Cálido, agradable y elocuente, Francesc Orella es igual a Merlí y eso hace más difícil separarlo del personaje que lo popularizó en nuestro país. Incluso comparte sus defectos -él mismo lo admite- y su forma irreverente de hacer y pensar. Orella se identifica con la izquierda política y empatiza con la causa independentista por su origen catalán pero no la comparte; dice que los Borbones y Franco y su dictadura de 40 años son los responsables de que España esté como esté, aunque espera que en el futuro -"si la derecha y la extrema derecha no lo joden demasiado"- los españoles puedan vivir en un país un poquito más democrático y libre que ahora.
El exprotagonista de la afamada serie de Netflix vino a Uruguay para presentar Love Me Not, la película de Luis Miñarro que se estrenó este jueves en el Festival Cinematográfico Internacional, que tiene sede en Cinemateca hasta el 28 de abril. Y en su estadía, conversó con Montevideo Portal sobre este filme que califica de "provocativo", el alcance que tuvo Merlí -serie y personaje- en Uruguay e incluso de política, una materia que lo cautiva.
¿De qué va Love Me Not?
Love Me Not es una adaptación muy libre e iconoclasta de la Salomé de Oscar Wilde. Sigue la trama argumental del mito pero está ambientada en un microcosmos muy especial que es el destacamento militar de un país, léase Estados Unidos, que ha invadido otro país en el desierto. Ese destacamento militar está a cargo de la custodia de un prisionero que le llaman El Profeta y que está recluido en una celda de máxima seguridad; es un hombre que dice cosas apocalípticas y que son incómodas para el poder.
La película va más allá del mito, es un alegato antimilitarista, es surrealista, provocativa, irreverente, muy esteticista a veces, muy conceptuada otras. La cámara por momentos es muy voyeur, contemplativa. Es una mezcla de géneros también porque a veces es como un western moderno, a veces un melodrama... Es una película de autor, arriesgada, no es para grandes públicos, no es comercial.
O sea que es difícil encasillarla en un género único.
Sí, muy difícil. Es una película de festivales, no va a ser fácil que encuentre distribución comercial. Aunque el director en Cataluña es conocido -Luis Miñarro-, pero para determinado tipo de cine es complicado encontrar exhibidores y distribuidores.
¿Cómo esperás que la reciba el público uruguayo?
No tengo ni idea, ni la más remota idea. Por eso estuve informándome sobre qué tipo de cine se proyecta en el festival de Cinemateca. Afortunadamente es un cine de autor, por lo tanto es un cine que va más allá de los parámetros convencionales y eso me da la tranquilidad de saber que el público que asiste al festival está acostumbrado a ver cine distinto, cine arriesgado, conceptualmente distinto. Entiendo que es un público más abierto, que puede aceptar la película de otra manera. Pero evidentemente se trata de una película que no deja indiferente y tendrá sus detractores y sus... No me sale la palabra, lo contrario de detractores.
¿Tiene algún anclaje con la realidad o es simplemente una reinterpretación del mito?
Es una reinterpretación del mito pero basándose en una realidad política actual, que es la de un ejército como el de Estados Unidos, que es imperialista, que invade países y que controla esos países. Eso es lo que está de fondo. En ese destacamento militar dos soldados se llaman Hiroshima y Nagasaki...
Entonces es antibelicista.
Sí, totalmente, pero de pronto bascula entre los deseos carnales del sexo y la sensualidad, la belleza y la pureza. Es una película que te dice que el mundo nuestro trata a los otros como enemigos, es un mundo corrupto. Se puede narrar mucha cosa, hay muchos temas que salen ahí y que están sugeridos, muchas veces, solamente por imágenes.
Hablemos sobre "Merlí" y la repercusión que tuvo en nuestro país. ¿Tenías idea del alcance que había tenido o te enteraste cuando llegaste?
Estaba informado porque desde que Netflix compró la serie ya a lo largo de 2018 nos informaron del éxito que estaba teniendo en Latinoamérica, especialmente en Argentina y luego en Uruguay, Chile y México. Durante todo el año pasado tuve que hacer más de 50 entrevistas a periodistas argentinos, en su mayoría, así que me di cuenta de lo que estaba ocurriendo. Por lo tanto ya venía preparado. Estoy en Instagram desde hace pocos meses pero con lo que llevo ya tengo 43.000 seguidores y la mayoría son latinoamericanos.
¿Y qué sensación te genera esto?
Es una satisfacción que tu trabajo guste, es muy satisfactorio ver cómo ha cuajado tanto en la sociedad española y latinoamericana. Aprecio muchísimo cómo se ha valorado. Además, el público de aquí es muy entusiasta y cuando le gusta algo le gusta mucho y se fija y analiza... A mí me han llegado a decir que han habido tratados psicológicos sobre la serie y sus personajes. Se han escrito libros, han habido charlas sobre la serie, sobre los detalles psicológicos de los personajes. En Cataluña ha tenido mucho éxito y en España también, pero lo de aquí ha sido brutal. Estoy muy agradecido y satisfecho de que los valores de la serie hayan llegado a destino.
Merlí es un personaje entrañable...
Bueno, entre tantos piropos, hoy una señora me decía: "Es que no lo soporto a ese personaje", fue muy sincera, estaba cabreada con el personaje, supongo que no le gustó que fuera machista, o manipulador o mentiroso...
Justamente a eso iba: en muchos aspectos es querible pero también son criticables un montón de actitudes que tiene, por ejemplo, hacia las mujeres. ¿Vos cómo lo ves? ¿Sos crítico con el personaje?
Sí, claro, yo no estoy a favor de todo lo que hacía y decía Merlí, pero nuestro trabajo como actores es hacer personajes de todo tipo, y a veces nos toca interpretar personajes que están muy lejos de ti. Yo he hecho de muchos hijos de puta y he tenido que defenderlos como actor. Aunque sea un personaje odioso, tú tienes que entenderlo. Bruno Ganz, que ha muerto recientemente, un actor que admiro, tuvo que hacer de Hitler. Quiero decir, que aunque hagas un personaje que no compartas para nada, tienes que entender qué le pasa en su cabeza o qué le ha pasado en la vida para ser tan hijo de puta o para hacer lo que hizo.
Las partes de defectos de Merlí son también mis defectos. Era un personaje muy cercano a mí y por eso me fue tan fácil hacerlo y ponerme en su piel. Era muy próximo y me sentí muy a gusto, incluso con los defectos. Lo reconocí inmediatamente, parecía que el guionista me conociera. A mí lo que me gusta son los claroscuros y los personajes con virtudes y defectos como somos todos. No me gustan los personajes lineales, me gustan complejos como somos los seres humanos.
¿Entonces te identificás con los defectos de Merlí?
Sí, podía entenderlo: un mal padre, un tío poco responsable, un Peter Pan que no quiere hacerse mayor, un seductor compulsivo que no es capaz de comprometerse en una relación de pareja, un tipo tramposo... Lo que pasa es que las intenciones eran buenas, cuando hacía trampa o manipulaba era con una finalidad buena.
La temática del "profesor revolucionario" siempre vuelve a la literatura, al cine, en este caso a la pantalla chica; se me ocurre, por ejemplo, La sociedad de los poetas muertos o Los coristas... ¿Por qué creés que siempre funciona?
Sí, se han hecho muchas obras con la figura del maestro. Creo que es lógico: el maestro es una figura importante en el crecimiento y en la formación emocional e intelectual de un chaval. El maestro cumple funciones que no cumplen el padre o la madre. El cerebro de los chicos y chicas de cierta franja de edad es una esponja que recibe y asimila todo lo que se les mete en la cabeza y lo pueden gestionar mejor o peor. La educación de los chavales es básica, estás formando a una persona para el futuro y para la vida. Por eso la figura del maestro da mucho de sí.
Yo recuerdo maestros que me marcaron distintos caminos en la vida, que me abrieron ventanas y puertas, que me estimularon en el conocimiento de nueva literatura o nuevo cine y siempre se los agradecí. Tuve un profesor de filosofía que no era como Merlí, para nada, pero era un hombre afable, entrañable y que nos ponía preguntas a los alumnos para que pensáramos sobre ellas. Tuve el profesor que me introdujo el interés por el cine, o el profesor de historia, cuyo temario fue Revolución Industrial, Revolución Francesa, Guerra Civil Española y Primera y Segunda Guerra Mundial. Y el libro de texto de referencia de la historia de España era un libro prohibido en ese momento; eran fotocopias de un libro de Pierre Gilliard que solo lo podías encontrar en Francia o así. Esas cosas te marcan, eran épocas en las que políticamente España estaba hirviendo, Franco aún estaba vivo pero era el final del franquismo y empezábamos a tener conciencia política a los 16, 17 años. Eso te marca de por vida.
Por eso reivindico la figura del maestro. Hacer ese personaje me hizo participar en la valoración de esa profesión, una profesión dura. Es una profesión que hay que defender y valorar a tope y si la serie ha contribuido en algo de eso, fantástico, ha sido un privilegio hacerlo.
¿Cómo te identificás políticamente?
De izquierdas. No especialmente independentista. Soy catalán y empatizo con la causa del independentismo en muchas cosas pero no estoy de acuerdo con cómo se ha llevado. No estoy ni con el bando más reaccionario de la unidad de España sagrada de la derecha ni tampoco con la radicalidad de los independentistas. Yo estoy en el terreno de mucha gente que entendemos la realidad catalana porque somos catalanes y la hemos vivido y podemos empatizar pero no en todo. Hay mucho de emocional en este tema que a mí personalmente no me sirve. La historia de España, para bien o para mal, ha sido la que ha sido. Sufrir 40 años de dictadura duele mucho, te marca de por vida, y claro que hay una reacción ante esto. Si España hubiera seguido republicana hubiéramos sido otra cosa. Así que los Borbones y la madre que los parió y Franco y toda esa mierda... Realmente la historia del país ha sido muy dura. Uruguay, Argentina y Chile saben muy bien lo que es sufrir una dictadura, por eso la solidaridad con los países latinoamericanos está muy presente.
La historia de Cataluña es otra, como la del País Vasco, con su historia, su cultura, su lengua propia... El Parlamento catalán es mucho más antiguo. Pero yo no quiero volver a una cuestión emocional del pasado y regodearme en plan víctima y lamerme las heridas. Por supuesto que me gustaría una España republicana, federal, una solución al problema de las naciones y aceptar de una puñetera vez que España es una nación de naciones. Y espero que algún día si la derecha y la extrema derecha y los movimientos políticos no lo joden demasiado, espero que haya una generación de españoles que puedan vivir en una España distinta, un poquito más democrática y más libre que ahora.
Marina Santini | @MarinaSantini
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