"Mis colegas me odian", reconoce con una sonrisa Rafael Santandreu, psicólogo catalán que, entre otras afirmaciones polémicas, asegura que no hay que ir al psicólogo. Y no es que reniegue de su profesión. Por el contrario, está convencido que la psicoterapia es clave para devolver la dicha a las almas atribuladas, pero entiende que, una vez que se nos indica el camino, todos podemos hacer una buena terapia psicológica por nuestra cuenta y de manera autodidacta.
Convertido en una figura mediática en su país, viene arrasando el mercado editorial con su último libro "Las gafas de la felicidad" (o los lentes, en la versión rioplatense), un manual cien por ciento práctico destinado a ayudar al lector a alejarse de numerosas posturas existenciales que son moneda corriente en nuestra civilización y -en opinión del autor- sólo producen angustia y depresión.
Esta semana, Santandreu visitó Uruguay y conversó con Montevideo Portal acerca de sexo, educación, psicología y del fin del mundo tal como lo conocemos.
Poca teoría y mucha práctica
"Las gafas de la felicidad", nuevo libro de Santandreu, es una suerte de continuación de su anterior éxito editorial, "El arte de no amargarse la vida", al punto que en un primer momento se pensó en titularlo como la segunda parte de esa obra. Pese a tal relación "ambos se pueden leer de manera independiente", aclara el autor.
"Estos libros míos son como manuales para aprender inglés por cuenta propia, me inspiré bastante en la estructura de ese tipo de manuales", explica el profesional, refiriendo que sus libros "tienen un método, luego ejercicio y lecturas".
"La idea de estas obras es que tú puedas hacer una psicoterapia por tu cuenta, bien hecha y sin necesidad de ir al psicólogo. Yo soy muy amante de lo autodidacta. Siempre que se puede, es mejor el aprendizaje autodidacta que el guiado, aprendes mucho más", considera.
Lógicamente, la mayoría de sus colegas no comparten esta posición. "En España (los psicólogos) están muy enfadados conmigo, porque yo digo que no hace falta ir al psicólogo, que es mejor no hacerlo. Si tú aprendes música o matemáticas por tu cuenta, guiarás tu propia motivación y ese aprendizaje puede ser la hostia", ejemplifica. "Esa es la idea que planteo en mis libros y que está funcionando súper bien. Recibo mails de todas partes de España, de gente que me cuenta los cambios que ha logrado haciendo su propia psicoterapia".
De lectura sencilla, los métodos y ejercicios de "Las gafas de la felicidad" se asemejan también a la práctica de ejercicio físico, "porque se trata de ejercitar una nueva manera de pensar, que tienes que practicarla, ponerla en forma y luego ir manteniéndola. Es muy parecido".
Lo necesario y lo accesorio
"Nada es tan terrible", asegura Santandreu, incluso con letras grandes en la contratapa del libro. Su postura, que invita a tomarse la vida con más calma y relativiza muchos de los problemas que solemos considerar graves, es en ocasiones blanco de críticas por parte de quienes consideran su talante optimista muy fuera de lugar en una España castigada por una crisis económica intensa y persistente. Sin embargo, Santandreu se mantiene en sus trece.
"Tengo que decirlo una y otra vez. Estamos en el momento histórico de mayor bonanza global, pero también de mayor infelicidad global. Nunca ha habido tanta depresión ni tanta ansiedad como ahora", sostiene el terapeuta, recordando que el 30% de los españoles padece alguno de estos males, "y la situación es similar en la mayor parte de occidente. Lo peor es que este porcentaje sigue subiendo", advierte.
Para el escritor, "la madurez emocional sólo se alcanza cuando se tiene muy claro cuáles son la necesidades reales. Que son el agua del día y cierta comida vitamínica también para el día, y punto. Hasta que no nos demos cuenta de eso no alcanzaremos una valoración lógica de las cosas".
"Me critican porque la locura global es tan grande que ven como anatema estos principios de realidad que digo. Esto es lo que nos dice lo locos que estamos", expresa.
Por eso, a la hora de analizar el modo en que el hombre de hoy vive su vida, el profesional entiende que estaban más acertados nuestros abuelos del campo. "Nosotros hoy tenemos mucha sabiduría tecnológica pero muy poca sabiduría en valores. En cambio, en el pasado sucedía lo contrario, la gente no tenía tanta sabiduría técnica pero si la tenía en cuanto a su modo de vida. Es un problema".
La muerte bella
En su obra, Santandreu afirma que una vez logrado el cambio de punto de vista que preconiza, elementos como la muerte y el sufrimiento adoptan otro cariz, y que es posible superar por completo los dolores más grandes, incluso el provocado por la pérdida de un hijo u otro ser querido.
"Es posible experimentar un dolor muchísimo menor del que mucha gente experimenta con la muerte de seres queridos, es absurdo aferrarse a la filosofía que produce más dolor. Haz el esfuerzo de integrar una filosofía que lo reduzca. No vas a tener dolor cero, pero lograrás que sea el mínimo posible. Es curioso cómo a veces nos aferramos a ideas filosóficas o a principios que no nos benefician, y es también un poco absurdo. Por eso yo digo: cambia".
"Está claro que hay otra manera filosófica de encarar la muerte, el riesgo de la propia muerte y cuando le llega a seres queridos, una manera que hace que la puedas aceptar con mayor facilidad, integrarla mucho más, y coincide también con una mirada mucho más racional y ecológica sobre las cosas", refiere.
"Desde un punto de vista científico, biológico y espiritual, es una postura mucho más acertada, y que te puede permitir perfectamente decir eso que yo digo a veces, y que es algo por lo que me critican mucho pero de lo que estoy firmemente convencido: la muerte es buena, todas las muertes son buenas y bonitas. Cuando digo que la muerte es bonita la gente se desconcierta, pero es que desde un punto de vista ecológico, la muerte es tan bonita como un nacimiento, e igualmente necesaria".
"Que nosotros no entendamos este devenir de la naturaleza es normal, porque de hecho no entendemos prácticamente nada, recién acabamos de rascar un poco el conocimiento del cosmos, pero no sabemos nada, más allá de que sí existen unas leyes naturales extraordinarias y nosotros pertenecemos a esos ciclos de la naturaleza. Hay que ser un poquito más humildes, y honrar la realidad y la naturaleza tal y como son", apunta.
Corazones rotos, corazones reparados
Según Santandreu, el método planteado en sus libros permite mitigar también las penas de amor, género de sufrimiento que aqueja a medio mundo y que a modo de "daño colateral" produce una enorme cantidad de canciones lacrimógenas. "Si tú comprendes lo que digo, haces el esfuerzo de incorporarlo y decírtelo a ti mismo con cierta profundidad, tu dolor va a disminuir. Es automático", sostiene.
Asimismo, el padecimiento vinculado al sentimiento amoroso proviene básicamente del hecho de que con frecuencia se sostiene la creencia irracional de que amar es depender. "Nuestra sociedad produce una idea del amor romántico que es en verdad muy neurótica. El amor racional y maduro es aquel que dice 'cariño, te quiero mucho pero no te necesito nada, y quiero que tú también me quieras así, y si un día te vas, yo seguiré amando la vida y sus oportunidades'. Eso es un amor en libertad, un amor lleno de energías y no de dependencias, y que no reclama que el otro te haga feliz, cosa que es imposible", enfatiza.
Y como resulta evidente, esta forma de entender el amor choca con la estructura de relación todavía vigente en nuestras sociedades, que establece como normal el amor monógamo y eterno.
"Esa es otra creencia irracional que impera en nuestra sociedad: que el buen amor es para toda la vida, incluso la idea de la monogamia es errónea", asegura.
"Cuando digo que la monogamia es un error y que la idea de la monogamia una aberración, la gente se enfada, pero hacerlo es absurdo. Porque si hablamos científicamente, la enorme mayoría de los mamíferos son polígamos, promiscuos. Y entre los primates, el 100%, incluidos nosotros, porque está demostrado que también lo somos. Si no lo fuéramos, no existiría la prostitución, y el porno no sería la segunda industria en importancia a nivel mundial".
"Es todo muy absurdo, estamos yendo en contra de la naturaleza, y cada vez que hacemos eso provocamos una serie de problemas colaterales tremendos", advierte.
Extraña pareja
Otro sentimiento "aberrante" para el psicólogo son los celos en las relaciones amorosas. "Los celos de pareja son iguales a los infantiles. Cuando un niño pequeño no quiere tener un hermanito, los padres primero lo tranquilizan, explicándole que habrá amor para todos, y que además la llegada del hermanito lo beneficiará, porque será un amigo en su vida, no le va a quitar amor sino que sucederá lo contrario".
Para el autor, el mismo expediente habría que aplicar a las relaciones de pareja, en lugar de aspirar a una monogamia que considera antinatural y negativa. "Lo mismo sucedería con el amante de tu mujer. No hará que tu mujer te ame menos, incluso te follará mejor después de haberlo hecho con él, y además tú podrías se súper amigo de este amante y follártelo también", dice.
"Esa es la realidad a nivel lógico, racional y biológico, así que amigos, ya es hora de dejar de ser inmaduros", aconseja.
Desde su punto de vista, el hecho de que nuestra idea común de pareja choca contra la naturaleza, queda evidenciado en el fracaso de la institución matrimonial.
"El matrimonio actual está haciendo agua, fracasando de una manera estrepitosa y causando mucho padecimiento. El principal motivo de consulta a los psicólogos son los problemas del amor y el desamor. Amor mal llevado y desamor directamente. Todo esto provoca bastante infelicidad. En España, el 50% de los matrimonios actuales no aguanta más de diez años, y este porcentaje de matrimonios fracasados va en aumento. Es que no funcionan, y si sabes de antemano que te vas a separar de tu mujer, hazlo con alegría, puedes preverlo y hacerlo de una manera amistosa y cordial, porque es lo que hay", sentencia.
"Antes el matrimonio aguantaba mucho más porque era falso, era una unión conyugal aberrante, que funcionó mientras la mujer fue una posesión del hombre, y el mandato de fidelidad regía sólo para la mujer, el hombre sí que podía tener amantes o irse de putas tranquilamente".
Pero los tiempos cambiaron y "ahora que los matrimonios están en libertad no funcionan". Para sanar estos vínculos, el profesional plantea alternativas como " permitir relaciones sexuales abiertas dentro de la pareja, o celebrar matrimonios con fecha de vencimiento, prever la separación".
No te comas la pastilla
"Si tienes algunos ahorros y quieres ganar dinero, inviértelos en empresas que produzcan psicofármacos, porque es el futuro, debido a que la sociedad está cada vez más loca", recomienda.
En principio, Santandreu no está en contra del uso de este tipo de medicamentos dentro de la terapia.
"Trabajo a diario en la psicoterapia y hay gente que sufre un montón. El dolor psicológico puede ser muy potente, y hay gente que está tan mal que no se suicida sólo porque todavía alberga una mínima esperanza de cambio, o porque lisa y llanamente no tiene valor para hacerlo", explica.
La cura en estos casos pasa por "una buena psicoterapia, pero muchos no la conocen, no la tienen a su alcance o no confían en ella. Pero algo hay que darles, ya sea antes de la psicoterapia o para calmarlos un poco en el inicio de la misma. Es importante."
Sin embargo, el uso extendido de estas medicinas es visto con preocupación por el psicólogo, quien considera que este "empastillamiento masivo", responde al hecho de que "nuestra sociedad está muy locas, y produce mucho malestar".
Esta locura colectiva es tan grande, que el autor no alberga esperanzas de mejoría, sino lo contrario.
"En mi opinión, como sociedad no nos podemos salvar. El planeta va reventar, tanto a nivel ecológico como en lo que respecta a la infelicidad y depresión de las personas. Nos podemos salvar a nivel individual, haciendo una buena psicoterapia, teniendo las cosas muy claras y siendo feliz uno, pero en lo colectivo, no hay remedio. Desde lo que yo sé en psicología, puedo decir que la locura global no se puede detener, pero no me importa tanto esto. Algún día tenía que acaba esta civilización porque todo lo que empieza acaba, no pasa nada", dice sin preocuparse.
No se haga tu voluntad.
"La fuerza de voluntad es de mediocres", suelta Santandreu interrogado acerca del culto al sacrificio y a la lucha denodada que existe en nuestra cultura.
"La fuerza del disfrute sí es de personas exitosas de verdad. Yo diría a los padres que no hay un activo más importante, una mejor herencia para los hijos que la fortaleza emocional. Porque hay tan poca en nuestra sociedad que la ventaja competitiva que aporta es extraordinaria. Ya no son tan importantes los conocimientos técnicos sino la fortaleza emocional. Confía en ello, enséñale a amar la vida y a los demás, y amar lo que hace, y tendremos un geniecillo", relata.
"La escuela es uno de los grande fracasos de la humanidad. Yo estudié durante once años seguidos en la escuela a razón de una seis o siete horas diarias, con exámenes y todo eso. De lo aprendido sólo me quedó el leer, y el escribir con faltas -porque escribir sin faltas aprendí luego por mi cuenta con la lectura- las cuatro operaciones básicas, y en cualquier momento se me olvida dividir", confiesa.
"¡Hostias, pero qué fracaso!", exclama. "Si ahora a ti y a mí nos dan once años pagados para estudiar lo que queramos, sin duda nos convertimos en músicos extraordinarios, filósofos, médicos, y eso pese a que ya no estamos en la niñez, que es el momento más favorable para el aprendizaje".
"No sé qué coño hacen con los niños para producir un desaprendizaje tan grande e increíble. Ni unos delincuentes organizados puede programar un asesinato tal de una de las capacidades humanas", critica el autor, que acto seguido apunta sus baterías contra "esas masas de profesores inútiles".
En su opinión, "a los profesores de primaria y secundaria de todo el mundo habría que juzgarlos por el mal que están haciendo una y otra vez todos los días sobre la tierra. Son personas con muy poca capacidad intelectual y producen enfermedad mental en la personas. Yo no sé como los profesores pueden levantarse en las mañanas y cometer tales actos contra la humanidad".
Desde su punto de vista, a los docentes y a los responsables de diseñar los métodos de enseñanza, "les cuesta muchísimo entender que el aprendizaje tiene que ser voluntario, que el aprendizaje obligado se muere al cabo de dos días, y luego te olvidas todo eso que te enseñaron", y además, "los profesores suelen ser los más mediocres de la sociedad. Ese es un problema que tenemos", lamenta.
Por ello, la solución a ese "desaprendizaje" comienza por comprender que "las escuelas deben ser libres, las aulas abiertas y si los chavales entran si quieren, pero si no quieren, no entran. Pueden estar jugando en el patio todo lo que deseen". Además, la enseñanza debe ser libre, "sin exámenes, y tiene que haber una oferta cultural atractiva, que los alumnos puedan tomar o rechazar".
En ese sentido, toma como ejemplo la escuela británica Summerhill , "de la que han salido genios".
Conseguí los libros de Rafael Santandreu en Nosgustaleer