalá que podamos grabar juntos, que debo decirte que es lo que más me gusta con Hugo: es cuando él aparece con su pincel dorado y le da luz a las canciones que graba. Mi gratitud con respecto a Hugo y las grabaciones que ha hecho en mis discos es eterna.
Hablando de amigos, no sé si tenías un vínculo de amistad con Dino [Gastón Ciarlo], pero seguro de admiración musical.
La muerte de Dino me hizo mucho mal, porque me agarró en un momento difícil, hace un par de semanas. Yo sabía que él estaba muy enfermo, pero igual cuando acontece una cosa así… Si bien hacía mucho tiempo que no lo veía, es alguien a quien yo quería y admiraba particularmente. Y siento que es como otro vidrio más que se rompe de la claraboya. Y están discontinuados esos vidrios. Entonces, es un tipo que fue mi maestro y que además fue un querido amigo. Aparte querido por todo el mundo. Esas personas de bien.
Y de un estilo musical muy particular.
A eso me refiero con que es mi maestro, porque hubo determinadas cosas que aprendí de él, como hubo otras que aprendí de aquel otro. Cuando uno en la adolescencia tiene a alguien como maestro y como ídolo, y te lo digo desde la vejez, es para siempre. Un tipo que fue ídolo tuyo en la adolescencia sigue siendo ídolo hasta el día que te mueras.