Por Gerardo Carrasco
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En 1807, Napoleón Bonaparte recibía la anuencia de la debilitada corona española para atravesar el territorio de ese país e invadir Portugal. Sabiéndose incapaz de vencer al tirano francés en el campo de batalla, el rey luso Joao VI tomó una decisión única en la historia: trasladar su corte a una colonia ultramarina. Instalado en Brasil, sus enemigos podrían ocupar el territorio del país, pero sus legítimas autoridades no se verían obligadas a doblegarse, restando legitimidad al gobierno de ocupación.
Lejos estaba de imaginar el rey que su hijo, entonces de sólo siete años de edad, acabaría por sellar la independencia de la colonia sudamericana y se convertiría en el primer emperador de Brasil. Tal es la figura abordada por el escritor español Javier Moro en su libro "El imperio eres tú", galardonado con el Premio Planeta 2011.
Sobrino del consagrado escritor francés Dominique Lapierre, Moro está lejos de ser un principiante en el oficio de las letras. A sus novelas ambientadas en escenarios africanos y asiáticos, suma ahora una crónica acerca de los tiempos fundacionales de Brasil, país que recorrió in extenso en investigaciones acerca de sus pueblos aborígenes.
En diálogo telefónico con Montevideo Portal, Moro explicó que la decisión de escribir sobre la singular vida de Pedro I comenzó "cuando descubrí que no existía ningún libro que contara la historia de este personaje como a mí me hubiera gustado leerla", aclarando luego haber leído "todo sobre él". Si bien la bibliografía respecto al primer monarca brasileño no es escasa, y no faltan historiadores que "se regocijan en las partes más bien depresivas y los problemas sexuales" del personaje, Moro decidió visitar esa historia de una manera diferente.
Rey, emperador y hombre libre
"Yo quería entender a este personaje, sentirlo. Aunque fuese un personaje contradictorio, quería encontrar su coherencia interna, y no había nada sobre ello", explica el autor, insistiendo en su obsesión de "darle vida a esa página de la historia, una página muy importante porque fue cuando cambió el mundo, era el final del absolutismo y el comienzo de la libertad, y este hombre se puso del lado de la libertad desde un principio".
Esa condición de pionero de la libertad, "sumada a las particularidades de su vida, sus aventuras de de amor, lo convertían en un personaje con todos los ingredientes para una buena historia".
El relato de Moro aborda todos los aspectos de la vida de Pedro I, "sus mujeres, su carácter absolutamente indomable, sus excesos y sus genialidades, porque también las tuvo. Él tomó decisiones que alguien un poco más cuerdo no hubiera tomado, como por ejemplo dar ese Grito de Ipiranga y decidir separarse de Portugal", resolución que se podría considerar insensata. "Su hijo nunca lo hubiera hecho así, porque Pedro II contaba con la influencia de su madre, la austríaca Emperatriz Leopoldina, era medio austríaco y mucho mas convencional".
Asimismo, el escritor destaca el carácter heroico de Pedro, que no dudó en regresar a Portugal para combatir y derrotar a su hermano Miguel, que había usurpado la corona. En un caso sin parangón en la historia, se dio el lujo de promulgar constituciones a ambos lados del Atlántico.
Rey de corazones
Mujeriego y enamoradizo, la vida sentimental de Pedro fue una preocupación permanente para el protocolo imperial. En su juventud, su romance con una bailarina molestó al ya veterano rey Joao VI, quien reconvino a su hijo con una frase que quedó en la historia: "Tú puedes amar como un hombre, pero te tienes que casar como un príncipe, porque el imperio eres tú".
"Pedro I sufrió desde pequeño de desamor. Su madre se ocupaba de los hermanos, su padre no tenía tiempo para dedicarle. Se crió con la servidumbre del palacio y toda su vida estuvo anhelando ese amor maternal", refiere Moro, señalando que el monarca necesitaba ser querido como hombre y no sólo por su jerarquía. Por eso cuando luego de enviudar conoce a la actriz Domitila de Castro "él, que puede tener a cualquier hembra del imperio a sus pies, desfallece ante ella, porque quiere algo más. Domitila lo trata de forma un poco brusca y como si no le importara que su pretendiente fuera nada menos que el emperador, eso hace que Pedro se derrita por completo, pierde la cabeza y hasta pierde el imperio".
Detrás de todo gran hombre...
Los quebraderos políticos de Pedro I se agravaron tras la muerte de su joven esposa Leopoldina, verdadera estadista detrás del trono. "Leopoldina es la grana artífice de la independencia de Brasil. Esa chica sabía de lo que hablaba y lo que hacía, mientras Pedro en verdad no sabía nada, era un inculto. Ella había sido criada como princesa en la corte de Austria y sabía de asuntos de Estado, de política.". Moro subraya que fue la emperatriz quien lo empujó a gritar ese ‘¡Independencia o muerte!' en Ipiranga, pese a que ello iba en contra de sus orígenes, su formación. Leopoldina es un personaje absolutamente heroico y trágico", asegura.
Un gaucho, dos gauchos, treinta y tres gauchos
Además de narrar las peripecias de Pedro I, "El imperio eres tú" ofrece una visión integral del proceso independentista brasileño y su etapa imperial. Por eso resultó inevitable dedicar algunas páginas a la guerra que acabaría dando lugar a la formación de nuestro país. Las absurdas consecuencias del Tratado de Tordesillas, cuyas fronteras españoles y portugueses midieron con diferente vara, desató un conflicto jurisdiccional que condujo a la consabida ocupación luso - brasileña de la Banda Oriental. En su libro, Moro recrea las sucesivas derrotas de los ejércitos imperiales ante las fuerzas -muchas veces irregulares- de las Provincias Unidas.
"Hubo batallas muy cruentas", recuerda el escritor, quien entiende que las tropas brasileñas "no pudieron con los gauchos" por no saber comprender su "cultura y mentalidad diferente: no enfrentaban a una cultura de esclavos sino de hombres libres. Gente libre que se manejaba muy bien en guerrillas", narra.
Posteriormente aclara que "hay muy poca ficción en mis libros, y esta más bien se limita a los diálogos, que he tenido que reconstruir porque evidentemente yo no estaba ahí, pero en ello se acaba la ficción. Lo mío no es una novela histórica sino historia novelada, no hay personajes inventados, no hay fantasía histórica, no hay episodios apócrifos. Es la historia tal cual fue, pero dramatizada. Lo he escrito como una novela, pero está más cerca de una investigación, que realicé durante mucho tiempo y me permitió obtener los datos necesarios para emprender la tarea", explica.
Historia para quien la trabaje
"El imperio eres tú" fue bien recibido en Brasil, donde se convirtió rápidamente en un éxito de ventas. Sin embargo, no faltó "algún historiador que ha protestado diciendo que la obra era un intento de neocolonialismo de España sobre Brasil", cuestionamiento que a entender de Moro "es una tontería más grande que el propio Brasil". Estas posturas surgirían porque "a algunos les sienta mal que un extranjero venga y pise en su jardín, pero se olvidan de que la historia no le pertenece a nadie, es para quien se la trabaja". A modo de ejemplo, recuerda que "los mejores libros de la historia de España son ingleses...y no pasa nada".
Aprender y conocer
Además de ofrecer una amena pintura del emperador Pedro I, el libro de Moro parece estar contribuyendo a un objetivo mayor, poniendo en conocimiento del gran público varios episodios históricos a veces olvidados.
"En España no sabemos nada de Portugal, y en cada país latinoamericano se sabe poco de la historia del resto. No nos conocemos", refiere el autor, lamentando que ese recíproco desconocimiento exista en una comunidad que "ya lo dijo Saramago, somos quinientos millones de hispanos". En España el libro vendió 200.000 ejemplares en pocos meses, y su autor recibió comentarios asombrados acerca del contenido, de "gente que no sabía nada del Portugal de la época, y ni siquiera que Brasil en un tiempo había sido un imperio".
Por la patria grande
Una de las interrogantes que se plantea Moro es "Cómo un país tan pequeño como Portugal pudo mantener una colonia enorme, unida y homogénea y que hoy en día es un gran país y una potencia, mientras que a los españoles, supuestamente más poderosos, nos estalló el imperio por todas partes".
Para el novelista, "la respuesta es que un día el Rei de Portugal, mucho mas listo que el nuestro, decidió marcharse a las colonias con su corte y un diez por ciento de la población del país. Es un hecho único en la historia y gracias a eso Brasil es hoy lo que es. Si la corte española se hubiera trasladado a América como la portuguesa, la unidad hispanoamericana hoy sería un hecho".
Moro no duda en afirmar que si Carlos IV, en lugar de quedarse en Madrid abocado a políticas que acabarían por entregarlo a Napoleón, hubiera seguido el ejemplo de su par portugués, "muy probablemente las fronteras americanas serían un reflejo de las peninsulares". De haber ocurrido eso, se hubiera evitado la fragmentación total del territorio colonial español, y tendríamos "una gran América de habla española y una gran America de habla portuguesa".
Gerardo Carrasco/Montevideo Portal
Conseguí el libro en Nosgustaleer.com
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