En España, el lunes 7 y el martes 8 de diciembre fueron parte de un fin de semana largo, el denominado "puente de la Constitución". Y si bien se había decretado la prohibición de desplazamiento entre comunidades autónomas debido a la pandemia, no todo el mundo se quedó quietecito en casa.
Tal fue el caso de un grupo de 19 vecinos de Calamonte, un pueblo de algo más de 6.000 habitantes situado en la provincia de Badajoz, en el oeste del país. Reclutados por un peluquero de su localidad, los vecinos fletaron un ómnibus y se trasladaron hasta el madrileño aeropuerto de Barajas y de allí volaron a Estambul, Turquía.
El propósito de estos viajeros no era visitar las maravillas de esta milenaria ciudad, sino otro más mundano: hacerse implantes de cabello. Desde hace algunos años, Turquía se convirtió en el destino favorito de los europeos que quieren colocarse cabello, dado el reducido coste y la buena calidad de servicio que encuentran.
Desde el punto de vista capilar el viaje fue un éxito, pero los problemas comenzaron al regreso. Según informa el periódico matritense El Mundo, el grupo de los 19 expedicionarios (la mayoría hombres -entre ellos dos policías locales- , entre 30 y 50 años de edad, y una mujer) dieron positivo e iniciaron un brote de dimensiones suficientes para provocar nerviosismo y furia entre sus coterráneos.
La Junta de Extremadura, en su parte diario de incidencias del Covid, informó este viernes que en Calamonte se produjo un brote -todavía activo- con 29 casos y 250 contactos.
Esto provocó numerosos trastornos, como el cierre de aulas en educación primaria y en preescolar, debido a la detección de casos.
Los viajeros regresaron de Turquía el pasado 9 de diciembre y sin síntoma alguno. Se especula que una de las causas puede ser que los fármacos que se toman habitualmente tras una intervención capilar podrían haber enmascarado estos síntomas. Luego, cuando los efectos de la medicación pasaron, la presencia del virus se hizo evidente. De esta manera, familias enteras podrían haber convivido durante aproximadamente una semana haciendo vida normal sin saber que estaban contagiados. Sin embargo, fuentes cercanas a los viajeros insisten en que se podrían haber hecho un test antes del viaje y otro al regresar a la localidad.
La voz de alarma la dio una mujer de 85 años -madre de uno de los viajeros- que comenzó a sentirse mal, y a la que el test PCR dio positivo. Al ser familiar directo de uno de los viajeros, la sospecha comenzó a crecer sobre el origen del brote, ahora confirmado. De hecho, en la tarde del miércoles, se produjeron grandes colas en una clínica privada en Mérida (a unos 7 km de Calamonte) para hacerse los test y salid de dudas. Buena parte de ellos resultaron positivos.
Para colmo, diversas fuentes señalaron al citado medio que el grupo de pasajeros no pasó por ningún test en el aeropuerto de Barajas, ni en la ida ni en la vuelta. Tampoco tomaron la decisión de ponerse en cuarentena por voluntad propia.