Ocho personajes en total, cinco femeninos y tres masculinos, le bastan al director Santiago Svirsky para desnudar el complejo mundo de las relaciones afectivas en "Flacas vacas", una comedia con la media sonrisa impresa de la Gioconda, caminando en la cornisa de la risa y el drama.
Svirsky, a través del guión de la también actriz Verónica Perrotta, coloca a sus personajes en el espacio más bien desolado de Jaureguiberry en épocas de vacaciones, "ese momento extraño en que sos vos pero estás fuera de tu vida", a decir del propio director.
En ese "tiempo de vaciamiento" que son las vacaciones, va destramándose la naturaleza de las relaciones de amor y amistad de los personajes, con un tono de comedia que no evita (ni pretende hacerlo) un retrogusto amargo.
La premisa es simple: Teresa (Verónica Perrotta), Magdalena (Jenny Goldstein) y Olga (Paula Guía) se reencuentran después de años sin verse y deciden pasar tres días de vacaciones juntas en una casa bastante destartalada de Jaureguiberry, un balneario que resiste junto al arroyo Solís pese al maltrato de los incendios.
El clima desierto y un tanto decadente es el contexto perfecto para exponer sus relaciones deterioradas, que quedan aún más en evidencia ante una visita de la hermana de Olga y su novia, la interacción con un par de rocambolescos personajes locales y la breve pero sublime intervención de César Troncoso en el papel de Carlos, ex marido de Teresa.
Entre detalles sutiles (basta recordar la columna de humo que se deja ver a los lejos en algunas tomas, casi un símbolo de Jaureguiberry en los últimos años) y mucha capacidad de observación, "Flacas vacas" revela más de lo que muestra a simple vista. A una semana de su estreno, charlamos con su director Santiago Svirsky sobre la frontera difusa entre la comedia y el drama, el proceso de creación y otras cosas que vale la pena comprobar directamente en la sala de cine.
¿Cuánto llevó el proceso de la idea a la realización?
Fue un proceso de unos siete años, desde el armado financiero, la búsqueda de fondos y reescrituras de guión. Luego de eso, un año de preproducción y rodaje más un par de años de posproducción. Recuerdo que en mi primer día de escuela de cine me dio una charla Gabriel Axel, director de "La fiesta de Babette" (que es una gran película), y nos contó que se había pasado 12 años en la vuelta de armar la película. Cuando tenés 21 años y estás empezando te resulta completamente aterrador pero luego te das cuenta que tampoco es tanto.
¿Qué te atrajo del guión de Verónica para decidirte a convertirlo en una película?
Lo que me gustó del guión era todo lo vinculado al tono de comedia para tratar temas que no son necesariamente cómicos, básicamente vinculados a conflictos entre amigos. Tenía mucho que ver con cosas que me interesaban desde hacía tiempo. A mí me gusta mucho la idea de las vacaciones, ese momento extraño en que sos vos pero estás fuera de tu vida. Es un lugar interesante desde donde mostrar cómo es la gente.
Desde aquel guión que leíste a lo que se plasmó en pantalla se deben haber producido modificaciones, ¿cuáles fueron y por qué?
Hubo cambios estructurales sobre todo al final, sobre cómo terminar de atar los cabos. Sobre todo el tercer acto de la película, que sufrió más modificaciones que el resto. Apareció algún personaje nuevo en las reescrituras. Por ejemplo, el personaje que hace César Troncoso (Carlos, ex marido de Teresa), que no estaba en el primer guión. Se nos ocurrió incluirlo charlando de la manera de resolver la historia de Teresa, tratando de darle más forma y más peso y diferenciar más a los personajes. En un punto, al principio, no estaban del todo claras las diferencias entre las tres mujeres: parte del proceso fue sacarle más punta a cada uno de ellos y hacerlos más específicos. Ahí tomó forma la idea de Teresa obsesionada con su ex marido y que finalmente apareciera Carlos. Verónica y yo somos amigos de César, y nos parecía una idea divertida sumarlo a la película.
¿Tenían una idea clara de cómo sería ese personaje o lo fue armando César?
Le dimos unas pautas. La idea, cuando hablé con César, siempre fue que ese personaje fuera completamente impresentable. Y es muy fácil dirigir a César porque todo lo que hace está muy bien, y estaba bueno que fuera un contrapunto a los otros personajes masculinos de la película, que en realidad son los tres impresentables: tenés este viudo veterano, torpe y con aires de canchero, y el otro galancete de pacotilla que es el verdulero. Para mí, parte de lo divertido de la película es que casi ninguno de los ocho personajes sale bien parado. De hecho, las dos personas más normales son las locas invasoras de la casa, que son las únicas que básicamente tienen una vida normal.
Son las que tienen una relación afectiva más sana
Muchísimo más normal. Son las únicas que están en una pareja que parece funcionar. Eso también me pareció divertido sobre cómo estaba armado el coro.
El título parece aludir a un período de decadencia, de algo que supo ser mejor en el pasado, ¿o tiene otra lectura?
También podés jugar con el tema del cambio entre sustantivo y adjetivo. "Flacas" funciona como adjetivo normalmente y en este caso como sustantivo. No es más que un chiste.
¿Sentiste al momento de hacer la película que estabas compartiendo algunos rasgos comunes con un nuevo tipo de cine uruguayo que realmente funciona? Por ejemplo, un cierto tipo de humor, la importancia del diálogo entre pocos personajes y una muy buena explotación de características uruguayas y generacionales muy reconocibles.
Entiendo que tiene parentesco con otras películas que circulan en esa franja entre la comedia y el drama, pero no me parece que sea particular del cine uruguayo. Hay ejemplos de películas de todos lados. Estás dentro de cierto género y por supuesto que las cosas que están en esa zona guardan cosas en común. Pero yo no lo siento así ni me siento parte de ningún tipo de movimiento, por lo menos conscientemente.
¿Pero hubo un interés especial en retratar características locales bien reconocibles, desde el ambiente de un balneario como Jaureguiberry a los personajes y costumbres?
No deliberadamente desde un sentido de "retratemos estas cosas que son uruguayas". Uno habla de las cosas que conoce y de cómo es, y entonces a la hora de construir personajes eso está. Obvio que van y toman mate
No me refería a lo uruguayo desde el "mate o el bizcochear", sino desde pequeñas manías, los detalles y el clima logrado
Pero no es un esfuerzo deliberado para retratar algo nacional sino que es una película basada en experiencias nuestras, en vacaciones que todos hemos pasados, en casitas donde las ventanas no abren. Uno intenta retratar personajes verosímiles y que uno conoce y situaciones familiares, y terminás retratando cosas que gente con historias parecidas también identifica.
Es una película escrita por una mujer y protagonizada por mujeres. ¿Aportó algo distinto la dirección masculina?
Yo no sé si puedo contestar eso. El tema es que hay un montón de las cosas que pasan que no tienen que ver con el género. La mecánica de la discusión masculina y femenina es distinta, pero el problema del fondo es el mismo y la lógica o falta de lógica es parecida. No sentí entonces que me fuera algo tan ajeno. Claro que ante dudas confiaba en las actrices, por ejemplo, en todo lo relativo al comportamiento cotidiano. Les preguntaba cómo harían determinadas cosas, cómo se sentirían mejor, qué harían en determinada charla. Todo eso salió de conversaciones con las actrices.
¿Por qué la elección del tema de Jorge Nasser como cierre de la película?
Nos pareció que era un buen cierre al chiste de la pelea entre Magdalena y Teresa sobre Nasser y Fernando Cabrera. Y además es una gran canción, una de esos temas que se te quedan pegados para siempre. Nos pareció que tenía sentido terminar con la canción de Jorge, y a Jorge también le gustó la idea.
Me duele cuando me río
La película tiene muchos resortes cómicos y también dramáticos que surgen de las frustraciones de los protagonistas, ya sea con las cosas materiales o con quienes los rodean. ¿Estivo desde el principio la intención de hacer una comedia con gusto amargo?
Sí, totalmente, Una de mis cosas favoritas en el mundo es ver una película donde todo el mundo se ríe menos yo, y yo no entiendo de qué se ríen, cuando la situación me causa más angustia que diversión. Ese senderito estrecho entre la comedia y el drama siempre me resultó fascinante y desde el principio traté de que fuera por ese lado.
Es una película en que los objetos y los protagonistas tienen constantemente problemas de funcionamiento, sea con efectos graciosos o angustiantes. Una muestra es la escena en que el remolque viene a buscar el auto averiado con las protagonistas dentro, destruidas y peleadas entre sí.
Las cosas materiales que no funcionan actúan a modo de metáfora de las relaciones humanas que no andan: la ventana que no abre, el balneario que está todo quemado, la casa que se inunda. No estamos hablando de qué pasa cuando vas de vacaciones a una casa de mierda. El tema no es la casa, que es una excusa para revelar el malhumor de los personajes y es una metáfora de la relación deteriorada en que se encuentran. Esa es la lógica detrás de todo lo que no funciona.
Al ver la película terminada, en estreno, ¿cuál fue tu sensación? ¿Qué cosas te hubiera gustado corregir?
Hay un montón de cosas que yo cambiaría si la hiciera de nuevo porque es parte del crecimiento, pero a grandes rasgos estoy muy orgulloso. Hay muchas cosas que si las filmase de nuevo mañana las haría distinto.
¿Como cuáles?
Las guardo para terapia.