Cuando la llaman "gurú" siente bronca y cuando la invitan a conferencias, le hacen notas o la contactan celebridades para plantearle diversos problemas, continúa sorprendiéndose. Pilar Sordo no esperó la fama que se ganó con sus investigaciones psicológicas, pero su carisma y su sencillez le abrieron el terreno para convertirse en toda una personalidad.
Temas como el sufrimiento, los duelos, la felicidad, o las eternas diferencias entre hombres y mujeres son los temas a los que dedicó su trabajo en la última década, y que encontraron una traducción sencilla y atractiva en libros como "¡Viva la diferencia!" o "Bienvenido dolor" que se convirtieron en best sellers.
Su figura convoca y también es demandada. Por eso, el 10 de abril ofrecerá en Montevideo una conferencia sobre "La magia en el ser mujer, la realidad en el ser hombre". En la previa a su llegada, conversamos con ella sobre varios temas vinculados a su labor, pero también a su vida personal y cómo cambió desde que su nombre comenzó a sonar fuerte en la región.
¿Cómo surgió el interés por explorar el pensamiento femenino y masculino?
Surgió de dos cosas. Por un lado un tema personal, que tiene que ver con mi separación matrimonial, de mi primer matrimonio, que me hizo preguntarme un sinfín de cosas. Y eso se juntó con el hecho de que aumentaban los hombres en la consulta que yo realizaba, y ahí me empecé a dar cuenta de que la forma de enfrentar los conflictos de los hombres era muy distinta a la que teníamos nosotras.
Entonces la primera pregunta que quería responderme era por qué las mujeres cuando hablamos de nosotras, nunca hablamos de nosotras, mientras que cuando los hombres hablan de ellos, hablan de ellos. Y la segunda cosa era intentar responderme una conducta, que también tenía yo, que era por qué las mujeres nos quejábamos todo el día de algo.
Tratando de responder estas dos preguntas e intentando encontrar diferencias de lo femenino y lo masculino que no dependieran de la cultura es que arrancó mi investigación hace 10 años, y sigo actualizándola hasta el día de hoy. Esta investigación tiene la gran gracia de romper con el machismo y el feminismo, establece un encuentro entre lo femenino y lo masculino que hace que los hombres sean los primeros que quieren ir a escuchar mis charlas.
Entonces el espacio de la consulta, en tu experiencia, era esencialmente femenino...
Es que la mentalidad del hombre tiende a ser más práctica, entonces ellos tiene la sensación de que hablando no se solucionan muchas cosas.
Cuando comencé, en 1998, era muy poco frecuente que los hombres asistieran a terapia, y menos a terapia de pareja. Objetivamente eso ha ido evolucionando.
¿Por qué te referís a la "magia" en el ser mujer?
Porque en el libro describo que las mujeres - y algunos hombres también, porque yo hablo de lo femenino y lo masculino más que de hombres y mujeres- tienen una estructura adicional que es el pensamiento mágico, que se suma al pensamiento realista o más práctico.
Ese pensamiento mágico es el que termina tras la queja porque yo comparo mi mundo real con el mundo perfecto que tengo en mi cabeza y, al compararlo, mi mundo real siempre queda en merma. Cuando yo me quejo de mi pelo y digo que tiene las puntas partidas, es porque me estoy comparando con un pelo hermoso, por ejemplo.
¿Cuáles son los grandes cambios que has visto en estos diez años de investigación? ¿Qué desafíos tienen tanto hombres como mujeres?
Hay cosas que se han ido modificando, creo que hay mucho más intercambio en los roles entre lo masculino y lo femenino, creo que el gran desafío es que el hombre deje de ser machista pero no pierda su masculinidad.
Objetivamente se puede dejar de ser machista y ser masculino; y la mujer puede incorporar elementos masculinos para participar en el mundo público sin dejar de ser femenina.
El gran desafío de la mujer particularmente es seguir recuperando la ternura como elemento fundamental de su femineidad, pero al mismo tiempo tener la capacidad ejecutiva de desempeñarse en el mundo de lo masculino.
Tenemos que dejar de tener un discurso que coloque a hombre y mujer en dos orillas. Da lo mismo quién haga mejor las cosas, tenemos un discurso que hay que dejar de emitir. Si los hombres cocinan mejor, ¡maravilloso!, eso no tendría que ser un atentado al mundo femenino; y si me pongo con un taladro, tampoco atento contra lo masculino.
Lo importante es que ambos trabajemos para construir un mundo mejor desde el lugar en que nos toca estar.
¿Cómo te llevás con la fama, con que te llamen "gurú" y te convoquen a charlas o te contacten famosos?
Nunca esperé nada, nunca pretendí ni busqué nada de lo que estoy viviendo. Empecé a hacer investigaciones pensando en la gente con la que trabajaba, pero nunca pensé escribir un libro. Cuando me lo ofrecieron lo rechacé muchas veces, porque sentía que no tenía talento para hacerlo, me da pudor todavía cuando dicen que soy escritora porque lo que yo hago es transcribir mis investigaciones, que es muy distinto.
No soy ninguna genia, no soy ninguna iluminada, no soy sabia, no tengo ninguna condición especial. Soy mucho menos que muchos. Objetivamente, encontré que la única forma de acercarme a la gente era a través de las investigaciones, y lo que pasó es que empecé a descubrir que a la gente le encantaba cuando yo las contaba. La aprobación frente a la forma de contar mis estudios me llevó a seguir haciéndolo. Funcionó por refuerzo positivo.
Me empecé a dar cuenta de que podía llegar a gente que quizás no podía acceder a terapia, y que yo usaba un lenguaje sencillo, que me podía entender todo el mundo, que podía bajar cosas muy complejas y largas a términos cotidianos, y que la gente lo terminaba agradeciendo.
Me da una rabia cuando me llaman "gurú", porque nada más lejos de la realidad.
Me sorprende, me sorprende todo, que me llames tú, que me convoquen, me sorprende el cariño de la gente. Intento responder con mi profesionalismo de la mejor forma que puedo.
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FRAGMENTOS DE SU LIBRO
"No hablamos de nosotras, siempre hablamos de otros y esos otros parecen ser los causantes de nuestras infelicidades o de nuestra felicidad sin aparecer en este discurso una responsabilidad propia en nuestro quehacer y en la construcción de nuestra cotidianidad".
"Entender de verdad la vida como un proceso de aprendizaje, como algo que se parece más a un vivir la vida paso a paso y no que la buena vida es el resultado de lo que logramos sólo en la medida en que se van alcanzando los objetivos que pretendemos alcanzar".
"La mujer valora mucho más los procesos que los objetivos de las cosas y los hombres, en cambio, valoran más los objetivos y no toman tanto en cuenta o no consideran tan relevantes los procesos emocionales".
"Dentro de lo masculino es natural la liberación y la capacidad de desprenderse y soltar los procesos; de hecho, un hombre no puede generar vida si sus espermios no salen de él, por lo tanto, necesariamente debe soltarlos. Por otra parte, una mujer no puede generar vida si no tiene la capacidad de retener a un bebé dentro de sí misma".
"Soltar y retener parecen ser la clave: soltar lo que nos hace poco libres y nos hace daño, y retener y cuidar lo importante: los afectos".