Decir "Goberna" es decir "Borinquen", y en Uruguay "Borinquen" es sinónimo de música tropical. La decana de las orquestas de un género tan injustamente menospreciado por algunos como alegremente bailado por otros, va camino a cumplir 52 años ininterrumpidos y por estos días vive "uno de sus mejores momentos", según contó a Montevideo Portal su propio director, Carlos Goberna, durante un extenso diálogo del que también formó parte su hijo Carlos Jr., mánager y cantante del grupo.

Quien fuera distinguido como "Ciudadano Ilustre de Montevideo" en octubre de 2012 por su trayectoria, sigue haciendo de a 10 shows por fin de semana pese a tener 75 años. Habiendo sido un referente de SUDAI, AGADU, AUDEM y la Federación Latinoamericana de Artistas, Intérpretes y Escritores, nunca le costó compatibilizar sus actividades con la música, y hoy se mantiene sobre el escenario porque es su "vida".

Carlos Goberna en su juventud. Foto: Carlos Goberna.

Hace un par de meses Editorial Estuario publicó un libro de la Decana, el primero relacionado con este popular género en Uruguay. "Hasta Borinquen", de Diego Recoba y Agustín Fernández, dedica algunas páginas a la historia de la orquesta pero se centra en su actualidad, recorriendo la noche con los músicos y reflejando notablemente su espíritu en texto e imágenes. "Es caro para nuestro público de los bailes ($ 450), pero es precioso. Las fotos matan y está muy prolijo", señalaron los Goberna.

Algunas cosas cambiaron desde el 28 de febrero de 1964, cuando la Borinquen tocó con su orquesta por primera vez en un baile de Salinas. Óscar Leis, uno de los fundadores e integrante fundamental durante 38 años, se retiró al cumplir los 60 "porque ya era un pelotudo", según reconoció en el libro. Su salida coincidió con la llegada de Pablo, quien completa el trío de los Goberna desde 2001 hasta hoy.

Lo que nunca cambió fue la esencia. Con la cadencia del barrio Palermo, donde se crió Goberna, mantuvo el estilo desde sus orígenes. Siempre sonando en vivo, soportó estoicamente las pasajeras modas para transformarse de a poco en un clásico. Ni el boom de Karibe con K ni el éxito del pop latino fueron suficientes para bajarla de los escenarios, tal como contaron a Montevideo Portal y a los autores de Hasta Borinquen.

¿Dudaron respecto a que hubiera un libro dedicado a ustedes?

C. G.: No, en ningún momento. No arriesgábamos nada, sólo el prestigio de la orquesta. Económicamente no arriesgábamos nada porque los autores fueron quienes se encargaron de conseguir sponsors y de venderlo. Nos pareció raro pero le prendimos cartucho porque fuimos los primeros en llegar a los 50 años y los decanos.

Tapa de "Hasta Borinquen"

C. G. Jr.: El libro nos hizo estar en el Salón Azul y quedó gente afuera, más allá de que era con entrada gratuita. Creo que fuimos la primera banda tocando en vivo y metiendo tanto público. Dejaron entrar más gente de la que se podía y quedó una escalera llena de gente enojada porque no pudo entrar.

¿Pensaron en dejar de tocar cuando surgieron Karibe y el pop latino?

C. G.: Nunca pensé en dejar de tocar, más allá de que fue difícil sostenerse. Karibe marcó un cambio, pero a esa altura ya no íbamos a ponernos a bailar ni a usar trajes de colores. Con el pop latino aparecieron grupos que hacían playback y la voz ni siquiera era la del botija con pinta que ponían en el escenario a hacer como que cantaba. En tu interior te preguntás si dejar, más allá de que no lo comentes. Era tirar al tacho una banda de más de 30 años de historia.

C. G. Jr.: Hay dos factores que pueden hacer que la orquesta pare; que el dueño diga que no está dando para más y se termine el nombre, y que los propios músicos hagan que la orquesta se vaya al tacho porque se van. Es como una fábrica; si no tenés empleados no podés trabajar más. Dentro de las cosas que decís ‘no se me olvidan nunca' está algo que me dijo un músico: ‘no quiero morir con las botas puestas'. Y se fue. Como él otros tantos. Y tenés que entrar a buscar con quién lo suplís.

¿Cómo fueron esos años?

C. G. Jr.: La Borinquen sufrió mucho más lo del pop latino que lo de Karibe. Karibe, si bien era diferente a nosotros porque los cantantes eran más jóvenes y hacían música romántica, se asemejaba un poco más a lo que se venía haciendo. Lo del pop latino fue distinto. Con el pop latino comimos de la mano porque los botijas jóvenes lo aceptaron en los bailes y quedamos relegados. En los boliches nos veían como orquesta vieja y por eso no nos llevaban. Hubo que ir uno a uno a golpear la puerta para recuperar espacio.

¿Qué hicieron para salir adelante?

C. G. Jr.: Pasaron un par de cosas que ayudaron. Hacía como dos o tres años que no grabábamos ni en estudio ni en vivo, por lo que no teníamos nada en el mercado. Un DJ del Éuskaro, pirateando, nos grabó sin que nosotros supiéramos y largó el disco en las ferias. Eso pudo haber sido muy malo porque como somos humanos podríamos haber sonado mal esa noche, pero sonamos muy bien y ese disco empezó a correr por todas las ferias. Sin habérnoslo planteado teníamos un trabajo en vivo y la gente volvió a comentar lo bien que sonábamos en vivo. Es el que le dediqué "la vuelta a Silvia que anda por ahí", y ya no me acuerdo ni quién era.

Fue grabado bien a lo pirata, con micrófonos que usaba en los bailes pero que no eran para grabar. Así como entraba todo a la consola lo grabó y lo mandó al CD. No había mezclas, masterización, arreglos ni nada. El tipo lo hizo porque se quería ir a España y no tenía un mango, entonces nos grabó a nosotros, a Cumanacao, a Karibe, L'Autentika y algunas más, entonces vendió todo, consiguió la plata y se fue.

Foto: Carlos Goberna.

Y hubo alguna gira también, ¿no?

C. G. Jr.: En 2002 fuimos a Estados Unidos, en 2005 a Estados Unidos y Canadá, y en 2007 y 2013 a Estados Unidos de nuevo. En la primera estaba todo arreglado con un tipo que nos llevaba pero nos serrucharon. Dos semanas antes de la gira nos dijo que no salía. Entonces les avisamos a mi primo y un amigo que vivían allá, y que estaban como locos porque íbamos, que no salía. Era una reverenda cagada, pero mi primo y el otro muchacho hicieron una movida y consiguieron para tocar en una parrillada de un argentino en Miami y el Club Argentino en West Palm Beach. Lo alquilaron y nos dijeron: ‘se vienen el jueves, tocan acá y se van. No sabemos cómo van a salir los números'. Ellos pagaban los pasajes, pero podía salir un buen laburo o un paseo por Estados Unidos. Terminamos de trabajar el sábado, nos tomamos un avión y nos fuimos para New Jersey. Ahí tocamos en Congo Bongo, que estaba repleto. Una fiesta de uruguayos que puedas decir ‘esto está bien', era de 600 personas, y a las 2 de la mañana terminaba. Esa noche metimos más de 1000, y estaba aquel señor que no quiso llevarnos. Lo vimos con una barra de amigos, que eran como 11, y él se quedó sentadito ahí toda la noche. Yo me le acerqué y le dije: ‘qué comida te estás comiendo'. Lo mío fue rebelde y capaz que hoy le hubiera dicho otra cosa. En ese entonces yo tenía 33 años (hoy 46) y el hombre aguantó calladito. Después nos tomamos un avión para acá.

¿Es difícil conseguir músicos?

C. G. Jr.: A veces no hay trompetistas para tocar o no quieren trabajar en nuestro medio, porque son botijas que están estudiando y apuntan a llegar al Sodre o a la Filarmónica, y entonces no quieren entrar en la música tropical. El sentir es distinto que el resto de los músicos. El que toca las congas y los tambores lo siente de otra manera, pero trompetistas que les guste conozco dos o tres nomás. El resto toca. Pueden tocar muy bien, pero son helados. El que toca el tambor lo trae en la sangre y le gusta.

¿Puede haber una razón económica? ¿Están bien remunerados?

C. G. Jr.: Cobran por actuación y es un buen complemento. El que vive de la música académica tiene un régimen de seis horas de lunes a viernes, trabaja hasta los sábados y tiene conciertos. He hablado con gente que trabaja en el Sodre y gana aproximadamente $ 20.000. Si comparás, nosotros trabajamos los viernes y sábados, y algún jueves y domingo. Más o menos laburamos la mitad de los días del mes y nuestros músicos ganan muy poco menos que los del Sodre. Comparando las horas y las exigencias, los de la Borinquen ganan más.

Foto: Agustín Fernández l Libro Hasta Borinquen

¿Es compatible la música y el trabajo?

C. G.: Soy directivo de AGADU hasta dentro de un año y medio. Es un cargo político y ganamos viáticos. En mi carrera estuve en la banda de la Fuerza Aérea 21 años y cuando me fui coloqué a mi hijo Carlos. Eso era más difícil porque chocaban los horarios de las actuaciones, pero en general nunca fue una complicación. Es compatible.

C. G. Jr.: Depende. Yo discrepo. Tengo un trabajo que no es compatible porque tengo que laburar desde las 6 de la mañana hasta las cuatro de la tarde. Tengo un carro de venta de chacinados hace 19 años y no es compatible. Al contrario, por los horarios es un sacrificio.

La Borinquen, ¿es un sustento o un complemento?

C. G. Jr.: Tengo varias entradas. Si la orquesta anda bien es un muy buen sueldo, pero si anda mal me cago de hambre porque no puedo vivir solo de la orquesta. Todo depende del laburo porque en la Borinquen cobramos por trabajo hecho. Tenemos que tener otra cosa que complemente. En el carro pasa lo mismo. Hay otros dos músicos de la Borinquen que estamos en la banda de la Fuerza Aérea y arreglamos con el director. Diciembre es complicado porque todos mis trabajos se potencian con las despedidas, comidas de los oficiales y fines de curso.

Está el prejuicio del "levante" de los músicos en el ambiente de la noche, pero la mayoría están en pareja. ¿Es compatible la vida en pareja con tantas actuaciones nocturnas?

CG: A veces sí. Depende de cómo te portes. Yo tengo más problemas con mi mujer ahora que cuando tenía 40 años. El tema es que si te agarran en una falta con 70 años de repente tenés problemas que no tuviste a los 40, porque la mujer de 70 años te pegó de otra manera. Por lo general es culpa de uno.

C. G. Jr.: El que se quiere portar mal se porta mal en cualquier lado, sea un músico, un taxista o el laburante de cualquier fábrica.

En la discoteca Macarena, de Ciudad Vieja. Foto: José Calvete

Pero estando en una orquesta es más fácil "ganar" con las mujeres...

C. G. Jr.: Va en cómo se porte cada uno y en la confianza que te tenga tu pareja, más allá de que la carne es débil.

¿Cuesta ganarse esa confianza de la mujer?

CG: La mujer vive pendiente de lo que uno hace. Yo no tengo problemas. Hoy dije: ‘me voy a tal bar, que tengo una entrevista'. Si se pusiera muy pesada le diría: ‘llamá a ese bar, preguntá por mí y te voy a atender'.

Otro prejuicio que convive con la música tropical es la etiqueta de "terraja". ¿Cuesta sacarla?

C. G. Jr.: Es bravo. Hoy lo ves con el libro; hay librerías que no lo quieren porque es de música tropical, y de repente mañana el libro es un golazo. Esas cosas pasan sólo acá. En Argentina capaz que el libro es espantoso pero te lo venden igual porque son más nacionalistas y defienden lo de ellos dándole para adelante como loco. Con la música pasa lo mismo; hemos ido infinidad de veces a Argentina y van muchos uruguayos y también argentinos que no entienden nada porque están acostumbrados a lo de ellos, más allá de que lo nuestro es mucho mejor (interrumpe el padre para decir ‘era mucho mejor'). Bueno, en realidad la música nuestra se fue al carajo porque hay orquestas tropicales que son espantosas, que no afinan y que tienen un cantante horrible.

¿Será por eso que hoy se valora más lo bien que suenan en vivo?

C. G.: Probablemente seamos los que sonamos mejor en vivo, pero nos encargamos de que eso sea así. Al lado de otras orquestas que hay ahora, somos una orquesta de viejos. Sacándome a mí igual es así, porque todos los integrantes tienen más o menos 40 años. El público tiene que elegir entre El Gucci, por decir uno, y nosotros. El Gucci, que no es el peor, quiere imponer su figura y lo hace en la televisión, en las publicidades y en los shows. No lo vas a ver con los músicos. La orquesta suena muy mal, pero a él no le importa, porque canta para la gente y hace su show. Nosotros buscamos otra cosa; que el número nuestro sea de 10 integrantes y que suenen bien los 10, con una banda integrada. Bajamos del escenario y los pibes de 16 años nos dicen: ‘ustedes son los uno'. Y claro, ¡porque tienen oreja!

Foto: Carlos Goberna.

¿Hay un secreto para eso?

C. G. Jr.: Nos dicen que sonamos como en el disco. Por darte un ejemplo, mi viejo le decía al timbalero nuestro: ‘vamos a ensayar este tema. Metele todos los golpes y los breaks que quieras ahora, antes de grabarlo, porque después de grabarlo es lo que tenés que hacer'. Nuestro timbalero (Palito Boston, el año pasado), con todo el respeto que me merecen los demás, estaba muy despegado en muchas cosas. Nosotros grabamos el tema y después de hacerlo tiene que sonar así.

Si tuvieran que llevar un grupo a un casamiento o cumpleaños de 15, sin ser la Borinquen, ¿a cuál llevarían?

C. G.: No pretendo ser el enemigo, pero no llevaría a ninguno.

C. G. Jr.: Cuando L'Autentika tenía los vientos, L'Autentika. Hicimos unas cuantas cenas show y en dos oportunidades invité a L'Autentika. Me gustan Yesti (Prieto) y el Kimba (Pintos) como cantantes y la orquesta sonaba bien, pero hoy no tiene el brass y cambió.

¿En el interior es otra la receptividad con la gente?

C. G.: Probablemente no podamos tener la receptividad que tiene (Lucas) Sugo en este momento. A ese muchacho Dios le arrimó la mano. Es buen cantante y buen autor, pero hizo toda la guita con un tema. Ojo, él mismo declaró que se jugó a otros mejores pero ese (Cinco minutos) fue el que le dio el éxito.

¿Y cuál sería "ese tema" de la Borinquen?

C. G.: Hay muchos, pero si tengo que elegir uno me quedo con "Por el batey", que lo hacía Óscar Leis y lo seguimos tocando nosotros. Metimos montones de temas que gustaron también, como Camionero, Cometa Blanca o Muñeca de bazar. Nos caen muy bien los temas brasileños y somos la orquesta que interpretó más tangos, porque me gusta mucho. Debemos tener entre 25 y 30 tantos y vals.

Pablo, Carlos y Carlos Jr. Las tres voces de la Borinquen. Foto: Carlos Goberna.

¿Los afecta el boom actual de la cumbia cheta?

C. G.: No, para nada. Cobran mucho más que nosotros, hacen una cumbia muy parecida a la argentina y trabajan para otro nivel de público, gente de guita.

Entonces no lo ven como una competencia.

C. G. Jr.: No. No inventaron nada. Hacen una cumbia parecida a la que hacía Daniel Agostini, pero trabajan con gente de otro poder adquisitivo. Ellos se mueven dentro de otro ambiente, como por ejemplo la colectividad judía, que maneja mucho más dinero y no lleva a La Borinquen. No creo que sea la excepción de cosas que pasaron en Uruguay; primero fue Karibe, después el pop latino, luego la cumbia villera, ahora la cumbia cheta... dentro de este género primero mató Vi-Em, pero ahora con Marama y Rombai a Vi-Em no se lo escucha más. Como éstos son dos grupos que se producen mutuamente no se matan entre ellos y van de la mano, pero el año que viene puede surgir otra cosa que se ponga de moda y los deje más relegados. Igualmente a nosotros no nos afecta.

Con 75 años, ¿Goberna se puso fecha de vencimiento sobre el escenario?

C. G.: No. Mientras me dé la salud seguiré. Ahora hace poco estuve muy enfermo durante 40 días. Hice una congestión y una médica me recetó una dosis de antibióticos que fue excesiva y casi me mata. Mi mujer me salvó la vida porque vio que me venía cayendo y llamó a una vecina que era nurse y le dijo que parara con los antibióticos. Todo eso me trajo una enfermedad intestinal y había días en que casi no podía caminar. Recién ahora me siento bien. Los exámenes me dieron bien y de a poco se me va yendo el efecto de lo que me pasó. Me podía haber muerto, pero se ve que no era mi horario. Por suerte la voz no la afectó para nada.

Hay Borinquen para rato entonces...

¡Ojalá!

Montevideo Portal | José Calvete (@joselocalvete)