Por Gerardo Carrasco
El guardiacivil madrileño Rubén Bevilacqua ha acabado por resignarse y hasta preferir que todos le llamen "Vila", antes que someterse a la tortura de escuchar los torpes intentos del prójimo para pronunciar correctamente su apellido extranjero. Es que el benemérito detective nació muy al sur, en un país situado al borde de un río ancho como mar, y que en tiempos fue considerado como la Suiza de América.
El brigada Bevilacqua se graduó en psicología antes de dedicarse a perseguir malhechores, cosa que hace siempre en compañía de su fiel partenaire, la eficacísima sargento Virginia Chamorro. Y más allá de su demostrado talento como pesquisas, ambos oficiales se han ganado el aprecio de miles de hispanoparlantes "por ser dos personas corrientes, como cualquiera".
Así opina al menos su creador, el escritor español Lorenzo Silva, quien ocupó 34 días del año 1998 en redactar la novela "El lejano país de los estanques", primera de una serie de intrigas policiales protagonizadas por Bevilacqua y Chamorro, saga que ha saltado a la pantalla grande, y cuyo fin de momento no se vislumbra.
El año pasado, Silva obtuvo el suculento Premio Planeta de Novela merced a la más reciente entrega de la serie Bevilacqua, "La marca del meridiano". En dicha obra, el veterano investigador afronta un caso particularmente difícil: el brutal asesinato de un guardiacivil retirado, que supo ser años atrás su compañero y mentor. La investigación abrirá la caja de Pandora: corrupción policial, delincuentes sin escrúpulos y un hombre quijotesco que buscará en el deber y el amor imposible la redención de una vida fracturada.
Esta semana, Silva visitó nuestro país para presentar oficialmente la obra galardonada. En diálogo con Montevideo Portal, habló acerca de la novela ganadora, de los procesos creativos, la guardiacivil española y la coyuntura de su país.
Criollo de ley
"Yo quería que el personaje fuera medio extranjero, que tuviera algo que no lo hiciera completamente español, ya que pertenece a una institución muy castiza como es la Guardia Civil. Trabaja en España, y la realidad española está presente en todo momento". Por ello, decidió que "la mirada de ese personaje respecto a la propia realidad española tuviera una pizca de distancia", y así fue que resolvió que su origen fuera extranjero, aunque esa foránea condición sea una pieza pequeña de su biografía "ya que sólo vive en Uruguay hasta los siete años. Lo primero que vieron sus ojos fue esto", apunta Silva, señalando el Rio de la Plata, "un horizonte muy diferente al de Madrid, que es donde vive, o incluso de lo que es el mar en España. Esa dosis de extrañeza me venía bien", detalla.
Interrogado acerca de por qué escogió a Uruguay como sitio de nacimiento del protagonista de sus libros más exitosos, el autor recuerda que "en principio quería que tuviera un apellido italiano difícil de pronunciar, me atraía más que fuera sudamericano, por lo que consideré Argentina y Uruguay, y finalmente me decanté por Uruguay por ser un país más pequeño, menos conocido, y desde luego por Onetti, seguramente hay un homenaje encubierto a Onetti en esa elección".
Tenemos un ganador
"La marca del meridiano" es la séptima entrega de la saga de Bevilacqua y Chamorro, y la primera obra que su autor presentó al Premio Planeta. Esta espera en ser candidato se debió a que se trata de un premio "al que sabes que puedes aspirar sólo si tienes un cierto recorrido. No me planteé presentarme con mi primera novela, sino luego de tener una trayectoria, una hechura como escritor", opina.
"Yo escribo también novelas fuera de esta serie, y podría haber elegido alguna de esas para concursar, pero escogí una de las de Bevilacqua porque quería una novela que pudiera llegar a mucha gente. Bevilacqua ha sido mi manera de llegar a más público, y me decidí por esta última, porque es una novela donde además de haber una investigación criminal, hay una retrato de la sociedad española en un momento muy concreto e interesante", explica el escritor. Además, la obra que presentó al Premio y finalmente lo obtuvo, propone "una exploración interior del personaje mucho más profunda que en otras ocasiones. Este es el único caso donde la víctima, el muerto de turno, es alguien que él conoce", y eso hace que además de la investigación en sí misma, "aparezca el modo en que él se relacionaba con esa persona, que a su vez tiene que ver con elementos centrales de su propia vida".
Chirimbolos, los justos
Al igual que otros tantos autores contemporáneos de novelas de suspense -se podría nombrar al italiano Andrea Camilleri y al sueco Henning Mankell, ambos muy en boga- Silva es un autor que gusta trascender el género. Por ello, sus misterios comparten página con toda una serie de elementos "extra policiales", como la vida personal de los protagonistas y los avatares del lugar donde habitan.
Lorenzo Silva. Foto: Joan Tomas
"La médula de una novela son los personajes y su historia, la peripecia, el conflicto. Todo lo que no pueda servir a ese fin tienes que quitarlo. Es como un árbol de navidad que no debes cargar de adornos más de la cuenta, creo que eso es parte de la técnica", define Silva. Pero como no es posible escribir al gusto de todos, "a veces algún lector puede opinar que un personaje habla mucho, que narra demasiado acerca de si está cansado o no lo está, etc. Yo creo que logro hacer que hablen lo justo", entiende el escritor, recordando que los diálogos de sus novelas no sólo son funcionales y verosímiles, sino necesarios. "Algo que muchos novelistas del género parecen ignorar es que los policías tiene que conversar muy a menudo con el juez que lleva su caso, ya que es quien les autoriza u ordena para hacer lo que hacen. A la hora de trabajar en la ficción "esas charlas con los jueces suelen ser buenas ocasiones para incluir ciertas consideraciones, que puedes hilvanar de forma natural en lo que estás contando. Si, por ejemplo, quieres plasmar un retrato acerca del momento histórico en el que ocurre la acción, tienes la ocasión de apelar a los testigos del caso, a las víctimas. El contexto de estas personas puede darte esa visión más amplia", describe. "En esta novela, por ejemplo, una de la formas de hablar de la disminución de los ingresos que han tenido muchas familias en España, queda de manifiesto en un pasaje en concreto", señala el autor: "cuando la viuda de la víctima se apresura a marcharse porque tiene que cuidar a sus nietos, para ahorrarle así el gasto de la niñera a su hija".
Fuegos de octubre
En cuanto a ese interés por arropar a sus protagonistas en el debido contexto histórico ya su vez usar a los personajes para mejor describir ese contexto, Silva no pudo soslayar una jornada muy particular, un 20 de octubre que queda señalado en su reciente novela.
"Aproveché una circunstancia muy curiosa y que quizá fuera de España no se percibió tanto, pero en un mismo día ocurrieron dos acontecimientos que de cierto modo cambiaron mi mundo, mi referencia. Asesinaron a Gadafi, que era alguien que había estado siempre ahí, y si bien no era una coordenada importante o crucial en mí vida, sí era una referencia, porque además Libia no está tan lejos de España. La otra coordenada que cambió tiene que ver con que en mi país había unos tipos que se dedicaban a matarte porque no pensabas como ellos", narra Silva, aludiendo a la coincidencia entre el linchamiento del histórico líder libio y el anuncio del cese definitivo de la actividad armada de ETA. "Esas dos cosas pasaron el mismo día, y decidí incluirlas en la novela ,porque si bien no tienen que ver con la investigación que los guardiaciviles llevan a cabo, ellos no podían ignorar que en un mismo día habían matado a Gadafi, y que los que habían estado asesinando gente por décadas en España se habían rendido", expresa Silva subrayando el hecho de "lo que pasó es que se rindieron, y es importante aclararlo porque a veces se hacen lecturas sobre una supuesta 'generosidad' por su parte, cuando lo cierto es que dejaron de hacer lo que hacían porque ya no podían".
Un muchacho como yo
Silva es autor de novelas de la más diversa índole, así como de relatos breves, crónicas, libros de viaje y ensayos varios, incluido uno especialmente interesante sobre el Derecho en la obra de Franz Kafka. Sin embargo, ninguna de sus obras ha tenido un éxito tan grande como el de la saga de Bevilacqua. En cuanto a los dotes que hacen de esos libros y sus protagonistas los favoritos de los lectores, Lorenzo afirma que "es algo que me he preguntado muchas veces y tengo sólo una respuesta parcial, porque no puedo estar dentro de la mente de las personas y notar los matices que ellos ven en los personajes, y que siempre son distintos". Por ello, sin entrar en especulaciones psicológicas ni perderse en explicaciones demasiado complejas, el autor señala que "hay personajes que uno construye en función de su rareza, o de lo que impactan o desconciertan al lector. En este caso, creo que lo que logra conquistar precisamente al lector es el hecho de que son un hombre y una mujer corrientes. Dos tipos trabajadores, no héroes que apabullen, sino personajes cuya peripecia entiendes porque sientes que podría ser la tuya", opina.
Los actores Mariona Ribas y Jesús Noguero encarnan a Chamorro y Bevilacqua en la versión cinematográfica.
"Claro, investigan crímenes, que no es algo que haga todo el mundo, pero su trabajo no es heroico, no se lanzan a correr peligros desmedidos, ni tienen una clarividencia fuera de lo común al estilo de Sherlock Holmes, ni nada por el estilo. Son dos sujetos que investigan paso a paso, recogen pruebas, echan horas de esfuerzo y en base a ello van resolviendo la situación. O a veces no la resuelven, o lo logran a medias, como pasa en la vida. No todo siempre termina a las mil maravillas".
El arte del buen decir
Una de las felicidades de la obra de Silva, además de la amenidad de su estilo narrativo, es el correcto uso del lenguaje. Corrección que incluso podría parecer ocasionalmente excesiva en el crudo ambiente policial, donde suelen abundar expresiones de argot, así como maldiciones e insultos de todo pelaje. Sin embargo, este no es el caso del instruido y siempre bienhablado brigada Bevilacqua.
"Algún taco se le escapa a veces, especialmente si está solo con sus compañeros", apunta riendo el escritor, quien dice tener buenos motivos para hacer que su personaje se exprese del modo en que lo hace.
"En primer lugar él es un universitario, y además hay que recordar que el narrador en primera persona siempre es un artificio", aduce en primer término, recordando además que el brigada "en el fondo es un tipo leído, educado".
"Esa apuesta de algunos por la pobreza del lenguaje no me agrada. Siempre prefiero que el lenguaje sea rico, sea preciso, y procuro inculcar eso a mis hijos. Eso de que para hacer verosímil un diálogo hay que empobrecerlo y no usar un vocabulario mayor a doscientas palabras, no me parece", afirma el artista, aunque reconoce que "obviamente hay personajes a los que no les puedes atribuir un vocabulario mayor, pero a Bevilacqua sí. Además hay un detalle importante: la mayoría de las veces que habla, lo hace ejerciendo la autoridad, y lo que no quiere es ser un déspota".
Que viene la Benemérita
Contrariamente a lo usual en la narrativa policial española, Silva ha elegido a sus "héroes" dentro de la Guardia Civil, cuerpo de seguridad pública fundado en 1844 y cuya popularidad ha tenido altas y bajas en la consideración de los españoles, coincidiendo éstas últimas con el rol represivo de esa corporación durante el régimen franquista.
Sin embargo, "en este momento, la Guardia Civil es la institución más valorada por los españoles, según la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas, y lo es con una nota altísima", informa el autor, atribuyendo esa popularidad actual a una serie de factores, "como el hecho de que la gente percibe a los guardiaciviles de hoy, que son de los que yo hablo, como gente bastante respetuosa.
A mí me han multado y cuando te paran en la carretera siempre te saludan militarmente, te piden educadamente la documentación y te saludan nuevamente al marcharse. En otros casos, como cuando hay grandes nevadas y se quedan cientos de coches atascados, son los guardiaciviles quienes aparecen a prestar ayuda, y eso la gente lo sabe. No hay muchos cuerpos de policía en el mundo que gocen de esa consideración por parte de su pueblo", sostiene. Otro elemento nada menor es el hecho de que" quien ha acabado con ETA ha sido la Guardiacivil, lucha en la que han muerto 210 de sus efectivos".
En cuanto a su decisión de escoger a dicho cuerpo policial para sus novelas, Silva confiesa que simplemente lo eligió "porque nadie lo había hecho antes".
"¿Qué más puede desear un contador de historias que hallar un terreno virgen? cuando me di cuenta de que nadie había escrito novelas policiales protagonizadas por guardiaciviles, me dije 'esto es para mí, me lo quedo', si en 170 años nadie ha tenido la idea, pues qué suerte he tenido. Lo normal hubiera ido que al momento de empezar mi carrera, en los años 90, el tema ya fuera un territorio quemado, carbonizado, pero lo encontré nuevo, todo para mí".
Historia de dos ciudades
Nacido en Madrid y casado con una mujer barcelonesa, Silva alterna su tiempo entre ambas metrópolis españolas, ciudades que sostienen un histórico enfrentamiento que ha tenido momentos atenuados y otros especialmente ríspidos. Algunos de esos elementos de tensión asoman en "La marca del meridiano", donde un crimen cometido en La Rioja es investigado por policías madrileños en Barcelona.
"Mi idea al incluir ese tema es llamar la atención sobre el absurdo de la lucha en función de la identidad, de la afirmación frente al otro", cuenta el escritor. Me parece bien que la gente quiera lo suyo, y me resultaría poco natural lo opuesto, que renegara de ello . Pero una cosa es querer lo de uno y otra es llevar ese amor al extremo de blandirlo contra el otro y dárselo en la cabeza, que es algo que sucede en mi país pero también en muchas otras partes del mundo".
Por ello, cree que Bevilacqua está en condiciones de adoptar una postura más ecuánime que el resto en tal situación, "dado que es un personaje que ya de por sí es medio extranjero, y eso le dificulta construir o sumarse a esas identidades excluyentes y agresivas, y mira con distancia esos conflictos, ese despliegue de rencor recíproco", expresa, para luego advertir el peligro que encierra ese tipo de espiral ascendente de tensión. "En primera instancia aparece la incomprensión, luego llegan los intereses contrapuestos, y si le echas un poco de gasolina a esa situación enseguida surge el rencor, y de ese rencor a la agresión no hay más que milímetro, eso es algo que yo trato de reflejar en la novela", destaca.
" Más allá de detalles significativos, la catalana y la española son culturas muy parecidas, y permitir que las diferencias que sí existen se conviertan en una aversión o un desprecio, en considerar al otro como alguien que amenaza tu existencia por el solo hecho de existir de forma diferente, es algo que deberíamos evitar, así como entender que la estrategias cooperativas siempre son más exitosas que las de confrontación", concluye.