Es argentino, tiene 42 años, una hija y odia a los porteños. Se siente uruguayo, asegura que comenzó a hacer periodismo por Lanata y que los medios tradicionales todavía no comprendieron el rol de las redes sociales. Confiesa que no le agrada la gente a la que no le gusta el fútbol y que se tomaría unos mates con Mujica. Se llama Hernán Casciari, es el creador de la revista Orsai, aquello que comenzó siendo un simple blog y hoy es una revolución admirada en el mundo entero.
-¿Cómo definirías Orsai? ¿Es una ruptura de la industria clásica del periodismo, una aventura de amigos o tu cable a tierra?
Empezó como una canalización mía, como un blog y va a cumplir diez años. Yo estaba haciendo una novela antes que esto en internet que se llamaba Más Respeto Que Soy Tu Madre pero no decía nunca quién era el autor. Entonces Orsai me sirvió como trampolín para saber que el autor de esa novela era yo. Es decir, en la primera entrada de Orsai, en la primera de todas, me sirvió para contar que era yo el que había escrito la novela y desde ese momento me iba a dedicar a escribir cuentitos pero con mi propia voz, con un nombre y un apellido. Después fue evolucionando y empezó a caer gente. Se fue convirtiendo en otras cosas, algunos cuentos de este blog se convirtieron en obras de teatro, en traducciones de estilo o libros. Y en un momento en que yo estaba trabajando para diarios o editoriales, decidí irme para otro lado y hacer una revista con el mismo nombre, con el mismo espíritu, como una excusa para trabajar con tus amigos y no tener que estar tan pendiente de esa industria editorial que no me estaba divirtiendo. O sea, que era una mezcla de todo eso que dijiste. Ganas de trabajar con los amigos, ganas de laburar por afuera del mercado, ganas de hacer lo que se me antoja.
-Orsai hoy en día se ha diversificado, aquel blog es ahora un bar, una universidad, entre otras cosas. De hecho en Montevideo hay personas interesadas en abrir un bar con ese nombre. ¿Esperabas todo esto?
Fue una evolución natural. Obviamente cuando empecé con el blog no me imaginaba ni siquiera que algún día tuviera diez lectores. No había ninguna estrategia. Hubiera sido bastante esquizofrénico pensar que yo iba a abrir un blog y que en un momento se iba a convertir en un bar, en una universidad en Buenos Aires, en una revista o en una editorial. Las cosas se fueron dando naturalmente como todo a través del tiempo, impulsado siempre por el fervor de los lectores. Si yo no hubiese tenido lectores no hubiera hecho ni media cosa. Me parece que la comunidad de lectores que se genera alrededor de un gordo contando cuentitos es la que realmente es propicia para que se puedan hacer cosas más interesantes, más importantes. Me parece que el 90 por ciento tiene que ver con eso, con lectores muy fervorosos.
-¿Cuántas personas trabajan junto a ti en este momento?
Nosotros somos un núcleo duro de cuatro. "Chiri", su esposa, que es la subdirectora de arte, y mi esposa, que es la administradora. Después alrededor de nosotros cuatro hay un montón de gente haciendo diferentes trabajos. Hace dos años ese montón de gente eran seis y ahora son como 20. Además de eso están los colaboradores esporádicos, los traductores, los autores, los periodistas, los escritores, que es gente que convocamos para cada número. Pero sí, de a poquito se está armando un número más o menos grande.
-Llama mucho la atención el rol que juega la publicidad en tu medio
Nosotros lo que hacemos en general es hacer todo al revés. Incluso sin ideología. Hacerlo al revés para hacerlo al revés. A mí no me gusta mucho la publicidad interrumpiéndome la lectura. Ni en una revista, ni en un blog, ni en una página. Estoy leyendo el diario en internet y odio la publicidad a los costados. Entonces tratamos de hacer cosas que no tengan esa interrupción. Que no tengan publicidad en ningún sentido. Y al mismo tiempo no nos gusta mucho el marketing tradicional, es decir, la venta tradicional de lo que uno hace. Preferimos difundir lo que hacemos desde donde lo hacemos que es solamente un blog en internet y si alguien lo quiere levantar, lo levanta y si un medio lo quiere reseñar, que lo haga, pero no hacemos mucho esfuerzo para aparecer en la prensa. Es un trabajo muy chiquitito, hacemos lo que nos gusta cada uno desde su casa, no tenemos oficina ni nada, y lo hacemos de esta manera para ser pequeños, para no convertirnos en eso que justamente no nos gusta.
-¿Con qué ideología se encuentra el lector de Orsai?
Obviamente que sí tenemos una ideología. Lo que pasa es que no es una ideología de izquierda ni de derecha. Nos gusta mucho el pasar de largo por ese lugar y plantear nosotros otra clase de debate. Hay una postura muy clara respecto a la cultura libre, a que todo lo que hacemos pueda leerse independientemente de que alguien lo pague. A mi parece que esa es nuestra postura ideológica más importante. Poder compartir las cosas que nos gustan y las cosas que hacemos y que eso no signifique que esas cosas no sean poco profesionales. Hacer lo que nos gusta y que esas cosas sean hiper profesionales. Y que incluso sea muy costoso ese contenido, como pagarle muy bien a quien lo hace.
No estamos muy a favor de estos medios alternativos que justamente, por ser alternativos, te mandan un e-mail y te dicen "escribinos una reseña, pero mirá que no pagamos". Nos parece que es una falta de respeto, entonces tratamos de hacerlo de una forma mucho más profesional. Pero al mismo tiempo, poder regalar ese producto una vez que está hecho. Nuestros pilares son que no nos gusta estar subsidiados ni por gobiernos ni por empresas privadas, no nos gusta estar atados a un sistema publicitario ni a un sistema de distribución que nos parece que es muy mafioso. Y sobre todo, poder divertirnos y hacerlo con alegría.
- Esa cadena de producción y distribución tal como la conocíamos, ¿ha muerto?
Estamos en el comienzo de una revolución que va a durar unos cincuenta años más. No se puede hablar de muerte. Se puede hablar de que hay gente que lo empieza a hacer de otra manera. A mí me da la impresión de que el generador de contenido ya no se puede llamar escritor, músico, pintor, fotógrafo: para innovarnos en un paradigma yo preferiría decirles generador de contenido. Hay generadores de contenido que durante todo el siglo XX se dejaron ayudar, por empresas, por editores, por empresas discográficas, por representantes, por un montón de intermediarios que en el siglo XX eran extremadamente necesarios porque no había otra forma de llegar al público. Es decir, al consumidor de contenidos. Internet lo que empezó a propiciar desde hace 10 años es que el generador de contenidos se pudiera comunicar directamente con el consumidor, con el usuario. Y eso ya de por sí es un cambio enorme. Ahora hay que educar o hay que dejar que pase el tiempo para que el generador de contenido deje de necesitar la ayuda empresarial y para eso el generador de contenido tiene que darse cuenta de que ya no sirve con ser un buen escritor o un buen músico sino que hay que saber ser, más o menos, como una especie de director de orquesta del proyecto que está generando, trabajar en comunidad, con otra gente.
A mí me parece que hay muchos lugares en los que está pasando, pero que es absolutamente minoritario en comparación con lo tradicional.
- ¿Cómo te llevás con las redes sociales?
Yo dejo que las redes sociales la usen los consumidores de contenido. Yo sé que tengo una comunidad de lectores, sé que esos lectores tienen un Twitter y un Facebook, y sé que ellos utilizan las redes sociales para hacer un eco. Mi relación con la redes es mínima, porque yo soy generador de contenido, y las redes son para los usuarios de contenido, no para los generadores. Ese es otro gran error, que a mí me da la impresión, que tienen los grandes medios profesionales, creen que tienen que entrar a Twitter y a Facebook como si fueran personas. En realidad no es así. Los generadores de contenido tienen que dedicarse hacer lo que saben hacer, y los lectores tienen que sentir empatía con ese proyecto y hacer uso de la redes sociales.
-¿Creés entonces que el periodismo no se ha adaptado todavía a este cambio, creés que se comunica con urgencia y de manera errónea?
A mí me da la impresión de que hay que perdonar ciertas cuestiones porque estamos en etapa de transición. Las grandes corporaciones no entienden un carajo lo que está pasando. Lo que estamos haciendo ciertos medios alternativos es aprovechar ciertas ventajas, ser más sinceros, más naturales, prescindir de ciertas necesidades. Pero no se lo podemos pedir al mastodonte, el mastodonte va a tardar unos años en darse cuenta cómo funciona el sistema, este nuevo sistema, en donde la publicidad no es tan necesaria, en donde el lector es el propio difusor de los contenidos. Todo esto lleva muchísimo tiempo para una empresa que tiene 60 o 70 años estudiando comportamientos sociales o antropológicos que ya de a poco están dejando de ocurrir.
-¿Te ves lejos de ese mastodonte?
Prefiero no estar dentro de ese sistema, me parece que ese sistema justamente, por ese momento de confusión que vive, están haciendo las cosas por dinero y nada más que por dinero, entonces como no me divierte mucho el tema de coleccionar dinero, prefiero jugar con otra gente. No es que me vea lejos, me cuesta mucho sentarme a tomar mate con gente que le interesa otra cosa. Entonces elijo armar un sistema o un proyecto en donde pueda convivir con gente más del palo.
En estos momentos en una mesa de directiva de un diario grande no se está hablando de periodismo, se está hablando de rentabilidad. En los diarios grandes, los directores, los jefes de redacción, están hablando de rentabilidad y no de periodismo. ¿Para qué te vas a meter en una conversación sobre un tema que no te interesa tanto? Mejor armate una mesa directiva con gente que tenga más ganas de hablar de periodismo que de rentabilidad.
-Tú naciste en un pueblo, en Mercedes. ¿Condicionó tu vida el hecho de mudarse hacia Buenos Aires de joven para seguir estudiando?
La revista más linda que hice en mi vida se llamó La Ventana y la hice en Mercedes. La fundé en el 91, cuando yo tenía 20 años. Mercedes siempre fue una ciudad muy de derecha, muy eclesiástica, muy militar y muy judicial. Hay abogados, curas, militares y después, un poco de gente. Y en ese entorno, hicimos una revista humorística, con falso periodismo. Fue una revista que tuvo muchísimo éxito y para mí en particular fue mi universidad. Fue en donde aprendí a escribir, a diseñar, sobre todo a ser lo más parecido a un director de orquesta que a un tipo que se sienta y escribe. Esta revista que estamos haciendo ahora es casi la misma con la diferencia que la aldea ya no es un pueblo, sino que es una aldea global.
-¿Te radicarías nuevamente en Argentina? ¿Cómo ves la situación actual?
Sí, me gustaría mucho. Si fuera soltero estaría viviendo en Argentina sin duda. Ocurre que cuando nació nuestra hija decidimos que cuando empezara el jardín de infantes, tuviera la oportunidad de hacer la primaria y la secundaria también en el mismo lugar, porque a mí me funcionó muy bien. El hecho de convivir con los mismos chicos desde los 3 años hasta los 18, eso a mí me sirvió muchísimo.
-¿Qué opinas sobre Jorge Lanata y su actual programa Periodismo para Todos?
Yo sigo muy de cerca todo lo que pasa en Argentina, de hecho estoy más atento a lo que pasa en Argentina que a lo que pasa en España, aunque en este momento los dos países están siendo muy divertidos en cuanto a su calidad de información. Con respecto a Lanata, yo tengo una mirada de él global, absolutamente global del partido completo. Pero yo creo que Lanata está empezando el primer minuto del segundo tiempo, si estuviéramos haciendo una reseña futbolística. Me parece que no se debería juzgar por estos 5 o 6 minutos del segundo tiempo. Lanata hizo un primer tiempo excelente, a los 26 años fundó Pagina 12 y revolucionó el periodismo en castellano, yo estaba estudiando en esa época y a mí me parece que su función periodística tuvo muchísimo que ver con mis ganas de ser periodista o narrador.
Es un tipo al que respeto inmensamente. No estoy en absoluto contento con el segundo tiempo que empezó a hacer Lanata.
-¿Y de Uruguay qué seguís? He leído que has hablado muy bien de Mujica. El periodismo internacional ha expuesto mucho a nuestro presidente ¿qué te parece esto?
En realidad a mí me parece que en todos lados ocurre eso. Las miradas internacionales de los mandatarios, siempre están sesgadas por los tópicos. El periodismo global tiende a ver la superficie pintoresca, de las situaciones incluso y de las antropologías de cada país. De Lula por ejemplo, también hay una mirada superficial a nivel internacional, de Mujica, de Cristina, de Correa, de Evo, de Chávez. Pero también hay una mirada muy superficial de Obama, y de Sarkozy, y de Hollande y de Merkel. Hay miradas muy superficiales. A mí me parece que las miradas internacionales son muy importantes, porque lo que generan son determinadas convicciones de empresas de otros lugares para invertir en ese lugar. Que aparezcan 12 minutos, como apareció tres o cuatro meses atrás en la cadena más importante de la televisión de España una entrevista al "Pepe" Mujica en donde un mandatario de un país hable sobre la felicidad, me parece muy importante. Yo entiendo muy bien que el montevideano medio sabe muchas más cosas que esas del "Pepe"Mujica, pero al mismo tiempo sé qué importante es para el mundo que por lo menos haya un mandatario que hable sobre la felicidad. Eso es lo que pienso sobre Mujica
-¿Te seduce la imagen que recibís de Mujica?
Me seduce la imagen que recibo de Latinoamérica y estoy englobando a Uruguay ahí dentro también. Me seduce la imagen de los mandatarios que no son caretas, tan simple como eso, sin pasar por lo ideológico. Estoy absolutamente asqueado del caretaje, de esta gente de corbata que dice frente a un micrófono cosas completamente diferentes a las que dice fuera de micrófono. Yo prefiero a un tipo que se equivoca con un micrófono en la boca. Lo prefiero toda la vida. Que se equivoca, que es capaz de ser grosero, coloquial, popular. Pero que vos sepas que frente a un micrófono o detrás de un micrófono dice exactamente lo mismo. Yo estoy a favor de eso.
- ¿Lo conocés?
No. En absoluto.
- Si tuvieras la oportunidad de conocerlo, ¿qué le dirías?
No sé si tendría ganas de hablar con Mujica en realidad, ni con nadie. Yo no creo que tenga ganas de hablar con nadie en este momento. Pero sé que es un tipo con el que podría tomar unos mates tranquilo, eso lo sé. Y también sé con quién no, o con quiénes no, entonces eso me deja tranquilo. No haría ni el mínimo esfuerzo para conocer a nadie, en realidad ya con la gente que conozco me doy por súper satisfecho. Pero a una cierta edad yo empiezo a entender con quién me puedo tomar un mate y con quién no.
-¿Seguís considerándote uruguayo atrapado en cuerpo de argentino?
Siempre fui. Hay una cosa con eso que a mí me llama mucho la atención que es la siguiente: es muy loco que un tipo que vive en Moscú y otro que vive en Siberia, que hay más o menos 9.000 kilómetros entre un lugar y el otro, se llamen "rusos". Y en cambio yo que nací a 340 Kilómetros de tu casa, no nos podamos llamar de la misma manera, para empezar. ¿Cómo no me voy a sentir de ahí? Me siento de ahí como me siento de 340 kilómetros para el sur de Argentina . Lo que tiene en mi cabeza el Uruguay, es que tiene una suerte enorme de tener muchísimos menos argentinos que la Argentina. Eso es lo que me seduce más. Cuando voy a Montevideo, o cuando hablo con mis amigos de Uruguay, la conversación es muchísima más tranquila que una conversación bonaerense, es más relajada y eso a mí me hace muy bien a nivel personal y entonces me gusta mucho ese sitio. Pero no es una cuestión ni chauvinista ni demagógica, es que estamos muy cerca. Es que pensamos muy parecido. Me gusta esa conversación montevideana, no quiero decir uruguaya, porque no conozco mucho más que Montevideo, pero me gusta esa conversación porque la siento muy cercana. Y me gustan esas calles porque las siento muy cercanas y la cultura la mamé desde chiquito. Entonces todas las cosas que hay en cuanto a fronterización entre Argentina y Uruguay, yo no las entendí nunca. Me llama mucho la atención cierta actitud uruguaya para con el argentino, por otro lado la entiendo perfectamente, pero al mismo tiempo, la veo rara. Sé que para la mayoría de la gente del mundo un argentino es un porteño. Claro, yo también los odio, ¿cómo no vas a odiar a un porteño? ¡Si es la gente más insoportable que hay! Pero después está esa cuestión de que porteños son sólo algunos.
-Nuestras culturas están condicionadas por el nacionalismo que provoca, en parte, el fútbol. ¿Tenía razón Dolina cuando decía que nada se parece más a la vida que una cancha de fútbol?
El fútbol me gusta muchísimo, me encanta desde mi costado narrativo. Pero sobre todo porque son metáforas rápidas de entender, no sé si realmente el fútbol se parezca realmente a la vida en general. Me parece que como es un deporte que nos interesa mucho y a mí lo que me importa es comunicar velozmente utilizo mucho esas metáforas. Pero más allá de eso, el fútbol me parece que es un juguete de los varones, que cuando somos grandes seguimos siendo chicos. Un juguete buenísimo con el que podemos compartir cosas con gente de cualquier país. Yo me puedo encontrar en el ascensor con un finlandés, con un colombiano, con un italiano o con un alemán y de lo primero que nos ponemos a hablar es de fútbol. Porque es el cable a tierra que tenemos los varones en cualquier parte del mundo, para hablar entre nosotros con excepción de los "yanquis".
Con un yanqui no podés hablar de nada, podés hablar de béisbol o de fútbol americano. Te encontras con un taxi en África con un africano y te ponés hablar de Messi, te ponés a hablar del Barça y te da la sensación en algún momento de que te conocés de toda la vida. Es una cosa que las mujeres no tienen, esa comunión temática, pero eso es algo que yo agradezco mucho. Me gusta muchísimo que me guste el fútbol, no me gusta mucho la gente a la que no le gusta nada.
-¿Seguís viviendo en Barcelona, como dijiste alguna vez, porque acertaste el tiempo y el espacio en el que se encontraba Messi?
En realidad vivo en Barcelona por eso que te conté hace un rato, de mi hija y de más. Pero estoy contentísimo que casualmente haya ocurrido un milagro futbolístico en esta misma época y yo lo haya podido vivir de cerca.
-¿Adónde querés llegar?
A seguir teniendo tiempo. Si me pinta el mes que viene una idea y yo me doy cuenta de que esa idea es buena para hacer una novela, me gustaría tener tiempo para hacer esa novela por ejemplo, o si me pinta la idea de hacer una serie de televisión sin publicidad y transmitirla por Internet, me gustaría tener tiempo para hacer eso. Me gustaría que lo que se me pase por la cabeza y me resulte seductor, tenga tiempo para hacerlo. Me gustaría llegar todos los días a ese lugar.
Por Franco Pérez